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Por Iván Fernández Balbuena (cebra)
Un poco de Historia.
Pues aunque parezca mentira jamás había estado en una Hispacón,
un pecado imperdonable para alguien que lleva en ésto desde los doce años. Pero
aprovechando que este año tocaba en Madrid, cerquita de casa, me dije: "De ésta no pasa,
en el 2003 nos estrenamos". Por desgracia, el voluntarioso grupo de aficionados de
Alcalá de Henares que se encargaba de organizar la Complucón 2003 acabó tirando la
toalla. Mi gozo en un pozo, pensé. Y como yo un buen puñado de aficionados de todo el
país que esperaba con ilusión este momento.
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Vista interior del centro cultural, con un par de camisetas naranjas |
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Pero, como en las pelis de toda la vida, al final apareció el
7º de caballería al rescate. Un grupo de aficionados de Madrid y alrededores, encabezado
por Julián Díez y formado por gente como Alberto García Teresa, Fidel Insúa, Francisco
José Suñer Iglesias (sí, el webmaster del
Sitio de Ciencia Ficción), Santiago
Eximeno, Daniel Gonzalo (también conocido como Dgonzalod) y David Fernández
(¡Ejem! Dios), decidió echarle narices a la vida y lanzarse de lleno a organizar la
Hispacón, contando con muy poco tiempo y menos medios aún.
Así nació Xatafi 2003, una Convención de compromiso
y que más
de uno dio por fracasada antes de empezar, pero que, personalmente, creo
que ha sido de las de mayor éxito, tanto por número de participantes
(unos 400) como por la gran cantidad de innovaciones que tuvieron
lugar.
El carácter de precariedad y falta de tiempo con el que se
organizaron las cosas explica el que mucho tuvo que fiarse a la buena voluntad y a la
imaginación antes que a los medios o el presupuesto. De esa forma no se pudo disponer
de ningún lujoso Palacio de Congresos ni de invitados de relumbrón. Pero, increíblemente,
esto más que un handicap acabó resultando casi una virtud. Algo se le podría
criticar al equipo organizador pero creo que elegir esa opción sería tremendamente
injusto. Repito, para la falta de tiempo y de dinero las cosas salieron mejor que bien,
y lo que no fue como todos hubiésemos deseado es perfectamente justificable a lo visto
de las condiciones imperantes ya explicadas.
Getafe, ciudad del sur.
Pero vayamos por partes. La Hispacón en sí tuvo lugar los días
17, 18 y 19 de Octubre en Getafe, una gran ciudad dormitorio a las afueras de Madrid.
De principio el nombre ya fue un acierto. Xatafi (la denominación árabe de la ciudad)
resulta evocador, exótico, misterioso y tolerante. Muchas de las virtudes que hacen que
amemos a esta literatura fantástica nuestra.
El sitio elegido para reunir al fandom fue el Centro
Cultural Juan de la Cierva, un práctico lugar que no se cerró para nuestro disfrute sino
que tuvimos que compartir con el resto de sus usuarios, lo que provocaba situaciones
bastante pintorescas al mezclar en alegre algarabía fandomitas de pro con chavales que
acudían a su clase vespertina de inglés, jubilados que se daban una vuelta a ver lo que
había y asociaciones de vecinos que estaban enfrascadas en un mitin mañanero contra el
ayuntamiento, la comunidad o Dios sabe qué demonios de más allá de Mordor. El efecto
resultante era bastante ruidoso y peculiar, pero ¿quién sabe? Quizás más de un
despistado acabó descubriendo las delicias de la ciencia ficción al vernos pulular por
ahí.
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Salón de actos a las 11 de la mañana |
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Para los actos de Xatafi se habilitaron una serie de espacios
de dicho centro. El más importante fue el Salón de Actos, espacioso y perfecto para
conferencias y mesas redondas. Con la misma función se acondicionó una Sala de
Exposiciones mucho más pequeña (en alguna ocasión la gente se quedó de pie) y con una
acústica espantosa. Además, en otra sala similar se situó el cine (televisión y vídeo,
tampoco nos pensemos en lujos asiáticos), y en el hall de entrada se ubicaron los
diferentes puestos de la organización, las editoriales y las librerías donde poder
encontrar las últimas novedades o ese incunable que uno llevaba siglos buscando.
