PRESENTACIÓN, por Javier Cuevas
Y en el principio iba a
ser una kedada. Una reunión. Unos cuantos buenos momentos entre
amigos...
Era algo que venía ocurriendo
desde hace tiempo, quizás desde que la Semana Negra comenzara a
mostrar interés por la Literatura Fantástica y la Ciencia Ficción
y diera el paso adelante de invitar no solo a autores extranjeros
que nadie traído antes, sino también a nuestros autores, a los que
estaban escribiendo o habían escrito nuestra literatura fantástica
de los años 80 y 90. Quizá también porque el Salón del Cómic fuera
otra estupenda excusa para reunirse y conocerse y compartir lo que
hasta entonces habían sido sueños de papel en mil y una tardes solitarias
de invierno. O puede que fuera el Festival de Cine. O el Salón del
Libro. O los extraños ciclos de cine de "Peor Imposible" proyectados
en la FMC. O es posible que todo se debiera sencillamente a la casualidad
-yo más bien diría la fortuna -de reunir a un grupo de aficionados
extrañamente activo en una ciudad más grande de lo que su tamaño
haría sospechar.
No sabemos muy bien como
ocurrió, pero Gijón comenzó a convertirse en un lugar de encuentro.
En 1999 algún loco dio otro paso adelante y organizó una pequeña
espicha informal a la que acabó acudiendo gente venida de todas
partes. Y luego llegó la locura del 2000, con la celebración de
la Hispacón en la Semana Negra y sus cuatro días de actos, sidra,
conferencias, proyecciones, sidra, celebraciones, charlas, carreras,
espicha (sidra), comidas, presentaciones de libros y dios sabe que
más (bueno, sidra).
Esto fue, de algún modo,
definitivo. Los contenidos de CF y los autores invitados a la Semana
Negra siguieron siendo una tentación en años sucesivos, la reunión
de amigos crecía, y así nosotros ejercíamos encantados cada año
los viejos ritos de hospitalidad tribal en los que habíamos sido
iniciados por nuestros mayores desde el principio de los tiempos
(básicamente, dónde comer como es debido... y sidra, sí, también...).
Hace apenas dos meses algunos
aficionados estábamos pensando en la conveniencia de aprovechar
esta cita una vez más para convocar una especie de Gran Kedada cuando
todo se precipitó. Diversos acontecimientos extrañamente encadenados
en un breve periodo de tiempo, podría decirse. Por un lado la oferta
de SN de concentrar sus actos dedicados a la CF y a la Literatura
Fantástica y la disponibilidad de sus instalaciones. Por el otro
las nuevas perspectivas planteadas por la fluida comunicación entre
aficionados gracias a internet y a la capacidad de reunión y convocatoria
de foros como Cyberdark. Y así nació la AsturCon, el proyecto de
un Encuentro de tres días entre aficionados a la Ciencia Ficción,
a la Fantasia y al Terror (vale, y también al Misterio) en todas
sus facetas de expresión -cine, cómic, y sobre todo, literatura
-atractivo tanto por los autores convocados y los actos programados
como por el carácter especial del marco, el extraño ambiente, que
a veces parece casi onírico, de la Semana Negra y de Gijón...
Quienes no hayan estado
antes en un acto de estas características difícilmente pueden imaginar
lo que se pierden. No son sólo los actos, las conferencias. No es
sólo la literatura, el cine o los autores a los que vas a conocer.
Es además, y quizás sobre todo, que durante unos días uno deja de
ser, a los propios ojos y a los de los demás, un bicho raro. La
gente que tiene a su alrededor deja de mirarle como si fuera un
marciano por leer libros, por ir al cine, por no saber quien ganó
en Gran Triunfo o por no estar apasionadamente interesado en como
van las cosas en Hotel No Sé Cuantos... La gente a tu alrededor
habla de cosas de las que tú mismo hablarías si no estuvieras tan
alucinado recorriendo los largos puestos de libros donde están esos
títulos míticos de los que has oído hablar pero que pensaste que
no encontrarías jamás. La gente de la que has oído hablar, con la
que has discutido o que ha escrito los libros que sostienes en la
mano está de pronto ahí, adquiere rostro, voz y consistencia. Las
conversaciones, las discusiones, se convierten en algo interminable.
Y una vez acabados los actos la vida social de la convención brilla
por sí misma con fuerza propia, no sólo por las cenas de la inscripción,
sino en cada terraza, en cada merendero, en cada sidrería y en
cada cuadrado de césped en el que uno se siente a reponer fuerzas...
y a charlar.
Esta AsturCon es también
-o eso nos gustaría -el intento de comienzo de algo. Una promesa
para el futuro. No hemos tenido literalmente tiempo para mucho más
que para cerrar un programa atractivo y convocar a los ponentes
adecuados. Ni pensar en camisetas, carteles, pegatinas, merchandising
o menciones en la prensa. De las dos carencias importantes, la de
medios y la de tiempo, probablemente sea la segunda la que más pese
sobre nuestro ánimo, porque a veces la imaginación permite sustituir
al dinero, pero no hay nada que permita sortear al tiempo, sobre
todo si hablamos de promoción. En este capítulo no necesito decir
que la ayuda e implicación de Cyberdark ha sido inestimable, pero
el tiempo es el tiempo, y hay que tenerlo incluso para abrir un
post o preparar un banner y dar a la gente la oportunidad de verlo
y comentarlo. No hemos tenido mucho, pero el que ha habido ha sido
bien aprovechado. Nos hemos concentrado en lograr que la oferta
real -los autores, los actos, los contenidos de las ponencias y
el ambiente -fuera una tentación atractiva para quienes supieran
de la AsturCon. Y quizás en el futuro, con más medios y más tiempo
para alcanzarlos, podríamos lograr que este fuera un punto de encuentro
permanente, una cita anual fija y atractiva con la Ciencia Ficción
y la Fantasía en el Brumoso Norte. Es un sueño, y puede alcanzarse.
Con vuestra ayuda.
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