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(antigua) ]
Bibliografía
Dicen los que la conocen que podrías cruzarte con ella por la
calle y seguramente no volverías la cabeza para mirarla. Una señora amable, educada,
de aspecto sereno y simpático, extremadamente afable y poco pagada de sí misma. Es
decir, una de nosotros. Si eso quiere decir algo y en realidad no lo dice todo...
Lois McMaster nació en Columbus, Ohio, en 1949 en un entorno
acomodado y estable. Es hija de Robert McMaster, profesor de ingeniería en la
Universidad de Ohio, cosa que sin duda influyó en el gusto de Lois por la ciencia
ficción. Fue una chica de estas que aquí en España llamaríamos "ratón de biblioteca",
una lectora voraz e incansable. Ha contado en alguna entrevista que solía leer en su
niñez de historias de caballos, interés que se abrió a partir de los nueve años hacia
la cf de adultos que su padre leía en revistas y libros baratos cuando iba de viaje.
Posteriormente sus gustos se expandieron aún más hacia otros géneros como la historia,
el misterio, el romance, los viajes, bélicos, poesía, etc.
A partir de los quince años, Lois McMaster comenzó su contacto
con la fantasía a través de ESDLA, libro que la impactó de tal modo que escribió
30 o 40 páginas de una historia basada en el mundo de la Tierra Media... ¡pero en verso!
Aún hoy, en una entrega de premios, al hacer su discurso, recordó el despacho de su
padre con olor a pipa donde lo leyó, en un gran sillón negro bajo la ventana donde
anochecía lentamente contra las nubes y los bosques de Ohio. Una experiencia que,
pasados los años, continúa rememorando con especial placer... Todas estas lecturas la
empujaron a una serie de aventuras como escritora junto con su amiga Lillian Stewart
Carl, amistad que ha sido indispensable en su carrera. Fue junto a ella como se inició
en la escritura, realizando un fanzine basado en Star Trek del que ambas
guardan vívidos recuerdos.
Se graduó en 1967 y al año siguiente empezó sus estudios de
Literatura inglesa en la OSU (Ohio State University), donde se licenció en 1972.
Durante su estancia en la universidad se dio cuenta de que su interés por la literatura
no era por el aspecto crítico, sino el creativo, y comenzó una de las experiencias que
quizás más influyeran en su carrera artística. Durante su periodo universitario escribió
una historia corta para el curso de escritura creativa, y obtuvo la más alta
calificación. Fue aquí donde Lillian y ella conocieron a Lloyd Kropp. Kropp impartía
clases en la universidad y entraron en contacto en el COSFS (Central Ohio Science
Fiction Society). Dentro de la asociación se creó un grupo, en el que se integraron
Lillian y Lois, y comenzaron una especie de taller literario en casa de Kropp, donde
escribían y criticaban sus escritos. De hecho, Lloyd probaba en el grupo lo que luego
aplicaría en sus clases...
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En 1969 conoció a su marido John Bujold, chef de profesión, con
quien se casó en 1971. Al terminar su licenciatura Lois empezó a trabajar como técnico
farmacéutico en los hospitales de la OSU, tiempo durante el cual escribió poco. Apenas
un pastiche de unas sesenta páginas basado en las historias de Sherlock Holmes. Sin
embargo fue el momento en que volvió a su voraz estilo de lectura, llegando a consumir
seis libros por semana. El tener acceso a la biblioteca de la universidad, con más de
dos millones de volúmenes, es algo que ella ha reconocido como providencial. Allí
básicamente leyó sobre ciencia, teología, historia y cf, entre cuyos autores cabría
destacar a Zelazny, Heinlein, Asimov y Poul Anderson. Su familiaridad con el
vocabulario y la vida de los médicos viene de aquí, así como sus conocimientos
históricos, dos elementos que luego aparecerán frecuentemente en sus obras. Este
periodo nos lleva hasta el año 1978, cuando deja su trabajo al quedarse embarazada de
su primera hija, Anne, que nació en 1979. En este momento se trasladaron a Marion,
Ohio, donde ha residido buena parte de su vida. Poco después, en 1981, nació su hijo
Paul.
Y es aproximadamente en 1982 cuando comienza el periodo más
interesante para nosotros como lectores. Su amiga Lillian también se había casado y
vivía en Texas, donde comenzó a escribir de nuevo y consiguió publicar un par de
historias, dando el salto hacia la escritura profesional.
Lois se sentía atascada en Marion y en un momento personal
bastante difícil. Su marido perdió el trabajo como consecuencia de la quiebra de la
empresa donde estaba empleado. Se vio en el paro y con dos hijos de corta edad sin
poder acceder a ningún empleo remunerado, porque los que encontraba no le permitían
pagar ni la niñera. Así que empezó a escribir, en sus propias palabras, para conservar
la cordura y porque su amiga había conseguido vender sus historias. Para ella esta
opción se presentó como una forma de salir adelante.
