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E. C. Cómics: El ataúd como icono
Por Iván Olmedo Este artículo ha sido leído 21083 veces

"En la lucha entre tú y el resto del mundo,
ponte del lado del resto del mundo."

Franz Kafka

   Educando Criminales

   ...O eso es lo que cierto fatídico psiquiatra de origen alemán pensaba que los cómics de horror y suspense de la E.C. estaban haciendo con los jóvenes norteamericanos de su época. Pero ese es un tema que trataremos más adelante. De momento, vamos a mancharnos las manos de harina y comenzar a cocer un artículo sobre el complicado nacimiento, auge y caída de unos cómics justamente míticos en la Historia del medio. Míticos por muy diversos motivos...

   Todo comienza en 1947. Ese año muere uno de los pioneros creadores del moderno comic book tal como lo conocemos: Max C. Gaines. Dueño de una empresa editorial denominada Educational Comics, entre cuyas cabeceras podían encontrarse historietas pedagógicas y moralistas basadas en la Biblia o protagonizadas por los típicos animales parlanchines, ve cómo en la recta final de sus días las propuestas de su editorial languidecen y van perdiendo fuelle de manera constante. Aún así, aguanta con éstas hasta el momento de su fallecimiento, dejando el envenenado testigo en manos de su hijo William M. Gaines, que se queda con un negocio endeudado y descontrolado, sin un futuro claro a corto plazo. En un principio, Gaines continúa sacando al mercado títulos de parecida índole de los anteriores, entre ellos tebeos infantiles (Animated Comics), de romance (Modern Love), o del Oeste (Saddle Justice), que no aportan novedades sustanciales a lo que ya había con su padre y no consiguen levantar vuelo. Durante un tiempo la situación se estanca, o va de mal en peor. Pero el genio inventivo y la capacidad de trabajo de Gaines dan sus frutos en 1950. Ese año, en uno de los últimos números de Crime Patrol, aparece por vez primera un personaje que poco después se convertiría en el marchamo oficial de la casa: The Crypt Keeper, El Guardián de la Cripta. La revista Crime Patrol cambia su nombre por The Crypt of Terror, y después definitivamente por el sonoro y triunfante Tales from the Crypt. A su vez Gaines consigue, sin cambiar las siglas de su editorial, voltear todo su significado: Educational Comics muere y surge de las cenizas Entertaining Comics, adecuadamente subtitulada a New Trend in Comic Books. La auténtica carrera hacia la excelencia acababa de comenzar.

   El vertiginoso carrusel de títulos que se suceden a continuación habla bien a las claras del esfuerzo que Gaines, junto a su inseparable y altamente productivo guionista-dibujante Albert B. Feldstein, llevaron a cabo durante el tiempo en que se mantuvieron en lo más alto de la industria. Tocan la ciencia ficción fantástica con Weird Science y Weird Fantasy -después fusionadas en una Weird Science Fantasy-; los crímenes y el género negro en Crime SuspenStories y Shock SuspenStories; las desventuras bélicas en las innovadoras Two Fisted Tales y Frontline Combat, dirigidas casi en su totalidad por un genial Harvey Kurtzman; y el humor paródico en la incombustible Mad, que merecería un texto aparte por su temática y longevidad.

   Pero las auténticas estrellas de la editorial van a ser sus publicaciones de horror, aquellas que significaron absolutamente el ascenso a la gloria de sus responsables y, paradójicamente, su caída en picado, arrastrando con ellas al resto de títulos hacia el abismo. Tres nombres son suficientes para evocar lo que la E.C. Comics significa en la Historia del medio: Tales from the Crypt, The Vault of Horror y The Haunt of Fear. La inspirada recreación en el primero de estos títulos de un personaje repulsivo que nos introduce en los cuentos y se dirige a los lectores en un tono amigablemente macabro, hace que los otros dos sean inmediatos calcos del éxito, formando una peculiar "familia" de monstruosidades. Al Guardián de la Cripta le siguen el Guardián de la Cámara -The Vault Keeper, de apariencia un tanto más jovial, dentro de su repulsividad- y la Vieja Bruja, The Old Witch. Esta última no sólo repite los esquemas del primero sino que llega a superarlo en grotesca repugnancia, gracias sobre todo a un tal Ghastly, del que hablaremos en el cuarto capítulo de este texto.

