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(antigua) ]
Una de las necesidades de los lectores de ciencia ficción es
la de especular. El famoso ¿qué pasaría si....? Pero una necesidad fundamental de
cualquier lector es la de mantenerse interesado, evadido de la realidad. En una palabra,
entretenido. Durante mucho tiempo esta función la cumplieron las novelas de aventuras.
Pero al irse conociendo paulatinamente mejor nuestro propio planeta, los escritores se
fueron quedando sin escenarios donde desarrollar sus historias, así que el siguiente
paso lógico fue el espacio. De esta manera las aventuras del héroe que debe rescatar a
su amada del malvado de turno ya no se desarrollarán en Malasia o el aventurero ya no
bajará por un volcán para descubrir un paraíso perdido, sino que el héroe vivirá sus
peripecias en Marte o en Venus y el aventurero descubrirá civilizaciones perdidas más
allá de nuestra galaxia. Así surgió la space opera, mediante el traspaso del
género de aventuras a la ciencia ficción.
El término fue propuesto por Wilson Tucker en 1941 en
comparación con los "soap operas", seriales radiofónicos diarios patrocinados por
marcas de jabones (soap), que compartían muchas características con los seriales de
las revistas de ciencia ficción como el encadenar constantes momentos dramáticos para
conseguir la atención del lector / oyente.
Los pioneros
Durante años el motor de la ciencia ficción fueron las revistas
de género, las revistas pulp, en las que destacaban los relatos escapistas sin
más intención que entretener y atraer a un público que leía la revista en el trayecto
de su casa al trabajo, en el tren, autobús u otro medio de trasporte público, y que
después tiraba a la basura. Por lo que los relatos debían ser cortos, atractivos y, en
el caso de ser seriales, suficientemente apasionantes para que a la semana o mes
siguiente se comprara el ejemplar en el que continuaba la historia.
Hay que pensar que estamos en los comienzos del género que
posteriormente se definiría como ciencia ficción y que, al principio, no había
distinciones ni subgéneros. Tanto es así que el propio término no se acuñó hasta 1929.
Por tal motivo, toda esta clase de historias se llamaban como mejor le parecía al
director de la revista en la que se publicaban. Así algunos eran scientifiction,
otros science fantasy o historias de super-ciencia.
De cualquier manera, la fórmula bajo las que se movían estas
historias era muy sencilla de reconocer puesto que Hugo Gernsbach, fundador de
Amazing Stories, la primera revista dedicada a este tipo de literatura, y
creador del termino ciencia ficción, definió a la perfección el tipo de relatos que se
podrían encontrar en ella:
"Relatos tipo Julio Verne, H.G. Wells y Edgar Allan Poe, con
una historia llena de datos científicos y visiones proféticas"
En esta frase se nos da una pista sobre lo que buscaba el
lector de la época: divertimento y aventuras, con una patina de futurismo.
Aunque anteriormente ya se habían publicado algunas aventuras
espaciales, la primera obra importante de la space opera es
The Skylark of Space (La estrella apagada recientemente editada por
Pulpediciones), una novela corta de E. E. "Doc" Smith publicada en 1926 en
Amazing Stories. Isaac Asimov la describió de esta manera: "Como literatura era
una porquería. Pero había viajes interesterales, armas titánicas, la acción no decaía
ni un momento y los héroes eran indestructibles. Yo no pedía más". Y justamente era lo
que pedían los lectores de las revistas, ni siquiera rigurosidad científica. Sólo
emoción y evasión. Así, en unas pocas páginas, el protagonista deja la tierra
utilizando una nave casera para luchar por toda la galaxia contra el villano.
Realmente ésta era la esencia de la space opera en aquel momento: aventura y
sentido de la maravilla. En cada relato hay mejores armas, naves más rápidas y luchas
más fuertes. Y, por supuesto, la victoria cae siempre del lado de los buenos y el
héroe se lleva a la chica. Es un argumento simple pero muy divertido, que es lo que
estaba pidiendo el público a gritos.
El éxito de Smith le llevó a la que muchos consideran su obra
maestra, la serie de los Lensmen (Pulpediciones). En ella se narra cómo los
arisios, cultos, nobles y pacíficos, se enfrentan a los edorios, violentos y malvados,
en una disputa entre las dos superrazas en la que involucran al resto de razas
inferiores. Como en el caso de la Tierra, donde los arisios crean a la familia de los
Kinnison, destinada a enfrentarse a lo largo de generaciones con los edorios.
Apasionante.
También tenemos Armagedon 2419 de Philip Nowlan, donde
se presentaba al famoso Buck Rogers, o Princesa de Marte de Edgar Rice Burroughs
(un par de décadas anterior), en la que el creador de Tarzán cambia las ciudades
perdidas de África en las que vive sus peripecias el rey de los monos por un Marte con
atmósfera respirable para los humanos, al que llega por una especie de trasmigración.
Lo que nos lleva a que la space opera no tiene necesidad de una gran
verisimilitud científica, simplemente necesita que la historia funcione y si para ello
hay que sacrificar alguna verdad científica se hace.
De esa época es también Los Reyes de las Estrellas de
Edmon Hamilton, la revista Captain Future o los primero relatos del que luego
sería uno de los grandes impulsores del género, John W. Campbell Jr., que antes de ser
uno de los mejores editores de revistas y promotor de la llamada Edad de Oro de
la ciencia ficción escribió varias space operas muy entretenidas.
