<< Volver

(nota: es posible que algunas imágenes y/o enlaces no funcionen)

JEM,
de Frederik Pohl

Esta crítica ha sido leída 7816 veces





JEM,
de Frederik Pohl

Título original:
JEM (1978)

Traducción:
Vicente Campos

Minotauro, 2003

El autor en cyberdark.net

 

 

por Chip, octubre 2003

   Si eres de los que aún está dudando si comprar o no esta novela mi consejo es que te acerques a la estantería de la librería, cojas un ejemplar, lo abras por el capítulo quinto y, con el mayor disimulo, te leas un par de páginas. Conocerás a los krinpits. Puede que su aspecto no resulte agradable,... bueno, sí, de hecho son bastante desagradables; su forma se asemeja a la de un cangrejo aplastado con largas patas articuladas y de un peso que ronda los 200 kilos. Pero Pohl describe su modo de vida con tal viveza que a las pocas páginas... ¡uno quisiera ser un krinpit! Se trata de una de las tres razas inteligentes que cohabitan pacíficamente en el recién descubierto planeta Jem.

   Las otras dos son igualmente chocantes. Cada una de ellas domina un entorno distinto. Si los krinpits viven en el agua, los globonoides, por el contrario, lo hacen en el aire. Su forma es la de una especie de medusa hinchada de hidrógeno que utiliza para deslizarse por las corrientes de aire y cuya expulsión le permite emitir su peculiar voz. Y ésta es sin duda una de las partes más bellas del libro. El lenguaje de los globonoides es un canto y cada vez que uno de ellos dice (canta) una frase, el resto de la bandada le corea, repitiéndola en sucesivos tonos armónicos expresando sus emociones. Estos globonoidesno sólo cautivan al lector sino también a Danny Dalehouse, el experto en el contacto con alienígenas que, atado a un racimo de globos, volará con ellos y se integrará en sus cantos.

   Pero no todo en esta novela es idílico y maravilloso, la paz del planeta se ve amenazada por la llegada del más terrible invasor: el hombre. La Tierra está viviendo un colapso, la población crece en proporción inversa a los recursos naturales y la tensión política entre los tres grandes bloques es insostenible. Danny Dalehouse pertenece al "Bloque de Alimentos", liderado por los Estados Unidos, cuyas reservas alimenticias son la despensa de todo el planeta. Pero más poderosos son los del "Bloque de Combustible", también llamados grasis o viscosos, que poseen la casi totalidad de los pozos petrolíferos. Son con diferencia los más ricos y ni qué decir tiene que están capitaneados por los países árabes. El tercer bloque se autodenomina Los Hijos de Mao, también conocidos como los "Poblas" (Bloque de Población), no basan su capital en sus recursos naturales (que son escasos) sino en los humanos. Su situación económica es precaria y están imbuidos de tradiciones y creencias chinas milenarias, representan el totalitarismo más radical.

   Cuando estas tres potencias envían a la vez sus respectivas expediciones a Jem, cada una aterriza en un punto diferente del planeta y se alía con una de las especies que lo habitan. Así los poblas lo hacen con los krinpit, los gordos (Bloque de Alimentos) con los globonoides y los grasis con los reptadores. Esta última es quizá la especie más misteriosa entre los moradores de Jem. Viven bajo tierra en profundos túneles que excavan a prodigiosa velocidad y apenas si salen de ellos. Su aspecto es más o menos el de un mamífero, son peludos y tienen un hocico húmedo y prominente. El olor que desprenden resulta tan repulsivo como su aspecto y recuerda indefectiblemente el de una rata.

   Las tres razas conviven en el planeta con una armonía envidiable, no conciben la necesidad de matar salvo para alimentarse y no interfieren para nada en el desarrollo de las demás. Y aquí es donde llegamos al punto más peliagudo de la novela, pues la raza más desagradable que se nos presenta es sin duda la humana. Especialmente la figura de la capitana Meninnger, una mujer tan atractiva como manipuladora que no duda en utilizar todos los recursos necesarios con tal de conseguir sus fines, utilizando la coacción, el engaño y hasta el intercambio de favores sexuales. La relación que cada raza de Jem mantiene con cada uno de los bloques terrestres romperá el equilibrio hasta entonces reinante en el planeta, poniendo en peligro la vida en el mismo.

   El libro desarrolla esta historia bastante bien, tanto los diálogos como las partes descriptivas son tremendamente eficaces. Hay personajes memorables (humanos y no humanos) y escenas que no se olvidan. En definitiva una lectura muy recomendable que ratifica una vez más la categoría de Frederik Pohl como maestro de la ciencia ficción. Tal vez no tenga la fuerza de Pórtico o el ritmo de Mercaderes del Espacio, pero aun así estamos ante una de sus novelas más redondas. Merece la pena degustarla.

 

@ 2003 Chip para cYbErDaRk.NeT
Prohibida la reproducción sin permiso expreso del autor

 

2003-12-25 02:25   aleia
Soy una amante de Pohl. Le adoro. Daría mi mano izquierda por hablar con él de lo que ha escrito. Esta novela me decepcionó mucho. Cuando la vi en la librería se me abrieron los ojos pensando "dDios mío, no tengo, falta, quiero".

El principio es lento. Los conflictos en la Tierra poco dibujados. Las razas con interesantes, como curiosidad, pero... le falta fuerza. Le falta entereza. Me da la sensación de que está escrita con pereza, con pocas ganas y apenas sin ideas.

Él podía hacerlo mucho mejor. Me parece una lástima.
2003-11-16 11:55   vorkosigan
Yo era del grupo al que te refieres en el primer parrafo, un mar de dudas, ¿lo compro, no lo compro? Ahora ya se cual es mi decisión.
¡Muchas gracias! porl el consejo y por todo lo demas
2003-11-03 10:35   OrionKnight
Agradezco mucho esta reseña porque tenía serias dudas con este libro. Pohl me encanta y "Pórtico" y "Mercederes de espacio" son de mis novelas favoritas. Actuamente me estoy terminando de leer "La guerra de los mercederes" y Pohl ha vuelto a engancharme y me alegré mucho al ver JEM en las librerias. La duda que tenía es si estaba a la altura de las anteriores. Reconozco que es muy dificil pero si solo tienen un pequeña parte del encato de ellas vale la pena.