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X-Men
2 me parece una buena película. Esta calificación puede parecer
pobre si consideramos el entusiasmo con el que ha sido recibida
por el público en general, y aficionados a los cómics en particular.
Pero en estos tiempos de vehementes calificaciones deberíamos recordar
que encontrar una buena película no es algo que suceda todos los
días. Además, si tenemos en cuenta que las adaptaciones de cómics
con frecuencia producen películas infantiles repletas de payasadas
que ofenden la inteligencia, el que la película haya salido bien
librada ya es todo un éxito.
Esta nueva aventura cinematográfica de los mutantes
es un film elegante, sobrio y muy digno. Una película que trata
con gran inteligencia y respeto a personajes y público. Una película
a la que uno puede llevar a su novia, a sus padres o a algún amigo
anti-superhéroes sin el riesgo de tener que avergonzarse por sus
gustos.
En resumen: una buena película.
Voy a entrar en detalles para intentar explicar
por qué me parece buena. Después intentaré explicar por qué me parece
sólo buena.
La producción
Los aficionados a los cómics de superhéroes estamos
de enhorabuena. Asistimos a una oleada de adaptaciones cinematográficas
que nos están permitiendo resarcirnos de muchos años de sequía.
Está claro que la burbuja estallará en algún momento, pero por ahora
la taquilla está acompañando a estos estrenos, y parece que aún
veremos a muchos más de nuestros héroes convertidos en carne de
celuloide. La editorial Marvel (¿cuánto tardará la DC en despertar
de una vez y subirse a este vertiginoso carro?) es el nuevo Rey
Midas, y todas sus creaciones se están convirtiendo en oro.
Este optimismo acerca del resultado en taquilla
de una adaptación de este tipo es algo reciente. Cuando la Fox decidió
rodar la primera aventura cinematográfica de nuestra querida Patrulla
X la cosa era muy distinta. En aquel momento los productores decidieron
ser cautos y no correr demasiados riesgos, por lo que ajustaron
todo lo posible el presupuesto. Ni mega-estrellas, ni muchos personajes,
ni más efectos especiales que los imprescindibles. Las cosas han
cambiado sustancialmente desde entonces.
Tras haber recaudado varios cientos de millones
de dólares, los estudios no han tenido reparos en poner a disposición
del director Bryan Singer 50 millones más, con el fin de
conseguir una película aún mejor, al menos en términos comerciales.
¿Lo han conseguido? Cada espectador tendrá su opinión al respecto
pero está claro que el aumento del presupuesto se nota, por ejemplo,
en la incorporación de nuevos personajes como Rondador Nocturno,
Pyros, El hombre de hielo, Dama Mortal o Coloso, cada uno con sus
propios poderes.
El diseño de producción es otro apartado muy
beneficiado por este "dinero extra". No sólo la variedad de los
escenarios es mayor, sino que también da la impresión de que todos
los elementos que aparecían en aquella han sido rediseñados. El
aspecto de la nave de la patrulla, el Pájaro Negro (¿alguna vez
lo llaman así en la película?) es mucho mejor, tanto por dentro
como por fuera; la bóveda de Cerebro y su funcionamiento resultan
más espectaculares; los uniformes son más detallados y elegantes
(¡quiero uno!); la silla del profesor Xavier, las gafas de Cíclope,
el maquillaje de Mística... todos estos elementos han sido perfeccionados,
aunque mantienen la coherencia respecto a los que aparecían en la
primera entrega.
La historia
Muchos
han sido los rumores difundidos acerca de esta esperadísima secuela
antes de su estreno, y un gran número de ellos se referían a su
argumento. Ciertas fuentes aseguraban que el guión de X-Men 2
tendría como base Dios ama, el hombre mata, la novela gráfica
que Marvel publicó en 1982, y que Forum ha reeditado este mismo
mes, considerada una pieza clave dentro de la historia mutante.
La importancia de esta obra no reside principalmente en la calidad
del guión de Chris Claremont (no digo que sea malo, sólo
que todos hemos leído cosas mejores), ni en los dibujos de Brent
Anderson (que en cada relectura me parecen peores); su relevancia
se debe a que definió la futura base argumental fundamental de la
colección.