   Así, E.C. se convierte en sinónimo de Horror, y viceversa. Las, incluso, excesivamente imaginativas historias de necrófagos, descuartizamientos, venganzas nefandas, vampiros y cadáveres putrefactos que caminan, ideadas por Gaines y Feldstein, encandilan a una horripilada y nerviosa audiencia de jóvenes que llevan al top del éxito a unos cómics que lo merecen por méritos propios. La revolución triunfa, y es evidente su triunfo. Pero pronto llegará alguien que se encargará de cortarle las alas. Sin compasión...

   Ejecutados los Condenados

   El nombre ya ha pasado a la Historia: Fredric Wertham. Sí, él... que todo el mundo lo recuerde como uno de los mayores destructores del Noveno Arte que hayan existido. La culpa la tiene un oportunista libro titulado The Seduction of the Innocent, publicado en 1954. En él, básicamente, Wertham -nacido en Munich el año 1895, aunque otras fuentes dan por bueno Nuremberg- teoriza y da a entender que los comic books son netamente perjudiciales para las mentes adolescentes, y ninguno, ni siquiera los de superhéroes, se salva de la quema. Pero los cómics de horror y crimen -y, evidentemente, los cómics más sangrientos y expresivos eran los de la E.C.- son particularmente atacados. Según el "insigne" Wertham, estos cómics siembran en las conciencias juveniles las semillas de la violencia, y son capaces de convertirlos en potenciales delincuentes. Como antes y como ahora, se confunden las churras con las merinas...

   El final de la década de los 40 y la fría llegada de los 50 es una época particularmente complicada en la Historia de los EE.UU. Cuando Wertham salta a la palestra hacía bien poco que otro infausto personaje, el senador McCarthy, ha confeccionado su famosa lista negra de Hollywood y dirigido la famosa "caza de brujas" (¡Ahh!, ¡qué nombre tan apropiado para definir la caza personal del alemán!) que tantos ríos de tinta y sudor hizo correr. Su represora herencia es tomada por el senador Estes Kefauver, candidato a la presidencia del país, que encabeza un comité en el Senado para la investigación de la delincuencia juvenil y sus posibles causas. Wertham y su libro son la base principal que se esgrime para la acusación: eso de ser psiquiatra y europeo aún pesa mucho en la mentalidad de las confundidas masas estadounidenses.

   El propio Gaines se presenta voluntariamente para declarar en favor de la industria del cómic y de sus revistas en particular, mostrando cierta ingenuidad de su parte -como se verá después- pero lógicamente preocupado por el futuro de su negocio. Me siento obligado a reproducir el más conocido y contundente diálogo de aquella audiencia ante el comité. El propio Kefauver muestra la portada del número 22 de Crime SuspenStories. En ella Johnny Craig ha dibujado a un hombre con un hacha ensangrentada en una mano y la cabeza recién cortada de una mujer en la otra...

   Kefauver: - "¿Cree usted que esto es de buen gusto?"
   Gaines: _ "Sí, señor, lo creo... para la portada de un cómic de horror..."

   Las posiciones quedan claras y a los ojos de las masas predispuestas, los cómics de horror son condenados. No se toma ninguna medida legal en su contra, pero la industria del cómic se asusta ante las posibles consecuencias de su reciente demonización y, acorralada, asume sus propias normas censoras sin que nadie tenga que ponerle la soga al cuello. Ella misma se ahorca. Surge el Comics Code, un cúmulo de "consejos" represores que nace desfasado y se mantiene en sus trece hasta ya entrado el siglo XXI, en que prácticamente ha perdido su influjo y razón de ser. Entre sus normas más punzantes, éstas: no se deberán mostrar detalles explícitos de las acciones de los criminales; las fuerzas de la ley deben ser presentadas de modo intachable; el Bien siempre debe triunfar sobre el Mal (¡¡!!); se prohíben las palabras Crimen, Horror y Terror; no se pueden mostrar zombis, caníbales, vampiros, hombres lobo o fantasmas (¿¡¡!!?); se prohíbe mostrar deformidades físicas, escenas de cama, demasiado pasionales, ni exagerar las formas femeninas, ni ridiculizar las religiones,... ¿Qué material nos queda entonces con el que trabajar?