La edad de oro del space opera
Precisamente gracias a su labor como editor se debe que se
vaya dando mayor rigurosidad a la ciencia en los relatos que seleccionaba para
Astounding, donde aparecieron los autores más influyentes en la ciencia
ficción: Isaac Asimov y Robert H. Heinlein. El primero escribió la serie,
Lucky Star, Ranger del Espacio, en la que con un tono más desenfadado que en
sus libros más "serios" como La Fundación describe las aventuras de Lucky Star,
un agente del Consejo de Ciencias que investiga crímenes por el sistema solar.
Mientras, el segundo escribió Consigue un traje espacial...viajarás,
donde gracias a un concurso de jabones un chaval viaja por la Luna, Plutón y el
sistema estelar Vega.
También se pueden nombrar otros autores que han tenido sus
coqueteo con el space opera, como Jack Willianson con La legión del Espacio,
versión muy libre de Los tres Mosqueteros de Alejandro Dumas y de la que George
Lucas tomó "prestadas" algunas cosillas para su saga. O Larry Niven, cuya obra
maestra Mundo Anillo es ejemplo más claro de que se pueden conjugar rigor
científico y aventura. Pasando por Jack Vance, que no se ha adscrito a ningún subgénero
creando casi uno propio, pero que tiene muchas novelas que se acercan a la
space opera como la trilogía Alastor o la saga de
Los Príncipes Demonio, donde una venganza nos sirve para conocer 5 planetas a
cual más extraño. También tenemos a autores más elitistas como Samuel Delany, que en
Nova utiliza el mito de Moby Dick para una realizar una reescritura
en el futuro.
El space opera autóctono
Caso aparte es la historia del subgénero en España, que se ha
desarrollado fundamentalmente en las llamadas "novelas de a duro", un campo en el que
destacaron dos autores. George H. White (seudónimo de Pascual Enguídamos) y su
Saga de los Aznar, que muestra las aventuras y vicisitudes de los descendientes
de los hijos de la Tierra, errantes por la galaxia a bordo del autoplaneta Valera,
último refugio de la humanidad. Y Ángel Torres Quesada, que bajo el seudónimo de
A. Thorkent escribió la serie del Orden Estelar, donde asistimos al derrumbe de
un imperio galáctico y la ascensión y caída del Orden Estelar.
Los herederos
El subgénero pasó unos años de abandono hasta que en los años
80 una serie de autores lo revitalizó con novelas en las que además de la aventura ahora
también existía una preocupación por los personajes y por la calidad literaria. En este
resurgimiento nos encontramos a C. J. Cherryh, que crea una gran saga con la Capitana
Chanur (y sobre la que Lobokell realizó un gran
artículo). O a la
autora protagonista de este especial, Lois McMaster Bujold, que escribe
space operas divertidas, sin complejos y con una mayor profundidad de la que
en un principio puede parecer.
Otros Autores son Vernor Vinge, que con
Un fuego en el Abismo y
Un Abismo en el Cielo
nos lleva a un universo con distintas especies humanas y alienígenas en conflicto;
Ken McCleod, que escribe una space opera culta bastante parecida a la de uno
de los mejores autores que tiene la ciencia ficción en general y la space opera
en particular, Iain Banks. Enorme escritor británico poseedor de una gran prosa, es
el creador de la serie La Cultura, donde presenta una civilización transgaláctica
en la que vemos inmensas naves espaciales, hábitats espaciales gigantescos y planetas
dirigidos por empresas comerciales autónomas, inmersos en guerras y luchas intestinas
por el poder. Otra de las sagas que ha sido un hito en los últimos años son
Los Cantos de Hyperion, donde Dan Simmons utiliza todos los clichés del género
para crear una obra densa en la que nada es lo que parece y no hay un segundo de
descanso. Una obra maestra sin duda.
Está claro que el subgénero ha sufrido una revitalización a manos de estos autores a los que no se les puede echar en cara la baja calidad literaria ni mucho menos. Ganando poco a poco una respetabilidad que sin duda merece.
Novelas Fundamentales de la Space Opera
Como en muchos de los casos estas novelas son muy complicadas de encontrar la lista está dividida en dos partes, descatalogadas y en catálogo.
Las novelas más sencillas de hallar son:
- Mundo Anillo de Larry Niven. En La Factoría de Ideas
- Un Abismo en el Cielo de Vernor Vinge en Ediciones B
- La serie de los Lensmen de E.E.Doc Smith en Pulpediciones.
- La serie de John Carter de Marte, de Edgar Rice Burroughs en Pulpediciones
- La
serie de Miles Vorkosigan de Lois McMaster Bujold (algunas
novelas se encuentran fácilmente aunque la mayoría son muy difíciles).
Como se puede ver la editorial Pulpediciones está realizando
una gran labor de recuperación de novelas que estaban o descatalogadas o inéditas en
nuestro país.
Libros Descatalogados
- Hyperion de Dan Simmons en Ediciones B.
- La Saga de la Cultura de Iain Banks en Martínez Roca.
- Los Príncipes Demonio de Jack Vance en Martínez Roca.
- Un Fuego en el Abismo de Vernor Vinge en Ediciones B.
- La
legión del Espacio de Jack Willianson en Martínez Roca.
- La
serie de Chanur de C.J.Cherryh en Ediciones B
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