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por Iván Fernández Balbuena (cebra)
[ Crítica del retorno del Rey ]
[ Peter Jackson: traidor e inconfeso... ]
[ Las dos Torres - vesión extendida ]
Escribo estas líneas desde el frenopático de Ciempozuelos,
donde mi familia y amigos me recluyeron el día 18 de diciembre de 2003. El 17 había ido
al cine a ver El retorno del Rey y salí cabreado y pelín poseído. Efectivamente,
el friki que me habita se hizo con las riendas de mi cerebro y decidió arreglar cuentas
con cierto director barbudo, rechoncho y amante de las bermudas. Fue una pena. Ya tenía
el billete para Nueva Zelanda. Pero el de la tienda de pistolas decidió llamar a la
policía cuando le expliqué para qué quería aquella Magnum .357.
El médico que me atiende ha sido muy comprensivo: me ha dejado
un ejemplar de El Señor de los Anillos y me ha dado permiso para que monte un
pequeño altar con una foto de Tolkien. Algunos compañeros se han quejado de que murmuro
delante de ella en un galimatías extraño. Uno me preguntó si era vasco. ¡Qué panda, por
Dios! Mira que no reconocer el sindarin.
El mismo médico me ha recomendado que ponga por escrito mis
pensamientos, que me servirán como terapia. ¡Terapia! ¡Ni que estuviera loco! Pero
bueno, es un señor muy amable y tampoco me cuesta nada. Además, con un poco de suerte,
los simpáticos chicos de Cyberdark me la cuelgan en portada y de esa forma algunas de
las huestes de Mordor que se han hecho con el control del mundo se delatarán en el foro
y podré identificarlas. La otra vez fue muy útil. Madre mía la cantidad de orcos, wargos
y trolls que salieron. Hasta creo que había por ahí algún jinete oscuro. Pero dejemos de
divagar y vayamos al grano.
1. Esta vez ni la ambientación
En las anteriores películas reconocí que la ambientación había
sido el máximo logro de Peter Jackson como director. De hecho tengo la ligera sospecha
que el Ministerio de Turismo de Nueva Zelanda debió de pagarle una comisión. Era ver
aquellos idílicos paisajes y entrarte ganas de irte allí de vacaciones.
En general, esta vez ha logrado el mismo efecto. En parte
porque mucho de lo que nos muestra (las llanuras de Rohan, Mordor, la Comarca) ya lo
habíamos visto antes. También por aciertos innegables: los Senderos de los Muertos,
Minas Morgul, el Antro de Ella-Laraña o la escalera de Cirith Ungol provocan realmente
un miedo casi cerval. Pero me surgen rápidamente dos dudas que, en parte, reconozco que
pueden ser subjetivas.
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Minas Tirih visto por Alan Lee |
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Minas Tirith me decepcionó ampliamente. No por la estructura
entre circular y espiral de la ciudad, ni su decidido aspecto defensivo, sino por
cuestiones más sutiles. Primero su espectacularidad gratuita. Vale, es una ciudadela
tocha, pero parece uno de los proyectos para sustituir a las Torres Gemelas. Resulta
excesivamente alta y demasiado grande, y lo del espolón rocoso que la parte por la mitad
me parece digno de un tebeo infantil (¿A qué arquitecto borracho se le ocurriría
semejante idea?). Y luego vino un detalle la mar de curioso. Nada más ver la ciudad me
asaltó una idea. Aquello me sonaba mucho, muchísimo ¡Coño! Pero si eso son arcos de
medio punto, y eso bóvedas de cañón, y el palacio de Denethor es una iglesia de
estilo... ¡sí, Románico! ¡La leche! Si Minas Tirith es como Santiago de Compostela en el
año 1100, una ciudad Románica.
Puede que al ultra-católico Tolkien semejante ocurrencia le
hubiese gustado. Probablemente creía que los años del Románico fueron los más
espléndidos de toda la historia de la humanidad, pero a mí me decepcionó bastante. Y lo
hizo porque me ocurrió algo que jamás debe de pasar en una película fantástica: le vi
el truco. Me esperaba algo original y novedoso, algo nunca visto como en el resto de
los casos (La Comarca, Rivendel, Lothlorien), no una copia estilo Disney de una ciudad
europea del siglo XII. Y encima lo de convertir a la iglesia en palacio, con todas las
incongruencias arquitectónicas que ello conlleva, me pareció ya de escándalo.
Alguno me dirá que son un exagerado, que, a fin de cuentas,
Meduseld en Rohan es una copia de un palacio anglosajón. Y es cierto. Pero Tolkien hizo
esto de una forma intencionada, como un homenaje a uno de los pueblos cuya literatura y
lengua estudio con mayor ahínco. No hay nada parecido en la descripción que hace de
Minas Tirith, la elección del Románico en vez del Gótico, el Paleocristiano o el
Bizantino es un capricho de Jackson no de Dios… digo Tolkien. Pero bueno, reconozco que
puede funcionar. Si uno no sabe mucho sobre el Románico (que es lo habitual) no tendría
que sufrir semejante decepción.
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Los puertos grises vistos por John Howe |
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El otro problema son los Puertos Grises. Tolkien no los
describió en su libro. Sólo habló de que estaban situados en el largo estuario de Lun,
custodiados por Cirdan, y que había un barco gris esperando a Frodo, Bilbo, Gandalf y
demás. Quizás por esa ausencia descriptiva tengo tendencia a pensar en dichos puertos
como en un lugar modesto y sencillo. No el despliegue de lujo y edificios que Jackson se
inventa y que me hacen pensar en algún muelle para cruceros de lujo diseñado por un
arquitecto grandilocuente y un tanto cursi.
