Este artículo ha sido leído
21162 veces
Por Josep Andreu
Nota previa
Las opiniones expresadas en este ensayo son exclusivamente
mías. Tras analizar la obra de Tolkien y las fuentes de inspiración reconocidas por él
mismo, así como otras que considero evidente que le influyeron, he llegado a una serie
de conclusiones sobre las fuentes de la creación tolkieniana que expondré a continuación.
Ello no quiere decir que Tolkien llegara de forma consciente a estas asociaciones.
Eso sería alegoría, y es bien conocido el profundo desagrado que ésta le provocaba.
Más bien, las fuentes mencionadas formaban parte del amplísimo bagaje cultural de
Tolkien así como de sus esquemas mentales, y pasaron de modo NO consciente de ahí a la
letra escrita.
Por supuesto, se incluyen spoilers de
El Señor de los Anillos, El Hobbit y El Silmarillion, aunque
alguien dispuesto a tragarse este artículo seguro que los ha leído. Avisados quedáis.
Y, naturalmente, puedo estar equivocado. Pero eso es lo
bonito de las discusiones civilizadas entre humanos...
El Autor
|
|
J. R. R. Tolkien |
|
John Ronald Reuel Tolkien (JRRT) nació en Sudáfrica en 1892.
Su familia, sin el padre, se embarcó para Inglaterra en 1895, y poco después recibían
la noticia de la muerte de éste en África. Los Tolkien se establecieron en Sarehole,
un pueblecito cerca de Birmingham. Mabel Tolkien se encargó de la educación de su hijo,
enseñándole incluso latín y griego. El pequeño JRRT leyó mucho: le gustaban George
MacDonald, W. Morris y A. Lang, y NO le gustaban Andersen, L. Carroll y los hermanos
Grimm. Más tarde se entusiasmó con G. K. Chesterton, H. Belloc, H. G. Wells y otros
escritores fantásticos contemporáneos y, muy especialmente, con la obra de Malory y las
leyendas artúricas.
En 1900, la madre de JRRT se convirtió al catolicismo, y sus
hijos la imitaron. En aquella época los católicos eran vistos con gran recelo y esto
tensó las relaciones con el resto de la familia, de la que dependían para su sustento.
Poco después ganó una beca para la escuela Rey Eduardo VI, y tuvieron que mudarse a
Birmingham. En 1904 muere Mabel Tolkien y los Tolkien quedaron al cuidado de un
sacerdote católico amigo de la familia, el padre Francis Xavier Morgan. Con él y su
hermano hizo un viaje a Gales, donde descubrió una de las pasiones de su vida:
el galés.
JRRT resultó ser un excelente estudiante. Al volver de Gales
empezó a estudiar por su cuenta el galés, el anglosajón y el galés medieval. Dos de sus
profesores advirtieron esto, y le iniciaron en el estudio sistemático de la lengua y
literatura anglosajonas y en la crítica literaria. A los dieciséis años, dominaba el
latín, el griego y el anglosajón antiguo. A esa edad se enamoró de Edith Mary Bratt y,
pese a que la familia de ella les prohibió el noviazgo durante muchos años, JRRT jamás
amó a otra mujer. Por esa época, empezó a estudiar español como muestra de respeto al
padre Morgan, la mitad de cuya familia era española.
Al acabar la secundaria, ganó una beca en Oxford. Como premio,
el padre Morgan llevó a los hermanos Tolkien de vacaciones a Suiza, donde intentaron
escalar un pico de los Alpes sin éxito. Más adelante, la escalada frustrada se
transformó en la ascensión al Caradhras, y las excursiones se convirtieron en los
viajes de El Hobbit y ESDLA.
Tras graduarse con honores en Oxford, JRRT se alistó en el
ejército. Antes de partir para el frente se casó con Edith Mary Bratt, que se había
convertido a instancias suyas al catolicismo. Parece ser que Edith Mary jamás fue una
católica tan ferviente como su marido, y en privado los Tolkien discutieron a menudo
sobre el tema. Tolkien convirtió su propia historia personal con su esposa en la
historia de Beren y Luthien (aunque sin las discusiones, claro), y también en la de
Aragorn y Arwen. El paralelismo es aún más estrecho si consideramos que tanto Tolkien
como sus personajes perdieron a sus padres a edad temprana, mientras que Edith Mary,
Arwen y Luthien eran de más edad que sus parejas.
