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Ética y ciencia ficción

Conferencia dictada en la Facultad de Ciencias Exactas, Físico-Químicas y Naturales, Universidad Nacional de Río Cuarto, Argentina el 23 de Mayo de 2001, por María Cristina Boiero de De Angelo.


El propósito de esta conferencia es proveer un espacio para el intercambio de ideas, acerca de algunas cuestiones éticas vinculadas con los avances científicos. Vamos a tomar como punto de partida los mundos imaginarios que nos ofrecen obras de ciencia-ficción, que al igual que otros géneros literarios cumplen un rol importante en el desarrollo de la imaginación moral. Pero antes de comenzar veamos a qué nos referimos cuando hablamos de ética. Sin entrar en un análisis detallado de las diferentes teorías, podemos decir que la ética se ocupa de las decisiones morales, de los valores existentes detrás de ellas, de las razones que se dan para esas decisiones y del lenguaje que usamos para describirlas. Es acerca de la inocencia y la culpa, de lo correcto y lo incorrecto, de lo bueno y de lo malo. Trata de los diferentes dilemas que la vida nos presenta y nos desafía a examinar lo que queremos en la vida y lo que creemos que vale la pena hacer.

Con respecto al tema que enfocaremos hoy, podemos partir de la suposición de que el siglo XXI será la Edad de Oro de la Ciencia, al menos tan exitosa como el S. XX, y más rica en logros y descubrimientos. Lo demuestran las conquistas permanentes de la ciencia que han cambiado la faz del planeta, la cantidad de técnicas experimentales surgidas a fines de este siglo, el desarrollo de teorías en ciencias del espacio, los avances en genética, son sólo algunas razones que explican por qué nunca antes en la historia la ciencia ha ocupado un lugar tan central en nuestra cultura y quizás nunca antes ha sido tan cuestionada.

Dentro del campo de la ingeniería genética se encuentra a veces un reduccionismo genetizante que lleva a postular a la constitución genética como principal causal de rasgos normales y patológicos relegando a un segundo plano otros factores socio-ambientales. [i] Pero el mimetismo y la igualdad que suelen asociarse a los clones no son nunca tan rígidos. Hoy sabemos que en la personalidad de un ser adulto confluye su dotación genética, pero también el proceso de socialización y aprendizaje que ha seguido en su infancia, adolescencia y juventud. Ira Levin lo vio claro en Los niños del Brasil (1976): para lograr un Hitler clónico era imprescindible que el niño clon pasara por las mismas vicisitudes que vivió Hitler. Esta obra trata a la clonación como una tecnología con consecuencias aterradoras para la sociedad y, aunque muchos académicos crean que la historia es totalmente fantasiosa e increíble, ha repercutido en algunos. Se sabe que cuando se conocieron los primeros informes acerca de la oveja Dolly, el conocido especialista en bioética Arthur Caplan, del Centro de Bioética de la Universidad de Pennsylvania dijo: "Esto nos acerca un paso más a Los niños de Brasil"  y ante los recientes anuncios del Dr. Severino Antinori podemos suponer que el paso ya ha sido dado.

Sabemos también cuan grave fue el uso de la información genética como instrumento de discriminación tal como sirvió a los fines del exterminio de judíos y gitanos en la Alemania nazi [ii] . Aunque nos cueste creerlo el movimiento eugenésico que buscaba mejorar la humanidad mediante la procreación de los más aptos gozó de gran aceptación entre los intelectuales británicos y estadounidenses. Basándose en ideas que se remontan a la República de Platón, la esterilización de los discapacitados mentales y de los criminales era considerada perfectamente aceptable (Scientific American, Dec. 1999: 60). Estas ideologías y aventuras eugenésicas provocan una natural desconfianza en los avances del conocimiento en Biología y una demanda acerca de la necesidad de la evaluación continua de las derivaciones éticas de los mismos ya que un argumento utilitarista podría justificar una tecnología dada si ofreciera un incremento en la felicidad y sobre esta base, cualquier técnica médica que mejorara la vida de las personas sería aceptable.  ¿Qué sucedería entonces si viviéramos en un mundo en el que las características de los individuos hubiesen sido seleccionadas a través de la ingeniería genética? A propósito de este temor, Peter Singer comentaba en 1963 que el comienzo del proyecto científico internacional Genoma Humano había provocado protestas debido a la aprensión de lo que el mapa del genoma humano pudiese revelar acerca de las diferencias entre las personas y el uso que podría hacerse de tal información (Singer, 1993: 25). Este proyecto es tal vez el mayor emprendimiento científico del milenio al trazar el mapa de cada gen y descifrar letra por letra, literalmente, el hilo de la vida. La secuencia completa del genoma humano que se estimaba dar a conocer alrededor del 2003 ya ha sido anunciada, lo que es un indicio de la celeridad con que la ciencia avanza. Estos estudios revelarán, por ejemplo, los roles de los genes en la aparición de ciertas enfermedades, con lo cual la terapia genética en una o dos décadas más será un tratamiento común y a mediados de siglo muchas enfermedades potenciales serán curadas a nivel molecular antes de que surjan, elevando el promedio de vida a 90-95 años. Es casi imposible exagerar los beneficios potenciales de la ingeniería genética. En términos muy amplios, casi todo lo que se hace ahora en las industrias química, farmacéutica, energética y de la alimentación podrían, en principio hacerse mediante un sistema biológico adecuadamente alterado. El aprendiz de hechicero ha encontrado al fin la piedra filosofal; no puede convertir metales comunes en oro, pero puede hacer su equivalente biológico. Este horizonte de posibilidades ha llamado la atención por supuesto a las tremendas responsabilidades de un verdadero Prometeo que pueda construir humanos y otros seres a pedido agregando más poder a la creatividad existente de la humanidad y un nuevo riesgo debido a nuestras dificultades en ejercitar responsablemente esos poderes creativos.

