por Plastikman |
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Titus Groan,
de Mervyn Peake
Título original:
Titus Groan (1946)
Traducción:
Rosa González y Luis Doménech
Portada:
Enric Iborra
Minotauro, 2003
El autor en cyberdark.net
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Mervyn Peake nació en China en 1911, hijo de misioneros
británicos. En 1939 fue reclutado en Inglaterra y comenzó a escribir
Titus Groan en Anotadores. Enviaba los manuscritos a la casa que alquiló
en Sussex durante el conflicto y su esposa los ponía debajo de la cama, para
tenerlos cerca y poder rescatados en caso de ataque aéreo. En 1942 tuvo una
crisis depresiva (estaba atándome los cordones cuando, de pronto, me di
cuenta que era incapaz de volver a obedecer una orden) y fue dado de baja por
invalidez mental. Hacia el final de la guerra volvió a ser convocado por el
gobierno británico, esta vez como artista: le pidieron visitar el campo de
concentración de Belsen en Alemania. El resultado de la visita fueron unos
aterradores dibujos de niños agonizantes. Según afirmaba el propio
Peake, la experiencia terminó de volverlo loco.
Un editor llamado Graham Greene (¿les suena?) le ofreció
publicar Titus Groan. En su primera lectura Greene fue implacable (tengo
ganas de romperte el cuello porque, leyendo el manuscrito, siento que estás
arruinando una historia de primera por pereza). Después de varias
revisiones fue publicado con ilustraciones del propio Peake en 1946. Como se suele
decir, el resto es historia.
Titus Groan, primer libro de la trilogía de
Gormenghast, se alza, en palabras de Rafael Llopis, como una de las últimas
obras de literatura gótica. Sin embargo no puede considerarse simplemente una
novela gótica aunque tenga elementos de ella, como la ambientación de
tintes románticos y tétricos, abundantes personajes atormentados y
una atmósfera decadente. Abarca otros géneros como la fantasía,
pero una fantasía distinta a la épica o heroica, construida con la
imaginería que florece en el lenguaje de Mervyn Peake; el terror, casi
invisible al carecer de hechos sobrenaturales pero con unas descripciones tenebrosas
y sombrías que ponen literalmente los pelos como escarpias; o el misterio,
al rodear al lector y absorberlo, encerrándolo poco a poco con el lenguaje
obsesivo, extravagante y claustrofóbico que convierte al castillo Gormenghast
en un mundo muy visual. Otro punto fuerte está en unos diálogos
geniales que alimentan la curiosidad y ayudan a sobrellevar la densidad de la lectura,
sembrando la necesidad de saber cómo concluye la historia.
En sus páginas Peake construye un mundo absolutamente
extraño y original: Gormenghast. No sólo es un castillo sino que
constituye una entidad que mantiene esclavizados a toda una familia de
aristocráticos inquilinos mediante "la tradición y la ley", que
durante generaciones se ha repetido sin motivo aparente. Ni una mota de polvo parece
haberse movido durante siglos. La familia cumple pasiva y severamente responsabilidades
ridículas que deben de cumplir cada día. Así, todos los personajes
que habitan el castillo son el vivo retrato de la extravagancia y el surrealismo,
resultando a la vez entrañables y mágicos.
Lord Groan, septuagésimo Conde Gormenghast, vive
imaginando ser un búho y apenas sale de su majestuosa biblioteca; Lady Gertrude
roza la paranoia al dedicarse exclusivamente a sus pájaros (algunos habitan en
su pelo) y sus mullidos gatos, sin ocuparse lo mas mínimo de su adolescente
hija Fucsia; la romántica y trágica Fucsia vive en un mundo aparte
poblado por su imaginación y caprichos; Titus, "el heredero", extraño
niño de ojos lilas, es el auténtico protagonista ya que se narran sus
dos primeros años de vida, aunque hasta casi el final del libro no tome ese
papel principal; las hermanas gemelas del conde, Cora y Clarece, la
personificación del narcisismo y los delirios de grandeza aristocráticos,
alentados por Pirañavelo, el protagonista más factible, un simple
pinche de cocina que intenta destruir a la familia Groan para alzarse con el poder.