Tras dos décadas peleándose con todo tipo de
mutantes malvados, nuestra querida Patrulla X se enfrenta al enemigo
más aterrador con el que jamás se había encontrado: el ser humano.
Una gran parte de la humanidad teme, envidia y odia a los mutantes,
y por ello quieren destruirlos. X-Men pasó, de ser un "comic de
superhéroes" al uso, a contener una gran carga social, utilizando
la xenofobia como motor dramático. A partir de ese momento se acaban
los finales felices para las historias de los hombres X. Ya no puede
haberlos.
Al final de Dios ama, el hombre mata,
después de que nuestros héroes consiguen que el fascista Reverendo
Stryker sea detenido, Magneto explica perfectamente la nueva situación:
"Una victoria pírrica, Patrulla X. Incluso diría que sólo es aparente.
El hombre ha caído, pero su causa vive. Hay gente que dice que la
meta de Stryker es buena, pero sus métodos equivocados. Y no siempre
podremos ganar."
Finalmente,
X-Men 2 no es una adaptación de este comic book. Pero
los guiones de ambas obras tienen muchos elementos en común, como
el secuestro de Xavier para aniquilar a los mutantes, la obligada
alianza de la patrulla con Magneto, o la creciente paranoia anti-mutante
que ha arraigado en la sociedad, y que amenaza el futuro de nuestros
héroes. Estamos a un paso del acta anti-mutante y de la fabricación
de los robots Centinelas; apuesto por ellos para X3.
Además de en Dios ama, el hombre mata,
el guión de la película se inspira en otros momentos clave de la
historia mutante, como la investigación de los orígenes de Lobezno
o la muerte de Jean Grey. A priori, esta mezcolanza de conceptos
podría parecer complicada de manejar, pero lo cierto es que en el
guión funciona bastante bien. David Hayter y Daniel P.
Harris han tenido la habilidad de unir en el mismo momento hechos
y personajes que en los cómics están separados en algunos casos
por décadas, sin que la historia resulte incoherente ni forzada.
Enlazando con el punto anterior, el de los Centinelas,
apuesto a que los guionistas ya se están devanando los sesos para
encontrar la forma de adaptar ese otro gran momento de la colección,
también escrito por Chris Claremont, pero esta vez dibujado
por un genio como John Byrne. Me estoy refiriendo a Días del
pasado futuro.
Los personajes
Desde el principio de su historia el atractivo
de las colecciones mutantes ha sido proporcional al interés que
despertaban sus protagonistas: su éxito reside, más que en sus historias,
en sus personajes. Por esta razón era de capital importancia que
los mutantes de las películas estuvieran a la altura de los originales
de los cómics. En general creo que esta traducción ha funcionado
muy bien.
Para todos aquellos a quienes nos supo a poco
la plantilla mutante que aparecía en X-Men, esta secuela
supone un agradable regalo. Aunque es cierto que no están todos
los personajes de los cómics (no pueden estarlo, ya que a lo largo
de sus 40 años de historia son docenas los mutantes que han pasado
por las filas de los X-Men), sí que asistimos aquí a importantes
incorporaciones.
Pero vayamos por partes y pasemos lista.
En el cartel de la película vemos como Lobezno
y Tormenta destacan sobre los demás. Resulta lógico que el Logan
cinematográfico siga los pasos de su precedente en los cómics y
se convierta en el favorito del público. Especialmente si deja escapar,
por fin, a la bestia que lleva dentro. Ororo, por su parte, es un
personaje lo suficientemente importante en la historia de la Patrulla
X (sobre todo durante la época Claremont, cuya predilección
por los personajes femeninos es conocida), como para que su protagonismo
esté más que justificado. Pero, además de esto, estoy seguro de
que el oscar que ganó Halle Berry ha influido para que su
presencia en el cartel sea tan notoria.
Pero,
pese a lo que pueda deducirse del afiche, no hay protagonistas claros
en X-Men 2. La película maneja a los personajes con gran
respeto, sin caer en el error de tratarles como los estereotipos
unidimensionales que tanto abundan en los cómics, y concediendo
a cada unos su "momento de gloria".
