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Relato por Kaluqui
Las dos siluetas se encontraron de noche en
un callejón oscuro de la metrópolis. Podrían
haberlo hecho en medio de un desierto lleno de sabandijas, o dentro
de una base lunar, pero necesitaban enfrentarse en un terreno en
que ninguno perdiera facultades.
El que llegó primero al punto de encuentro
reunía los cánones apolíneos propios de los
de su clase. Ocho cabezas tres cuartos de alto, pelo largo y negro,
máscara, ojos lechosos sin pupila, malla ajustada de colores
vivos, con un arsenal de armas de fuego de todo tipo colgadas, botas
de cuero, poderes extrasensoriales y superdestructores; como el
de transformar toda la materia existente y adaptar su forma según
el momento.
Su carácter era frío, aunque le
gustaba citar frases típicas del cine negro cuando su enemigo
estaba en las últimas. Tenía cinco archienemigos a
los que nunca había conseguido derrotar por completo, además
había muerto oficialmente veinte veces y cambiado de creador
tres. Su nombre: Bazooka.
Media hora después aparecía el
otro con aire despreocupado, como mandaba la mentalidad y estilo
de los de su tipo. Su cuerpo se adaptaba a la situación,
era difícil seguirle. El cuello se le estiraba cada vez que
se enfadaba y su cara se agrandaba, mostrando dientes de perro.
Pero cuando se calmaba parecía hasta inofensivo, con esa
piel tan clara y esos ojos sesgados, siempre confundiendo a su rival.
Vestía ropajes tradicionales ninja negros, un par de katanas
colgadas a la espalda y una venda blanca atada a la frente. Nunca
habían conseguido vencerle, aunque no recordaba las veces
en que estuvo al borde de la muerte, y llevaba orgulloso la lista
de los incautos a los que había matado a sangre fría
gravada a muescas en su puñal. Su nombre: Kentaro Taniguru.
Se cantaron las cuarenta durante un buen rato
y empezó la lucha. ¡Y que lucha! Bazooka cogió
dos ametralladoras tipo Uzi que pendían de su "bazooka-cinturón"
y empezó a acribillar a Kentaro. El ruido y el humo que desprendió
este primer ataque impidieron ver lo que le ocurrió al ninja
desde la perspectiva de Bazooka, pero desde un plano posterior de
Kentaro se pudo ver que con solo una katana paró todos los
impactos de bala haciendo un molinete impresionantemente rápido.
Sin mediar palabra, en una fracción de
segundo después que los cargadores se vaciaran, Kentaro saltó
por encima del hombretón sin que este se diera cuenta (al
menos en su expresión en primer plano no parecía percatarse
de que su rival se colocaba detrás suyo)
Haciendo uso de sus habilidades ancestrales,
Kentaro desvió su "chi" para concentrar una bola
de viento justo en la espalda de Bazooka, el cual saltó volando
por los aires, pero en un plano detalle este sacó de su bota
una pistola-garfio con cuerda y ayudado por una farola, haciendo
juegos malabares aterrizó en el suelo en un plano americano,
sosteniendo dos recortadas.
Esta vez Kentaro lo tuvo más complicado,
ni tan solo sus ágiles movimientos consiguieron frenar las
embestidas de esos increíbles proyectiles. El resultado fe
una mella en su indestructible katana y una rasgadura muy fea en
su muslo.
Bazooka se lo explicó: esas armas de fuego
bebían de sus super-poderes, así que los espíritus
que el ninja decía que protegían los filos de sus
espadas no le servirían esta vez.
Se hizo un profundo silencio en un plano paisaje,
seguido por el grito de furia en plano medio de Kentaro, que pronunció
una retahíla de conjuros en una lengua antigua. Bazooka,
a su vez, preparó su arma más mortífera, un
bazooka con un torpedo de punta rellena de nitroglicerina solidificada
a temperatura semi-ambiente, y disparó en cuanto su oponente
se calmó.
Pero la luz roja que se adivinaba en los ojos
en plano detalle de Kentaro, de una tonalidad entre magenta 3 y
granate, revelaba que esta vez no iba a salir mal parado del brutal
ataque.
