<< Volver

(nota: es posible que algunas imágenes y/o enlaces no funcionen)


Eclecticismo y talento narrativo: la obra de Javier Negrete,
por Ignacio Illarregui

   Algún día va a ser necesario reconocer de alguna forma la importancia que ha tenido el Premio UPC de novela corta para la ciencia ficción en nuestro idioma, al insuflar aire a un enfermo (la ciencia ficción escrita en castellano) cuyas constantes vitales estaban más que seriamente tocadas. Del amplio listado de autores que con él han sido agraciados sobresale uno por motivos más que claros, entre otras cosas porque con él le ha pasado de todo... Lo ha ganado una vez, ha obtenido la mención especial en tres ocasiones y también ha visto publicadas otras tantas historias que había presentado pero que no corrieron la misma suerte. Su nombre es Javier Negrete y, por méritos propios, como bien ha señalado Julián Díez, se puede decir que es junto a César Mallorquí el autor más en forma de nuestra actual literatura fantástica (con el permiso de Rafa Marín). Este artículo pretende ser una pequeña guía de lectura de su obra que, en su mayoría, todavía es fácil de encontrar a poco que se busque.


Estado Crepuscular

Este artículo ha sido leído 21730 veces

El autor en cyberdark.net
Web oficial de EDF

   Principales características como narrador

   Para no extenderme demasiado en este aspecto y pasar cuanto antes a lo realmente importante, voy a centrarme en tres facetas más que evidentes. Y tengo que empezar con algo que después de 12 años leyendo sus historias todavía me sorprende: su facilidad para cambiar de registro sin perder un ápice de calidad. Ha cultivado el space opera con aires mitológicos, la aventura ligera, el relato de mundos perdidos, la fantasía metafísica, la juvenil, la heroica, el horror científico o el relato humorístico, y siempre con un nivel medio encomiable.

   La segunda característica a destacar es su completo dominio del lenguaje y los elementos narrativos. Quizás el hecho de que su carrera esté tan ligada al premio UPC y la extensión a la que tiene que limitarse para poder participar, ha hecho que desarrollase una habilidad que en nuestro actual mercado editorial es muy escasa: ser capaz de contar una historia en el número de páginas justas. Pero no acaban aquí sus virtudes: siempre busca la mejor manera de afrontar cada historia alejándose (en la medida que le ha sido posible) de lo tradicional, dosifica estrictamente la acción y los momentos dramáticos, los diálogos son interesantes y directos, las ambientaciones muy conseguidas...

   Aunque es de justicia reconocer que esta versatilidad y dominio se ven ligeramente empañadas por las escasas innovaciones argumentales que aporta. La trama central de cualquiera de sus relatos siempre evoluciona según un plan que pocas veces sorprende, y son siempre los pequeños detalles los que aportan las variaciones que toda historia ha de tener.

   Por último resulta ineludible comentar su pasión por el mundo antiguo y la civilización helénica en particular (no por nada es profesor de Griego en un instituto de Plasencia) que ha salido en todas y cada una de sus novelas, ya sea a la hora situar o construir un argumento, documentar hechos, construir conceptos que sirvan para especular con tecnologías o sociedades nuevas,...

   La revelación

   Más o menos así se puede calificar la novela corta que cierra el volumen Premios UPC 1991 y que supone la presentación de Javier Negrete en sociedad. "Frente" a las ganadoras de ese año, Mundo de dioses  de Rafa Marín y El círculo de piedra de Ángel Torres Quesada, que se pueden entender como el retorno de dos de nuestros más reputados escritores a la palestra, la mención especial que gana La luna quieta es algo así como la puerta que se abre a la nueva generación. No sólo porque sea su primera obra publicada sino porque, también, es un adoquín más en el camino de construir una forma propia de encauzar los relatos fantásticos, que hasta ese momento se había cultivado bien poco.

    A diferencia de una historia como la de Marín, básicamente un tebeo de superhéroes americano, o la de Quesada, ambientada en una Nueva York al borde del colapso y con una apariencia a película de serie B (por otra parte muy bien hecha), Negrete tira de personajes hispanos en un ambiente muy próximo al nuestro en el que unos elementos fantásticos, al principio inexistentes, terminan siendo parte fundamental de la narración.