En este personaje se distingue cierta irrealidad ya que cada vez que se expresa lo
hace de una manera culta e irónica que en nada se parece a la de un previsible
pinche de cocina.
Por último están los criados, que viven y mueren
por el castillo y la familia, como Agrimoho, un anciano milenario maestro de
ceremonias que ignora sus propósitos pero hace cumplir autoritariamente
"La tradición de la familia Groan"; Vulturno, un descomunal cocinero que
tiraniza a sus pinches y rivaliza violentamente con el criado Excorio, un anciano
que ha servido toda la vida a Lord Groan. Estos dos últimos cobran
importancia en un episodio dedicado a sus peleas, inundado de comicidad y grandes
momentos. Como se puede ver, los personajes de Gormenghast hacen pensar en ocasiones
en Monty Python. Y a pesar de lo delirantes que resultan están muy bien
caracterizados y sus personalidades son entrañables. La imaginería
de Peake guarda sensibilidad y cordura.
Por lo que se refiere al lugar narrativo, Gormenghast es
la personificación literaria de un enorme castillo constituido por varios
edificios. Su enormidad envuelve a los personajes y sus obsesiones en un mundo
inmenso que se asemeja a una cárcel, con unos muros más mentales
que físicos que los van atrapando según avanza la lectura. Y la
belleza de la descripción nos instala en sus numerosos escenarios,
describiendo ambientes tan hermosos como "La Habitación de las
Raíces" o "La Sala de las Tallas Brillantes", un lugar
donde se almacenan figuras que realizan los plebeyos que habitan fuera del
castillo y que cada año se consagran a realizarlas.
Se puede decir que los lectores de literatura fantástica
de la segunda mitad del siglo XX se podrían dividir en dos grandes grupos:
los de Tolkien y los de Peake. Aunque ni Titus Groan ni su autor tuvieron
demasiada popularidad, dada la difícil vida de su autor y su maníaca
preocupación por el detalle, estilísticamente gozan de una importancia
similar, constituyendo Peake la antítesis temática de Tolkien: Peake
escribe sobre la ambición mientras que Tolkien lo hace sobre los ideales
humanos y actos heroicos; Peake predica sobre la acción de las palabras,
Tolkien sobre la acción del argumento, usando ambos mucho el recurso
detallista. Y, a pesar de las diferencias, son autores de la posguerra que
intentaron comunicar su sensibilidad con diferentes experiencias: el primero lo
trató poéticamente en el sentido de la elección estética
que le esclaviza a la hora de construir la inmensa mole que es "El castillo
Gormenghast", dando vida al mismo. El segundo lo trató humanamente, valorando
los sentimientos de una forma más idealista, centrándose en las
aventuras y sentimientos de los personajes.
No obstante, con el tiempo Peake se hizo un autor con obras
únicas, convirtiendo la trilogía en una obra de culto destinada a la
obsesión de unos pocos que, con el paso del tiempo, han ido creciendo en
número. Quizás escribió una fantasía intelectual que se
consagra más a la personalidad de los personajes, a la imaginación y a
la exposición de maravillas que a las aventuras y a la acción. En
palabras de Christopher Lee, que ha participado recientemente en una adaptación
para televisión filmada por la BBC,
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La imaginería de este libro y esta serie define para mí el
término francés de grotesquerie. No puedo compararlo con los films
góticos que hice para la Hammer hace cuarenta años. Aquellos eran
imaginativos, pero este trabajo tiene todas las emociones posibles: es triste, es
tremendamente gracioso, es aterrador, es perverso. No se puede comparar el trabajo de
Peake con el de Edgar Allan Poe o el de Bram Stoker. Es completamente diferente.
Mervyn Peake inventó un estilo. Es único |
Así Titus Groan ofrece al amante de las palabras una fábrica
de metáforas de una rara belleza. Es un libro que proporciona una lectura
fascinante y hermosa que no es costumbre encontrar. Sin duda una joya literaria
recuperada del olvido que hará las delicias de los paladares bizarros.
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