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Por Alma Bouchot (Lilith)
[ La magia de la seducción ]
[ Crítica: La Orden del Fénix ]
[ El ataque de los Muggles ]
[ Análisis: La Orden del Fénix ]
No cabe duda que la saga de Harry Potter, no sólo ha sido un
fenómeno por su popularidad, también lo ha sido por la gran polémica que ha causado
entre grupos religiosos, críticos literarios y paranoicos padres de familia.
Con gran sorpresa encontré, durante mi investigación para este
artículo, que los libros de Harry Potter están más vetados de lo que uno podría creer.
Aquí en Cyberdark hemos tenido varias discusiones al respecto, pero es increíble la
cantidad de denuncias que hay, con argumentos que van de lo ridículo a lo considerable,
y en algunos casos, a lo graciosamente inverosímil. Se discute que fomenta el interés de
los niños por las artes oscuras de la hechicería y el ocultismo, que son terribles
herramientas de Satán para atraer a los lectores hacia el mal y el pecado. O padres de
familia que señalan los ejemplos de desobediencia de los personajes, o las pesadillas
que les puede causar a sus hijos el “violento y oscuro” contenido, ya que hay tanta
“crueldad y maldad” en estos libros, que incluso el villano no puede ser nombrado. Y ni
hablar de los críticos literarios, celosos del éxito comercial, que les llaman
“literatura de supermercado”, aunque no cabe duda que tienen razón cuando vociferan a
los cuatro vientos que existen muchas más opciones de lectura infantil, como las obras
de C. S. Lewis, Michael Ende, Tolkien y tantos más. Claman que los libros de Harry
Potter están demasiado valorados, sin embargo... ¿estarán en lo correcto?
Tras Harry Potter se esconde la firma del rey de las
tinieblas, el demonio. Padre Gabriels Amorth, exorcista oficial de la
Diócesis de Roma
Es muy triste que comenzando el siglo XXI aún existan personas
que se resistan a abandonar sus creencias medievales, censurando la literatura basándose
en argumentos netamente religiosos. Hay algunos grupos, en su mayoría cristianos o
católicos, que, si pudieran, harían interminables hogueras con los millones de libros
que se han vendido.
De todas las críticas negativas que he hallado sobre los libros,
las de carácter religioso son las más pintorescas de todas. Desde las que escuetamente
denuncian al demonio en los libros, hasta aquellas de varias páginas, escritas por
párrocos, pastores o teólogos, que pretenden hacer argumentos lógicos, “imparciales”,
y bíblicamente correctos, desmenuzando la simbología satánica usada por Rowling.
Para muestra, déjenme mostrarles un botón:
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Matthew McMahon |
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—¿Cómo es que Harry es malo? Bueno, sabemos por la Biblia
que toda hechicería es abominable a Dios. Si esto es así, ¿cómo podríamos justamente
decir que Harry es bueno? ¡Harry es un brujo! Este es el tipo de mezcla confusa de las
historias fantásticas llenas de estas imágenes que nos insensibilizan contra la real
maldad de la hechicería y las ideas ocultistas. Los niños son capaces de salir con la
idea de que el ocultismo es aceptable y que no está en franca oposición al carácter
santo de Dios—.
—También los niños deben ser protegidos del uso explícito de
la mentira, la trampa, robo, y cosas semejantes que Harry Potter y sus amigos utilizan
como un medio para conseguir sus objetivos. La ética situacional ya está dentro de las
almas de los niños desde su nacimiento. Los niños ya saben cómo ser malos. Ellos nacen
pecadores (Salmos 51:4)—.(1)
Esta es una triste muestra de la falta de criterio,
conocimientos culturales y teológicos de los que adolece la gente que profesa una
religión de manera fanática. ¿Será que es demasiado pedirles que puedan discernir del
significado simbólico en Harry Potter si no pueden hacerlo del Nuevo Testamento? Lejos
de apoyar y/o promover este tipo de posturas fundamentalistas, los líderes religiosos
deberían preocuparse por la falta de madurez espiritual entre los miembros de sus
iglesias.
