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La Bestia de Altdorf,
de Jack Yeovil
Título original: Beast in Velvet
(2.002)
Portada: Martin Hanford
Traducción: Diana Falcón
Editorial: Timun Mas
(2.003)
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Kim Newman
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David Quiros Nuño (Lobokell), Abril 2.004
Altdorf, la capital del Imperio, es una de las ciudades
más grandes de su tiempo y centro de las instituciones imperiales
más importantes. Como centro de poder del Imperio, en Altdorf se
reúne la flor y nata de la nobleza del imperial. Desgraciadamente
también están presentes todos los defectos inherentes del ser
humano y su cultura, cosa que aprovecharán los deleznables agentes
de los Príncipes Demonios del Caos para sembrar la discordia y la
rebeldía entre las clases menos favorecidas de la metrópoli.
La lucha contra el caos no sólo tiene lugar en el campo de batalla
sino también en los lugares más insospechados. En Altdorf la
guerra adquiere otra forma, más sutil y menos directa, pero tan
terrible y dañina como la otra. O incluso más aun, pues
aprovecha los problemas reales de la sociedad imperial.
Este es el escenario elegido por Jack Yeovil,
seudónimo del escritor Kim Newman, como marco para el desarrollo
de su novela. Se trata de una mezcla de las historias de Jack el Destripador
y del Dr. Jeckyll y Mr. Hyde, e incluso en se a mencionar la versión
warhammeriana de la novela de Robert L. Stevenson. Es muy fácil
identificar Altdorf como Londres, no sólo por las actividades de La
Bestia, que inmediatamente te lleva a recordar a los personajes antes
citados, sino por cómo describe Kim Neuman esta ciudad: la capital
del imperio, atravesada por dos ríos con una importante actividad
comercial, los sórdidos bajos fondos y la terrible niebla que
periódicamente envuelve la ciudad. Sin embargo el escenario es un
tanto chocante. Por un lado está el paralelismo con el Londres de
Stevenson y por otro tenemos una sociedad más propia del París
del Rey Sol, profundamente marcada por insalvables barreras sociales y donde
los duelos a espada son algo de lo más habitual. Eso sin entrar en
la nomenclatura germánica de los títulos y los nombres. Sí,
Altdorf es una mezcla cultural de lo más sorprendente.
A la hora de abordar esta novela lo primero que se debe
tener en cuenta es su objetivo. Los libros ambientadas en los universos de
Warhammer Fantasy o Warhammer 40000 buscan tan sólo
entretener al lector y darle publicidad al juego. El entretenimiento es
la clave, buscan simple y llanamente divertir. Si esperas encontrar una
narrativa profunda, con un contenido filosófico o un mensaje,
aquí no lo vas a encontrar. Al menos contando como referencia las que
han sido publicadas en castellano. Sin embargo la mayoría de las
novelas de Warhammer que he leído cumplen sin problemas su
función: proporcionar una lectura amena, sencilla y divertida. Y
recordemos que si te gusta el juego, fácil será que te
lleguen a gustar.
Sin embargo La Bestia de Altdorf es una
excepción. Y no me refiero a que se trate de una versión de
la novela de Robert L. Stevenson, sino al desarrollo de la misma, pues es
bastante caótica. Hay personajes que aparecen y desaparecen sin que
podamos entender por o para qué han salido. Otros simplemente entran
en escena para recordarnos que tienen su propia novela, caso de Genevieve
Diudonné y Detlef Sierk, pero que no aportan nada en absoluto, a
excepción de servir de triste excusa para meter esta novela en una
trilogía. Y sin embargo les ha dedicado páginas enteras. En
otros casos nos describe con detenimiento la situación de personajes
que sí intervienen en la historia pero a los cuales abandona de
repente, ventilando su participación en la historia con un par de
comentarios.
Por otro lado, más que una novela parece un
serial que se ha juntado para editarlo en un único tomo. Es
sorprendente cómo en momentos importantísimos el escritor corta
por lo sano, finalizando un capítulo de una forma tan súbita
que recuerda terriblemente a las series de televisión y el
exasperante "continuará" al final de cada capítulo
importante. Aquí sucede los mismo en dos o tres ocasiones, en
situaciones clave se acaba el capítulo y en el siguiente te encuentras
con una crónica sociopolítica de la situación en Altdorf,
que abarca los hechos del momento y algunos del futuro inmediato, y retoma
la historia en un momento posterior al que estabas leyendo.
Se nota la carencia de ideas del autor, que durante toda
la novela le da vueltas al tema de la Bestia pero que al final se sale por la
tangente, y de una forma bastante rancia, solventando el misterio con giro
totalmente inesperado. Casi parece que el final lo eligió al azar,
porque más retorcido no podía ser. Y más carente de
gracia tampoco.
En fin, en mi opinión La Bestia de Altdorf
es de los más flojos y menos entretenidos los libros de Warhammer.
Quizás Kim Neuman ha pretendido ir un poco más allá
que en otras novelas, pero al menos en esta ocasión no lo ha conseguido.
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