Esta crítica ha sido leída
10357 veces
En el otro viento,
La saga de Terramar,
de Ursula K. LeGuin
Título original:
The Other Wind
(2001)
Traducción:
Franca Borsani
Portada:
OPALWORKS
Minotauro, 2003
La autora en cyberdark.net
|
por Rita Vicencio, agosto 2003
Ursula K. Leguin es una escritora prolífica, de textos inteligentes,
que combina hermosas metáforas con una fuerte carga ética y social. Sin embargo,
la magia de su prosa hace que no se sienta uno sermoneado, al fluir su discurso
con gran naturalidad. Lo mismo ha incursionado en la ciencia ficción, de la
cual es una gran exponente dentro de la mal llamada corriente soft, con
obras tan importantes como La mano izquierda de la oscuridad y Los
desposeídos, como en la fantasía, con la saga de Terramar, originalmente
una trilogía, que ha ido creciendo posteriormente lejos de los terrenos del
merchandising que sobreexplota la fantasía en nuestros días.
Empezada a finales de los 60’s, la saga de Terramar nos transporta
a un mundo casi sumergido por completo, del que sólo destacan islas que parecen
haber sido salpicadas por accidente sobre el espejo marino. Éste es un mundo
donde abunda la magia, controlada a distintos niveles por brujas y hechiceros,
donde los nombres son importantes pues tienen poder sobre la persona. Y por
lo mismo resulta crucial saber quién se es en realidad y a quién se confía esa
información.
Terramar, alguna vez dominada por dragones, está regida por leyes
mágicas muy precisas, de un delicado equilibrio, por lo que el poder sobre las
mismas conlleva una gran responsabilidad. Es en este ámbito donde se presenta
nuestro personaje principal y héroe: el mago Ged, mejor conocido como Gavilán.
Nacido en una de sus islas, comienza su travesía con su bautizo, otorgado al
inicio de la adolescencia, etapa que coincide con el descubrimiento de la propia
identidad y la búsqueda de un lugar en el mundo. Surgiendo desde un humilde
origen -pastor de cabras-, paulatinamente se convierte en el ser humano más
poderoso de todo Terramar, un ser capaz de hablar de igual a igual con los dragones,
de devolver su identidad a aquellos que la han perdido, de enfrentarse a los
más aterradores espectros y atravesar los más terribles peligros, hasta llegar
al momento de la confrontación consigo mismo. Y es en este momento cuando la
saga se desbarranca, al menos para la mayoría de los lectores, que sólo buscan
la aventura y se identifican con el anhelo de poder y control.
Esta primera etapa de la saga fue escrita con escasos años de diferencia
y publicada en un lustro. La cuarta parte, escrita por una Ursula más madura
y publicada casi 20 años después, nos presenta el otro lado de la moneda. Si
en la trilogía original el poder y gloria de Ged crecen cada vez más hasta llegar
al límite, en Tehanu las cosas han cambiado radicalmente. La autora tomó la
sabia decisión de humanizar al personaje principal y mostrarnos una faceta más
madura. Asistimos a la historia de aquél que todo lo ha tenido y lo ha perdido
todo, las frustraciones de la vida diaria y la necesidad de hacer frente a una
amenaza desconocida que va cambiando el mundo que creía conocer. Como mencioné
al principio, este libro no es del agrado de todos ya que ha de ser enfrentado
con una visión más madura y "realista", dentro de éste entorno mágico de hechiceros
y dragones.
Estos son los antecedentes de la última entrega, En el otro viento,
publicado en su idioma original después de una década del controvertido Tehanu.
Claro está que, para entrar en antecedentes, es conveniente haberse leído los
relatos sueltos recopilados en Cuentos de Terramar o, por lo menos, Dragonfly,
tan terriblemente destripado por el propio traductor de Leyendas Negras,
publicado en la colección DeBolsillo.
En esta nueva entrega reencontramos a viejos personajes, nuestro querido Ged,
la ya no tan pequeña Tehanu, la antigua sacerdotisa Tenar y al joven Rey, así
como los infaltables grandes magos de la isla de Roke. Una vez más, como ocurría
en La costa más lejana, el delicado equilibrio de la vida y la muerte
se ve alterado. Los muertos tratan de abandonar las tierras estériles donde
no debería haber sentimientos ni memoria y, sin embargo, el gran anhelo de escapar
los lleva a buscar la ayuda de un mago, Aliso, que noche tras noche se ve arrastrado
al lado del muro que divide la vida de la muerte, donde aquellos que han fallecido
le suplican que les libere. Y, como si éste no fuera suficiente problema, los
dragones han regresado decididos a reclamar lo que es suyo, ese trozo de mundo
que les fuera usurpado miles de años atrás.