Ya desde el primer día la gente comentaba lo animado que
estaba el tema y la gran cantidad de personas que habían acudido. Las razones para este
primer éxito pueden ser, sobre todo, geográficas. A fin de cuentas Madrid está en el
centro de España y es un sitio más asequible para que pueda llegar gente de cualquier
provincia. Pero yo prefiero darle otra explicación. David (el Cyber para la mayoría)
fue uno de los promotores de esta descabellada pero atractiva aventura y la capacidad
de nuestra querida página para convocar gente es impresionante (y si no que alguno
recuerde la Asturcón). Mucha gente se planteó esta Hispacón como un lugar donde al fin
poner cara a ese amigo/a electrónico con el que llevamos mucho tiempo hablando pero que
aún no conocemos físicamente. Y, además, no podemos olvidar a muchos afiliados a la
página que se prestaron voluntarios para llevar adelante trabajos engorrosos, aburridos
o cansados pero no por ello menos importantes (y desde aquí un saludo cariñoso a Rinoa y
Magrat. Sí, va por vosotras, entre otros).
Hispacón: Guía de Uso.
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El puesto de Cyberdark, bien defendido por Cyber y Rinoa |
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Pero bueno, una vez que nos hemos plantado en la Hispacón
¿qué hacemos? Las posibilidades son múltiples. Se puede pasar uno a ver los muchos
libros que hay a la vista, nuevos y viejos, y llorar porque el día anterior no nos
hubiese tocado la lotería. Se puede intentar votar el premio Ignotus, y digo bien
intentar porque para los más novatos el sistema de votación era más complejo que el de
las papeletas mariposa, ésas que le dieron la victoria a Bush en Florida. También se
puede escudriñar la acreditación de cada uno para saber quién es quién y descubrir así
a amiguetes de la página o verte sorprendido por frases como "¿Tú eres cebra? Te
imaginaba de otra manera" (sustitúyase mi nombre por el de cualquiera, la frase se debió
de repetir como doce mil veces). Se puede uno acercar a visitar a nuestro David, que
saludaba a sus huestes desde uno de los stands y que estaba poniéndose las botas a
vender camisetas. Por cierto, las naranjas arrasaron seguidas de cerca por las negras
(además de frikis horteras, si es que no tenemos remedio). La cosa llegó a tal punto
que no hacía ni falta mirar acreditaciones para descubrir a "uno de los nuestros".
Aquello se empezaba a parecer al anuncio de Kas: "¿Y tú de quién eres? De Cyberdark".
Otra posibilidad es ver en qué consiste esa bolsita que nos han
dado al ir a recoger nuestra credencial. Veamos, unos cuantos folletos y marca páginas,
varios fanzines y... ¡Dios mío! ¡Un ejemplar de Sangre de Dragón, cortesía
de Gigamesh! Lo siguiente es buscar una silla para recuperarse de la impresión y para
escuchar a los de Barcelona decir: "Pues vaya, con éste ya tengo dos".
Por supuesto, se puede acechar a la caza y captura de ese
escritor al que admiramos para que nos firme una de sus novelas. Y desde aquí no puedo
dejar de recordar la entrañable escena de todo un Domingo Santos (el abuelo de este
invento) firmando un Nebulae 1ª Época (sacado de alguna ignota librería de viejo) a un
ilusionado fan (y os aseguro que éste no tenía quince años precisamente. Ni Bisbal
triunfa de tal manera).
Pero sobre todo, lo que se hace en una Convención es el noble
deporte del "pasilleo" ¿Que qué es eso? Fácil. Pasarte horas y horas de pie hablando de
ciencia ficción con el primero que tienes a mano. Sí, ya sé, se estaría más cómodo en un
bar sentaditos delante de una cañita. Pero por alguna regla no escrita eso no se hace.