El Profesor Xavier demuestra otra vez
que su mente es, además de su principal arma, también su talón de
Aquiles. Es secuestrado y sometido a sugestión por Jason, el hijo
de Stryker, y bajo su control demuestra por qué es considerado el
mutante más poderoso del mundo al conectarse mentalmente a toda
la población del planeta. Charles también lleva a cabo en un par
de ocasiones el moralmente cuestionable numerito de paralizar a
un grupo de personas y borrar sus recuerdos.
Tormenta, de quien apenas vimos nada en
X-Men, protagoniza junto con Jean Grey una de las líneas
argumentales: la búsqueda de Rondador Nocturno. También demuestra
la magnitud de sus poderes generando todo tipo de espectaculares
fenómenos climatológicos, como esa batería de tornados con los que
intenta deshacerse de los cazas que persiguen al Pájaro Negro.
El protagonismo de Jean Grey en esta secuela
crece en relación directamente proporcional a sus poderes. Esos
poderes pre-Fénix cuyo control comienza a perder y que le sirven
para salvar a sus compañeros en dos momentos cruciales: cuando son
atacados por aviones del ejército, y en la escena final, emulando
al mismo tiempo a Moises y a Yoda al detener las aguas a la vez
que hace despegar el jet de los X-Men.
¿Qué
decir de Lobezno? Personalmente sigo pensando que Hugh
Jackman poco tiene que ver con la imagen que me formé leyendo
los cómics (viendo El dragón rojo descubrí que Harvey
Keitel hubiera sido un Logan muy interesante), pero creo que
todos, excepto mi novia, lo hemos aceptado ya como una encarnación
válida. Es tal la fuerza de este personaje que, al igual que sucedía
en las viñetas, en la pantalla se gana al público: Lobezno es el
favorito de la gran mayoría, y siempre lo será. Basta con que saque
las garras y se vuelva loco para que los aficionados también enloquezcamos.
Supongo que un spin-off, es decir, una película exclusivamente protagonizada
por él, es sólo cuestión de tiempo.
Desde que aterrizó en la serie Rondador Nocturno
se ganó un lugar en el corazón del lector. Kurt Wagner es el alegato
anti-xenofobia definitivo, la prueba viviente de hasta qué punto
pueden engañar las apariencias. Parece un demonio pero es un hombre
profundamente religioso, con un gran corazón, absolutamente leal
a sus amigos, y, pese a su aspecto inhumano y a su terrible pasado,
tremendamente jovial y divertido. Pues bien: ahí le tenemos. Tanto
por su caracterización física, como cuando se cuela en el despacho
oval, salva a Pícara de una muerte segura, reza en alemán o hace
el payaso colgado de la cola, éste es cien por cien Rondador. No
se podía esperar una adaptación mejor.
Pyros es el rebelde, el chico malo de
la película, y eso siempre resulta atractivo. John no se corta a
la hora de desatar sus fuegos, nada artificiales, en cuanto le tocan
la moral. Una prueba de que adolescencia y superpoderes forman una
combinación peligrosa. Es de suponer que su alianza con Magneto
le deparará un papel más importante en posteriores entregas.
En cuanto al bando de los mutantes malvados,
es cierto que desciende en número, pero gana en calidad. Teniendo
en cuenta la lista de enemigos a los que se ha enfrentado la Patrulla
X a lo largo de décadas de colección, jamás entenderé que para el
estreno de la saga se eligiera a uno como el Sapo. En los cómics
ya era un personaje ridículo y sin ningún carisma, y su resultado
en pantalla no fue mucho mejor. El caso de Dientes de Sable es algo
distinto: tenía un gran potencial en viñetas (aunque sólo fuera
por sus poderes, similares a los de Lobezno, y por su supuesto parentesco
con Logan), pero en la película se convirtió en un personaje plano,
poco más que el típico matón grande y tonto. Afortunadamente ninguno
de estos dos personajes aparece en esta segunda entrega. Gracias
a ello podemos disfrutar de dos villanos como Dios manda: Magneto
y Mística.
Magneto
se muestra como el personaje complejo que siempre ha sido, lejos
del típico villano unidimensional. El Profesor Xavier y él son enemigos,
pero a la vez se respetan, se aprecian, y se admiran mutuamente.