John Granger, un graduado en Lenguas Clásicas de la Universidad
de Chicago y miembro activo de la Iglesia Ortodoxa, escribió un libro llamado
La llave oculta para Harry Potter: Entendiendo el significado, el genio y la
popularidad de las novelas de Harry Potter de Joanne Rowling
(2). El libro se dedica a rebatir las creencias erróneas sobre el
contenido de Harry Potter y mostrar, no sólo el mensaje cristiano de J. K. Rowling, sino
a desmenuzar el contenido simbólico, las raíces míticas y las premisas veladas dentro de
la obra de esta autora. Dicho trabajo le ha ganado el apodo de “el verdadero maestro en
la defensa contra las artes oscuras”.
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Las crónicas de Narnia |
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Granger señala en este libro, y diversos artículos, que Rowling,
lejos de tratar de promover las creencias paganas, ya que ella misma se confiesa
católica, trata de seguir la escuela de los Inklings, ese pequeño club en Oxford
de escritores fantásticos al que pertenecían entre varios, J. R. R. Tolkien y C. S.
Lewis, uno de cuyos objetivos era promover una filosofía cristiana en sus historias sin
tener que recurrir directamente a los temas religiosos. Incluso J. K. Rowling se
manifiesta gran admiradora y seguidora de C. S. Lewis, quien padeció la indiferencia y
rechazo hacia sus obras, como Las crónicas de Narnia, hasta que públicamente se
declaró cristiano. Sólo así se tomó en cuenta su gran trabajo en la literatura infantil
y juvenil.
C. S. Lewis era consciente de la repugnancia que suelen
provocar las lecturas religiosas a la mayoría de los adultos y aún más a los niños.
Creía que la fantasía era la máscara perfecta para ocultar los mensajes cristianos, de
los prejuicios antirreligiosos, o como él prefería llamarles: “los dragones
vigilantes que guardan los corazones” contra cualquier enseñanza religiosa.
Joanne Rowling ha logrado ocultar tan bien su propósito que,
irónicamente, ha provocado el espanto contra la hechicería, y muy pocos han sabido
distinguir el simbolismo que se esconde tras el aprendizaje de la magia y ese mundo
paralelo que ha creado.
La autora nos invita a dar un salto de fe, a darle al mundo una
mirada “diagonal”, desde el momento mismo en que entramos al Callejón Alley
(Diagon Alley, del inglés diagonally: diagonalmente), un reflejo simplificado de
nuestro propio mundo, una alegoría mágica de aquello que no podemos ver y no queremos
creer, por los tiempos materialistas en que vivimos, cuando lo que cuenta es el valor,
el peso, la cantidad y lo tangible de las cosas. No, aquí nos conduce a tratar de
distinguir más allá de las apariencias y a apreciar la realidad en base a sus
cualidades: la virtud, el amor, la verdad, aquello que es eterno.
En este mundo, cada objeto, cada lugar y cada personaje es un
símbolo a descifrar, y cada situación es una analogía. El bien y el mal están claramente
definidos, pero Rowling nos muestra cómo es que no siempre podemos reconocerlos si no
estamos preparados para ello, al aferrarnos a lo que nos parece más obvio, cómodo o
conveniente.
La magia, imponer nuestra voluntad hacia la naturaleza, sí,
puede considerarse como creencia pagana, pero representa la libertad de actuar que
brinda el conocimiento. A través del aprendizaje mágico, los personajes experimentan un
crecimiento interior, y a su vez comprenden la gran responsabilidad que implica el
poder. Al dominar la magia se reencuentran a sí mismos en la armonía entre lo tangible
e intangible. Es decir, Joanne Rowling nos recuerda que no sólo somos cuerpo, sino
también espíritu, y de nada vale el poder si está dominado por un espíritu corrupto. Por
supuesto que los personajes, sobretodo Harry, caen en diversos errores de comportamiento,
se dejan llevar por la ira, el egoísmo, la vanidad o el rencor, pero hay que comprender
que en estos libros se cuenta la historia de su crecimiento personal y de cómo las
experiencias irán puliendo su espíritu, llevándole a reconocer la verdad y a obrar
bien.