En Francia, participó en la ofensiva del Somme, en la que
murieron más de 600000 soldados. JRRT salió ileso, pero en octubre de 1916 contrajo la
fiebre de las trincheras. Tuvo que guardar cama durante muchos meses, en los que
empezó a escribir El Silmarillion, y jamás volvió a estar en condiciones de ir
a un batallón de combate. Pese a que se recuperó, la experiencia marcó a JRRT de por
vida.
En 1918, JRRT empieza su carrera docente como profesor de
inglés, y director junior en el Oxford English Dictionary. Por esa época, se había
convertido en un verdadero políglota. Podía hablar, escribir o leer muchas de las
lenguas románicas, el anglosajón, galés, finés, islandés, germánico, germánico antiguo
y otras. En 1921, JRRT se traslada a la Universidad de Leeds, de donde se marchó para
ocupar una plaza como profesor en Oxford. No obstante, el cargo no daba tanto dinero
como lo que cabría suponer. Debido a sus muchos gastos (por aquel entonces tenía
cuatro hijos) tuvo que realizar trabajos extra, como corregir exámenes finales.
Fue precisamente corrigiendo exámenes cuando, en el verano de 1928, se encontró con
una página en blanco y escribió en ella una frase, que con el tiempo se volvió célebre:
"En un agujero del suelo vivía un hobbit".
El resto es historia...
Fuentes de Tolkien
Todo autor proyecta en su obra sus creencias, sus opiniones,
sus filias y fobias. En el caso de Tolkien, las fuentes de su obra se encuentran
fácilmente en su biografía.
Su amor por las lenguas
Tolkien tenía un verdadero amor por las lenguas. Por casi
todas las lenguas. Lo que le motivaba no era su utilidad práctica, dado que sentía
un gran afecto por el galés y, sin embargo, no le gustaba mucho el francés; lo que
le inducía a estudiar y aprenderlas era más bien un amor por las palabras y las
lenguas en sí. Para él, su importancia iba más allá de la que normalmente otros les
conceden, y en alguna ocasión declaró que creó su obra para proporcionar un mundo en
el que pudieran existir sus idiomas. Para Tolkien, el nombre era primero, y todo lo
demás venía después. Como dice el Evangelio según San Juan "En el principio era el
Verbo, y el Verbo estaba en Dios, y el Verbo era Dios" (verbo tiene aquí el sentido
de palabra, como en el latín verbum)
Su profunda fe católica
Tolkien era católico hasta la médula. Tenía que serlo,
puesto que no abandonó su fe en una época en que ser católico en Gran Bretaña era
algo MUY mal visto. Evidentemente, ha habido muchos otros autores católicos
contemporáneos, pero pocos en los que sus creencias tuvieran tanta presencia en
su obra.
Su interés por las leyendas
|
|
Kalevala |
|
Empezando por las leyendas artúricas y la literatura
anglosajona medieval, con Beowulf a la cabeza, Tolkien fue siempre un entusiasta
de las leyendas y de los "cuentos de hadas". No obstante, y dado que no le gustaban ni
Andersen ni los hermanos Grimm, su concepto de lo que es un cuento de hadas difiere
notablemente de lo que habitualmente se entiende como tal. De hecho, en su ensayo
Sobre los cuentos de hadas, niega que estos cuentos tengan un público
específicamente infantil, o incluso sean precisamente los niños los que más los
aprecien: los cuentos de hadas originales incluían asesinatos, antropofagia, torturas
y otros elementos no muy infantiles.
Así, Tolkien sentía más interés por los Eddas,
el Kalevala, la literatura de tema artúrico y las epopeyas medievales que por
el "cuento de hadas" con enfoque más infantil. El propio autor deploró más adelante
las alusiones a un público infantil incluidas en El Hobbit, y las evitó en
El Señor de los Anillos.
Su amor por las leyendas y la mitología se manifiesta además
muy claramente en su estilo de escribir. Tolkien no es un novelista en el sentido más
clásico, como podría ser Fielding o Balzac. Es un creador de mitos, y en este sentido
está mucho más cerca de los autores del Kalevala o del Edda. Lo que le interesa es
contar una historia mítica, crear para Inglaterra esas leyendas que se perdieron en el
camino a una sociedad industrial. Las suyas no son tanto historias de personajes como
de la comunión entre personaje y paisaje.
