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por Ignacio Illarregui y Arturo Villarubia
traducida por María Jesús Sánchez
[ Panorama desde el margen ]
[ Entrevista a M. John Harrison ]
[ Reseña de Luz ]
En la pasada Hispacón de Getafe ocurrió un hecho curioso. Tras acabar la
primera jornada, una veintena de usuarios de Cyberdark nos fuimos a una taberna cercana a
tomar unas cervezas y cenar a base de croquetas, calamares, patatas bravas, orejas de cerdo,
champiñones,... Lo habitual en estas ocasiones. Mientras estábamos sentados en una esquina
del local, esperando las primeras raciones, entró por la puerta un grupo de cuatro asistentes
a la convención. Y entre ellos apareció el que menos se podía esperar en un lugar como aquél,
alejado de editores y gentes del fandom establecido: el invitado principal, M. John Harrison
Como el local estaba atestado, y algunos llevaban todavía sus acreditaciones
bien visibles, se nos acercó su cicerone, Sue Burke, para preguntar si podían sentarse con
nosotros. A partir de ahí buenos momentos. Harrison se pidió una San Miguel, picó de los platos
que pudo (es vegetariano, aunque alguna croquetilla de jamón sí que cayó), conversó
esporádicamente con los que le rodeábamos,... Difícil de olvidar.
Estas casualidades sólo ocurren, si cabe, una vez en la vida, y rompen
con las imágenes que tenemos de los autores a los que leemos. Cualquiera que conozca alguno
de sus escasos libros publicados en nuestro idioma se ha encontrado con personajes torturados,
aquejados de todo tipo de enfermedades físicas y mentales, con serias dificultades para
aceptarse a sí mismos; un estilo nada convencional que exige un esfuerzo no trivial; un mundo
complejo, repleto de oscuras referencias;... Nada que ver con la persona amable y cercana
que conocimos en Getafe. Una muestra más que las imágenes mentales que nos formamos pocas
veces tienen que ver con la realidad.
Esta entrevista, realizada en los días previos a su visita, pretende
ser una introducción a Luz, la novela que vino a presentar, y un breve recorrido por
su carrera y su forma de ver la literatura. Para prepararla conté con la inestimable
colaboración de Arturo Villarrubia, voraz lector que escribe la sección "Keep watching the skies"
para la revista Gigamesh, buen conocedor de la obra de Harrison. Gracias a ambos.
Ignacio Illarregui
Luz es su regreso a la ciencia ficción después de muchos años.
¿Por qué decidió retornar a sus orígenes?
Tenía algo que decir que podía decirse mejor utilizando como medio
la ciencia ficción, o algo similar.
¿Por qué tituló el libro de esa manera?
Es una palabra con amplias implicaciones metafóricas en lo que se
refiere al conocimiento y la iluminación. También es lo más rápido que hay en el universo y
adoro la velocidad.
Durante la historia utiliza algunos de los últimos avances realizados
en campos como la cosmología o computación cuántica de una manera muy peculiar. ¿Hay poesía
en los nuevos descubrimientos científicos?
Sí. También encuentro en la ciencia una fuente de metáforas útiles que
no están al alcance de los escritores de mainstream.
Uno de sus puntos fuertes está en sus tres atormentados protagonistas
que, al igual que la mayoría de los personajes de sus historias, son muy vulnerables. ¿Por qué
se siente atraído por estas características?
Uno de los principales argumentos de Luz es que la vida evoluciona
gracias a los vulnerables y desarmados. Vivimos en una sociedad global que se expresa con un
lenguaje de intimidación y desprecio para aquellos que no parecen controlar sus vidas. De hecho,
ninguno de nosotros lo hace. Nuestra obsesión por el control es la medida exacta de nuestro miedo
a ser realmente seres humanos corrientes y vulnerables. Quiero escribir historias sobre la gente,
no shoot´em´up para ordenador. No encuentro ese control interesante desde el punto de
vista narrativo.