Justo es el momento en que su padre vuelve a aparecer en
escena, pidiéndole ayuda para que le escribiera unos párrafos en un procesador de
textos que se había comprado... Posteriormente se lo regaló y fue con él con el que
escribió su primera novela, Fragmentos de honor. Además de ser una salida
profesional compatible con su vida familiar, la escritura se le presentaba como una
oportunidad para hacer algo distinto con su vida, realmente llegar a terminar algo de
las muchas cosas que dejaba a medias. De esta manera reanudó el trabajo con su amiga
Lillian ya que, en su opinión, cuando escribes, es necesario una crítica constructiva
por parte de lectores en los que confíes.
Este proceso comenzó de forma bastante original. Lillian, que
en estos momentos residía en Dallas, tenía una amiga, Patricia C. Wrede, que vivía en
Minneapolis, y se intercambiaban sus escritos a través del correo, con el fin de
apoyarse unas a otras en su tarea literaria.
En su origen, Fragmentos de honor era una historia
generada en el ambiente de Star Trek, cuya idea básica era dos personas que se ven
envueltas en un entorno hostil, perteneciendo a dos bandos en lucha, y que deben
ayudarse la una a la otra para salir de allí. También había una historia de amor por
medio y un hijo de ambos con inclinaciones militares pero físicamente lisiado...
Cuando Lois se plantea que quiere escribir, esta vieja historia vuelve con toda su
fuerza y se ve transformada en nuestro actual Fragmentos de honor, con el cual
da comienzo la saga de Miles Vorkosigan, su personaje más popular y admirado.
Desde este momento su método de escritura se impone: Primero
selecciona a los personajes y los escenarios y luego escribe una primera versión a
lápiz en un cuaderno de anillas, como explicó a la revista Star Fiction; escribe
primero todas las escenas decisivas y luego en una segunda vuelta rellena los huecos
que han quedado entre ellas.
Rápidamente terminó también El aprendiz de guerrero,
en 1984, y en 1985 Ethan de Athos. Las fue enviando a los editores neoyorquinos
con poco éxito en principio, así que siguió escribiendo historias cortas hasta que
consiguió vender Barter a Twilight Zone Magazine, su primera venta
profesional. Precisamente, este relato trataba sobre un ama de casa acosada por los
problemas domésticos y un extraño visitante que le proporciona unos minutos de paz,
liberándola de su familia a cambio de una botella de lejía... Este aspecto cotidiano y
familiar que tienen sus obras podría ser una de las claves de su éxito. Es fácil
sentirte vinculado a una historia cuyos personajes viven y respiran como tú, se ven
enfrentados a tus dilemas y tienen problemas que aunque aparentemente sean muy
diferentes en cuanto a la superficie (especialmente tecnológica), son en el fondo
ideológicos y morales como los que nos agobian a todos nosotros. Lois nos permite
pensar en nuestros propios conflictos interiores diarios mientras nos entretiene
describiéndonos el ambiente de los planetas de los nexos de agujero de gusano, o nos
deleita con frenéticas aventuras galácticas y experimentos genéticos espaciales.
Fue en octubre de 1985 cuando una de las principales
editoriales norteamericanas, Baen, compra sus tres primeras novelas y la saca
al mercado a finales de 1986 con poco espacio entre ellas, de modo que parecía que la
autora escribía casi una novela por mes. A partir de ahí comienza su carrera como
escritora. Recibió su primer Nebula por En caída libre en el invierno de
1987-88; el Hugo y el Nebula a la mejor novela corta por
Las montañas de la aflicción en 1989; y dos Hugos consecutivos, el de 1991 por
El juego de los Vor y el de 1992 por Barrayar. Volvió a ganar el Hugo por
Danza de espejos en 1995, llevándose también el Locus. En 1996 publicó
Recuerdos, nominado al Hugo y al Locus. Komarr recibió en 1998 el
Minnesotta Book Award. En 1999 Una campaña civil vuelve a ser nominada en el
Hugo y el Nebula, sin llegar a ganar los premios. Sólo Heinlein puede competir ya con
Lois McMaster en cuanto a los Hugo recibidos...
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Pero no sólo ha tocado la cf. También se ha atrevido con la
fantasía con magníficos resultados: en 1992 salió a la luz The Spirit Ring, una
fantasía histórica basada en el Renacimiento; y en el 2001 The Curse of Chalion,
publicada en España en dos tomos, con los títulos de Los cuervos del Zangre y
El legado de los cinco dioses. Esta última obra ganó el Mithopoeic Award a la
mejor fantasía para adultos en el 2003 y ha sido nominada por séptima vez al Hugo y
por primera vez al World Fantasy Award.