El creciente poder de la ciencia y la tecnología para transformar la vida, ha preocupado desde siempre a los escritores impulsándolos a transmitir mensajes de advertencia a través de sus obras. Como el escritor creativo a menudo está a la vanguardia de la conciencia de una cultura, la literatura puede anticipar nuevas dificultades generadas por los avances científicos y tecnológicos, sobre todo el modo en que son utilizados como instrumentos de poder y control. Este género provee un espacio natural para la discusión de las consecuencias de los descubrimientos científicos ya que trata principalmente sobre el impacto de la ciencia, real o imaginada, sobre la sociedad o los individuos y desde las primeras historias de H. G. Wells, o más aún desde un precursor en el género tal como Frankenstein (1818) hasta la actualidad, representa las esperanzas y temores de la raza humana cristalizados a través de mundos futuros imaginados desde los cuales es posible enfocar la realidad actual. La buena ciencia-ficción ha interesado a muchos científicos, que han logrado ver en ella "esa rama de la literatura que trata de la respuesta humana a los cambios en el nivel de la ciencia y la tecnología", tal y como la definiera Isaac Asimov.  Por esta razón, es un género apropiado para crear conciencia en el público de lo que puede suceder o está sucediendo.

Pasemos ahora al análisis de Mendigos en España (1991), una obra de ciencia-ficción de Nancy Kress. Este cuento en particular me pareció adecuado para esta ocasión pues envuelve al lector en una exploración dramática de los alcances de un descubrimiento científico dentro de la compleja trama en la cual se desarrollan las acciones humanas. En esta narración, Nancy Kress toma la idea siempre presente de un paso hacia adelante en la evolución de la humanidad. La historia, ambientada en los EE.UU. del Siglo XXI, gira en torno a la manipulación genética que permite ya no solamente seleccionar las características físicas de los hijos sino también suprimir en ellos la necesidad de dormir. Esto último es aún mantenido en reserva por el Biotech Institute; sin embargo, el poderoso magnate financiero Roger Camden accede a la información y pretende incorporar ese rasgo a la lista de modificaciones solicitadas para su futura hija, pues una persona con esta característica indudablemente tendrá ventajas notables sobre las personas "comunes" al dedicar todo su tiempo al estudio y a la producción:

      "Doctor... Sé que ha creado hasta ahora veinte niños que no necesitan dormir para nada. Que diecinueve [2] son hasta ahora sanos, inteligentes, y psicológicamente normales. De hecho mejor que normales; son inusualmente precoces... Todo lo que quiero es la posibilidad de comprar eso para mi hija ya. Al precio que pidan." (Kress 1991: 887) [iii]

Desde el comienzo mismo de la historia se plantean varias cuestiones éticas: una de ellas con respecto a la supuesta independencia de la ciencia, ya que por motivos obvios los científicos dirigen su investigación hacia áreas para las cuales hay fondos públicos o privados (Tauber 1997: 343). En el campo de la ingeniería genética se han instalado firmas cuyos intereses no son ni más ni menos ideológicos que los de una compañía farmacéutica, es decir ideología 100% capitalista. Muchas veces los empresarios son científicos y emplean a Premios Nobel como consultores: "Muchos científicos académicos han montado empresas de ingeniería genética o se han constituido filiales de empresas farmacéuticas. Sin embargo, las filosofías de la empresa privada y de la universidad están en conflicto. Los esfuerzos académicos se hacen presumiblemente de una forma abierta con intercambio libre de información entre los colegas, mientras que la empresa privada impone cierto grado de secretismo por lo menos hasta quen se hayan obtenido las patentes para proteger las inversiones de las empresas. Por lo tanto existe un conflicto básico para los científicos capacitados en la clonación de genes" (Tamarín, 1996 :335). Es decir que la investigación a veces no es siquiera para propósitos de publicación dentro de la comunidad científica. Hay áreas por ejemplo dentro de la Corporación Cetus que son de alta seguridad, no solamente para evitar accidentes biológicos sino para prevenir espionaje industrial. Las cifras que se mueven son alucinantes; Cetus por ejemplo, cuenta con un capital de 45 millones de dólares de los cuales 10,5 vienen de la Standard Oil y 8 de la National Distillers Corporation. El sugerente título "The Human Genome Business Today" (p. 40-57) bajo el cual la edición de Julio 2000 de Scientific American da a conocer las instituciones, muchas de ellas privadas, involucradas en distintas fases de investigación sobre el Genoma Humano, podría tomarse como la contraparte real del mundo ficticio:

"No es solamente una cuestión comercial, Sr. Camden."