Pero bueno, insisto. Es una visión más que subjetiva de las
cosas, puedo estar equivocado. Eso sí, no os preocupéis que a partir de ahora ya hablaré
de la verdad revelada.
2. ¡Qué elfos más guapos y tan reinonas! Sobre
el físico de los personajes.
Poco se puede decir sobre este tema que no haya comentado en mi
anterior artículo. Únicamente resaltar un par de cosas obvias, aparte de lo jovencito
que me sigue pareciendo Aragorn y de lo feos que son los orcos (algunos deben de ser
primos lejanos del Hombre Elefante). Una es el meritorio afán de realismo. Después de
semejante viaje y batalla, la mayoría de los personajes aparecen con un aspecto un tanto
guarro. Barbas mal afeitadas, sudor, roña, uñas sucias,... Jackson incluso se recrea en
esos aspectos con unos cuantos primeros planos marca de la casa. Hasta que aparecen los
elfos y entonces la cagamos...
Me imagino ya uno de los extras del DVD. Esa escena que no
pudimos ver en la película, al final de la Batalla de los Campos de Pelennor, cuando
Aragorn frunció el ceño, miró a Legolas y le hizo la "gran" pregunta ¿Cómo cojones te
las apañas para, después de haber desventrado tropecientos mil orcos, parecer que vas a
hacer la primera comunión? Ni una arruguita en el traje, ni un pelo descolocado (Beckham
se debe de morir de envidia), ni una gotita de sudor, ni una mancha,... ¡Si hasta
produce la sensación de oler bien! (Gimli, en cambio, y por la pinta que gasta, debe de
apestar a mierda de troll). Desde luego este tío no es humano. Bueno, vale, no lo es
pero ¿alguien me puede decir en qué parte de los libros de Tolkien se explica cómo Eru
decidió crear a los elfos sin glándulas sudoríparas?
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Arwen y su corte |
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Y lo del aspecto julandrón clama al cielo. El elfo que le
pregunta a Arwen que a donde va cuando ésta decide volver a Rivendel y no seguir hasta
los Puertos Grises es el sueño húmedo de Bibi Andersen y Boris Izaguirre. Ya no es el
vestidito de tul que me lleva, su aspecto de acabar de salir de la ducha y no de una
caminata de varios kilómetros, o el pelito tan fashion, sino porque los del doblaje la
han puesto una vocecita que válgame...
Bueno, y ya, por ponernos pejigueros (que a eso vamos), se
podría hablar de los olifantes, que siempre pensé que eran unos elefantes un tanto
grandes y no los pedazo de mastodontes (y no es una metáfora, me refiero al bicho de ese
nombre ya extinguido) que se saca Jackson del bolsillo ¡Virgen, qué monstruos!
3. ¡Qué carácter! Sobre la forma de ser de los
personajes.
Tristemente, todas las burradas que se hicieron al respecto en
las otras películas aquí se confirman. Cualquier parecido entre la forma de ser de los
personajes literarios y los fílmicos es mera coincidencia.
Aragorn. Sigue dudando y dudando sobre si es o no el
heredero de Isildur, pero lo peor no es eso. Lo peor es que se comporta como un capullo
con la pobre Eowyn. En el libro el amor de ésta hacia el montaraz quedaba sutilmente
insinuado. Aquí la señorita le persigue como una hembra que no ha pillado cacho en toda
la noche y entra desesperada en un after hours. El bueno del Aragorn literario,
como personaje bondadoso, maduro y enamorado de otra que era, no le da pie en ningún
momento. El de la peli se comporta como lo que parece, un surfista en celo ¿Que la elfa
se pone estrecha? Sin problema, seguro que la rubia ésta tira mazo. Y luego, con ponerle
buena cara y cortar al día siguiente con la excusa de que estaba pedo y no sabía lo que
hacía, solucionado. Eso en mi pueblo tiene un nombre y no es el mismo que le daríamos al
rey que retorna.
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Gandalf |
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Gandalf. Acentúa sus dudas (¿Dudas? ¿Gandalf? Me lo
repita). Y encima coge poses sacadas de la serie de Kung Fu. A los discursitos que le
endosa a Pippin cada cinco minutos sólo le falta aquello de "¿Entiendes? Pequeño
saltamontes".
Saruman. Pues eso, que me lo expliquen. Tenemos un
pedazo de actor, unas escenas del libro de las mejor escritas (la Voz de Saruman y el
Saneamiento de la Comarca), un personaje que ha sido clave en las otras dos partes y un
cabo que atar. Jackson decide que para actor bueno Elijah Wood (¡Esa figura legendaria!),
que las escenas del libro serán muy chulas pero que a ver quién es el guapo que se
atreve con ellas, que personaje clave clave Gollum, que además lo hace un ordenador y no
se queja, y que para qué vamos a atar cabos si al cine sólo van descerebrados
adolescentes que únicamente quieren ver cosas sencillitas, tías macizas y muchas hostias
(o por lo menos eso dicen los de marketing).
Galadriel. En el tercer libro apenas salía para acompañar
a la comunidad del Anillo en su vuelta a casa y aprovechar el viaje para su propia
marcha a los Puertos Grises. Me imagino que Cate Blanchett debe de ser uno de los mitos
eróticos de Jackson porque si no no se explica esa surrealista escena en la que decide,
literalmente, echarle una mano a Frodo en el antro de Ella-Laraña. La otra opción está
en que el aliento del susodicho bichejo está compuesto de LSD y de ahí que el hobbit
tenga semejantes alucinaciones.
Legolas. Aparte de que cada vez parece más un clon de
David Beckham por peinados, poses y demás (cosas del merchandising
europeo-asiático, supongo), por lo menos deja de cagarse en los pantalones cada vez que
ve un orco mosqueado. Ahora, eso sí, el chaval sigue siendo el Rambo de la Tierra Media.
