<< Volver

(nota: es posible que algunas imágenes y/o enlaces no funcionen)

Este artículo ha sido leído 12737 veces

   Por Iván Fernández Balbuena (cebra)

   Un poco de Historia.

   Pues aunque parezca mentira jamás había estado en una Hispacón, un pecado imperdonable para alguien que lleva en ésto desde los doce años. Pero aprovechando que este año tocaba en Madrid, cerquita de casa, me dije: "De ésta no pasa, en el 2003 nos estrenamos". Por desgracia, el voluntarioso grupo de aficionados de Alcalá de Henares que se encargaba de organizar la Complucón 2003 acabó tirando la toalla. Mi gozo en un pozo, pensé. Y como yo un buen puñado de aficionados de todo el país que esperaba con ilusión este momento.

 

Vista interior del centro cultural,
con un par de camisetas naranjas

 

   Pero, como en las pelis de toda la vida, al final apareció el 7º de caballería al rescate. Un grupo de aficionados de Madrid y alrededores, encabezado por Julián Díez y formado por gente como Alberto García Teresa, Fidel Insúa, Francisco José Suñer Iglesias (sí, el webmaster del Sitio de Ciencia Ficción), Santiago Eximeno, Daniel Gonzalo (también conocido como Dgonzalod) y David Fernández (¡Ejem! Dios), decidió echarle narices a la vida y lanzarse de lleno a organizar la Hispacón, contando con muy poco tiempo y menos medios aún.

   Así nació Xatafi 2003, una Convención de compromiso y que más de uno dio por fracasada antes de empezar, pero que, personalmente, creo que ha sido de las de mayor éxito, tanto por número de participantes (unos 400) como por la gran cantidad de innovaciones que tuvieron lugar.

   El carácter de precariedad y falta de tiempo con el que se organizaron las cosas explica el que mucho tuvo que fiarse a la buena voluntad y a la imaginación antes que a los medios o el presupuesto. De esa forma no se pudo disponer de ningún lujoso Palacio de Congresos ni de invitados de relumbrón. Pero, increíblemente, esto más que un handicap acabó resultando casi una virtud. Algo se le podría criticar al equipo organizador pero creo que elegir esa opción sería tremendamente injusto. Repito, para la falta de tiempo y de dinero las cosas salieron mejor que bien, y lo que no fue como todos hubiésemos deseado es perfectamente justificable a lo visto de las condiciones imperantes ya explicadas.

   Getafe, ciudad del sur.

   Pero vayamos por partes. La Hispacón en sí tuvo lugar los días 17, 18 y 19 de Octubre en Getafe, una gran ciudad dormitorio a las afueras de Madrid. De principio el nombre ya fue un acierto. Xatafi (la denominación árabe de la ciudad) resulta evocador, exótico, misterioso y tolerante. Muchas de las virtudes que hacen que amemos a esta literatura fantástica nuestra.

   El sitio elegido para reunir al fandom fue el Centro Cultural Juan de la Cierva, un práctico lugar que no se cerró para nuestro disfrute sino que tuvimos que compartir con el resto de sus usuarios, lo que provocaba situaciones bastante pintorescas al mezclar en alegre algarabía fandomitas de pro con chavales que acudían a su clase vespertina de inglés, jubilados que se daban una vuelta a ver lo que había y asociaciones de vecinos que estaban enfrascadas en un mitin mañanero contra el ayuntamiento, la comunidad o Dios sabe qué demonios de más allá de Mordor. El efecto resultante era bastante ruidoso y peculiar, pero ¿quién sabe? Quizás más de un despistado acabó descubriendo las delicias de la ciencia ficción al vernos pulular por ahí.