Podría ser, incluso, que la autora, nos de un claro discurso
sobre evadir el fanatismo y aprender a actuar correctamente, no porque nos lo dicten las
escrituras, sino por propio convencimiento.
En cada generación, los libros infantiles reflejan la
sociedad en la que nacieron; los niños siempre reciben los libros que sus padres se
merecen. –Leonard S. Marcus
Llegamos al turno de aquellos padres de familia que,
preocupados por la influencia dañina que pudieran tener los libros de Harry Potter, no
sólo no permiten a sus hijos leerlos, sino que apelan que se prohíba su lectura en los
colegios. Juzgan estos libros como un peligro para los niños, pues pueden exaltar su
imaginación al punto de cometer actos peligrosos, sin hablar de los pésimos ejemplos que
les da sobre desobedecer a las autoridades, además de las injusticias de profesores
crueles, o las criaturas espantosas que les quitarán el sueño, etc.
Nunca se debe subestimar el interés de los padres por el
bienestar de sus hijos. Ser padre es una tarea inmensa con retos inimaginables, pero hay
que señalar que muchas veces sus esfuerzos necesitan ser encaminados de una mejor
manera. ¿Son acaso el uso de la magia o las situaciones de un púber desafiando las
normas de los adultos las verdaderas razones tras la censura? ¿Están conscientes de lo
que se oculta tras ello?
Iakov Levi, psiquiatra e historiador, editor de múltiples
tratados psicoanalíticos en el desarrollo de la historia, nos dice:
Antes de que existiera la teoría del psicoanálisis las cosas
eran más fáciles porque nadie trataba desesperadamente de reprimirlo. Los cuentos eran
sólo cuentos, y nadie asesinaba una historia usando herramientas psicoanalíticas que no
son totalmente comprendidas. Los niños eran libres de expresar sus deseos, motivaciones,
miedos y sentimientos sin la distorsionada interferencia de los adultos, quienes
intentan proyectar hacia ellos su propia filosofía de la vida.
Hoy se utiliza la jerga psicoanalítica como una herramienta
ególatra de defensa y justificación para construir interminables racionalizaciones.
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J. K. Rowling |
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Una y otra vez los libros de J. K. Rowling manifiestan mensajes,
en distintos niveles de lectura, sobre el riesgo de confiar en las apariencias, en
contra del prejuicio, de la censura y la manipulación de la información, de la confianza
ciega en el status quo, de la renuencia de los adultos a tomar en cuenta el criterio de
los niños y jóvenes, y del abuso de autoridad, en ocasiones, hacia éstos. ¿Son temas tan
alejados de la realidad?
El problema no es si estos libros instan hacia la desobediencia,
sino la desconfianza que los padres tienen hacia la misma educación que ellos imparten.
Lo que hace que estos libros se hayan catalogado como “subversivos” es que la autora
reta a niños y jóvenes a pensar con este extenso manifiesto a crearse un “criterio
propio” y no dejarse llevar por los prejuicios de otros.
Los padres temen perder el control sobre sus hijos, o dicho de
mejor manera, que los valores que les han inculcado no estén tan arraigados y las
decisiones que desean tomar para ellos sean cuestionadas por el surgimiento de la
individualidad del hijo. Por supuesto que esto no es un deseo consciente, los padres
creen buscar lo mejor para ellos cuando intentan apartarlos de aquello, que creen,
estarán más allá de su comprensión.
El sentido más profundo reside en los cuentos de hadas que me
contaron en mi infancia, más que la realidad que la vida me ha enseñado. –Schiller,
Los Piccolomini.