Viendo como maneja el arco uno se pregunta por qué fue sustituido por las armas de fuego
en el sigo XVI. Si hasta puede destruir tanques, digo olifantes, de un tiro. Pero lo más
sorprendente del bueno del elfo es que ha decidido imitar al superhéroe más hamletiano
de la historia: Spiderman. Y si no vean la escena del olifante; o es colega del
lanzarredes de traje rojo o se ve que la Ley de la Gravedad no rige igual en la Tierra
Media que en la Tierra punto.
Gimli. Definitivamente, sólo le falta ser negro para que
el papel de secundario gracioso le venga como anillo al dedo.
Merry y Pippin. O de cómo dos acojonadillos que durante
todo el libro se preguntaban qué narices pintaban en aquellas batallas y cuyos triunfos
eran más bien fruto de la suerte que de otra cosa, se transmutan en dos aguerridos
marines dignos de patrullar por Bagdad. Inenarrable.
Frodo y Sam. Siguen siendo totalmente diferentes a los
del libro. Se acercan peligrosamente al ideal de pareja homosexual (¡Ojo! Esta idea no
es mía, se la he copiado al crítico de la revista Cinemanía). Porque vamos, si lo suyo
no es amor ya me contaréis qué es. Si hasta tienen una pelea de enamorados cuando surge
un tercero (Gollum) a enturbiar su idílica relación. En fin, que donde el hábil inglés
fue capaz de tejer un relato de fraternidad, compañerismo y lealtad, el incompetente
neocelandés sólo se acerca a la novela rosa gay. Menos mal que Tolkien está muerto,
porque si ve a Frodo echando a Sam y a éste yéndose le da un síncope.
Gollum y Ella-Laraña. Una vergüenza, una…. Vale, me
rindo, tenéis razón. Son lo mejor de la peli. Claro, que pensar que un par de programas
informáticos lo hacen mejor que actores de carne y hueso provoca unos cuantos
escalofríos por todo el cuerpo. Si Philip K. Dick estuviera vivo...
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Elrond y Arwen |
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Arwen. Servidor está hablando de los personajes
tolkienianos frente a los Jaksonianos. Dado que éste es simplemente Jacksoniano (Tolkien
sólo la menciona dos veces en su libro y nunca habla, apéndices al margen) obvio los
comentarios.
Elrond. Por el interés te quiero Andrés. Si la niña se
emperra en casarse con ese pringado de humano habrá que transigir. Además parece que el
tío va ganando y, oye, ser suegro de un rey aunque sea humano no es moco de pavo.
Theoden. Se muere bien. Es lo mejor que puedo decir de
él. Porque le veo algo veleta. Primero dice que a los de Gondor que les den por donde
amargan los pepinos y luego, en cuanto ve una fogatita de barbacoa, se pone todo digno
y dice que bueno, que vale, que si no hay más remedio,...
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Aragorn y Eowyn |
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Eowyn. Algo ya he hablado de ella, de esas doncellas
guerreras de Rohan frías como el hielo según Tolkien pero que a Jackson le recuerdan a
las participantes de Gran Hermano más cachondas, que en cuanto ven que un novio se pira
de la casa se tiran como lobas a por el primer pardillo que tienen delante ¿Que Aragorn
pasa de mí? Pues a echarle miradas libidinosas a Faramir en la boda, que si no me quedo
para vestir santos. Y, fíjate, en el libro hubiese quedado igual de mal si no fuera por
unos párrafos bastante sensibles y poéticos en los que ambos se iban enamoriscando
cuando convalecían de sus heridas, pero que Jackson decidió no filmar. Bueno, más bien
que filmó pero decidió dejar para el DVD, que si no cómo los va a cobrar a precio de
caviar iraní.
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Eomer |
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Eomer. ¿Quién? ¡Ah! Sí, hombre, el tiarrón ese cuyo
único papel es poner cara de estreñido, fruncir el ceño cada dos por tres y berrear
mucho cada vez que le va a cortar la cabeza a alguien. No está mal. Seguro que le dan
el Oscar al mejor actor secundario.
Faramir. Pero mira que eres pringado, hijo mío. Tu padre
no te hace caso y decides jugar a los kamikazes. Freud contigo tenía un filón, aunque
dudo que el tolkieniano hiciese la tontería esa de cargar contra Osgiliath. Por no
hablar del cambio que has pegado de una película a otra. De tener una mala baba de
espanto a convertirte en una especie de ONG ambulante. Vivir para ver.
Denethor. Éste es nuevo, así que me voy a detener un
poquito más en él. Denethor versión Jackson: soy malo, malo, malo. Quiero ser rey de
Gondor y no me dejan. Mi hijo favorito ha muerto y odio al otro. Todo está perdido así
que paso de la peña. Muero como un perro traidor. Denethor versión Tolkien: soy
orgulloso y altivo pero un buen gobernante al que mi pueblo respeta. Llevo toda mi vida
luchando contra Sauron gracias a un Palantir y esa pugna me ha corrompido,
convirtiéndome involuntariamente en un quintacolumnista de Mordor. La locura se ha
apoderado de mí y me empuja a ser injusto con Faramir. Muero como un demente pero
conservando mi dignidad y mi orgullo. Conclusión: o Jackson no sabe leer o tiene un
problema con la marihuana.
4. De la trama, si se puede llamar eso a lo
que Jackon perpetra
Un mérito siempre le reconoceré al egregio Peter Jackson. Su
habilidad innnata para destrozar de una forma total y absoluta las tramas que creó
Tolkien. Y, lo que es peor, las intenciones de este escritor.