 

Salón de actos a las 11 de la mañana

 

   Para los actos de Xatafi se habilitaron una serie de espacios de dicho centro. El más importante fue el Salón de Actos, espacioso y perfecto para conferencias y mesas redondas. Con la misma función se acondicionó una Sala de Exposiciones mucho más pequeña (en alguna ocasión la gente se quedó de pie) y con una acústica espantosa. Además, en otra sala similar se situó el cine (televisión y vídeo, tampoco nos pensemos en lujos asiáticos), y en el hall de entrada se ubicaron los diferentes puestos de la organización, las editoriales y las librerías donde poder encontrar las últimas novedades o ese incunable que uno llevaba siglos buscando.

   Ya desde el primer día la gente comentaba lo animado que estaba el tema y la gran cantidad de personas que habían acudido. Las razones para este primer éxito pueden ser, sobre todo, geográficas. A fin de cuentas Madrid está en el centro de España y es un sitio más asequible para que pueda llegar gente de cualquier provincia. Pero yo prefiero darle otra explicación. David (el Cyber para la mayoría) fue uno de los promotores de esta descabellada pero atractiva aventura y la capacidad de nuestra querida página para convocar gente es impresionante (y si no que alguno recuerde la Asturcón). Mucha gente se planteó esta Hispacón como un lugar donde al fin poner cara a ese amigo/a electrónico con el que llevamos mucho tiempo hablando pero que aún no conocemos físicamente. Y, además, no podemos olvidar a muchos afiliados a la página que se prestaron voluntarios para llevar adelante trabajos engorrosos, aburridos o cansados pero no por ello menos importantes (y desde aquí un saludo cariñoso a Rinoa y Magrat. Sí, va por vosotras, entre otros).

   Hispacón: Guía de Uso.

 

El puesto de Cyberdark,
bien defendido por Cyber y Rinoa

 

   Pero bueno, una vez que nos hemos plantado en la Hispacón ¿qué hacemos? Las posibilidades son múltiples. Se puede pasar uno a ver los muchos libros que hay a la vista, nuevos y viejos, y llorar porque el día anterior no nos hubiese tocado la lotería. Se puede intentar votar el premio Ignotus, y digo bien intentar porque para los más novatos el sistema de votación era más complejo que el de las papeletas mariposa, ésas que le dieron la victoria a Bush en Florida. También se puede escudriñar la acreditación de cada uno para saber quién es quién y descubrir así a amiguetes de la página o verte sorprendido por frases como "¿Tú eres cebra? Te imaginaba de otra manera" (sustitúyase mi nombre por el de cualquiera, la frase se debió de repetir como doce mil veces). Se puede uno acercar a visitar a nuestro David, que saludaba a sus huestes desde uno de los stands y que estaba poniéndose las botas a vender camisetas. Por cierto, las naranjas arrasaron seguidas de cerca por las negras (además de frikis horteras, si es que no tenemos remedio). La cosa llegó a tal punto que no hacía ni falta mirar acreditaciones para descubrir a "uno de los nuestros". Aquello se empezaba a parecer al anuncio de Kas: "¿Y tú de quién eres? De Cyberdark".

   Otra posibilidad es ver en qué consiste esa bolsita que nos han dado al ir a recoger nuestra credencial. Veamos, unos cuantos folletos y marca páginas, varios fanzines y... ¡Dios mío! ¡Un ejemplar de Sangre de Dragón, cortesía de Gigamesh! Lo siguiente es buscar una silla para recuperarse de la impresión y para escuchar a los de Barcelona decir: "Pues vaya, con éste ya tengo dos".

   Por supuesto, se puede acechar a la caza y captura de ese escritor al que admiramos para que nos firme una de sus novelas. Y desde aquí no puedo dejar de recordar la entrañable escena de todo un Domingo Santos (el abuelo de este invento) firmando un Nebulae 1ª Época (sacado de alguna ignota librería de viejo) a un ilusionado fan (y os aseguro que éste no tenía quince años precisamente. Ni Bisbal triunfa de tal manera).

