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por Ignacio Illarregui Bibliografía del autor en cyberdark.net La lectura de cualquiera de los libros de ciencia ficción de este autor podría llevarnos a pensar que estamos ante otro pesimista inglés, escribiendo sobre un futuro sombrío e inevitable. Nada más lejos de la realidad. Nació en Des Moines, Iowa, a comienzos de 1940, en un ambiente muy parecido al que Bradbury nos cuenta en sus campestres relatos del Medio Este americano. Hijo de un vendedor de los que van de puerta en puerta intentado colocar su mercancía de revistas, enciclopedias e instrumentos de cocina, se desplazó siendo niño a Minneapolis (estado de Minnesota), ciudad donde vivió durante su juventud y acudió a diversos colegios ultra católicos. Como muestra de los profesores que padeció, una monja de su jardín de infancia consideraba a Papá Noel como idolatría pagana. Toda esta ideología que una parte de sus profesores intentaba inculcarle chocaba constantemente con la mentalidad de Disch, encantado con todos los conocimientos que estaba recibiendo pero horrorizado con todo lo que le rodeaba. En cuanto tuvo oportunidad y sus padres le dejaron, "escapó" a la enseñanza pública. Sobre los 11 o 12 años de edad un amigo le introdujo en la lectura de ciencia ficción. En su entorno, la única manera de conseguir este tipo de historias era a través de revistas como Galaxy o Astounding, así que se suscribió a ellas. Y fue la lectura de la novela de Isaac Asimov, "Las bóvedas de acero", la que le animó a escribir sus primeros cuentos, a los que siguieron posteriormente sus primeros poemas. Ya desde estos primeros años de adolescencia, Disch tuvo diferentes ocupaciones, como repartidor periódicos o vendedor ambulante (como su padre), compaginándolas con esta afición a la lectura, u otras que empezó a cultivar, como la audición de música clásica y ópera. De hecho este gusto por las artes le llevó a tomar dos años de clases de ballet, lo que le sirvió para desarrollar su autodisciplina. Después de recibir su diploma, en el verano de 1957 trabajó como aprendiz en la industria del acero, ocupación que le sirvió para ganar un dinero que invertiría poco después en irse a vivir a Nueva York, sueño que albergaba desde hacía tiempo. "Sabía que Manhattan era el lugar al que pertenecía. Decenas de películas me lo había dicho, y yo las creí" En sus primeros meses de estancia en la gran ciudad desempeñó diversos empleos, participando en la Metropolitan Opera como figurante, llevando la lanza de rigor en "El lago de los cisnes" (con la famosa bailarina Margot Fontaine en el escenario) además de hacer de sirviente en el "Don Giovanni" de Mozart. Poco después se alistó en la marina, pero abandonó su puesto al poco de entrar. Para evitar ser considerado desertor se entregó a la policía militar, siendo ingresado en una clínica militar a mitad de camino entre la prisión y el sanatorio mental (de donde seguramente salió parte de "Campo de concentración"). En 1959, una vez solucionados todos estos problemas, entró a trabajar en la Metropolitan Life Insurance Company, empleo que compaginó con la asistencia a la NYU (New Cork University) por las tardes, donde ejerció de editor del periódico de la universidad y fue presidente del consejo de estudiantes. Uno de sus compañeros de aquella época fue John Clute, ahora convertido en uno de los grandes popes de la crítica y autor de "La enciclopedia de Ciencia Ficción". Durante este tiempo comenzó a escribir por las noches. Fruto de su esfuerzo, en 1962, Fantastic Stories le compró un relato, "The double timer", por apenas 113$. Poco después Disch se decidió a empezar una carrera como escritor profesional, abandonando la universidad. Antes de conseguir su sueño vendrían toda una serie de trabajos circunstanciales, que iban desde vigilante nocturno en un tanatorio hasta redactor de anuncios en una agencia, pasando por la ventanilla de un banco. En 1964 dejó su apartamento a un antiguo amigo de Minnesota, John Sladek (que años después escribiría "Mecasmo" y "Tik Tok"), y viajó a Acapulco. Allí acabó la que sería su primera novela, "Los Genocidas", una obra que destila una dureza poco habitual en la ciencia ficción estadounidense. En 1965, después de haber retornado a Nueva York, viajó hasta Casablanca acompañado por Sladek, iniciando una vida trashumante y repleta de juergas, que le conduciría hasta diferentes villas de la Costa del Sol. Mientras se encontraba convaleciente de hepatitis, escribió "Eco alrededor de sus huesos". Un año después se desplazó a Londres, donde trabó amistad con el director de New Worlds, Michael Moorcock, que le facilitó la