   Huelga decir que Gaines se desmarca desde el principio de este Code y del resto de editores que sí lo acatan. Pero ahí está la retorcida trampa: si un cómic no lleva el sello del Code en la portada ni los quiosqueros quieren venderlo, ni la mayoría de lectores pueden acceder a él,... Gaines se queda solo con sus horrores, pero la situación se hace insostenible y debe abandonar al cabo de un tiempo, sin condiciones. Los macabros y queridos personajes desaparecen al fin y el derrotado editor debe utilizar una serie de trucos para intentar mantenerse a flote. Crea títulos de extrañas temáticas alejadas de aquellas que le dieran éxito: historias de periodistas, de aviadores, sobre el psicoanálisis... tampoco llevaban el sello del Code, desde luego, y murieron igualmente. Prueba a editar una especie de revistas con viñetas y textos separados, que no eran estrictamente cómics y por tanto no deberían ceñirse a la censura. Nuevamente fracaso. En 1955 a Gaines sólo le queda la revista Mad y un montón de deudas.

   Un sueño breve pero muy intenso se ha apoderado del arte de los cómics y de los miles de lectores que los disfrutaron sincera y apasionadamente. La maquinaria de la represión decapita esas esperanzas. Décadas después los elogios y reconocimientos desentierran ese maltratado cadáver de la fosa donde lo habían sepultado. Pero ya tarde. Lo único que puede hacerse es recordar sus logros en vida y rendirle un postergado tributo.

   Enmendando a los Clásicos

   El plantel de alimañas e iconos propios de un género tan antiguo y arraigado como es el terror fantástico, desde -seguramente- los miedos primitivos del ser humano, las supersticiones diversas, leyendas negras, etc... fue moldeado y catalizado, como no podía ser menos, por la literatura desde sus comienzos. Sí parece demostrable que el miedo es una de las sensaciones más potentes capaces de cebarse en la persona, a la vez que una de las más sencillas de generar, una vez descubiertos sus mecanismos y puntos sensibles. Detrás de las cavernas y los cuentos de horror a la luz de la hoguera, después de las cabañas y las historias de espanto junto a la protectora llama de una chimenea, llegaron los libros, la literatura de evasión, el definitivo invento de la imprenta y la posibilidad de crear o recrear terrores a medida de las masas hambrientas de ellos. Porque no olvidemos que, curiosamente, el miedo es a la vez sensación buscada en determinadas ocasiones como fuente de placer. En dosis pequeñas y controladas, el dolor se convierte en disfrute.

   Los iconos a los que me refiero, bien conocidos por todos, surgidos del acervo popular, inmortalizados por la literatura y explotados hasta la saciedad por los nuevos medios tales como el cine y los cómics, fueron también utilizados por los creativos de E.C. como materiales de construcción en muchas de sus historias. Así, encontramos vampiros -el indiscutible mito eterno- protagonizando tramas equívocas y, la mayoría de las veces, nada amables con las víctimas; zombis en una buena cantidad de venganzas de ultratumba (uno de los temas favoritos en la casa); hombres lobo, como los extraordinarios e insuperables ilustrados por Jack Davis; momias con mala baba; algún pariente próximo al monstruo de Frankenstein; brujas;... en fin, un completo elenco de bichos clásicos del que quedan algo excluidos los fantasmas y apariciones etéreas. Quizás porque el estilo acuñado por Gaines y Cía. no era precisamente etéreo, sino más bien visceral.

   Pero una de las mayores cualidades de los E.C. Comics fue, precisamente, trascender las ideas clásicas, los temas arquetípicos y los rodeos alrededor de las figuras más reconocibles para reinventar las cosas a su manera y llegar a crear un catálogo propio y estremecedor de horrores, lo que, en buena medida, fue parte decisiva de su éxito innovador. Los antiguos monstruos son sustituidos por otros más acordes con los terrores modernos y ciudadanos. El muerto viviente deja paso al atroz sepulturero que nos llena los ojos abiertos de espanto con la tierra que nos ha de comer vivos; el machacado vampiro se retrae ante la figura aún más ominosa del embalsamador, tratante de desgracias ajenas, impío compinche de la Muerte; el licántropo casi desaparece a favor del carnicero próspero, que ofrece a sus clientes sangrienta mercancía de dudoso origen; las momias y los engendros polvorientos se reconvierten en ratas y otras nauseabundas amenazas;... Cualquier elemento desagradable sirve para provocar el malestar, el asco o el pavor truculento en el lector. En este sentido, el carácter principal del estilo de la editorial es la malsana presencia de la Muerte, lo sangriento y la proximidad del horror físico. A medida que la salida al mercado de estos cómics se iba afianzando, los elementos y las ideas se iban retorciendo más y más, llegando a límites macabros insospechados.