   Pero sobre todo, lo que se hace en una Convención es el noble deporte del "pasilleo" ¿Que qué es eso? Fácil. Pasarte horas y horas de pie hablando de ciencia ficción con el primero que tienes a mano. Sí, ya sé, se estaría más cómodo en un bar sentaditos delante de una cañita. Pero por alguna regla no escrita eso no se hace. Hay que estar de pie y aguantar como un jabato. Quizás ahí tengamos la explicación del hermanamiento entre aficionados, dos o tres horas de pie sufriendo de juanetes unen cantidad. ¡Ah! Por cierto, para los más sátiros. Si alguien va a una Hispacón con ánimo de ligar que se busque otro sitio. Como bien reza uno de los refranes del fandom "Echar un casquete aquí sí que es ciencia ficción". Bromas aparte, se comprobó una vez más que el número de féminas, aunque en aumento, sigue siendo escaso. Asco de género tan para hombres, así no hay quién se eche novio/a con el oscuro propósito de fusionar macrobibliotecas. Que si hubiese tenido a mano a Pistolpep bien que le hubiera tirado los tejos. Por el interés, por supuesto.

 

Luis Alberto de Cuenca en
inmejorable compañía

 

   O podemos ir a la Inauguración de la Convención y descubrir que ésta la lleva a cabo Luis Alberto de Cuenca, Secretario de Estado de Cultura. Vale, al tío siempre le ha gustado el fantástico y ha prologado varios clásicos, pero no deja de impresionar que el principal mandamás de la cosa cultural de España se anime a participar en este sarao. No, si al final no vamos a ser tan raritos.

   Mesas redondas, conferencias y otras cosas sesudas.

   Claro que, una vez que se han acabado todas estas posibilidades, si aún se tienen ganas, se puede acudir a los actos típicos de estas convenciones. Por ejemplo a las mesas redondas donde un puñado de escritores, editores, aficionados conocidos e ilustres desconocidos se dedican a charlar sobre lo humano y lo divino, tirarse los trastos a la cabeza o aburrir al personal (a veces hasta consiguen hacer todo eso a la vez). Y el público en estos casos no es un espectador pasivo. Al final llega el popular turno de preguntas y os puedo asegurar que algunos del patio de butacas tienen más mala uva, sesera y desparpajo que muchos de los ponentes. Así que, en general, la cosa suele estar bastante animada y, de vez en cuando, se veía a algún miembro de la organización suplicando y al borde del ataque de nervios que dejásemos de discutir sobre las desinencias del quenya respecto al sindarin porque se nos echaba el tiempo encima y los de la siguiente mesa redonda estaban ya que mordían de impaciencia.

   En total se realizaron quince de estos espectáculos, algunos simultáneamente, lo que unido al deporte del "pasilleo" hizo imposible acudir a todas. En ellas participaron muchos de nuestros contertulios habituales como David, Nacho, Fidel o yo mismo. En otras gente de renombre y prestigio como los escritores José Antonio Cotrina, Daniel Mares, Javier Negrete, Juan Miguel Aguilera, Eduardo Vaquerizo, César Mallorquí, Rodolfo Martínez, José María Merino, Lorenzo Silva, José Carlos Somoza, Ángel Torres Quesada, José Miguel Pallarés, Daniel Mares, Domingo Santos, M. John Harrison y Víctor Conde; los editores Francisco García Lorenzana, Luis G. Prado y Juan Carlos Poujade; los críticos y ensayistas Alberto Cairo, Cristóbal Pérez-Casterejón, J. L. Canalda, Fernando Ángel Moreno y Juan Manuel Santiago; y los Webmasters Francisco José Suñer Iglesias y Javier Romero.

 

El resurgir de la fantasía épica.
De izquierda a derecha:
Javier Negrete, Álex Vidal, Fidel Insúa,
Iván Fernández y Eugenio Sánchez.