¿A qué se debe que en determinados momentos alguno tome decisiones
utilizando un dado?
Sólo un personaje, Michael Kearney, usa los dados para tomar decisiones.
Es tanto una referencia a las ideas existencialistas de Luke Rhinehart como a la idea cuántica
de que el universo entero depende de los resultados de sucesos aleatorios a nivel cuántico.
La ciencia ficción acostumbra a mostrar unos personajes que viven de
espaldas al sexo, y cuando aparece suele ser en un discreto tercer plano. En Luz es algo tan
común que no hay un solo capítulo en el que no aparezca alguna escena sexual de todo tipo, desde
masturbación hasta orgías grupales. ¿Ha querido destrozar ese tabú?
Creo que ese tabú se destruyó hace muchos años, tanto dentro como fuera
de la ciencia ficción.
¿Existe alguna semejanza con su anterior novela de ciencia ficción,
The centauri device?
No hay muchas semejanzas, no. Quería evolucionar. De hecho cuando dejas
pasar veinticinco años entre los libros, te encuentras con que has evolucionado quieras que no.
En la parte que se desarrolla dentro de 400 años, el ser humano se
dedica a vivir a expensas de los objetos tecnológicos que va encontrando de civilizaciones
alienígenas anteriores, sin avanzar lo más mínimo en sus propios descubrimientos. ¿No le
parece una actitud un tanto pesimista?
Una actitud deliberadamente pesimista. La cultura de rastreadores de
playas de Bahía Radio es una metáfora directa sobre la forma en que hacemos ciencia ahora,
no como prolongación de la curiosidad, sino como una cuestión económica. La ciencia
contemporánea indaga profundamente en la realidad buscando cosas para vender, del mismo
modo que las culturas de la Playa buscan artefactos alienígenas para lo mismo. No veo ninguna
diferencia. En este momento los científicos se han dejado convertir en gente que se gana la
vida buscando nuevas formas de recoger pelotas en los lagos de los campos de golf, de modo
que alguien pueda sacarle provecho económico.
¿Cuál es el lector ideal de su novela? ¿A quién cree que puede
gustarle?
Creo que Luz puede atraer a muchas clases diferentes de lector.
Sin duda la disfrutarán todos los lectores de ciencia ficción, fantasía y terror.
Recientemente se ha anunciado una continuación, situada en el mismo
universo. ¿Puede decirnos algo sobre ella?
Me temo que no. Todavía estoy planeándola
Usted inició su carrera a mediados de los años 60 en New worlds,
¿qué recuerda de aquella época?
No mucho. Suele decirse de los sesenta que si lo recuerdas no pudiste
haber estado allí. No creo que eso pueda aplicárseme. Me gusta evolucionar en la vida y no
quedarme atascado en el pasado.
Durante aquellos años trabajó junto a Michael Moorcock. Incluso algunos
de sus primeros cuentos aparecieron en el libro La naturaleza de la catástrofe, sobre
el personaje de Jerry Cornellius. ¿Qué le debe usted a Moorcock?
Michael Moorcock ejerció en mí una influencia considerable, como persona,
hasta finales de los setenta. Después de esa fecha, menos.
¿Sería la ciencia ficción de hoy en día diferente si hubiese habido
otra persona al frente de aquella revista?
Sí, así es, sería un género menos imaginativo y provocador. Creo que
Michael Moorcock puede estar orgulloso de que toda una generación le esté imitando.
Con los libros de Viriconium puso su granito de arena a la fantasía
épica. ¿Qué aportan a una temática tan aparentemente explotada?
No mucho, supongo, ya que no creo ni en el heroísmo ni en la fantasía.
La fantasía comercial es una literatura de relax y evasión. En la primera novela de Viriconium,
The pastel city, intenté hacer una fantasía que fuera un poco más "realista", más humana.