Si en los anteriores libros se destilaba algo de la filosofía taoísta
de la Le Guin, en este caso no queda ninguna duda de que la usa para mostrarnos
el conflicto de la propia existencia humana a través de una fábula bien estructurada.
Curiosamente, el gran Archimago no es el personaje principal de este drama sino
un mero espectador distante que ha dejado en manos de las mujeres la verdadera
resolución del conflicto. Un conflicto que, guste o no, llevará consigo a un
gran cambio. Y ésta es la esencia de lo que la autora nos habla: no hay que
temer al cambio sino a la inmovilidad. La vida requiere de la muerte para seguir
en marcha. Una compleja fábula sobre el ying y el yang donde los dragones representan
los elementos del aire y el fuego, mientras los humanos somos el agua y la tierra,
todos tratando de llegar a volar en el Otro Viento.
La historia gira en torno a un solo tema: El miedo y sus múltiples
matices. No en vano comienza relatando una trama que perfectamente encajaría
en una historia de terror. Verse cada noche arrastrado a la pequeña barrera
que separa la vida y la muerte, y ser llamado para destruirla. ¿Miedo?, definitivamente
sí, pero... ¿miedo a qué? Al cambio, llámese éste transición entre vida y muerte,
el conocimiento de otras latitudes y otros modos de ver la vida: MIEDO a hacerse
responsable del rumbo que debe tomar la propia vida, miedo de no cumplir con
las expectativas que se han generado en los demás.
Todos y cada uno de los personajes trata de descargar el peso de
sus responsabilidades en Ged, que ahora se presenta envejecido, despojado de
todo poder y gloria. Enriquecido por el conocimiento de sus limitaciones y que,
pese a esto, sigue representando un escudo bajo el cual todos buscan cobijarse.
Un rey que teme al yugo que implican sus responsabilidades; la hija de un dragón
que teme enfrentar su yo verdadero; un mago que teme a sus propios poderes;
una princesa que teme por su alma inmortal; una mujer madura que teme perder
para siempre a los seres que ama; seres humanos temiendo a los dragones y un
grupo de magos que temen a las mujeres. Todos, de una u otra forma, desean correr
a cobijarse tras las tradiciones y el peso de la costumbre... Todos temiendo
al cambio, a volar en alas de otro viento.
Ahora bien, me gustaría hacer una acotación. Cuando me enteré de la aparición
de un nuevo volumen de Terramar, no pude evitar preguntarme: ¿Y ahora qué hará
Ged? Pues bien, ahora el viejo archimago no hace nada. Le Guin toma el riesgo
de desarrollar la personalidad de todos esos personajes que ha ido creando como
compañeros de aventuras de su -hasta ahora- personaje principal, dejando a éste
como mero espectador de fondo. Así, tenemos la oportunidad de conocer la corte
del rey, su palacio de verano, los lazos que se han ido formando entre Tenar,
la vieja sacerdotisa -probable encarnación literaria de la autora-, y aquellos
que le rodean. Somos testigos presenciales de los miedos que atenazan al ya
no tan joven rey, y su renuencia a aceptar las responsabilidades inherentes
a su cargo. Poco a poco vemos desenvolverse la madeja del pasado lejano de este
mundo, sin acabar de entender las consecuencias que conlleva y, mientras tanto,
nos llenamos de una sensación de aprehensión y angustia ante la inminencia del
cambio.
Hay varios puntos que llaman poderosamente mi atención en esta
historia y que me hacen pensar que nuestra autora ya siente acercarse el fin
de sus días, lo cual no resulta raro tratándose de una persona nacida en 1929.
En primer lugar la aceptación de la muerte como parte del proceso que es la
vida, pues la mayor parte del argumento gira en torno a este tema: la muerte
propia y la de los seres amados, la preparación para un más allá y la preocupación
por lo que suceda con el alma. También se habla de hacerse responsable de uno
mismo y los compromisos que ha adquirido. Y por último de responsabilizarse
por las propias decisiones y todas las circunstancias que les rodean.
El miedo...
Miedo al cambio, miedo a todo aquello que es
distinto. Y, por supuesto, la aceptación de la propia identidad.
|