Ahora estamos a la espera de la última entrega de la saga
Vorkosigan que saldrá en la colección Nova con el número 167 y cuyo título,
Inmunidad diplomática, nos ofrece promesas de nuevas aventuras con nuestro
admirado "enano hiperactivo", Miles Vorkosigan.
A pesar de esta formidable carrera literaria, Lois sigue
respondiendo los correos de sus admiradores, atendiendo la promoción de sus libros y
llevando una vida austera y ordenada cuando puede, ya que en su opinión un escritor ha
de llevar la vida de un atleta para estar en las mejores condiciones posibles para
desempeñar su trabajo. Esperemos que esto sea posible y nos aguarden muchos libros
suyos más con los que poder disfrutar.
Su estilo y su método de escritura
Lois McMaster es una escritora controvertida. Tienes grandes
admiradores, igual cantidad de detractores y un grupo de personas que la ensalzan
tímidamente, considerándola soportable y entretenida. Evidentemente a la hora de
analizar sus obras es donde habrá que buscar factores objetivos para poder valorarla
profesionalmente.
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En primera instancia hay que tener en cuenta que no a toda
su obra debe dársele el mismo valor. Sus libros son bastante variados en intención y
objetivos y por eso, si uno va con la idea de pasar un buen rato y relajarse, y topa
con Recuerdos, sin duda no la recordará como algo memorable. Igualmente, si
busca una obra sólida con referencias literarias de altura y se encuentra con
El aprendiz de guerrero, pues quizás tampoco se sienta satisfecho. Esto ocurre
cuando hablamos de muchos escritores, especialmente del ámbito anglosajón, donde la
profesionalización es un elemento importante que incide en sus carreras. Un escritor
europeo quizás se preocupe más de ser serio, original o de conseguir una alta calidad
que de vender su obra, mientras que los anglosajones no ven ningún drama en vender
bestsellers, y se consideran igual de profesionales y serios que los escritores
cuyos objetivos no están en escalar las listas de ventas.
En este sentido no debemos perder de vista lo que Bujold ha
dicho con claridad en varias entrevistas: que ella accedió a la escritura buscando un
medio de vida, además de otras motivaciones de índole más artística. Como escritora,
no pierde de vista la importancia de acceder a un público cuanto más grande mejor, y
esto afecta a la construcción de sus novelas.
Hay algo en sus obras que despista mucho a sus lectores, y es
el continuo cambio de registro que pueden percibirse, al menos en las más complejas e
interesantes. Poniendo como ejemplo Danza de espejos, allí podemos ver esos
cambios de forma continua ya que combina la acción aventurera con la reflexión sobre
las consecuencias derivadas de la investigación genética, especialmente en el peliagudo
campo de la identidad, vista a través del conflicto entre distintos individuos
clónicos. A veces estos cambios son muy violentos, de modo que pasa de una situación
absurda y desternillante en muchos casos, a otra dramática en la cual el personaje ya
no sólo se juega la vida sino, incluso, la cordura. Esto es algo que no es atractivo
para un determinado tipo de lector, aunque sí que ha sido bien aceptado por un público
más amplio. Este ritmo frenético de las tramas, que parecen en determinados momentos
circular por una especie de ruleta enloquecida o una montaña rusa delirante, resta
verosimilitud y peso a los argumentos de sus novelas, aunque por otro lado les brinda
la acción y el movimiento trepidante que hacen que muchos lectores queden "enganchados"
a la lectura.
Sin duda una de las riquezas más importantes de la obra de
Lois MacMaster se encuentra en sus personajes. En este sentido hay que señalar que la
misma creación de un personaje como Miles Vorkosigan, contradictorio, extravagante,
pero a pesar de todo profundamente humano, nos pone en la pista de uno de los
principales atractivos de sus novelas. Los personajes están muy bien diseñados, llenos
de matices, de modo que incluso un patán superficial y egocéntrico como Ivan
Vorpartril muestra a veces verdaderos atisbos de unas ciertas profundidades y
complejidades íntimas, que nos hacen dudar sobre si su aparente estupidez no es más
que una tapadera que lo aparte eficazmente de la responsabilidad inherente a su lugar
en la sucesión de la corona barrayaresa.
Sin embargo no es en este personaje donde brilla el talento
de Bujold como constructora de personajes. Es en Cordelia Naismith o en el emperador
Gregor Vorbarra donde podemos encontrar sus mejores momentos, incluso en otros como
la esposa de Miles, Ekaterine Vorsoisson, el mismísimo Aral Vorkosigan y el sargento
Bothari. Juntos forman un interesantísimo puzzle que recoge la profundidad de las
reflexiones de esta escritora sobre las relaciones y los conflictos internos y externos
que caracterizan a los seres humanos en general. Uno de sus principales "ganchos" como
escritora radica en que uno recuerda a sus personajes como seres que ha conocido, y con
los que le gustaría encontrarse y conversar, tan entrañables y queridos se hacen al
lector. Esta habilidad es una de las bazas que han hecho de Lois Mc Master una
escritora al menos a respetar.