Su apego a la Gran Bretaña tradicional
Tolkien vivió su juventud en una época de una transformación
social sumamente intensa, quizá sin precedentes desde la invención de la agricultura.
Su infancia en Sarehole, un pueblo sin automóviles, y sin embargo tan cercano a
Birmingham, le marcó profundamente Por otro lado, Sarehole era un pueblo tranquilo,
sin conflictos sociales, sin segregaciones, situación sin duda muy diferente al
conflicto casi explosivo que tenía lugar en Birmingham. Así, cuando la metrópoli se
acercaba implacable, Tolkien sintió que el mundo que había conocido se desmoronaba.
En tales circunstancias, el apego a lo que uno ha conocido
frente a lo nuevo es una reacción humana natural, pese a que, considerado objetivamente,
lo nuevo pueda ser mejor. Tolkien hizo bien patente su apego al mundo que había
conocido en su infancia en toda su obra, hasta el punto de convertir la Comarca,
ese casi paraíso en la Tierra, el único al que pueden acceder los mortales, en un
retrato de Sarehole.
La creación del mundo mítico
Tenemos pues a Tolkien como creador (o sub-creador, como diría
él) de mitos. Pero los mitos requieren en primer lugar un espacio y un tiempo míticos
que precedan a los históricos, pues no pueden ocurrir a la vuelta de la esquina y, de
hecho, una parte integrante de muchos mitos, especialmente en el norte de Europa, es la
transición de la edad mítica a la época histórica, como veremos después.
En la cosmografía tolkieniana influye mucho su fe católica.
De hecho, la creación de Eä es casi idéntica al relato del Génesis. Tenemos un Dios
creador "ex nihilo" (Eru), una estirpe de seres angélicos (los Ainur) y un universo
creado únicamente por la voluntad del creador (Eä). También, el método empleado para
configurar el Universo es similar al de la Biblia. En ésta es la Palabra de Dios
la que crea el mundo, mientras que en la Ainulindalë Eru crea el mundo a partir
de la música de los Ainur diciendo simplemente: "¡Eä! ¡Que sean estas cosas!". Por
tanto, y pese a su poder, los Ainur no pueden crear verdaderamente, mientras que
Eru sí.
Igualmente, tenemos el origen del mal no como un principio
separado e independiente del bien, como sería el caso del maniqueísmo persa o la
antigua religión nórdica, sino como una ausencia, una perversión del bien, concepto
típicamente cristiano. Así, Melkor, como Satán, es una criatura que debe su
existencia al Creador, pero que se rebela contra él para poder ocupar su lugar:
el trono de Dios en la Biblia, la capacidad de crear en la Ainulindalë.
Melkor desea obtener aquello que es propio de Ilúvatar, en principio para un buen
fin (incrementar la gloria de Eru y llenar el Vacío de criaturas conscientes), pero
acaba obedeciendo sólo a su propio deseo de someter el mundo a su voluntad y a su
envidia de los dones que Eru concede a sus hijos (los Eldar y los hombres), del mismo
modo que según la tradición Satán se rebeló contra Dios porque éste le dio al hombre
el poder de dar nombre a los animales y a las cosas. Sin embargo, a diferencia del
relato bíblico en el que Dios y los ángeles permanecen normalmente fuera del mundo,
en la mitología tolkieniana los Ainur entran en el Universo y se convierten en Valar
y Maiar.
|
|
El Silmarillion |
|
La semejanza de los Valar y los Maiar con los panteones de la
antigua religión nórdica es a todas luces evidente. Así, Manwë, el líder de los Valar,
es un dios del aire del mismo modo que Odín/Wotan. Odín tiene su trono, Hlidskialf,
desde el que puede ver todo el mundo, mientras que Manwë tiene su trono en Taniquetil,
desde el que puede ver "más lejos que otra mirada alguna". El paralelismo se extiende
a sus consortes. Tanto Varda como Frigga son divinidades aéreas, y ambas son las únicas
que pueden acompañar a sus respectivos esposos en su elevado trono. Por supuesto, el
paralelismo no es exacto: Odín es pendenciero e irascible en ocasiones, y Frigga es
intrigante y maquinadora, rasgos que Manwë y Varda no comparten, pero hay que tener en
cuenta siempre que Tolkien NO recreó la mitología pagana, sino que de ella empleó
aquellos elementos que le convenían, y que los Valar en la mitología de Tolkien más
que dioses son aspectos de un Dios único.