En principio el tercer volumen de la saga no parecía muy
difícil de adaptar. Había tres subtramas bastante lineales y sencillas. Quizás era
necesario meter algo de tijera por aquello del tiempo, pero poco más. Claro que Jackson
se había complicado el trabajo él solito dejando el segundo libro sin acabar. A la
postre eso no fue lo peor.
Como decía, existen básicamente tres subtramas: A) Sam, Frodo y
Gollum camino del Monte del Destino. B) Pippin y Gandalf en Gondor C) Aragorn, Legolas,
Gimli y los Rohirrim. Al final, poco a poco, se van uniendo en una sola.
A) Todo va más o menos bien mientras Jackson se ciñe a
Tolkien. Pero cuando decide meter alguna morcilla de su cosecha la cagada puede ser
monstruosa. Bastan tres ejemplos.
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Gollum |
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Por alguna razón que no entiendo, Jackson decide que Sam y
Frodo se tienen que pelear y que debemos de ser conscientes de lo malo que es Gollum.
De ahí la absurda escena de las lembas. Absurda por múltiples razones. Gollum quiere
matar a Sam (en el libro queda claro, en la peli se insinúa). Si lo aleja de Frodo
pierde esa oportunidad. Asimismo Sam y Frodo son el paradigma de la amistad. No es
lógico que de repente se peleen y Frodo eche a aquél que le ha seguido en sitios peores
y se trague el burdo cuento de Gollum, alguien que sabe que es dueño de un corazón
malvado y al que ha conocido hace unos días frente a la bondad contrastada de Sam y su
amistad de años. Esto sin tener en cuenta que el Sam del libro nunca hubiese dejado a
Frodo; le habría seguido a distancia como un perro fiel pero jamás se hubiese vuelto a
la Comarca. Y ya, el colmo de los despropósitos. Sam encuentra las lembas y decide dar
media vuelta. Que alguien me lo explique, por favor. Sam sabía perfectamente que todo
era un truco de Gollum y no necesitaba ninguna prueba para convencerse ¿O es que creía
que podía habérselas comido en sueños?
Con Sam y Frodo, Tolkien quiso dibujar una amistad
inquebrantable, una amistad a prueba de dudas y peligros. Quizás algo irreal o idealista
pero un concepto lo suficientemente bello como para que mereciese la pena suspender
nuestra credulidad durante la lectura del libro. Jackson, o no cree que la amistad sea
algo tan importante o se ve incapaz de reflejar semejante idea en su obra. Resultado:
se inventa un conflicto absurdo que, además, roba minutos que podrían haberse utilizado
más sabiamente en otros sitios.
Segundo ejemplo: Cirith Ungol. En el libro Sam cree que Frodo
ha muerto por la picadura de Ella-Laraña, le quita el anillo y sigue el viaje. Luego
descubre que no es así, que su amo sólo está dormido y que los orcos le han encerrado
en la torre de Cirith Ungol. Se pone el anillo y gracias a la invisibilidad consigue
entrar en la torre y liberar a su señor.
En la película me sentí desconcertado al ver toda le escena.
Jackson decide convertirla en un pequeño ejercicio de suspense. Sam nunca se pone el
anillo. Probablemente porque en la versión fílmica, al hacerlo, el portador se ponía más
enfermo que un bacaladero con una pasti mala, corrompiéndose en el acto. Huelga decir
que semejante delirio en el libro no ocurre. De esta manera, Sam entra en la torre a
pecho descubierto, se cepilla cuatro orcos por el camino (otro Rambada más marca de la
casa) y rescata a Frodo. Éste le dice que ha perdido el anillo y entonces... ¡Sorpresa,
sorpresa! Sam se lo saca del bolsillo y fin del cuento.
¡En fin! Otra tontería sin sentido fruto de sus propios errores
y que paga el espectador que debe de tragarse como si fuera oro puro otro de los truños
de nuestro torpe de las antípodas. Sin comentar que durante unos segundos me temí lo
peor. Sauron había recuperado el anillo y al final ganaba. Sí, ya sé que suena
descabellado. Pero con este hombre nunca se sabe. Igual quería hacerse el autor de
culto.
Tercer y último ejemplo. Llegada al Monte del Destino. A Frodo
el anillo lo acaba de corromper y, en vez de tirarlo, se lo pone y lo reclama para sí.
Gollum aparece en escena, se lo arranca de un mordisco que le amputa un dedo, entra en
un frenesí de excitación por su triunfo que le hace perder el equilibrio y caer al
volcán. Fin del anillo. Nos queda claro que el anillo es el mal absoluto al que nadie
se puede enfrentar porque los seres humanos somos falibles por naturaleza y que su
destrucción sólo puede ser fruto del azar. O sea, de la providencia divina. A fin de
cuentas Frodo se niega a matar a Gollum en varias ocasiones sin tener muy claro el por
qué. Es una lectura católica del desenlace del libro plenamente coherente con el
pensamiento tolkieniano. Nos podrá gustar más o menos (yo personalmente estoy en las
antípodas ideológicas de Tolkien), pero así lo parió el maestro.
Jackson o es más ateo o se cree más listo que él. Por supuesto
Gollum no se cae. Tiene que ser Frodo el que le tire por el barranco después de fiera
lucha. Y si por lo menos también se hubiese caído él la cosa podría haber sido salvable
desde el punto de vista del espíritu de la obra, que no de su fidelidad. Pero Jackson
prefiere jugar a otra cosa y darnos de regalo una escena digna de Máximo riesgo
(sí, aquélla de Stallone montañero) con Sam y Frodo jugando a te cojo, te caes, te cojo,
te caes. El colmo de la originalidad. Total, como esa escena nunca la ha hecho nadie en
toda la historia del cine...
