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Las Arenas de Marte,
de Arthur C. Clarke
Título original:
The Sands of Mars (1951)
Editorial Edhasa, 2002
Ficha del libro en
la cyberdark.net
Bibliografía
del autor en cyberdark.net |
por Potato, marzo 2003
LAS ARENAS DE MARTE,
de Arthur C. Clarke
He de admitir que cuando se comienza a leer algo de uno
de los llamados "Grandes Autores" no se puede ser imparcial. Siempre
se espera algo más que si se tratase de un libro de un desconocido.
¿Quién no ha encontrado una joya en ese cuento de un escritor de
nombre impronunciable o un pestiño en la obra del más renombrado
novelista? Estas impresiones previas influyen inevitablemente en
la valoración de una obra.
En este caso, comencé a leer Las arenas de
Marte con una serie de esquemas mentales previos asociados al
autor de Cita con Rama o 2001. Esperaba encontrar
ideas tecnológicas futuristas, precursoras de la maquinaria actual,
y ese cierto aire de misticismo que a mi entender impregna toda
la obra de este autor. La pregunta es: ¿lo he encontrado?
En ciertos aspectos, sí; si tenemos en cuenta
la fecha de publicación original del libro (1952), Sir Arthur realizó
una extrapolación bastante acertada de lo que llegaría a ser la
carrera espacial a corto plazo. Incluso predijo la fecha de la llegada
del hombre a la Luna. En otros temas quizá no estuvo tan acertado,
pero no dejan de resultar interesantes las propuestas sobre lo que
sería la vida marciana cuando lleguemos a este planeta. Con respecto
al aire místico, aunque se hace de rogar, aparece cuando el protagonista
ya se encuentra en el planeta de destino y se lleva cabo el Proyecto
Aurora, casi al final de la obra; en la línea de El Fin de la
Infancia pero sin acercarse a la grandeza espiritual de esta
otra novela. Sin embargo, estos destellos no iluminan la palidez
literaria de la que adolece.
En Las arenas de Marte el autor narra
el viaje de Martin Gibson de la Tierra a Marte y su estancia en
este planeta, a lo largo de la cual se transforma como ser humano
y madura hasta alcanzar la plenitud como persona. Como trasfondo
tenemos la lucha titánica de los terraformadores en el planeta rojo
que se asemeja al enfrentamiento de Gibson con su pasado. Grandes
premisas que el autor no consigue engarzar, dando lugar a una novela
totalmente olvidable
Concediendo el beneficio de la duda, podríamos
pensar que no ha "envejecido" bien, ya que con el paso de los años
algunos libros de ciencia ficción pierden su sustento científico
y con ello encanto, pero es que en este caso la novela hace aguas
precisamente por otras partes. Los personajes son planos, las situaciones
forzadas y se alarga casi hasta el infinito, especialmente el viaje
hasta el Planeta, en el que no ocurre nada importante para el desarrollo
de la historia salvo la relación entre Gibson y uno de los astronautas,
Jimmy Spencer, cuyo desenlace resulta obvio hasta para el lector
menos despierto. De los personajes que pertenecen a la tripulación
de la Ares (nombre casi obligado para una nave que se dirige
a Marte), y en general durante toda la trama, el autor sólo da leves
pinceladas que no terminan de conformar un cuadro humano mínimamente
creíble. El capitán ejemplar, el novato indeciso, el héroe modesto...
son meros arquetipos en los que no se profundiza en absoluto.
También, se desperdician hilos argumentales muy
interesantes, como podría ser el conflicto Tierra-Marte en la concesión
de los recursos necesarios para la colonización, la historia del
viaje a Saturno de Hilton... y se potencian otros quizá menos valiosos
como la insulsa historia de amor de Jimmy o el equipaje de los viajes
espaciales.
Pero no todo es malo en la novela.
Por ejemplo, en su comienzo tiene lugar una conversación
entre Gibson y el capitán Norden sobre la ciencia ficción que no
tiene desperdicio y que es un reflejo de lo anteriormente dicho
sobre el "envejecimiento" de las obras de ficción. Absolutamente
recomendable, aunque discrepemos sobre las opiniones que ofrecen
los personajes.
Con una visión de futuro ciertamente admirable,
Clarke nos comenta la fuga de cerebros que tuvo lugar en la Tierra
cuando se ofreció la incomparable oportunidad de crear un nuevo
hogar para la raza humana en Marte. Quizá no a un nivel tan elevado,
pero en estos hechos se ve reflejada la necesidad de muchos de los
investigadores más prestigiosos de nuestro país y de otros de ir
al extranjero para desarrollar sus capacidades sin cortapisas.
Más avanzada la novela, nos encontramos con una
frase que resume en pocas palabras el sentir de la humanidad en
su constante lucha con el entorno. Siempre es fatal adaptarse
al medio. Es mucho mejor adaptar el medio a nuestras necesidades.
Si las cosas fueran fáciles, ¿dónde estaría la gracia? La terraformación
es un tema que se toca de pasada en el libro pero en el que se puede
ver su genio, visible en sus cúpulas para vivir (no olvidemos la
edad de la novela), sus transportes y sus avances hacia conversión
de Marte en un planeta habitable para el ser humano.
Estas pequeñas perlas y otras que dejo al futuro
lector para que las descubra por sí mismo, me permiten concluir
que es un libro que tal vez no llegue a la altura de otros de Clarke,
pero al que merece la pena darle una oportunidad si se quiere profundizar
un poco en lo que ha sido la historia del género y descubrir las
raíces de escritores como Charles Sheffield o Kim Stanley Robinson.
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