 

   Por poner algún ejemplo de lo que allí ocurrió, citemos algunas discusiones. Una de las primeras fue la de "La resurrección de la fantasía heroica", en la que todos estuvimos de acuerdo en que gracias a libros como los de Negrete, Sapkowski o Martin se está viviendo un auténtico renacimiento de este subgénero. O la de "El ensayo de ciencia ficción", a priori un tanto árida pero que acabó teniendo bastante ritmo gracias a las intervenciones de Cristóbal Pérez-Castrejón y al recurrente debate sobre soft y hard (lástima que Alejo Cuervo no hubiese parecido por allí para contarnos cosas de la nueva colección que piensa crear en breve sobre este tema). Personalmente me fascinó la titulada "La literatura fantástica y de ciencia ficción vista desde fuera", donde un grupo de escritores de literatura fantástica no de género explicaron, desde el cariño y el respeto, como se ven las cosas desde el otro lado de la barrera, en un sano ejercicio de autocrítica necesario para huir del ombliguismo que tanto nos afecta.

   Tampoco estuvo mal la que se llevó a cabo sobre la ciencia ficción anglosajona (¡Ah, el Imperio!), más que nada por la heterogénea mezcolanza de Domingo Santos junto a M. John Harrison y un par de escritores norteamericanos afincados en España (Lawrence Schmiel y Sue Burke). Una cosa nos quedó clara. Salvo honrosas excepciones, a la mayoría de los editores, escritores y lectores de E.E.U.U. les trae al pairo lo que se escribe fuera de su país. Por último, no puedo dejar de mencionar la de título más divertido: "Porque yo aquí he venido a hablar de mi libro: editores y escritores tirándose los trastos a la cabeza", que fue mucho más pacífica de lo que originalmente prometía y me llevó a reflexionar que o bien ambos grupos disimulan de escándalo o sus relaciones son bastante plácidas.

 

De izquierda a derecha:
Jaume Carreras, Francisco José Suñer
Iglesias, Javier Romero, Víctor Conde
y David Fernández

 

   Mención aparte merece aquélla en la que se discutió sobre las nuevas posibilidades que para el fandom abre internet y en la que estuvieron presentes, entre otros, los webmasters de páginas tan importantes como Stardust, El Sitio de Ciencia Ficción y ¡Tachán, Tachán! Cyberdark. Quizás sea por cariño o simpatía pero creo que el que mejor estuvo fue nuestro David. Arrancó con un modesto: "A mí es que se me da muy mal hablar delante de tanta gente", para acto seguido desmentir semejante afirmación. Vaya pico de oro que tiene el jefe, y vaya ideas más incendiarias. A más de uno casi le dio un síncope cuando afirmó cosas como que "el fanzine de papel está muerto" o "internet no es el medio, es el fin". Se podrá estar más o menos de acuerdo con él pero es difícil no rendirse ante su tozudo convencimiento.

   Una modalidad muy parecida es la de las conferencias, sólo que aquí el show lo encarna una sola persona, aunque luego el público se comporta igual que en las mesas redondas. De las muchas que hubo destacaría el ciclo de los clásicos de la ciencia ficción, ya realizada en otras ocasiones, y que reunió a Alberto Cairo (Solaris), Juan Manuel Santiago (1984) y Rafael Marín (Dune); y la que versó sobre la invisibilidad, llevada adelante por Cristóbal Pérez-Castrejón (que ganaría esa misma noche y por segunda vez el premio Ignotus de ensayo).

   Toda Convención que se precie ha de tener sus invitados de honor, para que nos deleiten con sus batallitas, firmen libros y se mezclen entre el público (o no, que los hay muy suyos). Este año tal galardón les correspondió a los españoles Javier Negrete y Ángel Torres Quesada, y al británico M. John Harrison. De Negrete y Quesada poco se puede decir que cualquier aficionado español no conozca. Yo únicamente destacaría un par de aspectos: son amables, accesibles y muy agradables, ni rastro de endiosamiento ni nada por el estilo.