   De esta forma, Gaines y Feldstein -los principales urdidores de argumentos, como veremos más adelante- poseen una serie de temas y personajes propios con los que trabajar, a menudo combinando varias ideas en una sola historia (lo que tiene además su mérito, ya que hablamos de aventuras de entre seis a ocho páginas tan sólo) y reutilizando varios de estos escenarios o figuras de manera intuitiva y aleatoria en varios comics diferentes. Así, aunque un cierto regusto conocido nos asalta en muchas lecturas, la sorpresa aparece con gran frecuencia, ya que no sabemos por dónde nos va a salir el guionista en un momento determinado. Sistema un tanto maquinal que dio sus frutos excelentes en la prosa de estos autores, arropados además por dibujantes de gran talla, no lo olvidemos tampoco.

   Un comentario aparte de lo expuesto en lo argumental queda para Ray Bradbury, encumbradísimo autor de ciencia ficción, fantasía y terror, que vio cómo varios de sus relatos fueron adaptados en los comic books de la casa, bastantes de ellos en los títulos de ciencia ficción, y otros en los de horror y crimen. El detalle pintoresco viene dado porque los primeros aparecieron sin el consentimiento del autor que, una vez descubierto el pastel, no sólo no denunció a Gaines y los suyos sino que prefirió dejarse adaptar -esta vez de forma totalmente legal- en lo sucesivo, cayendo bajo el embrujo de unos cómics que no dejaban indiferente a nadie, por lo que parece.

   Excelentes Creadores

 

De izquierda a derecha: Bill Gaines, Al Feldstein y Harvey Kurthzman.

 

   Los primeros tiempos en la nueva editorial dirigida por Gaines Jr. fueron caóticos. Montones de títulos aparecían y desaparecían con frecuencia; usualmente el mismo cómic cambiaba de cabecera con electrizante velocidad, y resulta complicado bucear en semejante maraña de publicaciones que quizás gozaran tan solo de uno o dos números de vida. Una gigantesca tarea para un bibliógrafo dedicado, sin duda.

   A partir de 1950, cuando la dirección empezó a clarificarse y los títulos a obtener peso propio, surgiendo la llamada New Trend, las cosas se ponen más fáciles para el historiador. Es entonces cuando un excelente grupo de creadores sentó las bases de la auténtica E.C. Comics, alcanzando y manteniendo un nivel general de altos vuelos y calidad contrastada. Los cómics bélicos y paródicos son competencia del cerebro privilegiado de un "genio genuino" como es Harvey Kurtzman, pero éste no es su artículo... quizás en otra ocasión.

   El resto de títulos, los de ciencia ficción, fantasía, crímenes y horror compartieron durante sus andaduras el mismo extenso grupo de escritores y dibujantes que hoy forman parte de aquella leyenda, entre ellos: Al Williamson, Wally Wood, Joe Orlando, Bernie Krigstein, Jack Davis... incluso el legendario Frank Frazzetta hizo una pequeña incursión en el cubil de los horrores de Gaines. Vamos a centrarnos, entonces, en los cómics de horror, al ser éstos los que -por fin- han visto la luz en nuestro país.

   Hay un hecho fantástico -a mí se me antoja fantástico- relacionado con un nombre capital en los logros de la E.C. El nombre es el de Al Feldstein, y el hecho increíble es la absoluta primacía de este destajista de la máquina de escribir en la casi totalidad de los guiones de estas series de horror. Si bien apreciamos brevemente en algunos de los guiones los nombres de Gardner Fox, Ivan Kappler, Carl Wessler y el curioso caso de Johnny Craig, artista que se escribía sus propias historias, muy pronto Gaines y Feldstein se hacen cargo, al alimón, de todas las grotescas peripecias de los Guardianes y la Bruja. Es difícil discernir hasta qué punto se implica cada uno de ellos en el trabajo. Pero una cosa parece clara: Gaines es el jefe y Feldstein el robusto brazo derecho, el currante, el hombre de equipo. Es de quitarse el sombrero, en caso de usarlo...