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Frodo y Sam |
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Y, para acabar, no puedo dejar de mencionar una frase
inenarrable de Sam cuando cree que van a morir por culpa de la erupción volcánica que
sacude las entrañas del Monte del Destino. Entre lágrimas (y mira que los personajes
lloran en esta película, será porque son muy, muy sensibles) se pone a recordar su hogar
de la Comarca en un momento de patetismo extremo. Y cuando ya casi nos tiene a todos a
punto de sacar el pañuelo suelta aquello de (y cito de memoria): "Pero lo que voy a
echar de verdad de menos son las fresas con nata". ¡Hala! A tomar por saco todo el
clímax. Resulta que al final, como no dejaba de repetir Gollum, Sam es una especie de
zampabollos insaciable. Lo siento, pero en ese momento no pude evitar partirme de risa
y, como yo, algún anónimo vecino más del cine.
B) Conversación que, probablemente, alguien que no se
había leído los libros hizo a la salida de la proyección: "Pues al Pippin casi se lo
cargan con una especie de bola de fuego que el Sauron había dejado por ahí en plan mina
antipersonal, y por pringado el Gandalf le castiga a pirárselas a Gondor".
Esas cosas suelen ocurrir cuando introduces un elemento mágico
en la trama sin explicar su funcionamiento. Total, si se van a comprar el DVD donde se
explica todo. Claro que antes de esa perla tenemos otras de igual calado. Primero una
rendición a lo políticamente correcto. Cuando la comunidad del Anillo se reúne en
Isengard, los hobbits le ponen los dientes largos a Gimli enseñándole un trozo de
"cerdo ahumado". En la novela lo hacían con hierba para pipa ¡Pobre Jackson! Si no saca
a los personajes fumando los frikis le linchan, si hace apología del tabaco algún
senador integrista de USA le intenta prohibir la peli. Así que no le queda más remedio
que hacer semejante encaje de bolillos.
No obstante lo que me resulta desconcertante es dejar un cabo
sin atar dentro de la historia. Me refiero a Saruman, que desaparece misteriosamente y
del que no se sabe su suerte; sólo que se queda encerrado en Isengard custodiado por
Barbol. Vale, recrear la escena de la voz de Saruman debe de ser complicadísimo, pero
dada la fantasía y habilidad de Jackson para sacarse de la manga soluciones ingeniosas
me extraña que haya dejado pasar esta oportunidad. Con lo bien que le hubiera quedado
otra peleíta entre magos estilo Matrix.
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Gandalf y Pippin |
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Bueno, al final tenemos a Gandalf y Pippin en Minas Tirith y
empezamos a ver despropósito tras despropósito. Como Denethor es muy pero que muy malo,
se niega a pedir ayuda a Rohan. Así que Pippin hace una demostración digna de Juanito
Oyarzabal y trepa a lo alto de una almenara para dar la señal. La escena queda de lo
más bonita; el pico tan alto y el hobbit subiendo con esfuerzo; luego esa parte tan
graciosa en la que casi se quema lo piececitos, y la cara de malo que pone Denethor
cuando lo ve. Precioso...
...y gilipollas ¿Qué pasa? ¿Que en Gondor son tan imbéciles que
no se les ha ocurrido una contraseñal en caso de un error o fallo? Con las almenaras en
semejantes picachos (que anda que al que le toque hacer la mili en alguno de los riscos
que salen, es para cagarse en todo lo habido y por haber) un rayo en caso de tormenta
seca veraniega sería de lo más típico. Digo yo que tendrían otro sistema para avisar de
que ha sido un fallo (por ejemplo, repetir la señal a las dos horas). Me imagino la cara
que debió poner Theoden el día aquel que se plantó en Gondor con todos sus rohirrim y
Denethor le tuvo que explicar que había sido Faramir jugando con unas cerillitas; pero
que tampoco era para tanto, que total, cuatro días para reunir las tropas y otros tres
para llegar a toda leche pasan volando.
En el libro la cosa se soluciona de una forma más razonable.
Denethor ordena quemar las almenaras y manda una confirmación en forma de mensajero con
una flecha roja, la señal tradicional de que Gondor pedía ayuda y un sistema bastante
lógico para prevenir accidentes. Claro que en el libro Denethor es simplemente un
orgulloso engañado no un malvado medio idiota.
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Pippin con Denethor |
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Y ya puestos a hacer idioteces, la fastuosa carga de los
gondorianos encabezados por Faramir contra Osgiliath "porque papá me lo ha pedido
para demostrarle que soy más macho que Boromir" se lleva la palma. La cosa no sólo
va más allá de lo creíble en cuanto a que nadie sea capaz de ordenar semejante suicidio
y encima la gente cumpla las órdenes sin rechistar, por muchos senescal que sea
Denethor. Sino que desde el punto de vista militar es de una estupidez supina ¿Una carga
de caballería contra las ruinas de una ciudad? A los orcos no les hacía falta ni
disparar flechas, simplemente sentarse y contemplar cómo los jinetes se estrellaban cual
kamikaces contra las paredes de las casas. Y, por cierto, ¡qué casualidad! El único que
vuelve es Faramir, todo un detalle por parte de Sauron. Eso sí, la escena esa en la que
se van superponiendo planos de Denethor zampando y los jinetes cargando queda tan, pero
tan divina... Si hasta parece un director de arte y ensayo. Que forma tan sutil de
plasmar la maldad del personaje.
¡Ah, por cierto! Todo eso es un invento Made in New Zeland. En
el libro Faramir es herido por un Nazgul durante la retirada de Osgiliath, una campaña
mucho más compleja de lo que cuenta la película.