Distintas caras de la misma moneda, como Martin Luther King
y Malcolm X, ambos luchan por su gente, aunque sus métodos
difieren. Por esto no resulta extraño que a veces, como sucede aquí,
peleen unidos sin que ello signifique una traición a su personalidad:
su enemigo natural, el ser humano, es un enemigo común.
Interpretado por un Ian McKellen que,
como todos los demás actores, cada vez está más a gusto en su papel,
Magnus se define casi completamente en esta película. Poderoso (su
brillante fuga de prisión, o su capacidad para detener el Pájaro
Negro en pleno vuelo dejan pocas dudas a este respecto), y carente
de piedad con el enemigo, en este caso, el homo sapiens en general,
a quien no duda en intentar extinguir utilizando a Xavier. Ese es
el amo del magnetismo.
El atractivo de la multiforme Raven Darkholme
es arrollador. El impresionante físico de Rebecca Romijn-Stamos,
muy alejado del aspecto monjil que Mística tenía en sus primeras
apariciones en los cómics, es suficiente para que su presencia
llame la atención. Pero su encanto va mucho más allá de su belleza
física. Sus espectaculares poderes, la inteligencia con la que los
utiliza, así como su elegancia, la convierten en uno de los personajes
más logrados de la película. Por no mencionar su arrolladora personalidad
que queda bien reflejada en este breve diálogo que mantiene con
Rondador Nocturno.
Rondador
¿Por
qué no vas disfrazada todo el tiempo?
Mística
Porque
no tengo por qué.
Toda una mujer. Aunque no todo el tiempo.
Para acabar con los mutantes malvados tenemos
a Dama Mortal, un personaje del cual no se saca mucho partido.
Su similitud con Logan, y su misterioso origen, le dotan de cierto
potencial, pero está tan poco desarrollada en el guión, que apenas
tiene interés. Una pena.
Y para quien piense que me estoy olvidando de
algunos de los protagonistas, ahora voy con ellos. Simplemente estaba
dejando lo peor para el final.
Cíclope siempre ha sido un soso. Su legendaria
tendencia al melodramatismo y su manía de dar lecciones morales
a todo el mundo hicieron de Mr. "siempre hago lo correcto" un personaje
bastante pesadito. En los cómics casi siempre ha funcionado por
reacción, como oposición a otros personajes mucho más interesantes
que él. Lo dicho: muy limitado. El público lo sabe y los guionistas
también parecen saberlo, ya que le vetan completamente: empuja la
silla de Xavier, Dama Mortal le tumba, y no vuelve a aparecer hasta
el final. Me imagino que James Marsden no estará demasiado
contento con la extensión e importancia de su papel.
Después de la Antorcha Humana de los 4 Fantásticos
sólo era cuestión de tiempo que alguien inventase al Hombre de
Hielo. Pronto se descubrió que era poco el partido que se podía
sacar a alguien con semejante... ¿poder? La prueba es que cuando
en los cómics tuvo lugar el primer relevo importante en las filas
de los X-Men, también llegó el deshielo y Bobby Drake se evaporó.
Teniendo en cuenta sus pobres resultados en el cómic ¿por qué incluirlo
en la película? No tengo ni idea. Si encontráis a alguien que os
lo pueda explicar, de paso preguntadle por el Sapo.
Y, finalmente, llegamos a Pícara. Su poder
no sólo le permite absorber temporalmente las capacidades y la energía
de otros seres: si su contacto se mantiene demasiado tiempo esta
transferencia puede ser permanente. Pícara comenzó siendo una terrible
enemiga de la Patrulla X, llegando a robar sus habilidades a la
poderosa Ms. Marvel, además de parte de sus recuerdos y personalidad.
El arrepentimiento de la joven le llevó a cambiar de bando, y durante
una larga temporada fue el componente más poderoso de los X-Men,
gracias a su capacidad de volar, su super-fuerza y su virtual invulnerabilidad.