   Cientos de guiones entre 1950 y 1955 avalan el talento de estos hombres. Si bien en los inicios las macabras historietas pecaban de cierta ingenuidad, llegando incluso al infantilismo en casos concretos, parece que ambos cogen rápidamente el tranquillo a su fórmula. Aunque, lógicamente, en ocasiones se repiten lugares comunes y se reutilizan algunas ideas -el ritmo de producción debió ser abrumador- los argumentos se hacen cada vez más enrevesados, más despiadados. Las trazas ingenuas desaparecen y los monstruos que pueblan estas historias -humanos e inhumanos- parecen realmente repulsivos. No deja de tener gracia que estos cómics, perseguidos por el gobierno conservador y repudiados por las gentes de moral intachable, estén mayoritariamente plagados de historias con cierto retintín, en las que son casi siempre los ladrones, mentirosos, adúlteros (¡muchos adúlteros! ¡Ah!, esa puritana sociedad yanqui de doble moral), asesinos o estafadores los que reciben su justo castigo de manera horripilante al final del acto. Un detalle digno de más profundo estudio, ciertamente...

   Al Feldstein dibujó algunas historias, pocas... Su estilo es excesivamente apergaminado, y sus figuras bastante estáticas. Son viñetas que no dejan de tener su encanto ("Sí, señor, para un cómic de horror..."), pero a la vista de la extraordinaria plantilla de artistas que manejaba la editorial, es de imaginar que el inteligente Al prefirió dedicarse a escribir, cosa que hacía mucho mejor. Eso nos lleva directamente a Johnny Craig. Éste escribía sus propios guiones que, en mi opinión, no están a la altura del resto; pecan de falta de espontaneidad. Pero se trata de un maravilloso dibujante, de trazo que nada tiene que envidiar a cualquier otro clásico del medio. Le falta algo del espíritu loco y aberrante que sus compañeros derrochan generosamente, pero sin duda es un artista como la copa de un pino cuya obra merece todavía mayor reconocimiento público.

   Otros nombres suenan fugazmente: George Roussos, que no pasa de ser un artesano esforzado; Kurtzman, que abandona el horror para llenarse de gloria con otros temas; Joe Orlando, de magnífico estilo clásico; Wally Wood, antes de alcanzar sus mayores cotas de éxito; Jack Kamen -uno de los más trabajadores-, de modos un poco superiores a Feldstein o Roussos y un clasicismo de manual; George Evans, excelente dominador de la figura humana;... Pero si hay tres auténticas bestias pardas bufando en el redil de la E.C. esos son Davis, Ingels y Krigstein.

   El impresionante Jack Davis domina la fluidez y el movimiento de sus personajes como pocos. Es, igualmente, un maestro del detalle y del claroscuro; la tinta está excelentemente aprovechada en sus manos, cuyo estilo, sumamente realista y tocado con unas inigualables pinceladas de caricatura, define a la perfección una de las facetas de los E.C. Comics: el insano uso de un humor grotesco y deforme. Sus Guardianes de la Cripta son los más cachondos, los más tremendos... Se convirtió, además, en el portadista oficial de Tales from the Crypt, gracias a sus siempre increíbles y atrayentes ilustraciones, tanto en concepto como en ejecución.

   En el otro lado del ring, con un estilo muy diferente, tenemos a Graham "Ghastly" Ingels. Ghastly significa algo así como "horripilante", un alias ganado a pulso. Sin duda Ingels es el más sucio y macabro de los dibujantes E.C. Su caracterización de la Vieja Bruja es realmente repugnante a la par que entrañable, lo que tiene miga, y los rostros contorsionados de sus personajes reflejan perfectamente la ira, el miedo, el asco... De trazos oscuros y recargados, genio donde los haya de la reconstrucción ambiental, dibujante peculiarísimo y lleno de virtudes, habrá que esperar hasta la aparición de un Berni Wrightson, años más tarde, para contemplar semejante espectáculo de barroquismo en viñetas. Con Ghastly los cómics realmente hieden.