Pero claro, qué se puede esperar de alguien que no sabe ni leer
un mapa. Porque en los cines Osgiliath queda muy cerquita de Gondor. Lo suficiente como
para que uno vea las batallas cómodamente aposentado en las murallas de Minas Tirith. Y
no los 20 kilómetros que aparecen en el mapa de Tolkien. Y puede que con lo alta que es
la capital de Gondor en la peli se pueda ver más o menos las ruinas de Osgiliath, pero
de eso a que toda la peña se siente en las almenas a ver el espectáculo hay un trecho.
Si sólo les faltan las palomitas...
Luego tenemos la muerte de Denethor, que no podía ser a puerta
cerrada como en el libro. Demasiado discreta. Mucho mejor que se despeñe por un risco
envuelto en llamas, que queda mas chulo y encima el tío se lo había buscado, por malo,
malísimo. Aunque no me extraña que el tipo se suicide a lo bonzo, porque vista la tropa
que tiene, una panda de pringados que se mean de miedo cada vez que ven un orco con el
ceño fruncido. Y yo pensando que eran los guerreros de Minas Tirith, los que llevaban
mil años haciendo guardia frente a Mordor y se dedicaban a hacer incursiones en los
alrededores de Minas Morgul en sus ratos libres. Claro que tanta mujer y niño chillando
es para desmoralizar a cualquiera. Si les hubieran dejado en un campamento de montaña
lejos de la batalla como hicieron en el libro... Esos sí que sabían de guerras y no los
aficionados de la pantalla grande.
Menos mal que ahí tenemos a Pippin, el hobbit comando, que de
ser un cobarde descerebrado se convierte en un peligroso guerrero capaz de salvarle la
vida a Gandalf. Ni rastro del dubitativo personaje que se sentía ridículo disfrazado de
guerrero y que se preguntaba qué narices pintaba en medio de aquella batalla.
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Aragorn y Legolas en el Sendero de los muertos |
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C) Esta subtrama podríamos definirla como la del
tijeretazo. Había tanto que contar que mejor ir rapidito y obviando cuestiones
accesorias. Así que fuera los hombres de los bosques, los montaraces del norte y los
feudos gondorianos del sur (que son los que realmente tripulan los barcos de los
corsarios de Umbar que captura Aragorn). Centrémonos en lo que importa: sacamos los
Senderos de los Muertos porque soy un necrófilo al que le molan los fantasmas, y esos
mismo fantasmas (que aterrorizan a todo el que los ve) que sean los que salgan de los
barcos y den el golpe de gracia en las llanuras de Pelennor ¿Que igual también
aterrorizan a los de Minas Tirith y a los jinetes de Rohan? ¿Para qué está la magia del
cine? En las escenas que protagonicen los otros hacen mutis por el foro y todos
contentos, como si no estuvieran.
Pero eso sí. A Jackson le fue imposible evitar la tentación y
hace de las suyas. Elrond se coge las Líneas Aéreas de la Tierra Media y se planta en
Rohan en un plis plas (y la comunidad del Anillo como una pringada yendo a pata por
Moria) para darle la espada de Isildur a Aragorn y meterle presión al chaval diciendo
que o gana o su novia la palma (no se sabe muy bien por qué, pero se ve que queda
bonito).
Y es que ahora el medio elfo (que se ha debido de olvidar de su
origen) ya acepta a su futuro yerno y está dispuesto a que se case con su niña. Y todo
porque ésta ha cambiado de idea a mitad de viaje hacía los puertos grises donde ha
tenido una visión que la mostraba como feliz madre. Magnífico el ejercicio de
progresismo del señor Jackson ¿Puede el amor hacer renunciar a un elfo de su
inmortalidad? Ni de coña. Pero ¿y la sacrosanta familia, pilar fundamental de la
sociedad? ¿Y esos hijos, futuro de la Tierra Media? ¡Ah, bueno! Eso sí. Venga para casa
y a parir como una coneja, que para eso nos trajo Eru al mundo. Menos mal que Tolkien
era un machista retrógrado y Jackson decidió enmendarle sus excesos hoy tan
incorrectos.
En cuanto a la Batalla en sí... como tengo ese programa
informático que me crea ejércitos megatochos, muchas tomas aéreas para que la cosa luzca
y no se vea que los jinetes de Rohan sólo son dos filas de carne y hueso (¡Qué pena! En
un par de tomas se ve que después de la segunda fila no hay nadie).
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Rohirrim |
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La carga de los Rohirrim muy épica y todo eso. Los arqueros que
exterminaron a los que intentaban reconquistar Osgiliath desaparecen no vaya a ser que
me la estropeen. Mientras, los piqueros que salían en el abismo de Helm (y que sin la
ayuda mágica de Gandalf habrían hecho estragos) sustituyen sus armas de cuatro metros
por jabalinas de medio metro para que los puedan pisotear a gusto.
Para dar emoción tenemos la carga de los olifantes. ¿Qué más da
que en el mundo real los caballos sin entrenar se espantasen al ver un elefante por
primera vez? (que se lo cuenten a Alejandro Magno) ¡Esto es una película de Fantasía!
¡Todo vale! A jugar al escondite entre las patas de esos bicharracos y a terminar con
ellos mediante flechazos ¿en la cabeza? (por lo menos eso grita Eomer, todo emocionado
ante su brillante idea). Precisamente el cráneo de un elefante debe ser el hueso más
grueso de todo el reino animal; hasta paran disparos de un calibre .570 (o por lo menos
eso cuenta el bueno de Quatermain en sus aventuras africanas). Una flechita debe ser
como tirarles palillos. Menos mal que Tolkien era un tipo leído y sabía que las flechas
van contra los ojos, que de esta forma el dolor les vuelve loco y los espanta. Es lo que
tiene leerse a Polibio en latín original. De hecho fue lo que hicieron sus chicos en la
novela.