Hay que estar de pie y aguantar como un jabato. Quizás ahí tengamos la explicación del
hermanamiento entre aficionados, dos o tres horas de pie sufriendo de juanetes unen
cantidad. ¡Ah! Por cierto, para los más sátiros. Si alguien va a una Hispacón con ánimo
de ligar que se busque otro sitio. Como bien reza uno de los refranes del fandom
"Echar un casquete aquí sí que es ciencia ficción". Bromas aparte, se comprobó una vez
más que el número de féminas, aunque en aumento, sigue siendo escaso. Asco de género
tan para hombres, así no hay quién se eche novio/a con el oscuro propósito de fusionar
macrobibliotecas. Que si hubiese tenido a mano a Pistolpep bien que le hubiera tirado
los tejos. Por el interés, por supuesto.
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Luis Alberto de Cuenca en inmejorable compañía |
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O podemos ir a la Inauguración de la Convención y descubrir que
ésta la lleva a cabo Luis Alberto de Cuenca, Secretario de Estado de Cultura. Vale, al
tío siempre le ha gustado el fantástico y ha prologado varios clásicos, pero no deja de
impresionar que el principal mandamás de la cosa cultural de España se anime a
participar en este sarao. No, si al final no vamos a ser tan raritos.
Mesas redondas, conferencias y otras cosas sesudas.
Claro que, una vez que se han acabado todas estas posibilidades,
si aún se tienen ganas, se puede acudir a los actos típicos de estas convenciones. Por
ejemplo a las mesas redondas donde un puñado de escritores, editores, aficionados
conocidos e ilustres desconocidos se dedican a charlar sobre lo humano y lo divino,
tirarse los trastos a la cabeza o aburrir al personal (a veces hasta consiguen hacer
todo eso a la vez). Y el público en estos casos no es un espectador pasivo. Al final
llega el popular turno de preguntas y os puedo asegurar que algunos del patio de butacas
tienen más mala uva, sesera y desparpajo que muchos de los ponentes. Así que, en
general, la cosa suele estar bastante animada y, de vez en cuando, se veía a algún
miembro de la organización suplicando y al borde del ataque de nervios que dejásemos de
discutir sobre las desinencias del quenya respecto al sindarin porque se
nos echaba el tiempo encima y los de la siguiente mesa redonda estaban ya que mordían
de impaciencia.
En total se realizaron quince de estos espectáculos, algunos
simultáneamente, lo que unido al deporte del "pasilleo" hizo imposible acudir a todas.
En ellas participaron muchos de nuestros contertulios habituales como David, Nacho,
Fidel o yo mismo. En otras gente de renombre y prestigio como los escritores José
Antonio Cotrina, Daniel Mares, Javier Negrete, Juan Miguel Aguilera, Eduardo Vaquerizo,
César Mallorquí, Rodolfo Martínez, José María Merino, Lorenzo Silva, José Carlos Somoza,
Ángel Torres Quesada, José Miguel Pallarés, Daniel Mares, Domingo Santos, M. John
Harrison y Víctor Conde; los editores Francisco García Lorenzana, Luis G. Prado y Juan
Carlos Poujade; los críticos y ensayistas Alberto Cairo, Cristóbal Pérez-Casterejón,
J. L. Canalda, Fernando Ángel Moreno y Juan Manuel Santiago; y los Webmasters Francisco José Suñer Iglesias y
Javier Romero.
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El resurgir de la fantasía épica. De izquierda a derecha:
Javier Negrete, Álex Vidal, Fidel Insúa, Iván Fernández y Eugenio Sánchez. |
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Por poner algún ejemplo de lo que allí ocurrió, citemos algunas
discusiones. Una de las primeras fue la de "La resurrección de la fantasía heroica", en
la que todos estuvimos de acuerdo en que gracias a libros como los de Negrete, Sapkowski
o Martin se está viviendo un auténtico renacimiento de este subgénero. O la de "El
ensayo de ciencia ficción", a priori un tanto árida pero que acabó teniendo bastante
ritmo gracias a las intervenciones de Cristóbal Pérez-Castrejón y al recurrente debate
sobre soft y hard (lástima que Alejo Cuervo no hubiese parecido por allí
para contarnos cosas de la nueva colección que piensa crear en breve sobre este tema).