   Bernie Krigstein es el experimentador del grupo. Autor, desgraciadamente, de pocas historietas, su gran valor reside en la búsqueda de innovación constante, en lo arriesgado y, a la vez, exquisito de sus escorzos, en unas pinceladas enérgicas y seguras, perfectamente dirigidas. Sobradamente cualificado para auparse a la categoría de Grande del Cómic, la escasa difusión de sus, ya escasas, obras, nos niega el placer de su disfrute.

   Krigstein es sólo el ejemplo más evidente de los niveles hacia los que los tebeos de la E.C. estaban evolucionando. Todo un conjunto de excelentes creadores unidos en el empeño de inventar buenos cómics, que fueron también rentables. ¿O cómics rentables que, a la vez, fueron muy buenos? En todo caso, una página interesantísima de la Historia del 9ª Arte fue leída, pasada y casi olvidada. Así son las cosas...

   Edición Completista

   Haciendo un inciso: la aparición en 1998, dentro de la Línea Excelsior, de la Biblioteca Marvel supuso un punto de inflexión -y, para muchos, también de reflexión- en la edición de cómics de superhéroes en nuestro país. Desde el primer momento se convirtió en tema de discusión y cierta polémica, en el que rápidamente se posicionaron detractores y acérrimos defensores del proyecto. En unos tomitos de 21 x 14´5 cm. aproximadamente, y con casi doscientas páginas de grosor, se comenzaron a publicar varias series marvelitas, las más clásicas en principio, cronológicamente y sin dejar cabos sueltos. La, para los integrantes del bando de detractores, mala noticia es que las series aparecían en blanco y negro, obviando los colores originales. El reducido tamaño de la colección también fue un arma esgrimida contra sus responsables. Quizás todos tengamos nuestra pequeña parte de razón, pero el hecho indiscutible es que la Biblioteca Marvel no sólo sobrevivió, sino que resultó ser uno de los inventos más acertados y exitosos de la industria en los últimos años. Se vendían, parece ser, como churros, creaban su propio núcleo de seguidores y en la actualidad sigue apareciendo serie tras serie.

   Pues bien, recuperando exactamente el mismo formato -hasta el punto de que todavía muchos lectores se confunden- Planeta DeAgostini inicia en el año 2002 nuevo titular genérico: Biblioteca Grandes del Cómic. En su declaración de intenciones se hace hincapié en el objetivo de recuperar títulos míticos o de gran calidad inéditos -o casi- para los lectores españoles. Indudablemente, los cómics de horror de la E.C. son justamente míticos, ofrecen una gran calidad y son, prácticamente, desconocidos de primera mano entre nosotros. Con el título de Clásicos del Terror llegan por fin a nuestras ansiosas manos; ahora podremos comprobar si todo aquello que habíamos oído contar era cierto. Ahora podremos, por fin, degustar las execrables recetas del caldero de la Vieja Bruja...

   Ante mí tengo ahora mismo los primeros ejemplares de esta atractiva colección, cuidada en los detalles y con abundancia de información adicional en forma de pequeños artículos, a los que os remito si buscáis más datos. El plan editorial consiste en sacar quince números con todas las historias de horror de la E.C. por las que tanto hemos esperado durante años. Pero esto no es todo: parece ser que, una vez más, el éxito de público de la fórmula del tomito blanquinegro ha sido lo suficientemente positivo como para que Planeta DeAgostini prosiga con la reciente publicación de un nuevo título, Clásicos del Suspense, donde volveremos a encontrarnos a lo largo de ocho entregas con ese grupo de excelentes creadores que supieron moldear horrores para la ávida juventud de su época.

   Hemos entrado en una carrera frenética por sacar a la luz montañas de cómics foráneos que, por una razón u otra, permanecían inéditos entre nosotros. Parece que el mercado, los lectores y las editoriales están por la labor, afortunadamente. El desembarco de los terribles E.C. Cómics, nada menos que medio siglo después -y dan escalofríos sólo de pensarlo... ¡50 años!- es el signo de que todo título de calidad puede tener su oportunidad.