   Así, un grupo de personajes de muy diversos orígenes conviven en un sanatorio mental sin saber muy bien el motivo por el cuál han sido llevados hasta allí. Su vida se desarrolla de forma más o menos plácida hasta que un nuevo paciente es introducido entre ellos, quebrantando la tranquilidad y abriendo una serie de dudas que les irán quitando el velo que tienen delante de sus ojos.

   Aunque su desarrollo peca de poco sorprendente debido a las veces que hemos leído algo parecido, Negrete dota a la historia de ese tono desesperanzado y ligeramente triste que hace funcionar a este esquema, y clava tres aspectos muy difíciles de alcanzar en una primera publicación. Los personajes, un tanto castizos en sus maneras de expresarse, ganan auténtica entidad en muy pocas páginas. El ritmo que insufla a los acontecimientos es sostenido y los giros, diseminados por la trama, están medidos con una precisión endiablada. Y al mismo tiempo que se revelan aspectos de la realidad en la que viven y se hacen conjeturas (muchas veces erróneas) sobre su situación, construye un conseguido juego de escarba en lo que conoces para llegar a lo real que culmina en la inquietante verdad final que cierra la novela corta y que dota a La luna quieta de un sano aire metafísico.

    Animado por este éxito, a la edición del año siguiente presenta Estado crepuscular, que en comparación supone un contraste brutal. Frente a la seriedad, delicadeza y profundidad presentes en La luna quieta, aquí cultiva su vena más procaz que produce no sólo sonrisas sino alguna que otra carcajada. No extraña que no ganase nada ya que es justo la típica gamberrada que un jurado académico jamás seleccionaría, independientemente de lo buena que sea (que lo es y mucho)

   Estado crepuscular cuenta las desventuras de David Millar, un crápula desvergonzado que, deseando acostarse con una bella dama, se hace pasar por su padre, un reputado psiquiatra al que ésta acude para solucionar un problema que ha surgido en el planeta Hoonai. Sin haber satisfecho sus instintos y no sabiendo muy bien cómo, realiza el viaje para descubrir que su misión consiste en desentrañar el origen de la locura que atenaza al superordenador que gobierna aquel mundo. Y como ya es demasiado tarde para "desfacer el entuerto", intenta realizar el trabajo desde su absoluta ignorancia, entablando unas divertidas conversaciones con la MAYA (Mente Alienígena Y Artificial) mientras pasa las noches de juerga en diversos bares y discotecas.

   Lo mejor está en que Negrete no se toma en serio la historia y, a través de la primera persona en que está narrado, nos introduce con rapidez en los modos de David Millar, plagando sus intervenciones de un humor agudo, rápido, a veces un tanto grueso, otras absurdo, pero siempre inteligente. Y lejos de transformar su periplo en una sucesión de locuras sin sentido, juega ampliamente con todo tipo de registros que abarcan (y mezclan) el gag meramente situacional, los divertidos pensamientos machistas del personaje, las trasgresiones narrativas que involucran conscientemente al lector en el loco universo que crea,... para construir una historia que se devora en un par de horas y que reivindica las historias humorísticas, que tanto brillaron hace décadas pero que han desaparecido completamente de nuestros "menús".

   Para su participación en el certamen de 1993 vuelve a pegar otro quiebro que no corre mejor fortuna. Nox perpetua entronca levemente con las aventuras de mundos perdidos creadas a finales del siglo XIX y principios del XX por autores como Henry Ryder Haggard o Edgar Rice Burroughs, con un argumento que le debe todo a la carrera que Amundsen y Scott establecieron a comienzos del siglo pasado para llegar al polo Sur.

   La acción se traslada al planeta Mehrs, donde una expedición formada por seis hombres se enfrenta a la aventura de alcanzar el polo norte de planeta. Durante el camino, sus particulares motivaciones y formas de entender el mundo serán puestas a prueba cuando se topen con una sorpresa que les proporcionará la llave para descubrir cuál es su origen.

