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6,
de Daniel Mares
2003, Pulp Ediciones y Metrópolis, Gotas (2)
El autor en cYbErDaRk.NeT |
por Iván
Olmedo, junio 2003
Ignoraba por qué los responsables de Pulp Ediciones
y Metrópolis Milenio habían bautizado a esta nueva y prometedora
colección con el nombre de Gotas. Teniendo uno de esos ejemplares
entre manos, es más fácil teorizar acerca de la idea: estos libritos
pequeños, breves, casi diminutos, son verdaderas gotas de color
en un mar editorial hispano que, en estos mismos momentos padece
una fuerte marejada, una tormenta que por saturación de títulos
y golpes de vientos comerciales, amenaza con anegar nuestras estanterías
con ediciones y más ediciones.
Dicen los más soñadores, los más esperanzados
y los más leídos, que en el interior de una gota de agua existen
auténticos mundos al completo. Puede que sea cierto. En esta Gota
número dos se encierra un mundo, eso es verdad; uno muy particular.
Lo que se oculta detrás del insólito y escueto título, "6", es una
peripecia juguetona y terrible a la vez, y la forma en que Daniel
Mares la presenta no deja de plantearnos incógnitas desde su mismo
inicio. Porque lo cierto es que "6" representa un misterio, y aunque
algo he de acercar al lector sobre el argumento, espero no sea mucho
y poder mantener así esa pequeña sensación de incógnita:
En La Casa habitan los Niños, cientos de niños
y niñas que pasan sus días jugando, riendo, alborotando y (inevitablemente)
peleándose y fomentando sus pequeñas rencillas entre grupos. No
hay nada más, apenas. Sus existencias son cómodas y dedican su tiempo
a desperezarse entre "juerga" y "juerga" infantil. Y estos niños
tienen mucho tiempo para jugar y desperezarse, porque estos niños
no crecen... ni Rudy, ni Gordo, ni Wendy, ni Peter... hasta que
empiezan a recordar cosas que no creían conocer y en el ambiente
flota una sensación extraña, incómoda... y los túneles de La Casa
parecen más oscuros a cada día que pasa...
... y hasta ahí puedo leer la tarjetita...
Si existen dos personajes clásicos de la literatura
infantil que han marcado a generaciones de lectores y pueden considerarse
iconos perfectamente reconocibles, esos son la Alicia de Carroll
y el Peter Pan de Barrie. Acuden sus imágenes inmediatamente a nuestra
memoria lectora con sólo nombrarlos, ¿no es cierto? Mares trasplanta
a Peter, Wendy, Alicia y sus respectivas cohortes de secundarios
a su terreno de ficción, o quizás tan solo toma prestados sus nombres,
esperando que nuestra imaginación haga el resto del trabajo. Y eso
también forma parte de la experiencia de leer, qué duda cabe...
Con todos estos personajes en danza, y un escenario reducido como
es La Casa - y hay que decir que esta es una narración en la que
ese escenario juega un papel tan fundamental como los caracteres
que deambulan por ella - no sería de extrañar que "6" pudiera muy
bien ser adaptada como obra de teatro; su estupendo argumento y
la proximidad que los personajes destilan, lo demuestran. Pero eso
de las tablas es otro tema para otro momento, y no para esta crítica.
Así que, ¿qué más podemos decir de "6" sin el
temor de arriesgarnos a descubrir las incógnitas que sólo deben
ser descubiertas comprando y leyendo el propio libro?
Daniel Mares juega con unos personajes ya conocidos,
o sombras de esos mencionados personajes, los planta en una situación
no muy lejana de los inocentes orígenes de todos ellos, y desarrolla
una aventura enclaustrada durante la cual, por una parte, va sembrando
indicios de un misterio o situación anómala ( y en este sentido,
el goteo de pistas y de detalles que nos abren poco a poco los ojos,
funciona, por lo menos, eficientemente) y, por otro lado, trabaja
con unos materiales humanos perfectamente clásicos y reconocibles:
el fin de la inocencia, el miedo a la muerte o la maldición del
paso del tiempo. Los Niños de La Casa, que pareciera que fueran
niños para siempre, descubren en sus propias carnes el temor que
solo de adultos podrían llegar a descubrir completamente: el conocimiento
de la brevedad de la existencia; la tristeza de abandonar para siempre
el parque de juegos, las pelotas de colores y las tan absurdas e
iconográficas tartas de nata como montañas nevadas.
Hay, igualmente, malicia en las palabras de Mares.
Esa malicia inevitable que surge al oponer el mundo infantil tan
idealizado y puro, con la cruel realidad de los instintos, la sangre
y cualquier sentimiento oscuro que se adquiere al vivir en sociedad,
respecto al resto de individuos. El autor utiliza un estilo infantilizado
y llano para dirigirse a nosotros como lectores, o mejor como testigos
de lo que va sucediendo en La Casa. Pero los hechos desagradables
no dejan de estar ahí, tan implacables en su contraste como no podía
ser de otra forma.
"6" tiene, a mi parecer siempre, escasa entidad
como novela propiamente dicha; como relato largo es, sin embargo,
sugerente y siembra interesantes ideas. Es un magnífico relato,
se mire por donde se mire. Se le nota un cierto apresuramiento en
las páginas iniciales, da la sensación de estar escrito "del tirón",
con algunos laísmos perdidos y párrafos un tanto toscos. Pero a
medida que la narración avanza, y en su segunda mitad, el conjunto
se vuelve más consistente y es difícil abandonar su lectura. Mares
consigue, metiendo la directa, que nos introduzcamos en lo que cuenta.
Y en lo que está tan interesado en contar, porque se nota.
Un detalle final: la ilustración de Qeu Nümura
para la portada de esta edición no es precisamente de mi agrado,
ni creo que su estilo cercano al manga sea lo más apropiado para
decorar cubiertas de ciencia ficción, pero en su sencillez ilustra
casi al dedillo gran parte del espíritu de lo contado por Mares:
es, ni más ni menos, Campanilla desnuda...
...y corto ya; me da la sensación de que estoy
sugiriendo más de lo que debería en una simple reseña. Si os he
intrigado, tendréis que compraros el libro.
Que no se diga que por "6" míseros euros os vais
a quedar sin disfrutar de una excelente historia.
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