Existen otros paralelismos entre el panteón nórdico y los
Valar, que no desarrollaré demasiado por no aburrir al lector. Está por ejemplo el caso
de Idun/Yavanna. Idun es una diosa de la vegetación y la primavera, y con sus manzanas
mantiene Asgard del mismo modo que Yavanna con sus árboles crea la luz que ilumina
Valinor. O Hermod, el mensajero de Odín, que en carácter e incluso en nombre es
parecido a Oromë, el mensajero de Manwë. Igualmente notable es que haya varios Ainur
que rigen el mar y corresponden a sus diferentes manifestaciones (como fuente de vida y
como agente de destrucción) al igual que en los mitos nórdicos. Así, tendríamos los
paralelos entre Ulmo y Niörd por un lado, como los aspectos más beneficiosos del mar,
y Osse y Egir, como el aspecto destructivo del mismo mar.
El mundo y sus habitantes
|
|
Valinor - Ted Nasmith |
|
A semejanza del Edén bíblico, el mundo que encuentran los Valar
al establecerse en Arda es inmaculado, sin defecto, sin pecado. Como muestra de esto,
la distribución de los continentes de Arda es al principio simétrica, y gracias a las
lámparas de los Valar reina un día perpetuo en el que los animales y las plantas
(creaciones de Yavanna) crecen. Pero como el Edén cristiano, Arda tiene su serpiente.
Melkor derriba las lámparas de los Valar y altera la faz del mundo para siempre. Arda
inmaculada ha dejado de existir, y el mal ha empezado a dejar su impronta en el mundo,
al igual que en el Génesis. En el Kalevala encontramos algo parecido en
la tala de la encina que tiene atrapados al Sol y a la Luna: se prepara el mundo para
los hombres, si bien los finlandeses paganos no veían este acontecimiento tan
negativamente como los judíos, y ello se refleja en que la caída de la encina es
ocasión de gozo, más que de tristeza.
De esta manera, Arda queda manchada, pero los Valar persiguen
a Melkor hasta que éste se ve obligado a ocultarse bajo tierra, se retiran al Oeste y
crean un paraíso: Valinor. La semejanza de este relato con la rebelión de Lucifer y
su caída es evidente. Igual que en la Biblia, el Edén pasa de ser la totalidad
del mundo conocido por las criaturas de Eru/Dios a ser sólo un lugar sin tacha dentro
del mundo.
Y es en ese rincón donde van a vivir los Hijos de Ilúvatar,
los Elfos, cuando los Valar los guían hacia el Occidente. Según afirma Tolkien,
los Elfos son los más hermosos y poderosos de los Hijos de Ilúvatar, pero les falta el
don de poder elegir su destino libremente que Eru da a los hombres. Pero en el universo
de Tolkien, como en el judeocristiano, el libre albedrío implica la Muerte. Así pues,
los Elfos son similares a Adán y Eva antes de su pecado: inmortales, felices, pero
faltos del conocimiento del Bien y el Mal. Por eso Melkor puede corromperlos mediante
torturas o hacer que cometan maldades mediante engaños, pero jamás persuadirlos para
que acudan a su lado.
Por otro lado, los hombres son débiles, corrompibles
(precisamente por ser libres y poder elegir), pero Eru les da el don del libre albedrío
y el de la muerte ("que los mismos Valar envidiarán con el paso del tiempo") y, según
se asegura en El Silmarillion, "los Valar declararon a los Elfos que los Hombres
se unirán a la segunda música de los Ainur, mientras que Ilúvatar no ha revelado qué
les reserva a los Elfos después de que el Mundo acabe". Por tanto, la posibilidad de
salvación es algo real para los Hombres, mientras que sólo es una conjetura para los
Elfos. Vemos pues que Tolkien retoma el tema cristiano del Hombre como hijo predilecto
de Dios, mientras que los Elfos permanecen ligados al Mundo. En esta ligazón y en
muchas de sus características, los Elfos de Tolkien son herederos, no de los Elfos de
la mitología nórdica, sino de los Tuatha de Danann de los mitos celtas. Los Tuatha son
seres altos, hermosos, que habitaron la Tierra antes que los Hombres y los instruyeron.