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Un capítulo habría que dedicar a los personajes femeninos,
que aunque tienen gran protagonismo en sus obras, no siempre llegan a cuajar de manera
completa. No es el caso de Cordelia Vorkosigan o Ekaterine Vorsoisson, pero sí falla
estruendosamente en el caso de Elena Bothari-Jesek, la comandante Elli Quinn o la
sargento Taura. La mujer aventurera, el modelo de mercenario galáctico aplicado al
personaje femenino, no tiene fuerza, de modo que ofrece una imagen pálida y ligeramente
desvaída, sin garra. No ocurre lo mismo con la hermafrodita Bel Thorne, un personaje
difícil que resulta mucho más verosímil y, dentro de su rareza, convincente.
Otro capítulo importante cuando se habla de género fantástico
es la ambientación. La fuerza o el fracaso de la misma afectará irremediablemente al
resto de los elementos del relato, de modo que hay que tener en cuenta su efecto en la
obra en términos generales. La ambientación exterior en las novelas de Bujold no es
precisamente uno de sus puntos fuertes. La ecología de los planetas en los que se
ambientan sus obras es correcta, aunque carente de originalidad, y quizás esta falta
de originalidad no repercute negativamente sobre el resto precisamente por esa
corrección y carencia de pretensiones. El único lugar donde hay algo más imaginativo
es en Fragmentos de honor, y tampoco podríamos decir que sea algo destacable.
Sin embargo, donde sí destaca Lois McMaster es en la creación
de sociedades originales y, sobre todo, verosímiles, algo que repercute de forma
eficaz sobre el conjunto de su obra y presta ese aire familiar a sus narraciones.
Igualmente son un elemento muy importante a la hora de hacer que el lector se
inmiscuya en el relato, quedando atrapado en su desarrollo, de la misma manera que si
hiciera viaje hacia algún lugar exótico pero creíble. Esta ambientación tiene además
una sutil segunda interpretación. A través de ella se realiza una considerable tarea
de reflexión sobre la naturaleza del entramado social, el poder y las complejidades
económicas de la sociedad en la que vivimos. Digamos que la creación de otros mundos
con sus posibilidades le sirve a Lois para preguntarse por los conflictos en los que
nuestra sociedad se ve envuelta y, a partir de esta reflexión, ofrecer nuevas
perspectivas. En este sentido resulta interesante la dicotomía que expresan los
sistemas sociopolíticos de Barrayar y Colonia Beta, y ofrece un contraste insospechado
y chocante el de Cetaganda. Igualmente la descripción de un mundo exclusivamente
compuesto por hombres, como el caso del planeta Athos, muestra también otra visión
curiosa con la que disfrutar.
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En cuanto al estilo literario, Lois es extremadamente concisa
y sencilla. No suele prodigarse en descripciones prolijas y minuciosas o barrocas,
sino que utiliza una gran economía de medios a la hora de expresarse. Esto le da una
cierta comodidad al lector a la hora de leer sus novelas. Su técnica, además, es muy
convencional, elemento que supongo no le habrá ganado muchos adeptos entre los lectores
más sofisticados. No hay flashbacks, nada de primeras personas y monólogos atormentados,
ni juegos estilísticos. Lois es una eficaz narradora de historias y no pretende más que
contarlas de modo que lleguen al lector y le alcancen con toda su contundencia. No
obstante, esto no implica que sea aburrida; su prosa es ágil, los diálogos vivos y
justos, sin excesos ni faltas, las descripciones atinadas y ajustadas a su función. No
nos deleitará con juegos profundos aunque tiene una sutil poesía en algunos momentos,
que llena la narración de nostalgia y dulzura, como cuando Miles celebra los ritos
funerarios frente a la tumba de la niña asesinada por su abuela en
Las montañas de la aflicción, o la confesión del sargento a los pies de Cordelia
en Barrayar. Precisamente porque estos momentos no son frecuentes, son mucho más
intensos y le dan a sus novelas esa cualidad especial que crea adictos.
Sin duda pese a sus defectos, Lois McMaster Bujold nos ha
ofrecido parte de las páginas más apasionantes de los últimos años en concreto y en
especial en el dominio de la space opera, aunque quizás la naturaleza reflexiva
de los temas que trata no siempre puedan encuadrarse en un género aventurero por
excelencia como sería este. Sobre todo habría que destacar su profesionalidad y su
deseo de satisfacer a su público, más allá de concesiones a los críticos, o a público
de gustos literarios más sofisticados. Con esa naturalidad desarmante de la que hace
gala, Lois McMaster nos ofrece su mundo para ser compartido y disfrutado, sin más
aspiraciones que esa. Sin más y sin menos.
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