Cuando el torpedo llegó a menos de un
metro del cuerpo del ninja, se paró en el aire y cayó
al suelo, produciendo una explosión de tipo "humo y
fuego", de tonalidades entre amarillo y blanco luz. Bazooka
se quedó sorprendido de que el ninja hubiera sucumbido tan
fácilmente (la estela del torpedo le había impedido,
una vez más, ver los movimientos del enemigo) y sus ojos
color leche agria se agrandaron un 50% al sentir el dolor de un
kick muy bien ejecutado en su nuca. Pero eso no frenaría
un super-héroe de los marvel., y enseguida sacó dos
armas más, dos mágnum con munición luber de
treinta balas cada una, y empezó a disparar de nuevo, pero
ya no servían de nada las armas convencionales. Kentaro ya
había colgado sus katanas y atacaba con los puños.
Bazooka le advirtió de sus poderes mientras
paraba con aparente torpeza los ataques del ninja, que hacía
rato que sudaba a mares más de lo que era habitual en un
combate. Cogió un cubo de basura para hacerle entrar en razón.
Lo convirtió en un martillo gigantesco estilo "Dungeons
& Dragons" y lo descargó contra una pared, que se
hizo añicos.
Kentaro no disminuyó en su avance, y en
dos páginas llenas de viñetas de acción en
plano general, tumbó a su adversario rompiendo por la mitad
su martillo. Antes de esquivar con una sonrisa el puño de
acero de Bazooka, advirtió que sólo el combate cuerpo-cuerpo
solucionaría el duelo. Bazooka accedió, tirando la
AK47 y el resto de cargadores al suelo, pero en plano detalle del
interior de su bota quedó un machete que podría solucionar
un caso extremo de dolor.
Aquí empezaría el combate tal como
querían los otakus, y los seguidores del cómic americano
apoyarían a su ídolo para que destrozara a ese mequetrefe
amarillo con su "ataque mortal anti-disturbios". En toso
caso eso sería en el próximo número, ya que
en la segunda de las dos últimas viñetas en que se
veían los dos contrincantes cara a cara en plano americano
ponía "Nos vemos en el próximo número
/ continuará..."
- Eso no vale! - Dijo Ricardo - Le has dado
más protagonismo a ese ninja cabezón y con los ojos
desproporcionados mientras que al de marvel lo has dejado para el
arrastre.
- No me fastidies, Ricardín, que esta
historia es mía - Repuso Edu - además no sé
de que te quejas, el ocho-cabezas-tres-cuartos ese ha hecho algo
impensable en un cómic, mellar una katana milenaria de la
era Kang, y que conste que ha recibido una lección de humildad
que ya le convenía. Que se creía que sé yo
con sus tonto-poderes de la materia y el...
- Que si, que si!! Que me dejes con tus paranoias
de otaku y de friki loco, que me voy a escuchar heavy y tu te vas
a duchar, que llevamos tres días con el mismo plano.
Ricardo se fue, dejándome solo con mis
pensamientos. Accedí a no mellar la katana, a cambio de introducir
en los movimientos de Bazooka algún que otro puñetazo
y patada mientras Kentaro se recuperaba de los disparos, pero al
final lo dejé, la visión de los montones de papeles
arrugados y apilados que seguramente habría en el hueco de
la escalera se coló en mi mente y me nubló el juicio.
Me fui a duchar rápidamente a mi casa antes de que él
se diera cuenta. "No creo que se entere" - Pensé
- "Cuando escucha Iron Maiden no es de este mundo"
Me paré un instante antes de cerrar la
puerta. Él chateaba en la buhardilla.
- Lo vamos a continuar, no?! - Pregunté
- Por favor, déjame tranquilo - Me espetó
él mientras se alisaba el pelo
- Venga mañana nos vemos, tráete
los "carandaix"
- Aprende a decir las cosas bien, y vete ya!!
Y así empezó otro cómic
raro de los que tan poco abundan, surgidos de la mente de un loco
otaku y de un pseudo-heviata apasionado del marvel.
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