 

Harrison flanqueado por Luis G. Prado
y su hermano en el puesto de Bibliópolis

 

   El caso de Harrison es un poco distinto. En su país se trata de autor de prestigio y aquí es un ilustre desconocido que está empezando a hacerse un nombre gracias a su última novela, Luz. Y aunque la barrera del idioma siempre es importante, he de decir que el tipo cumplió ante el personal. Relajado, amable e inteligente, su charla coloquio fue una delicia y su posterior firma de libros multitudinaria. Asimismo se convirtió en un personaje más que asequible y ya ha sido contado en otro lugar cómo se mezcló de forma casual y espontánea con un grupo de cyberdarkianos que estábamos cenando cerca del Centro Cultural. Sobre la aventura posterior de Nacho, Nasandi y Harrison para llevar a éste a su hotel prefiero no decir nada. Fue tan surrealista que seguro que acaba apareciendo de una forma u otra en alguno de sus libros.

 

El tesoro más preciado
en buenas manos

 

   Otro evento que también gusta mucho es la presentación de novedades. Editoriales como Bibliópolis, Gigamesh, AJEC, Robel, Silente o Espiral se lanzaron a mostrarnos lo último de su producción. A estas alturas la mayoría ya están en nuestras librerías, pero aquí tuvimos ocasión de ver por primera vez Choque de reyes de Martin, Teranesia de Egan, el ya mencionado Luz de Harrison o Las fuentes perdidas de Cotrina. Y también descubrimos que la popular revista Gigamesh se pasa al formato libro. Eso sí, se echó de menos a algún peso pesado como Minotauro o a alguna joven promesa como Pulp.

   En cuanto a la sala de cine, ésta sirvió sobre todo para conocer joyas desconocidas por falta de distribución o antigüedad. De las once que se vieron destacaron las siguientes: una de las últimas versiones japonesa de Godzilla; La vida futura, una adaptación de Wells de 1936, considerada la respuesta anglosajona a Metrópolis; Wiedzim, la adaptación polaca de la saga de Geralt de Rivia; la incompleta y antigua versión en dibujos animados de El Señor de los Anillos; La mujer en la Luna de Lang; La torre de los siete jorobados, para alguno el mejor fantástico español, rodada en 1946; y un film inédito de Peter Jackson: Meet the feebles.

   Vamos a ser originales: las novedades.

   Ahora bien, Xatafi quizás sea recordado por la introducción de dos tipos de actos realizados por primera vez en una Hispacón. Uno fue la lectura por parte de varios autores de un pasaje de su obra. Los valientes fueron Carlos Castrosín, Rodolfo Martínez, Javier Negrete, Rafael Marín, Juan Miguel Aguilera y Ángel Torres Quesada. Una idea divertida y curiosa que debió de deleitar a más de un fetichista.

   Pero la gran novedad fue el llamado Xatafi Virtual. Con gente como David Fernández y Francisco José Suñer Iglesias por allí estaba claro que el tema informático iba a jugar un papel destacado. Primero fue la creación de una página web aún visitable. Pero eso era demasiado sencillo, así que se animaron a la creación de una especie de Convención por Internet. A lo largo de toda la Hispacón veintitrés voluntarios se pusieron delante del ordenador y respondieron a preguntas y comentarios de todo el mundo (literalmente) a través de la red. El fuego lo abrió días antes, a modo de prueba, nuestro querido Odemlo. Y por allí pasarían escritores, organizadores, editores y demás fauna.

   Otro momento de gran interés fue la gran cena del sábado, esa tradicional ceremonia de hermanamiento entre todos los asistentes y donde se fallan los premios Gabriel, Domingo Santos, el Melocotón Mecánico e Ignotus. Bueno, me imagino que casi todos conoceréis el resultado final. Las opiniones al respecto son tan personales como variadas. Yo sólo puedo añadir que en nuestra mesa (sí, los cyberdarkianos formamos etnia aparte, gregarios que somos) hubo una cierta desilusión al perder el Ignotus a mejor pagina Web, que fue a parar a manos de Trantor. Pero como dijo David, que curiosamente fue uno de los que mejor se lo tomó, somos jóvenes, es sólo cuestión de tiempo.