    A la hora de construir la narración Negrete demuestra lo que cuida este aspecto al utilizar con habilidad tres formas diferentes que, intercaladas en unas dosis muy meditadas, construyen un ritmo demoledor. El primero es el diario canónico que lleva el protagonista, Ark Rhenius, que asépticamente cuenta lo que supone el avance hacia el Polo de la expedición científica; junto a él aparece su diario personal, donde se muestra el viaje interno que realiza y revela sus pensamientos y sentimientos más profundos, acerca de su relación con sus compañeros y el amor que siente por una mujer inalcanzable (algo presente en otras obras como La luna quieta); y finalmente, en pasajes en tercera persona, se desarrollan los momentos de acción, descubrimiento e interacción entre ellos.

   De nuevo estamos ante una historia que se lee sola con el aliciente de que, además de entretener, consigue emocionar. Y aunque el uso de una premisa tan explotada en la ciencia ficción como es una civilización que ha perdido el conocimiento de su pasado, le hace perder puntos ante los lectores más talluditos (se hace demasiado transparente), consigue un resultado cuanto menos interesante.

   La confirmación

   Después de pasar un año sin concursar, en 1995 lo hace con Lux aeterna, a la que sólo El coleccionista de sellos, la narración más redonda de César Mallorquí, priva de ganar el premio. Y es una pena porque otro año se hubiese llevado merecidamente el primer lugar.

   En Lux, Negrete se da un pequeño homenaje reescribiendo en clave de space opera el mito de Orfeo y Eurídice. Aunque esta vez entre los dos enamorados no se interpone la muerte sino el Pantócrata, un dios todopoderoso que gobierna parte del universo con mano de hierro y que está completamente prendado de la belleza de Eurídice. Al igual que ocurrió con Perséfone, ésta es raptada y llevada a otro mundo del que ha de rescatarla el protagonista, poniendo en juego no sólo su vida sino la posibilidad de pasar toda la eternidad sufriendo los martirios del infierno.

   Destaca la historia de amor, nada pastelera a pesar de la profunda pasión que sienten entre sí ambos personajes, y la secuenciación de la trama, que lejos de ser lineal está ordenada en diversos momentos temporales muy fáciles de situar. Y, demostrando que es un gran creador de ambientes, consigue hacer plausible no sólo el mundo futuro donde se sitúa sino también la surrealista dimensión donde habita el Pantócrata, surgido de un sueño casi Daliniano.

   Éste nuevo éxito le abre las puertas para escribir La mirada de las Furias, su "primera" novela, que publica Miquel Barceló en Nova cuando esta colección nos ofrecía anualmente un libro escrito por un autor hispano. Su génesis está en una novela corta, Jonás en el vientre de la ballena, que había presentado al primer UPC, donde ya aparecían tanto el personaje central, Éremos, un superagente galáctico, como su misión.

   Su argumento sigue el conocido esquema Bond de: asignación de la misión (por parte de un M un poco entradito en años), incursión bajo otra identidad en un escenario que desconoce, casinos para que pueda triunfar en el juego, una bella señorita a la que enamora en dos partidas de cartas, todo tipo de delincuentes y señores del crimen que no saben con quien se la juegan, una organización rival que intentará acabar con él a toda costa,... Y funciona a la perfección.

    La mirada de las Furias es una novela de personaje y su interés reside en cómo es éste y su evolución. Pero uno puede estar tranquilo ya que frente a los héroes de hoy en día, enfundados en un halo de corrección total, Éremos es un tipo relativamente amoral, que no siente emoción alguna, capaz de cualquier acción con tal de llevar a cabo su misión. Así, no sólo utilizará sus encantos potenciados para hacer que una bella mujer se enamore incondicionalmente de él (sin importarle las consecuencias que esto puede traer) sino que hará uso de todos los elementos a su disposición para salir de las situaciones peliagudas que se va encontrando. En especial hay un pasaje que causará dolor de estómago a los pertenecientes a alguna asociación protectora de animales y que sacude al lector de forma inesperada.