Bruno Bettelheim, psicólogo y precursor de la psiquiatría
infantil, se dedicó a analizar el contenido de los cuentos de hadas y su utilidad en la
educación de los niños. Él encontró que los cuentos de hadas estimulan la curiosidad y
atrapan la atención del niño con elementos fantásticos y a su vez desarrollan su
intelecto y clarifican sus emociones.
A través de los siglos, los cuentos de hadas han recogido los
problemas y angustias existenciales que viven los niños: la necesidad de ser amado, el
temor al abandono, el miedo a la muerte o el deseo de vivir eternamente. Representan
una parte de la evolución interna del ser humano, la lucha singular que debe librar el
protagonista para obtener su independencia y crecimiento, o bien, muestran qué puede
suceder si se les expone prematuramente a experiencias para las que no están preparados.
Son liberadores y formativos para la mentalidad del niño ya que son alegorías de la
lucha contra las dificultades inevitables de la vida y cómo tomar una visión optimista
para sortearlas.
En lugar de ver estos libros como armas malignas, los padres de
familia deben tomarlos como herramientas en la educación de sus hijos, leerlos junto con
ellos para poder tener una franca comunicación y resolver las inquietudes que éstos les
provoquen, guiarlos en la comprensión de lo que no les quede resuelto y acercarse a
ellos compartiendo una lectura. Si un niño es capaz de seguir la lectura de un tomo de
más de doscientas hojas, es seguro que tiene la madurez de comprender lo que es realidad
y fantasía y, lejos de asustarse con los elementos de horror, encontrarán un gusto en
ello.
Un escritor muy famoso dijo una vez: “Un libro es como un
espejo, si un tonto se asoma, no puede esperar que un genio aparezca”. –J. K. Rowling
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La piedra filosofal |
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La crítica de los medios también ha sido dura, siendo la
comunidad literaria la más severa de todas. Sin embargo, aunque algunas
descalificaciones estén bien fundamentadas, la mayoría muestran una vergonzosa falta de
conocimiento sobre el tema (muchos de los autores que se quejan de la saga de Harry
Potter ni siquiera los han leído), un prejuicio basado en el éxito comercial, y, por
encima de todo, una falta de análisis del entorno que permite que la obra de Joanne
Rowling sea un fenómeno mundial.
Se han centrado las críticas en que la obras de Rowling son de
trama poco original, unidimensional, aburrida, que la prosa es plana, llena de clichés,
sin innovación alguna en el lenguaje, que está llena de personajes arquetípicos ingleses
y que la escuela de Hogwarts representa un esquema clasista que ya no existe en
Inglaterra. Que su éxito comercial está basado en el plagio de diversas fórmulas
probadas por otros autores, o en la gran maquinaria de la mercadotecnia, que representan
un machismo latente, que es “literatura pop”, o “literatura de supermercado”, o incluso
que “no” es literatura. Y en materia de enfoque, mientras algunos autores la señalan
despectivamente como “simple literatura infantil”, es decir, sin importancia alguna como
para tomarse el lujo de leerlos, otros claman que está por debajo de grandes obras
infantiles. Algunos dicen que “son demasiado largos como para que los lean los niños”;
mientras otros aseguran que no proporcionan ningún reto pues sólo son “literatura
escapista que no les muestra nada sobre el mundo real y como enfrentarlo”.
Hagamos valoración del entorno social que permite que Harry
Potter sea un fenómeno. Mucho se ha mencionado que existe una crisis de lectura en los
niños, su atención está bombardeada constantemente por la televisión, el cine, los
videojuegos, los juguetes electrónicos y la agresiva mercadotecnia. Es claro que para
poder competir con otros medios tan vistosos que requieren de menos concentración y
esfuerzo, la literatura infantil necesita de toda la tenacidad y la imaginación posible,
y J. K. Rowling lo logró; no sólo eso, también puso a leer a adultos que no tomaban un
libro en años.