En fin, con semejante táctica, no me extraña que Eomer y
Theoden pierdan el 75 % de la tropa, visto los que quedan luego delante de la Puerta
Negra, una hazaña que en un ejército de verdad les hubiese costado un consejo de
guerra.
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Merry y Pippin |
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Y bueno, contemos bajas. Theoden muerto: Faramir agonizando;
Eowyn y Merry destrozados después de matar al señor de los Nazgul;... Bien, aquí hace
falta un rey que cure, un rey sanador como el de las profecías de Gondor, o como los
reyes de la Edad Media a los que una vez al año se les traían enfermos para que curasen
al ser tocados por sus regias manos. Las manos del Rey son manos que curan. De
esta manera tenemos a un Aragorn que es más que un guerrero, al Rey capaz de curar a la
Tierra Media de las heridas infligidas por Sauron. Con su victoria y sus poderes
curativos, todo Gondor sabrá que el Rey ha vuelto.
Pues nada, los heridos se curan sin ayuda que para eso hay
Seguridad Social y a Aragorn le hacemos jefe porque sí, porque nos parece un tío muy
mono. Igualmente lo de Eowyn y Merry tampoco es para tanto. Total, como si matar al
Señor de los Nazgul fuese para tanto. Ahí tenemos a Merry cabalgando sin problemas
hacía la Puerta Negra y Eowyn en casita, que por algo es mujer, que una cosa es que se
cuele disfrazada y otra que la dejemos ir de farra ahora que la hemos pillado.
Efectivamente, como ya he comentado antes, Tolkien era dechado de machismo, no como
ahora que somos todos tan sensibles con la situación de la mujer...
Lo de la Puerta Negra es más de lo mismo. Jackson decide
plagiar a Shakespeare y su Enrique V en la arenga de Aragorn; ya está muerto y
los derechos de autor han caducado. Los rohirrim desmontan para luchar a pie (¡Qué idea
más brillante! ¡Son tan malos jinetes!). Pippin y el resucitado Merry cargan cuando
todos los demás están medio muertos de miedo; esos son huevos y no los del caballo de
Espartero (¿pero Pippin no perdía el sentido cuando se le caía encima un troll
moribundo? Igual es el mismo que ahora está apunto de cepillarse a Aragorn). Y Sauron
iluminando la escena en plan El Faro de Vigo.
Al fin todos se vuelven a encontrar (¡ya era hora!) para vivir
un agradable happy end. Aunque antes tenemos la indescriptible escena del
despertar de Frodo y su gritito de "¡Gandalf!" en plan Penélope Cruz en los oscar (pero
quién ha supervisado ese doblaje, por Dios). Posteriormente la boda donde serán felices
y comerán perdices, con Elrond con carita de pillín diciendo: "Te he traído una
sorpresa". Sí, es ella, la innombrable, Arwen, que ha venido exprofeso a pegarle un
morreo a su novio de toda la vida de los que seguramente hubiesen escandalizado al
puritano Tolkien. ¿Qué más da que todos sepamos que Aragorn morirá como todo humano y
que Arwen vagará llena de pena por toda la Tierra Media en busca de su gente que ya no
está antes de sucumbir, quizás arrepentida, de la elección que hizo? Y que lo sepamos
tanto por las escenas de la segunda peli como por los apéndices del libro da lo mismo.
Un final feliz es lo que quiere la gente que si no no va a al cine, que para llorar ya
tiene la vida real con sus hipotecas y trabajos basura.
Aquí se podía haber acabado el film y todos contentos. Un poco
plagio del final de La Guerra de las galaxias pero hubiese quedado más o menos
redondo. Pero no, Jackson tenía que jugar la baza de la fidelidad (hay que contar toda
la historia) y de la sensibilidad (Frodo tiene que irse a los Puertos Grises para dejar
a todo el mundo hecho polvo).
Como consecuencia de este empeño nos mete de capón la media
hora más coñazo y anticlimática de toda la historia del cine, encima un fracaso desde
todos los puntos de vista. Se carga el Saneamiento de la Comarca y la posibilidad de
atar el cabo suelto que es Saruman, evitando totalmente dos de las moralejas del libro:
que el anillo había corrompido hasta la Comarca (aquí impoluta e inocente, la gente se
sigue dedicando al cultivo de la calabaza) y que los niños que habían partido ahora han
vuelto convertidos en hombres capaces de arreglar por sí mismos todos los problemas, ya
que son los antaño timoratos Merry, Pippin y Sam los que encabezan la sublevación contra
Saruman (bueno, Sam se casa y los otros siguen bebiendo cerveza, algo es algo).
En cuanto a la lucha interior que desgarra a Frodo y que le
lleva a abandonar la tierra Media, nada de nada. Si no te has leído el libro su marcha
es tan gratuita como misteriosa.
5. ¿Por qué?
Una de las cosas más fascinantes de los clásicos es que cada
generación realiza una lectura diferente de dicho libro. La visión del Quijote en el
momento de su publicación no fue la misma que en el siglo XVIII, en el XIX o en el XX.
Cada época revisita este libro a su manera con su particular punto de vista, y esa
lecturas (que nos muestran la riqueza del texto) no sólo son fascinantes por lo que nos
explican de la obra de un autor sino, también, por su capacidad de funcionar como una
ventana a esos días pasados. Leyendo lo que la gente del XIX pensaba sobre el Quijote
sabremos cosas tanto del Quijote como de la forma de pensar de dichas personas.
Me imagino que algo parecido ocurrirá en el futuro con la obra
de Tolkien. Cada generación la entenderá de una forma distinta y estas mismas palabras
que estoy escribiendo servirán de una forma modesta (siempre que se conserven, algo que
no sé si realmente merecerá la pena hacer) para que personas de otros siglos entiendan
un poco mejor la forma de pensar de, al menos, uno de los habitantes de nuestra
desquiciada época.