   De momento, sigamos disfrutando con la ciencia ficción, la fantasía y el terror... el HORROR, mejor dicho, que nos brindan unos personajes y unos creadores míticos a los que debemos agradecer su influyente legado de inventiva y arte sin prejuicios... ¡gracias a todos y cada uno de ellos!


   Enlaces Comentados

   A continuación, una serie de enlaces a páginas de interés para saber un poco más sobre los E.C. Comics

http://www.eccrypt.com/, la que parece más o menos web oficial, aunque sólo su nombre lo indica...

http://www.sci.fi/~karielk/eccomics.htm, web finlandesa con información sobre los autores y portadas. Curiosa.

http://web2.chicagonet.net/~atlas/best1.htm, página con un listado de los 100 mejores artistas de comic books de todos los tiempos, entre ellos, muchos dibujantes E.C.. Muy recomendable.

http://www.fortunecity.com/tatooine/niven/142/tomb/tm06.html, extenso artículo sobre el tema.

http://ksacomics.com/ec1/1.htm, páginas escaneadas de algunos Weird Fantasy, de Kamen, Wood, Williamson…

http://hometown.aol.com/canovanogram/myhomepage/writing.html, entrevista con Al Feldstein


©2004 Iván Olmedo para cYbErDaRk.NeT
Prohibida la reproducción sin permiso expreso del autor

    

2004-08-06 14:01   kasokurae
Tampoco tenia idea de la historia de la Editorial, un articulo muy completo e interesante, lastima que las nuevas ediciones solo se publiquen en España, de niño era amante de la serie de TV de los cuentos de la cripta. Creo que influyo demasiado en mi gusto hacia los cuentos de terror.

Un saludo
2004-03-03 14:20   Gatchan
Impecable artículo, mis felicitaciones a Iván Olmedo.

Particularmente siempre me han encantado los cómics de la EC, en concreto, como a jgerardo, los de cifi. Cuando ví que Planeta reeditaba las de Tales From The Crypt me emocioné. A ver si se animan y recopilan las de Weird Science y sus similares!
2004-02-18 09:27   LadyAnn
Muy buen artículo. Me ha traído una cantidad de recuerdos... Y además me descubierto cosas interesantísimas.
2004-02-17 20:09   Dark_Leia
Simplemente: lo mejor
2004-02-06 21:38   jgerardo
Fabuloso articulo. Durante un tiempo coleccione algunos titulos de esta editorial que fueron reimpresos por la Russ Cochran pero nunca tuve suficiente pasta para pedir las colecciones completas editadas en TPB. En particular me encantan los Weird Science y Weird Fantasy, Weird Science Fantasy y todos los titulos relacionados con la SF. Ojala y luego nos puedan deleitar con alguna nueva colaboracion sobre los titulos de SF de esta editorial.

Enhorabuena!!!!
2004-02-04 22:58   alinorak
Enhorabuena!!!T ha salido un articulo mu chulo y mu completo.....no conocía ná de la historia de la editorial y siempre es interesante conocer detalles sobre ello!!
Un besote!!!Y sigue asi!!!!
:mrgreen:
2004-02-04 21:30   Gimli
Magnifico artículo. Has conseguido que me entre el gusanillo, me pillare algún tomo.

Saludos.
2004-02-03 00:23   GarryLanier
Siempre me encantaron las historias del Crypt Keeper en Tales of the Crypt the HBO y veo que en este artículo le hacen justicia al original dibujado. Ojalá pueda conseguirme alguno de esos tomos para luego no dormir en paz...
2004-02-01 23:08   Tyla
Enhorabuena. Estupendo artículo.
A nivel particular, estos comics me están haciendo disfrutar de lo lindo mes tras mes, y es un todo un placer saber más de ellos y de su historia.
2004-02-01 21:06   Harry Dickson
Un artículo completo e interesante a la par que resulta un homenaje sincero a una editorial que llegó a revolucionar el mundo del comic.
Efectivamente, la frase de encabezamiento es la adecuada ;) : nunca importaría el lado del que se pusieran, serían demonizados hasta que el tiempo, verdadero "guardián de la cripta" los pusiera en el lugar que merecieron siempre.
2004-02-01 20:45   Nasi2
Excelente artículo acerca de uno de los clásicos del mundillo del cómic. Muy completo e interesante.