Personalmente me fascinó la titulada "La literatura fantástica y de ciencia ficción
vista desde fuera", donde un grupo de escritores de literatura fantástica no de género
explicaron, desde el cariño y el respeto, como se ven las cosas desde el otro lado de
la barrera, en un sano ejercicio de autocrítica necesario para huir del
ombliguismo que tanto nos afecta.
Tampoco estuvo mal la que se llevó a cabo sobre la ciencia
ficción anglosajona (¡Ah, el Imperio!), más que nada por la heterogénea mezcolanza de
Domingo Santos junto a M. John Harrison y un par de escritores norteamericanos afincados
en España (Lawrence Schmiel y Sue Burke). Una cosa nos quedó clara. Salvo honrosas
excepciones, a la mayoría de los editores, escritores y lectores de E.E.U.U. les trae
al pairo lo que se escribe fuera de su país. Por último, no puedo dejar de mencionar la
de título más divertido: "Porque yo aquí he venido a hablar de mi libro: editores y
escritores tirándose los trastos a la cabeza", que fue mucho más pacífica de lo que
originalmente prometía y me llevó a reflexionar que o bien ambos grupos disimulan de
escándalo o sus relaciones son bastante plácidas.
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De izquierda a derecha:
Jaume Carreras, Francisco José Suñer
Iglesias, Javier Romero, Víctor Conde
y David Fernández |
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Mención aparte merece aquélla en la que se discutió sobre las
nuevas posibilidades que para el fandom abre internet y en la que estuvieron
presentes, entre otros, los webmasters de páginas tan importantes como
Stardust,
El Sitio de Ciencia Ficción y
¡Tachán, Tachán! Cyberdark. Quizás sea por cariño o simpatía pero creo que el que mejor
estuvo fue nuestro David. Arrancó con un modesto: "A mí es que se me da muy mal hablar
delante de tanta gente", para acto seguido desmentir semejante afirmación. Vaya pico de
oro que tiene el jefe, y vaya ideas más incendiarias. A más de uno casi le dio un
síncope cuando afirmó cosas como que "el fanzine de papel está muerto" o
"internet no es el medio, es el fin". Se podrá estar más o menos de acuerdo con él pero
es difícil no rendirse ante su tozudo convencimiento.
Una modalidad muy parecida es la de las conferencias, sólo que
aquí el show lo encarna una sola persona, aunque luego el público se comporta igual que
en las mesas redondas. De las muchas que hubo destacaría el ciclo de los
clásicos de la ciencia ficción,
ya realizada en otras ocasiones, y que reunió a Alberto Cairo (Solaris), Juan
Manuel Santiago (1984) y Rafael Marín (Dune); y la que versó sobre la
invisibilidad, llevada adelante por Cristóbal Pérez-Castrejón (que ganaría esa misma
noche y por segunda vez el premio Ignotus de ensayo).
Toda Convención que se precie ha de tener sus invitados de
honor, para que nos deleiten con sus batallitas, firmen libros y se mezclen entre el
público (o no, que los hay muy suyos). Este año tal galardón les correspondió a los
españoles Javier Negrete y Ángel Torres Quesada, y al británico M. John Harrison. De
Negrete y Quesada poco se puede decir que cualquier aficionado español no conozca. Yo
únicamente destacaría un par de aspectos: son amables, accesibles y muy agradables, ni
rastro de endiosamiento ni nada por el estilo.
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Harrison flanqueado por Luis G. Prado
y su hermano en el puesto de Bibliópolis |
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El caso de Harrison es un poco distinto. En su país se trata de
autor de prestigio y aquí es un ilustre desconocido que está empezando a hacerse un
nombre gracias a su última novela, Luz.
Y aunque la barrera del idioma siempre es importante, he de decir que el tipo cumplió
ante el personal. Relajado, amable e inteligente, su charla coloquio fue una delicia y
su posterior firma de libros multitudinaria. Asimismo se convirtió en un personaje más
que asequible y ya ha sido contado en otro lugar cómo se mezcló de forma casual y
espontánea con un grupo de cyberdarkianos que estábamos cenando cerca del Centro
Cultural. Sobre la aventura posterior de Nacho, Nasandi y Harrison para llevar a éste
a su hotel prefiero no decir nada. Fue tan surrealista que seguro que acaba apareciendo
de una forma u otra en alguno de sus libros.