Lógicamente, la obra de Jackson sí que perdurará y servirá
mucho mejor para ese propósito. Ahora bien ¿Qué mensaje estamos lanzando a las
generaciones futuras?
En primer lugar, un mensaje de codicia. De que somos personas
capaces de pervertir cualquier obra de arte en función de unos beneficios. Hasta tal
extremo hemos llegado que probablemente la trilogía de El Señor de los Anillos
son las primeras películas rodadas con dos versiones: una mutilada para ser vista en los
cines y otra más completa para ser distribuida en DVD y donde se aten muchos cabos
sueltos como el de la muerte de Saruman, Eowyn ligándose a Faramir, etc, etc. O eso, o
Jackson es más torpe como cineasta de lo que pensaba. Aunque, evidentemente, no como
negociante. La pasta que ganará con las diferentes versiones de los DVD será tremenda.
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Peter Jackson |
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También lanzamos un mensaje de prepotencia. La idea de que un
director de segunda fila (¿Cuál ha sido la obra fílmica de Jackson anterior a la
trilogía?) y un grupo de guionistas de fama similar eran mucho más listos que cierto
profesor de Oxford autor de un libro que ha fascinado en sólo 50 años al menos a 100
millones de personas (cifras de venta del libro) y, probablemente, a más. Lo
suficientemente listos como para introducir una serie de cambios significativos en forma
de escenas nuevas y trasmutaciones absolutas del espíritu de la obra. Esa prepotencia
llega al extremo vergonzante de que en el DVD de Las dos torres alguno de ellos
justifique los cambios basándose en los supuestos errores narrativos de Tolkien, un
escritor amateur a fin de cuentas.
Dejamos un mensaje de hipocresía y cinismo. Porque mientras la
película venda, ¿a quién le importan los cambios realizados? Mucha fidelidad a la obra
tolkiniana sí, pero mucha más a las cuentas bancarias. Por no hablar de todas las
críticas vertidas contra la ideología que se esconde detrás de la novela. Conservadora,
machista, racista, ultracatólica han sido algunas de las lindezas que se han lanzado en
contra de Tolkien y que aquí, supuestamente, se han intentado corregir. Por no
alargarnos veamos sólo uno de los casos. Tolkien es machista porque no hay nada más que
un personaje femenino de importancia y, para más inri, en un papel secundario (se ve que
el hecho de que Eowyn mate al Señor de los Nazgul es una cosa de segunda fila).
¿Solución? Metemos a un personaje nuevo cuyo comportamiento es muy parecido al de tantas
y tantas protagonistas de series norteamericanas para adolescentes. Alguien que está
dispuesto a renunciar a su inmortalidad (llamémoslo independencia o autonomía) ya no por
amor (que era lo que defendía Tolkien en el caso de Beren y Luthien) sino por la visión
de una sólida familia establecida. Claro, ante eso, el hogar y los niños... ¿quién no
renuncia a todo? Efectivamente, un mensaje feminista donde los haya.
Otro mensaje más: incoherencia o torpeza. Después de haberme
visto las tres películas sigo sin tener clara hacia quién van dirigidas. ¿Hacia los fans
de los libros? Entonces no se explica todos los cambios y morcillas made in Jackson que
parecen diseñados para cabrearnos ¿Hacia los que no conocen los libros? Que me explique
alguien entonces la obsesión por determinados detalles (como el del Palantir, las
lembas, las capas élficas, etc, etc) que nunca se explican y que sólo pueden ser
captados por un lector atento de los libros. Los autores de la versión filmíca o no se
aclaran porque son unos incompetentes o, lo que es peor, quieren contentar a todos y,
al final, no contentan a nadie.
Y, por último, la visón que otras generaciones tendrán de
nuestro concepto de diversión. Un concepto basado en el tremendismo barato y facilón.
En la sorpresa vulgar y manida. Porque, enumeremos, ¿cuántas veces parece que Frodo,
Aragorn o el que sea va a morir y se salva en el último segundo? ¿Cuántas escenas de
peleas, carreras y persecuciones son meramente gratuitas? ¿Cuál fue la base de toda la
publicidad de las dos últimas películas? ¿No se repitió en ambas hasta la saciedad la
frase: la batalla más larga de toda la historia? ¿Es que El Señor de los Anillos
es sólo eso, una vulgar película de batallas, guerras y peleas?
En fin, por acabar, porque me temo que estoy pasando del humor
a la amargura y esa no era mi intención original. Una última súplica. Por favor, que
nadie intente adaptar El Hobbit o me veré obligado, parafraseando a Manuel
Vincent, a gritar: ¡Quita tus sucias manos de Tolkien!
Posdata
El médico me ha dicho que me he puesto demasiado tremendo, que
como siga con esa actitud me voy a pasar más tiempo aquí que Gollum en las cavernas de
las Montañas Nubladas. Así que un último toque de optimismo. Realmente no podemos
quejarnos porque haya sido Peter Jackson el encargado de la adaptación. Siempre podría
haber sido mucho peor. Se lo podrían haber encargado a Disney… ¿Os lo imagináis? Gimli
y Legolas cantando a dúo un hit escrito por Elton John titulado "Siempre seremos amigos,
aunque un enano y un elfo sean como el calor y el frío", mientras escabechinan orcos en
los Campos de Pelennor y el resto de la comunidad le hace los coros. Cuando lo pienso
doy gracias al cielo, perdón, a Hollywood por nuestra suerte.
¿Es Peter Jackson un traidor? - Artículo donde, con humor, se repasaba la
fidelidad de las dos primeras adaptaciones de El Señor de los Anillos realizadas por
Peter Jackson.
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