   Y aunque se nota que es una novela corta ampliada de extensión (algunas de las situaciones que plantea no vienen mucho a cuento y son prescindibles) Negrete consigue que los acontecimientos se sucedan con donaire en una fehaciente demostración de cuan pocos hay que dominen como él el tempo narrativo. Además el universo que crea es vívido y un tanto estrambótico, lo que hará las delicias de los que (como yo) gustaron de El quinto elemento. Pero esta vez su conocida pasión por la Grecia antigua le juega una mala pasada. Resulta muy complicado entrar en un mundo futuro en el que lo Griego es de importancia fundamental, tanto que, por ejemplo, sólo es posible descifrar un mensaje alienígena por parte de especialistas en esa cultura.

   La cresta de la ola

   Después de 2 años sin saber nada de él, el 2000 se puede decir que es su mejor año (hasta el actual). No sólo por la aparición de Memoria de dragón, su segunda novela, sino porque después de mucho intentarlo por fin consigue ganar el UPC, "aunque" tenga que compartirlo con otro autor como José Antonio Cotrina. El título de la novela es Buscador de sombras, que vuelve a despistar bastante al ser básicamente thriller científico con una clara inclinación hacia el horror que se lee con el corazón en un puño.

   Tiene lugar en un futuro muy cercano donde toda la humanidad está condenada a no soñar debido a la aparición del llamado síndrome de Pisani, que provoca una lenta muerte a todos aquellos que caen en la fase REM del sueño. Un científico español residente en los EE.UU., que está buscando la materia oscura del universo, mata inesperadamente a su mujer y es condenado a recibir la inyección letal. Mientras espera en el pasillo de la muerte, recibe la visita de un psiquiatra contactado por la embajada para ayudarle en su último recurso. Las conversaciones que tiene con él le llevarán a descubrir cuál fue el motivo por el cuál realizó el crimen, relacionado con sus investigaciones.

   Lo más curioso de Buscador de sombras es que a pesar de apuntar hacia terrenos hard y acabar en la mera fantaciencia, en ningún momento uno se siente estafado por ese giro porque está llevado con una naturalidad pasmosa, y la atmósfera de misterio que envuelve su desarrollo aporta un aire muy turbador que llega a atenazar. Tampoco conviene olvidar las conversaciones que se establecen entre los personajes, ágiles y nada farragosas aun cuando aportan una cantidad de información enormemente alta (algo muy difícil de conseguir)

   Mientras, Memoria de dragón es una novela juvenil de temática fantástica, sencilla, que no simple, bien escrita y cuyo único defecto es ser precisamente eso: una novela juvenil. Con sus protagonistas adolescentes, una trama sin complicaciones, momentos didácticos (a veces prescindidles) y la omnipresente educación en valores. Sin embargo, dentro de este esquema, triunfa donde muchas otras fracasan. Lejos de los amanerados jóvenes que pululan por muchos de estos libros, que hablan y piensan como sus autores lo hacían en sus años mozos con leves actualizaciones sacadas del último episodio de Compañeros, Negrete clava las caracterizaciones, muy próximas a los que hoy en día podemos encontrarnos en cualquier instituto. En esto se nota su condición de profesor que le permite estar en contacto con ellos. Incluso se permite el lujo de hacer aparecer un friki en toda regla que alegra un poco el panorama para los lectores de literatura fantástica.

   Un año después, volvería a obtener la mención del UPC por El Mito de Er, que retorna a la historia de mundos perdidos que ya había cultivado en Nox perpetua. Pero ahora en clave de fantasía histórica que tiene también su parte de Ucronía. No sólo "resucita" a Alejandro Magno, que no muere por la enfermedad que le llevó realmente a la tumba, sino que le pone camino del Polo Norte con una meta más que clara: encontrar la mítica región de Hibórea. A parte de un desarrollo, sencillamente delicioso, Negrete construye con una prosa muy apropiada un mundo tal y como los griegos lo conocían, muy sugerente y que merece la pena descubrir.

   Una sólida realidad

   Ahora es cuando se suele hablar del esperanzador futuro, pero me sentiría un tanto ridículo ya que estamos ante una sólida realidad que no ha de confirmar nada que no haya demostrado hasta el momento, y que tiene en La espada de fuego la que es, desde el punto de vista literario, su mejor obra hasta el momento.