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El tesoro más preciado en buenas manos |
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Otro evento que también gusta mucho es la presentación de
novedades. Editoriales como Bibliópolis, Gigamesh, AJEC, Robel, Silente o Espiral se
lanzaron a mostrarnos lo último de su producción. A estas alturas la mayoría ya están en
nuestras librerías, pero aquí tuvimos ocasión de ver por primera vez
Choque de reyes de Martin, Teranesia de Egan, el ya mencionado Luz
de Harrison o Las fuentes perdidas de Cotrina. Y también descubrimos que la
popular revista Gigamesh se pasa al formato libro. Eso sí, se echó de menos a
algún peso pesado como Minotauro o a alguna joven promesa como Pulp.
En cuanto a la sala de cine, ésta sirvió sobre todo para
conocer joyas desconocidas por falta de distribución o antigüedad. De las once que se
vieron destacaron las siguientes: una de las últimas versiones japonesa de Godzilla;
La vida futura, una adaptación de Wells de 1936, considerada la respuesta
anglosajona a Metrópolis; Wiedzim, la adaptación polaca de la saga de
Geralt de Rivia; la incompleta y antigua versión en dibujos animados de
El Señor de los Anillos; La mujer en la Luna de Lang;
La torre de los siete jorobados, para alguno el mejor fantástico español, rodada
en 1946; y un film inédito de Peter Jackson: Meet the feebles.
Vamos a ser originales: las novedades.
Ahora bien, Xatafi quizás sea recordado por la introducción de
dos tipos de actos realizados por primera vez en una Hispacón. Uno fue la lectura por
parte de varios autores de un pasaje de su obra. Los valientes fueron Carlos Castrosín,
Rodolfo Martínez, Javier Negrete, Rafael Marín, Juan Miguel Aguilera y Ángel Torres
Quesada. Una idea divertida y curiosa que debió de deleitar a más de un fetichista.
Pero la gran novedad fue el llamado
Xatafi Virtual. Con gente
como David Fernández y Francisco José Suñer Iglesias por allí estaba claro que el tema
informático iba a jugar un papel destacado. Primero fue la creación de una página web
aún visitable. Pero eso era demasiado sencillo, así que se animaron a la creación de
una especie de Convención por Internet. A lo largo de toda la Hispacón veintitrés
voluntarios se pusieron delante del ordenador y respondieron a preguntas y comentarios
de todo el mundo (literalmente) a través de la red. El fuego lo abrió días antes, a
modo de prueba, nuestro querido Odemlo. Y por allí pasarían escritores, organizadores,
editores y demás fauna.
Otro momento de gran interés fue la gran cena del sábado, esa
tradicional ceremonia de hermanamiento entre todos los asistentes y donde se fallan los
premios Gabriel, Domingo Santos, el Melocotón Mecánico e Ignotus. Bueno, me imagino que
casi todos conoceréis el resultado final. Las opiniones al respecto son tan personales
como variadas. Yo sólo puedo añadir que en nuestra mesa (sí, los cyberdarkianos formamos
etnia aparte, gregarios que somos) hubo una cierta desilusión al perder el Ignotus a
mejor pagina Web, que fue a parar a manos de
Trantor. Pero como dijo David, que curiosamente
fue uno de los que mejor se lo tomó, somos jóvenes, es sólo cuestión de tiempo.
Y, al final, Xatafi acabó. Llegó el momento de las despedidas,
los besos, los adioses y el descanso. En especial para los benditos de la organización,
que alguno estaba al límite de sus fuerzas. Pero, a pesar de la tristeza de algunos y
el cansancio de muchos, el grito final fue casi unánime: "El año que viene en Cádiz".
Allí nos vemos.
Link a la página de Xatafi http://www.xatafi.tk/
Los premios Ignotus del 2003 http://foros.cyberdark.net/nforos2.php3?cod=9&mens=382718
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