GIJÓN, por Rafael Marín
He tenido la suerte de
ser invitado dos veces (con la de este años, tres), a la Semana
Negra de Gijón. Para quienes no participan del acto, para quienes
si acaso ven alguna reseña en los periódicos o la puntual noticia
de la marcha del "tren negro" con el que comienzan los
actos, nada puede hacerles pensar qué es lo que les espera una vez
lleguen a Gijón en el mes de julio.
Y lo que les espera es,
simplemente, magia.
Por unos días, es como
vivir un sueño infantil, como ser Cenicienta en la corte del príncipe.
Los escritores se confunden con la gente normal (porque muchos son/somos
gente normal) y la literatura (la de los géneros que nos negamos
a dejar en segundo plano, sobre todo) convive con la música y los
mercadillos, con la feria y con la fiesta. Si Hemingway hubiera
conocido esta celebración no se habría ido a París. O nosotros conoceríamos
ese libro que debe estar en los anaqueles de Bibliópolis: "Gijón
era una fiesta".
Para los escritores de
literatura fantástica el encuentro en Gijón con otros escritores
de otros géneros supone ver cómo está el panorama editorial no sólo
en España, sino en el mundo. Conocer a autores prestigiosos a los
que uno reverencia de toda la vida (como el entrañable -y triste-
Robert Sheckley), o poder conversar con aquel autor al que le has
traducido un par de novelas es impagable.
Supone también la posibilidad
de reunirnos, de charlar, de elaborar proyectos y discutir historias.
Como una Hispacón, quizás, pero con un tono algo más serio, en tanto
que muchas veces las convenciones de ciencia ficción son precisamente
eso, convenciones, a las que los escritores vamos un poco en busca
de la satisfacción del ego (y bienvenidas sean), pero siempre resulta
interesante compartir puntos de vista, problemas, proyectos con
otros compañeros de fatigas en esto de escribir.
De las dos veces que he
estado en la Semana Negra ("Semana multicolor" debería
llamarse, aunque tampoco es exactamente una semana, sino más tiempo),
la segunda coincidió con la Hispacón/Asturcón. O sea, mañanas dedicadas
a la ciencia ficción y fantasía y las tardes a los paseos por la
Carpa de Encuentros y a charlar de otras cosas igualmente interesantes:
novela negra y tebeos, mismamente.
Casualmente, esta tercera
semana a la que se me invita (junto con otros autores que uno admira
como Javier Negrete o Andrejw Sapkowski o Tim Powers) coincidirá
con una segunda Asturcón: mañanas de ciencia ficción y fantasía
y tarde de paseos en la Carpa de Encuentros. Sidra, espichas, al
maravilloso pan caliente de la Iglesiona, Javier Cuevas en loor
de multitudes y la mirada bogartiana de Rudy Martínez.
¿Cuántos días faltan todavía?
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