"No es tampoco sólo investigación pura," replicó Camden. "Son una corporación comercial. Y tienen exenciones impositivas  que se otorgan solamente a firmas que cumplen ciertas normas de juego limpio" (888)

Otro tema presente en toda la obra es el de la aplicación de los descubrimientos antes de la evaluación de todas las posibles consecuencias de los mismos sobre los individuos directamente afectados y sobre la sociedad en su conjunto. La importancia de estos asuntos, que surge por primera vez ante la pregunta de la Sra. Camden respecto al vigésimo bebé sometido a este experimento, es soslayada tanto por los responsables del Instituto como por el Sr. Camden:

 "El vigésimo bebé murió. Sus padres resultaron ser inestables. Se separaron durante el embarazo, y la madre no pudo soportar las veinticuatro horas de llanto de un bebé que nunca duerme.

Elizabeth Camden lo miró con ojos desorbitados: - ¿Lo mató?

-Accidentalmente- dijo Camden secamente-. Sacudió al chiquito demasiado fuerte.

Se dirigió, ceñudo a Ong:

-Niñeras, doctor...  Deberían haber elegido solamente padres lo bastante ricos como para pagar niñeras en turnos." (889).

Una investigadora del Instituto, la Dra. Susan Melling, explica el proceso de una manera sumamente simple como si se tratara de una operación de rutina, evidenciando absoluta seguridad en los métodos científicos. Esta confianza, sin embargo, se ve desafiada por el azar, factor que a menudo no es tenido en cuenta. Efectivamente, la liberación de dos óvulos por parte de la Sra. Camden resulta en dos mellizas no idénticas, Leisha, "la Insomne", rubia y esbelta y Alice, "la durmiente/ normal", morocha, baja y robusta. La infancia de las niñas es marcada por la notable preferencia del Sr. Camden por Leisha a quien dedica toda su atención y cuidado, proveyendo niñeras e institutrices día y noche para aprovechar al máximo su capacidad programada.

Por su parte, la Sra. Camden, quien anhelaba una hija normal, se inclina por Alice y muestra cierta hostilidad hacia Leisha. No obstante, las dos hermanas se aman y comparten sus juegos sin advertir esta tensión. Leisha es la primera en notar que ella es diferente; no tiene sueños para contar durante el desayuno como Alice, en su habitación nunca hubo cuna y la sensación de ver a sus padres y hermana durmiendo estimula su deseo de ser como ellos:

 "-Quiero dormir, Papá.

-No, no quieres, mi amor. Dormir es perder el tiempo, perder vida. Es una pequeña muerte.

-Alice duerme.

-Alice no es como tú.

-¿Alice no es especial?

-No. Tú lo eres.

-¿Por qué no hiciste especial a  Alice, también?

-Alice se hizo sola. No tuve oportunidad de hacerla especial."

 (898)

Las diferencias se acentúan cuando las hermanas son separadas al iniciar la escuela ya que Alice debe concurrir con niños normales y Leisha con alumnos avanzados y mayores que ella. Entretanto se produce el divorcio de sus padres y la unión del Sr. Camden con la Dra. Susan Melling del Biotech Institute, quien se había convertido en asidua visitante a fin de monitorear el crecimiento de las niñas. Cuando ambas llegan a la adolescencia los problemas se agudizan, pues la inteligencia y belleza de Leisha producen comparaciones desfavorables para Alice. Mientras tanto el Biotech Institute continuó produciendo niños insomnes y el hecho ya es de conocimiento público. A los quince años Leisha expresa su curiosidad por conocer a los otros "mutantes insomnes" como ella los llama ante el disgusto de su padre. El encuentro con los demás ofrece a Leisha la oportunidad de confesar su soledad y sus más íntimas emociones con la seguridad de ser comprendida ya que todos, en mayor o menor medida, tratan de mantener su prodigiosa cualidad en secreto ante el temor de ser considerados fenómenos anormales.

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2003-05-27 22:37   Nina D\' Aire
Bueno, ahora que ando tan metida con la ética porque me encuentro haciendo investigación para mi tésis, este artículo me pareció muy interesante porque me ha venido a clarificar muchísimas ideas, algunas de las cuales, ya las tenía aunque un poco brumosas y otras muy nuevas para mí, ya que tengo poco tiempo en el sitio, no he podido leer muchos artículos pero me da un gusto tremendo poder tener acceso a esta información tan buea. Enhorabuena!