Me di cuenta de que no era posible, porque la fantasía se basa en ideas simplistas sobre la
gente, más que en la forma en que la gente realmente se comporta, así que después de eso el
proyecto se convirtió en uno de deconstrucción. La idea era apartar al lector de fantasía
de las seguridades del paisaje y finalmente del mismo personaje. Hacia 1985, esto había dado
lugar a algunas historias de Viriconium bastante interesantes, pero comprendí que mi relación con
la fantasía había terminado.
¿Cómo ve ahora mismo el estado de dicho subgénero?
Para ser sincero, no he leído nada durante los últimos quince o veinte años.
Una de sus pasiones es el mundo de la escalada, que ha aparecido en
algunos de sus relatos como "El mono del hielo" o "El descenso". Incluso ha escrito una novela,
Climbers. ¿Por qué le atrae tanto?
Tengo que empezar diciendo que veo la escalada como algo opuesto a la fantasía,
un acto básicamente "realista" de consecuencias también tremendamente realistas. Te caes y
puedes herirte de gravedad, o morir. Después empecé a ver que incluso una actividad como ésta es
evasión. Es una manera de huir de las obligaciones de una vida corriente, una manera de "colocarse"
y vaciar de todo nuestra conciencia. Climbers es sobre la dependencia a esto. Así que me
interesa la escalada como tema por la misma razón que me intereso por la fantasía como tema:
porque nos permite comprender los sueños occidentales de autotransformación y de una
adolescencia prolongada, un plan onírico para evadir la muerte, el cambio y las realidades
sufridas por culturas menos afortunadas.
La crítica reconoce como su mejor novela El curso del corazón.
¿Está usted de acuerdo?
Me gusta El curso del corazón, pero creo que Climbers es un
libro mejor. Habla directamente de cosas y emociones reales. En realidad, no podría escoger entre
las dos. Estoy satisfecho de ellas y también de Signs of life.
Es un libro que trata sobre los peligros de huir de la realidad o
refugiarte en una realidad ideal. ¿Donde deja eso a la militancia política o social?
(Entiendo que ésta no es posible si no eres capaz de concebir una sociedad mejor o al menos
diferente) ¿Ve como posible, o siquiera como prudente, el cambio social?
Lo veo como algo necesario. La militancia social y política no están muy de
moda en la actualidad. Ahora está más de moda comprar cosas. Desde la caída de la Europa del
Este, la economía ha ganado la batalla de ser considerada una ideología. La ideología por
defecto de Occidente es el consumismo, pasarlo bien a costa de otros. Resulta obvio que
cualquier clase de cambio político podría estropear esto, así que a la gente con otras ideas
se la demoniza.
Como se puede observar en Signs of life, es notorio que no
le gustaba demasiado la era Thatcher ¿Podemos esperar en el futuro un retrato similar de la
era Blair?
Sí, eso espero.
Una de sus facetas completamente desconocidas aquí en España es la de
crítico literario. ¿No existe una cierta contradicción cuando realiza esta función? ¿No se
pasa al "enemigo"?
No lo creo. Es algo simplista ver a los críticos y los novelistas como
enemigos naturales. Para empezar, ¡la mayor parte de los críticos son novelistas! La relación
entre los dos es mucho más intrincada y complicada que eso. Las críticas y las reseñas
suministran parte del tejido de sutura en las difíciles relaciones entre escritores,
lectores y culturas. Intento asegurarme de que mis críticas se basan en dos formas de ver
los libros que aparentemente se excluyen mutuamente: la técnica y la emocional. También
creo firmemente en el revisionismo crítico, que consiste en creer que el libro es una
máquina con dos partes principales: un texto y un lector. Un libro existe sólo apenas como
algo que la escritura hace existir; después de esto pasa toda su vida como algo que
los lectores hacen vivir. Como crítico, hago lo mismo.
¿Cómo ve la evolución de la ciencia ficción en los últimos 30 años?
La new wave de mediados a finales de los sesenta creó una reserva,
una biblioteca de posibilidades tanto en cuanto a la técnica como en términos de contenidos
humanos. Esta biblioteca se visita menos de lo que esperábamos, pero más de lo que pensamos.