Aparte de sus enormes poderes, la esquizofrenia en la que vivía,
al no saber con certeza si sus recuerdos le pertenecían a ella o
a Carol Danvers, y la frustración que le producía no poder tocar
a nadie, convertían a Pícara en un excelente personaje del que nada
queda en el filme. Si en la primera entrega resultaba importante
para los planes de Magneto, el papel de Marie en esta segunda parte
es totalmente accesorio, poco más que "la novia de", en este caso
de otro personaje poco interesante, El Hombre de Hielo. O las cosas
cambian mucho, o el futuro de este personaje en la serie es incierto.
Además de todos estos personajes principales
tenemos a un nutrido grupo de jóvenes mutantes que habitan en la
mansión. Asistimos a breves pero impactantes intervenciones de Coloso,
Kitty Pride (estos dos sí que dejan con ganas de más ¿eh?), o Siryn.
Pero también aparecen por allí Júbilo, o Henry McCoy/La Bestia,
éste a través del televisor.
La Fox está invirtiendo en el futuro de su saga,
utilizando sabiamente esa inagotable cantera de personajes que son
las distintas colecciones mutantes. Por un lado cuida de los protagonistas
para que resulten fieles a las fuentes y reconocibles para el aficionado;
por otro utiliza a los secundarios para enriquecer las películas,
y para ir presentando a los que, seguramente, serán los protagonistas
de las siguientes entregas. Mediante este sistema se va despertando
el gusanillo del espectador, y quién sabe si realizan un auténtico
estudio de mercado, decidiendo, a tenor de las reacciones del público,
quiénes serán los protagonistas de las (seguramente numerosas) futuras
secuelas.
Ahora las malas noticias
Pero también hay cosas que no me gustan de X-Men
2. Algunas son fallos de relativa importancia, como el hecho
de que el guión se olvide por completo de los jóvenes mutantes que
escapan por la salida secreta de la mansión; que no se tenga en
cuenta que el ataque psíquico de Xavier debería haber producido,
sin ninguna duda, miles de muertos: imaginemos a cirujanos, conductores,
pilotos de avión, militares, etc., sufriendo una agresión mental
de esa magnitud; o lo absurdo que resulta que Logan no huela a Mística
cuando entra en su tienda de campaña disfrazada de Jean.
Más importante me parece la mediocridad de su
banda sonora. ¿Alguien puede recordar el tema principal de X-Men?
La partitura de la película es absolutamente olvidable, y carece
totalmente de personalidad. Según IMDB, la música de la primera
entrega corrió a cargo de James Seymour Brett, Michael
Kamen, y Jeremy Sweet: su trabajo no puede ser más frustrante.
En esta segunda parte el brillante trío es sustituido por
John Ottman, un extraño caso de compositor-montador que,
además de en otras películas, ha desarrollado ambas tareas en todas
los títulos de Bryan Singer (con excepción de X-Men,
en la que sólo se encargó de la edición), y su trabajo en esta ocasión
no pasa del suficiente raspado. No se trata únicamente de que no
tenga un tema principal reconocible y potente, lo más grave es que
la banda sonora no ayuda en ninguna de las escenas, y no refuerza
los momentos dramáticos ni los épicos. A los reyes magos mutantes
les voy a pedir, para la tercera entrega, un nuevo compositor capaz
de crear una música eficaz y potente que colabore a acelerar el
pulso del espectador.
Más
frustrante aún me resulta la filosofía con la que se están afrontando
estas adaptaciones. En una indigna maniobra de autopromoción voy
a recordar otro artículo que publique en Cyberdark, titulado Las
dificultades de adaptar al cine un comic de super-héroes (http://www.cyberdark.net/portada.php?edi=6&cod=58).
En aquella ocasión acusaba a X-Men de ser una "adaptación
cobarde" porque no dudó en podar elementos clave para facilitar
la verosimilitud, como los uniformes clásicos, algunos superpoderes
o el carácter cósmico de algunas aventuras. X-Men 2 sigue
por el mismo camino. Los responsables de la serie, por miedo o por
vergüenza, han intentado, dentro de lo posible, rodar películas
realistas, tal vez obsesionados porque todo funcionara. No sólo
para los aficionados a los cómics, sino para todo el público en
general.
Los trajes es un buen ejemplo lo que estoy comentando.