Pero, pese a todo su poder, los humanos los desplazan de su posición de dominio.
|
|
Travesía de los hielos Ted Nasmith |
|
Como decíamos, los Valar crean un Edén en Valinor en el que
se instalan los Elfos y viven felices. Pero como en el Edén bíblico, se introduce la
serpiente. En este caso, Melkor induce a los Noldor a la violencia con palabras
insidiosas. Conviene notar que, según El Silmarillion, Melkor habla a los Noldor
de las armas, y entonces estos las crean. Podríamos decir que Tolkien considera las
armas obra del Diablo; nada raro para quien ha conocido de cerca la I Guerra Mundial.
Podría considerarse que al construir las armas, los Noldor ya han caído, pero Tolkien
les da el remate final: la destrucción de los Árboles extingue físicamente el paraíso
y la matanza de Alqualondë, en un paralelismo casi exacto con la muerte de Abel a manos
de Caín, condena a los Noldor a vivir fuera del paraíso que es Valinor. Por otro lado,
la caída de los Árboles precede la batalla que marca el fin del mundo conocido hasta
entonces de la misma manera que la caída de Yggdrasil precede al Ragnarok. Así, a
semejanza de los Hombres, los Noldor caen -también por orgullo- y la maldición que
acompaña al juramento de Feänor los persigue mientras vivan, como el pecado original:
al final del Silmarillion, los hijos de Feänor no pueden tocar los Silmarils,
como símbolo de pureza que son, sin sufrir daño. Pese a ello, Tolkien no les niega a
los Elfos la posibilidad de redención al final de la Primera Edad, gracias a Eärendil,
el Hombre que se sacrifica para salvar a la Humanidad. Volveremos a encontrar este
tema más adelante
Mientras tanto, Melkor, imitando a Satán, que es el remedador
de las obras divinas, crea los Orcos a partir de los Elfos, y los Trolls como remedo de
los Ents. Pero de todas sus creaciones, sólo los Orcos tienen vida propia, puesto que
esta vida procede de quien está capacitado para crear: Eru. Al obtener el poder de
dominar Melkor ha perdido el poder de crear: sólo puede imitar. El conflicto entre
ambos poderes será una constante en la obra de Tolkien, y se muestra en el trato muy
distinto que recibe el otro intento de crear seres vivos por parte de un Vala: los
Enanos, creados por Aulë de la piedra. Su creador no desea sin embargo dominio sobre
otras criaturas:"Deseé criaturas que no fueran como yo, para amarlas y enseñarles, de
modo que ellas también pudieran percibir la belleza de Eä, que tú mismo hiciste" dice
Aulë a Ilúvatar, y se dispone a destruirlas. No obstante, los Enanos han sido creados
como un acto de amor, no de ambición, y por ello Eru los acepta como hijos suyos.
|
|
Ent |
|
El origen de otras criaturas de Arda es más prosaico. Los Ents
son fruto de una petición de Michael, el hijo de JRRT, que quería un cuento en que los
árboles se vengaran de quienes les hacían daño. Por su parte, Tom Bombadil era un
muñeco de madera articulado de su hija Priscilla, que Tolkien hizo crecer hasta
constituirlo en un misterio sin solución, debido sobre todo a la voluntad del mismo
JRRT de que así fuera. El personaje de Beorn y su habilidad de cambiar de forma están
tomados casi literalmente del Bjorn de la saga del rey Hrolf Kraki, que cambia de
forma entre un oso y un hombre, y en su ferocidad en la batalla encontramos un eco de
los Berserks
Por otra parte, también es fácil rastrear el origen de los
monstruos de la Tierra Media. Ungoliant, Ella-Laraña y las arañas del Bosque Negro
salieron de la traumática experiencia infantil de Tolkien con una tarántula en
Sudáfrica. Los Trolls son casi idénticos en costumbres y características a los de la
mitología nórdica, aunque el convertirse en piedra si les daba la luz del Sol es un
rasgo que Tolkien quitó a sus Enanos para dárselo a los Trolls. Los Orcos están
obviamente sacados de los Goblins o trasgos, aunque mucho más malvados, adoptando
rasgos de la Unseelie Court escocesa (de hecho, los "trasgos" que aparecen en
El Hobbit no son otra cosa que Orcos). Los Balrogs los sacó Tolkien de los
Sigelhearwan de la tradición nórdica. Los dragones de Tolkien surgieron evidentemente
de Fafnir, que a su vez comparte sustrato mítico con casi todos los dragones europeos.