El resultado es que, en cualquier momento de los últimos 30 años, alguien en algún lugar ha
estado escribiendo algo un poco más interesante que la ciencia ficción "para pasar el rato"; y
ha habido un fuerte y rápido desarrollo de la ciencia ficción alternativa. Ahora esta tendencia
encaja bien con lo que ocurre en la ficción literaria tipo mainstream, así que estamos
en otro estadio de desarrollo. Creo que esto será más rico y productivo, aunque no sé el efecto
que pueda tener sobre la ciencia ficción en general. ¡Probablemente ninguno!
¿Qué libro de los que ha leído últimamente le ha llamado más la
atención?
He hecho recientemente las reseñas de las nuevas novelas de Alan Wall
China, la de Alan Burn, The north of England home service y de Alan Garner
Thursbitch. ¡Tres novelas escritas por hombres llamados Alan! ¿Qué más se puede pedir?
Puedo recomendarlas todas.
¿Cuales son sus autores favoritos de siempre?.
Turgenev, Chekhov, Katherine Mansfield.
Katherine Mansfield es citada cada vez de forma más frecuente como una
influencia de escritores muy recientes. ¿Qué podría decir que le debe?
¡Lo mismo que le deben otros escritores contemporáneos, ya que yo
soy uno! Mansfield "entra" bajo el texto. Aparta la voz del autor y en su lugar usa una
"dirección muda" para indicar los valores morales de la historia. También era una minimalista
de lo epifánico, cuando usa un acercamiento totalmente técnico para conseguir sus efectos
usando tan pocas palabras como le era posible. Finalmente, para mí, demostró cómo la superficie
de una historia es todo lo que el escritor tiene que trabajar para hacer el resto. Su prosa
parece escalar suavemente sobre la superficie de los sucesos que muestra, pero eso es una
ilusión, claro, *porque la superficie es la que realmente crea los sucesos*. Es una ilusión
que solo un gran maestro puede manejar. Era un genio.
¿Y de los que publican ahora mismo?
En ciencia ficción y fantasía, leo a China Mieville, John Courtenay
Grimwood y Justina Robson, cuya novela Natural history es soberbia. También sigo a
una recién llegada, Stephanie Swainston, cuya primera novela The year of our war se
publicará en el Reino Unido a principios del año que viene.
¿Tiene futuro la ciencia ficción?
Para sobrevivir comercialmente debe empezar a hacerse accesible a una
audiencia más amplia. No sé si los escritores de ciencia ficción son capaces de hacer eso.
Si no lo son, otros escritores vendrán que lo hagan, y la ciencia ficción no será nunca más
lo que hoy entendemos que es. De cualquier modo, el cambio es bueno, ¿no?
Desde luego el cambio siempre es positivo, pero ¿cuáles son los
factores a modificar para conseguir dicha accesibilidad?
Si la ciencia ficción fuera a ampliar su audiencia y empezara a hablar a
la gente en general, tendría que dejar de usar un lenguaje -y dejar de hacer suposiciones- que sólo
los lectores de ciencia ficción pueden comprender. La mayoría del público está muy interesado en
la forma en que la ciencia influye en el mundo; pero no sabe -y no quiere saber- nada de ciencia
(¡o de ciencia ficción, que es lo que nos importa!). Un escritor de la "nueva" ciencia ficción
hará suposiciones que puedan comprenderse fácilmente y sin que haya mucha distancia del mundo
cotidiano del lector. Toda la ciencia ficción solía escribirse así. Buenos ejemplos de ello son
La guerra de los mundos de H. G. Wells y El día de los trífidos de John Wyndham.
Ambos eran perfectamente accesibles a la mayor parte del público de su época. Los escritores de
ciencia ficción de ahora no hacen esto; en su lugar, protestan de forma proteccionista cuando
escritores que no son de ciencia ficción llenan este espacio que ellos han dejado libre.
Será algo difícil de hacer para los escritores de ciencia ficción. Lo sé porque lo he intentado
yo mismo, y he fallado.
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