¿Cómo evitar que los personajes resulten ridículos con esas mallas?
Solución: uniformes de cuero negro para todos. ¿Funcionales? Sí.
¿Elegantes? Por supuesto ¿Creíbles? Sin duda ¿Cobardes? Para mí,
desde luego.
-¿Hubieras preferido una licra amarilla?
-me preguntaría Cíclope. Sí. Hubiera preferido que, al menos, lo
intentaran. El uniforme de Spider-Man tampoco es que sea discreto,
y en la película de Sam Raimi tuvieron la delicadeza de respetarlo
bastante, a pesar de las dificultades que pudiera entrañar recrearlo
en pantalla; desde luego que la película es bastante peor que X-Men
2, pero no a causa del traje.
Esta mentalidad no sólo afecta a los uniformes.
También se refleja en los poderes (¿por qué nadie vuela de verdad?),
o en la poca espectacularidad de los argumentos. Parece que detrás
de todo esto se encuentra la política de "hagámoslo creíble aunque
haya que podar". ¿Resultado? Películas menos espectaculares de lo
que se podría esperar.
Las dos entregas resultan sólidas, y funcionan,
pero se huele el miedo. Y eso, al final, puede resultar contraproducente.
Uno puede meterse en la piscina con manguitos y sin soltar la escalera;
seguro que así no se ahoga. Lo que está claro es que tampoco va
a batir ningún record olímpico. Las dos películas rodadas hasta
ahora son impecables, pero es una lástima que no lleguen un poco
más allá.
Pero, en última instancia, este tipo de adaptación
conservadora que se está llevando a cabo es fruto de una decisión
creativa o empresarial que puede discutirse, pero que resulta totalmente
respetable. Para mí, el mayor problema de esta saga es el escaso
talento de Bryan Singer para el cine espectáculo.
El
peor pecado que puede cometer una película es ser aburrida, y cuando
se adapta un comic de las características de X-Men, ser aburrido
se convierte en un pecado mortal. No voy a decir que X-Men 2
se haga pesada, pero tampoco resulta trepidante. Y eso, teniendo
en cuenta el potencial del material en que se basa, resulta desconcertante.
Más molesto es aún que Singer sea incapaz
de conseguir dos o tres escenas cumbre, un par de momentos espectaculares
que se graben en la memoria y que uno pueda comentar con los amigos.
Un par de imágenes que te dejen con la boca abierta. Es cierto que
hoy en día resulta difícil que algo impresione al espectador pero,
casualmente, antes de X-Men 2, ese regalo que supone el trailer
de Matrix Reloaded sí me ha dejado con los ojos como platos.
Está claro que el cine aún puede impresionarme. Al parecer, Bryan
Singer no.
Escenas clave que no están totalmente aprovechadas
son, por ejemplo, el asalto de los hombres de Stryker a la escuela
de Xavier, el salvamento de Pícara por parte de Rondador, la pelea
entre Lobezno y Dama Mortal, la actuación final de Jean Grey salvando
a sus amigos... Todas ellas están correctamente realizadas y contadas,
pero en todas echo de menos un puntito más de emoción, de ritmo,
de dramatismo, en definitiva, de espectáculo.
Parece que Singer se esfuerza al máximo
por que las películas resulten serias, por mantener los pies en
el suelo. Pero olvida algo: estamos tratando de seres super-poderosos,
algo así como semi-dioses. A algunos espectadores nos gustaría levantar
el vuelo de vez en cuando.
Insisto en que la película me gusta mucho, bastante
más que la primera entrega: mi motivación para ponerle pegas es
la misma que la de un profesor que exige un mayor esfuerzo a su
alumno más aventajado para que pase del notable a la matrícula de
honor. No tengo ninguna duda de que las dos películas de los X-Men
son las mejores adaptaciones de un cómic de superhéroes que se han
rodado en las últimas dos décadas, y de que, con Bryan Singer,
la franquicia mutante está en buenas manos.
Además, estoy convencido de que lo mejor está
por llegar.
@2003 Iñaki Bahón para cYbErDaRk.NeT
Prohibida su reproducción sin permiso expreso del autor
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