Sin embargo, a Glaurung Tolkien lo dotó del carácter de seducción de la serpiente del
paraíso, carácter que tiene en menor medida Smaug. Los enormes lobos de Morgoth están
tomados directamente de los perros y lobos malignos de la mitología nórdica, que han
sobrevivido hasta nuestros días en el Black Dog inglés que ronda los cementerios.
Carcharoth, el más señalado de ellos, comparte rasgos de Garm y Cerbero, guardianes
de los infiernos en sus respectivas mitologías -Carcharoth vigila las puertas de
Angband- y de Fenris, que se come la mano de Tyr -Carcharoth se come la de Beren-.
El héroe
Tras crear un mundo mítico, un escenario para los mitos,
JRRT necesitaba crear un héroe como agente activo. La ligazón entre mito y héroe es
extraordinaria, hasta tal punto que originalmente, la sola presencia del héroe bastaba
para convertir una historia en mítica. Esto no es extraño ya que los héroes eran
originalmente semidioses, lo que contribuía al carácter elevado de sus historias.
Como semidioses, compartían sus ansias y anhelos con los humanos, y su carácter
arquetípico con los dioses. Los héroes puramente humanos son una invención más tardía,
cuando los mitos originales ya resultan demasiado lejanos.
|
|
La Compañía del Anillo |
|
Ahora bien, y puesto que hay arquetipos distintos, hay héroes
distintos. Curiosamente, los caracteres arquetípicos han permanecido relativamente
constantes a lo largo de la historia, y ha cambiado únicamente el modo en que se
combinan. Ciñéndonos exclusivamente a El Señor de los Anillos, por no ahondar
en la tremenda complejidad que supone un mito tan denso y complejo como
El Silmarillion, ¿quiénes son los héroes? En mi muy modesta opinión, hay dos
héroes muy claramente definidos en ESDLA: Aragorn, y Frodo. Sólo estos dos personajes
tienen el protagonismo suficiente (aunque algunos personajes -particularmente Sam Gamyi
y Gandalf- sean casi tan protagonistas como ellos) y experimentan el tipo de cambio que
normalmente sufren los héroes.
Como buenos héroes masculinos, tanto Aragorn como Frodo
comparten rasgos con divinidades solares. Aragorn es el prototipo del héroe triunfante,
del restaurador (como Arturo de Bretaña, que "es uno con la tierra" y restablece la
ley y el orden, como Osiris o como el mismo Jesús resucitado). Esta clase de héroes
tienen siempre una ligazón con un antepasado mítico (Elendil/Isildur para Aragorn,
Uther para Arturo) y algo que los identifica inequívocamente como herederos legítimos
(Andúril para Aragorn, Excalibur para Arturo). Sin embargo, Tolkien tomó para Aragorn
también elementos de Sigfrido, como la espada rota del antepasado (en este caso Sigmund)
que es reforjada y permite al héroe emprender su gran hazaña. La exclusión de Sigfrido
como héroe restaurador ha sido intencionada, dado que sus características son más las
de un guerrero que las de un rey: su atributo más destacado es su destreza en el
combate, mientras que Tolkien da como señal para reconocer al rey su poder curador.
Este rasgo sanador ha llegado casi hasta nuestros días con la creencia de que los reyes
podían curar ciertas enfermedades simplemente tocando al paciente.
Por su parte, Frodo es el prototipo del héroe "sacrificial",
el que da su vida por el bien de una causa. Aunque Tolkien negó categóricamente que
Frodo fuera un alter ego de Cristo, lo cierto es que hay mucho de su figura en él: las
heridas, el viaje de padecimiento creciente, el salvar el mundo, pero no para
disfrutarlo él... son temas que identificamos como claramente cristianos, pero que en
realidad están ya presentes en la figura de Mitra, y antes aún en la de Osiris o
Dionisos, lo que hace pensar que este tipo de héroe haya nacido junto con la Humanidad
y sea un aspecto más del héroe triunfante, que muere y renace para renovar el mundo,
como el sol se pone y sale todos los días.
Siguiente >>
|