   Cierto es que su pequeño talón de aquiles está en su escasa originalidad. En ella encontramos al consabido joven predestinado a ser el Héroe con hache mayúscula, un mago sabio que lo acompaña, un tutor que le enseña el manejo de la espada, un objeto que otorga al que lo posee un poder casi absoluto, una contienda por conseguirlo, un mundo a punto de entrar en un periodo caótico, viejos dioses deseando volver a sembrar la destrucción,... No obstante, ya con estos manidos mimbres hace un buen trabajo al introducir pequeñas variaciones que le dan un nuevo relieve. Quizás la más relevante venga de la mano del comportamiento de los personajes que, ciñéndose a  los viejos cánones de la fantasía heroica, tienen una vertiente muy humana nada desdeñable. Sí, los malos son muy malos y los buenos tan buenos y tontos como lo han sido siempre, pero con matices nada desdeñables que todo el que la lea descubrirá.

   Su gran triunfo está donde la mayoría de sus competidores naufraga: desde el mismo comienzo presenta un universo complejo, asequible y veraz. Cuando se lee La espada de fuego se entra en un nuevo mundo repleto de lugares que situar en un mapa, neologismos a los que hay que encontrar significado, costumbres ignotas y una historia pasada nada trivial. No obstante, esta aparente dificultad es casi inexistente. Todo fluye con naturalidad y nunca se hace necesario acudir al amplio glosario de nombres y términos situado al final. Estamos ante una creación que resiste la comparación con Los siete reinos de Martin o el Terramar de Le Guin.

   A lo que hay que añadir la prosa usual en Negrete repleta de hermosas descripciones, nada alambicadas, unos diálogos inteligentes y espontáneos, y una estructura narrativa que si bien no es tan compacta como sus novelas cortas está plagada de hallazgos, como el combate en el que entran en contacto dos de los personajes principales y que es una auténtica delicia.

   Ahora podemos empezar a frotarnos las manos porque lo que nos espera seguro que mantiene el nivel. No ya por las publicaciones más cercanas, como la inminente Los Héroes de Kalanúm, novela juvenil que promete un divertimento sencillo y fácil, o Amada de los dioses, fantasía erótica a la que seguro aporta su particular sello. Sino por esa continuación de La espada de fuego que está escribiendo y que será todavía mejor.

   Mi recomendación es que leáis cualquiera de los libros que aparecen aquí comentados. No sé si vuestras apreciaciones serán similares a las mías, pero no tengo ninguna duda de que en una cosa estaremos de acuerdo. A la hora de contar historias, pocos narradores hay tan ágiles y divertidos como Negrete. No ya en nuestra moderna literatura fantástica sino en la que nos viene también del extranjero. Palabra.

   Disponibilidad de su obra

   Los libros más fáciles de encontrar al estar todavía en el mercado son

   El resto puede costar un poco más (están descatalogados) y es necesario buscarlos un poco. Algunas librerías como Dragonlibros dispone de ejemplares, por lo que siempre se puede acudir a ellos si no se encuentra en el mercado de segunda mano.

 

@2003 Ignacio Illarregui
Prohibida la reproducción sin permiso expreso del autor

Entrevista La Espada de Fuego la Obra de Javier Negrete Estado Crepuscular

2003-08-10 01:09   Sherezade
Quería empezar con la obra de Negrete y no sabía cuál de sus novelas o relatos sería la más adecuada para ello, lo malo es que con este artículo ya me han picado varios...
2003-06-03 21:13   chemoide
la espada de fuego es uno de los mejores libros que he leido desde el señor de los anillos.Lo que mas me ha estrañado del libro es que estaba escrito por un español, algo que se encuentra raras veces dado que es una novela divertidisima.
2003-06-01 08:33   MrMachen
Interesante artículo que nos descubre un talento patrio. Eso si no lo conocemos. En ese caso tenemos la bibliografía y unas críticas que contrasten con las nuestras. Desde luego deja ganas de entrar en la obra del autor.