publicación de ciertos relatos que jamás habrían visto la luz en las anquilosadas revistas de su país. Y es que Moorcock estaba por aquel entonces fraguando su parte en la revolución más importante que ha sufrido el género: la nueva ola (el otro 50% estaba en las sabias manos de Harlan Ellison y sus "Visiones peligrosas", todavía por llegar). Fue mientras estaba en esta ciudad cuando Disch escribió su novela más famosa, "Campo de concentración", una obra de arte muy inteligente e incendiaria. Después de retornar a Nueva York escribió un par de novelizaciones para ganarse el sustento, conoció a su compañero durante muchos años, Charles Taylor, y se centró en la escritura de una serie de cuentos interrelacionados que darían forma a su obra maestra, "334". Este fix-up de 6 relatos es una distopía triste y amarga que vio la luz en 1972, siendo recibida con la más absoluta indiferencia. Este mismo año publicó su primera antología de poemas, "The right way to figure plumbing", a la que seguirían 4 más durante el resto de la década. En ellas Disch toca tangencialmente la temática de sus anteriores novelas: ecología, distopías o visiones utópicas. A finales de los años 70 Martin Amis le introduce en el mundo de la crítica literaria, empezando a escribir para New Statesman (por entonces editada por el propio Amis) y el suplemento literario del Times. En 1978 ve la luz la que es su última gran novela de género, "On wings of song", todavía inédita en nuestro idioma. Esta novela, menos pesimista que las anteriores, trata un tema que ya se encontraba tangencialmente tanto en "Campo de concentración" como en "334". La creación del arte. Con ella consiguió su único premio "importante" con una de sus novelas, el John Campbell, Jr. Debido al ninguneo que le venía sometiendo el mundo editorial (sudaba sangre para encontrar un editor que publicase sus ficciones) y que su relativo éxito en la poesía no era suficiente para comer, empezó a labrarse caminos diferentes a los explorados hasta el momento. Así escribió un cuento para niños al que llevaba cierto tiempo dándole vueltas en la cabeza, "The brave little toaster", cuyos derechos serían comprados por Disney para hacer una película, que no fue estrenada hasta 1986. Ésta es la única historia de la que haría una secuela, ya que en 1989 escribió "The brave little toaster goes to Mars", también llevada al cine en 1998. Parece ser que Disney se ha "quedado" (por no utilizar palabras más fuertes) con el copyright de estas historias y va a seguir con la explotación de sus derechos sin la participación de Disch. Fruto de su continua búsqueda de nuevas formas de expresión, escribió el libreto de "Frankenstein", ópera musicada por Grez Sandow, además de ser contratado por una editorial para escribir una aventura gráfica, "Amnesia", que vería la luz de la mano de Electronic Arts en 1986. En 1982, poco después de la muerte de Dick, fue uno de los creadores del premio que lleva su nombre y que premia la mejor novela de género publicada originalmente en tapa blanda. En 1984 apareció su primera novela de terror, "El ejecutivo", una novela a mitad de camino entre "Un lugar agradable y tranquilo" de Peter S. Beagle y el Stephen King de "El resplandor", plagada de un humor negro deliciosamente mordaz. Posteriormente seguiría cultivando este género en "Doctor de Medicina" (1991) y las inéditas en castellano, "The Priest" (1994), donde sale a relucir gran parte de su visión sobre la Iglesia Católica, y "The Sub", (1999) su última novela hasta el momento. Todas ellas forman el ciclo llamado Minnesota sobrenatural, utilizando Disch parte de sus vivencias de infancia. Y aunque comparten ciertos personajes en realidad no hay una continuidad nítida entre ellas ya que, además de no existir ninguna línea temporal clara, el tono cambia de unas a otras. En 1998 volvió con éxito y polémica al campo de la ciencia ficción al escribir su crítico ensayo sobre el género, "The dreams our staff is made of", donde se dedica a dar estopa a todas las grandes figuras del género sin importar sus ideas políticas, argumentando extensamente cada uno de sus razonamientos. Y aunque en este país que nos ha tocado vivir no creo que podamos leer este ensayo (ganador de un Hugo y el Locus de 1999), podemos aproximarnos a sus tesis en el ensayo "Los motivos de vergüenza de la ciencia ficción" (1976), publicado en el número 13 de la revista Gigamesh. Este moderado éxito propició la reimpresión
en estados unidos de sus dos novelas más importantes, "Campo
de concentración" y "334", largo tiempo agotadas.
@ 2002 Ignacio Illarregui Portada "Campo de Concentración" por Antoni Garcès, @ Ultramar Ediciones 1988 |