   Y, al final, Xatafi acabó. Llegó el momento de las despedidas, los besos, los adioses y el descanso. En especial para los benditos de la organización, que alguno estaba al límite de sus fuerzas. Pero, a pesar de la tristeza de algunos y el cansancio de muchos, el grito final fue casi unánime: "El año que viene en Cádiz". Allí nos vemos.

   Link a la página de Xatafi http://www.xatafi.tk/

   Los premios Ignotus del 2003 http://foros.cyberdark.net/nforos2.php3?cod=9&mens=382718

 

@2003 Iván Fernández Balbuena (cebra) para cYbErDaRk.NeT
Prohibida la reproducción sin permiso expreso del autor

    

2004-02-20 17:26   Cromus
Oye, pues muy bien. Te ha quedado una cronica la mar de interesante. Pero que te conste que es Cristóbal Pèrez-Castejón, no Casterejon ni Castrejon ;-)
2003-12-28 01:10   Latino
Soy uno de los que participaron en Xatafi virtual desde sudamerica, y me agradó mucho esta experiencia. Creo que la internet, bien utilizada como en este caso, realmente contribuye a que "fluya la información".
El Xatafi virtual demuestra además que, querámoslo o no, somos una comunidad hispanoamericana que, unida, sería una potencia intelectual.
Otra cosa que he comprobado, es que dependemos unos de otros para muchas cosas, especialmente para publicar y leernos. Empieza a surgir un fandom mas organizado en España, con autores y editoriales dedicadas exclusivamente al género. Imagínense eso multiplicado por los miembro del fandom de Perú, Mexico, Argentina, Bolivia, Guatemala... la cantidad de autores nuevos, de experiencias nuevas... el Xatafi virtual fue una buena (excelente) manera de irnos conociendo un poco más... que no quede ahí el esfuerzo.
Felicitaciones a los organizadores.
2003-12-23 17:50   db105
Buen artículo. De forma breve, creo que da una buena idea al que no ha estado allí de cómo era aquello.

Xatafi ha sido la primera vez que me he pasado por una Hispacon, aprovechando la cercanía con Madrid. Por desgracia sólo pude estar un rato el viernes.

Evidentemente, es una cosa humilde, llevada adelante con mucho cariño y buena voluntad por parte de los organizadores, que creo que se merecen un monumento por el buen trabajo que hicieron en tan poco tiempo.

Ha sido genial ver a tantos escritores y editores de nuestro país de los que antes sólo conocía el nombre. Me encantaron las mesas redondas a las que pude asistir. Muy bien el precio ridículamente bajo. Sin pagar se puede asistir, pero pagando se puede votar en los Ignotus y te dan un kit de bienvenida cuya estrella era la novela corta de George R. R. Martin que se menciona en el artículo, amablemente cedida por Gigamesh, además de ejemplares gratuitos de varias revistas.

Lo único que fue peor de lo que imaginaba fueron los puestos de libros. No sé por qué, yo me había imaginado que allí estarían todas las editoriales con numerosos libros (no sólo novedades) y la cosa no fue tan así. En una librería especializada (o en una gran librería generalista) se encuentra mucha más oferta. Pero claro, no son tantos visitantes, y las editoriales que tenían puestos era más como gesto hacia el fandom, más que como negocio. Genial las que estuvieron, eso sí.

De todas formas, muy bien en general, y sólo siento no haber podido estar los tres días.
2003-12-22 14:47   jmazarias
Me gustó bastante el artículo y Xatafi también.

A destacar en Xatafi cómo se lo curraron varios de los miembros de la organización como Santi Eximeno, Julián Díez o Alberto García Teresa...
2003-12-22 14:27   cloudXXI
Bueno parece ser que estuvo bastante bien, me alegro. Yo fuí el año pasado a Barcelona y fue una desilusión.
2003-12-20 19:28   yarhel
Interesante y amena crónica de Xatafi. Gracias Cebra y lástima no haber podido estar allí.