Creo que éste es el éxito más importante de la obra de J. K.
Rowling. Logró lo que no se hacía en años y no porque tuviera un gran trabajo de
mercadotecnia detrás; muchos de los críticos parecen olvidar que para cuando comenzó la
publicidad hacia éstos, ya se habían vendido miles por recomendaciones personales. Y es
sorprendente que la comunidad literaria, lejos de abrazar este éxito que ya es un mérito
por sí mismo, se ponga a escudriñar palabra por palabra para encontrarle los fallos y no
a analizar qué es lo que tiene que otras lecturas no. Sí, su estilo es ligero y poco
adornado, por ello es fácil de abordar. Sin embargo sus libros están escritos con la
suficiente dinámica para mantener a sus lectores en vilo página tras página, con
imágenes vívidas que recrean la imaginación del lector. Sí, es una amalgama de fórmulas
infantiles usadas a lo largo de la historia de la literatura infantil: un mundo
fantástico, uso de la magia, criaturas extraordinarias, aventuras estudiantiles en un
internado, la trágica historia del chico huérfano rechazado por su familia que descubre
que tiene un gran destino, etc. Pero la autora apela a la identificación de los niños
adaptando al mundo mágico elementos de su vida cotidiana: los profesores, las materias
del colegio, listas de útiles, golosinas, juegos de tarjetas, deportes y medios de
comunicación.
Robar ideas de una persona se llama plagio; robar de muchas
se llama documentación. –A. Felson
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The Hidden Key to HP |
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Nuevamente menciono al autor John Granger, quien analiza esta
obra que, aunque a primera vista, parece ser una simple una creación basada en el plagio
de otras mitologías, es una composición cuidadosamente elaborada que funciona en
distintos niveles semánticos. Por una parte podemos reconocer la estructura mítica de
los cuentos de hadas, pero a un nivel más profundo está fundamentada en la denominada
literatura alquímica (3) estructurada en las fases de la
alquimia, alegoría del proceso para la purificación del alma (en los nombres de
personajes como: Hermione, Rubeus Hagrid, Sirus Black o Albus Dumbledore se nos
da la clave de esto, incluso en el mismo título de La piedra filosofal). Después
encontramos la tradición de la literatura cristiana medieval, con el uso de criaturas
fantásticas que se han utilizado para representar conceptos religiosos (la serpiente,
el unicornio, el grifo, el venado, el ave fénix, etc.). Etimológicamente se pueden
hallar otra cantidad de simbolismos en los nombres de algunos personajes, lugares o
hechizos. Y no dejemos atrás la extensa investigación y su uso preciso de las distintas
disciplinas mágicas.
¿Son libros para niños? Sí, corresponden a la clasificación de
libros infantiles que abarca desde la edad de los 9 años, con misterios por resolver,
problemas cotidianos en que los chicos se pueden identificar y aprender con el
personaje. Sin embargo, cabe aclarar que cada nuevo tomo va subiendo de nivel, pues el
propósito de la autora es que la historia sea más compleja conforme crezca la edad de su
público, así que vemos cómo poco a poco los problemas de nuestro personaje principal van
tomando más seriedad y aparecen dilemas personales que crearán identificación con un
público adolescente. Lo más importante es que de manera refrescante, estos libros
cumplen su propósito educativo y de entretenimiento como cuento de hadas, no disfrazan
de color de rosa ni siquiera al mundo mágico. Al contrario, nos regala una sátira que
critica los absurdos del mundo moderno de los adultos, y que es gran responsable de que
éstos mismos los encuentren interesantes, pues la autora no se ha olvidado de ellos, y
les ofrece su propio nivel de lectura particular, lleno de humor.
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A. S. Byatt |
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Retomando las críticas, la última que causó escándalo fue la
hecha por la galardonada escritora A. S. Byatt, autora de la novela Posesión, en
un artículo para el New York Times, publicado en julio del año pasado, titulado:
“Harry Potter y los adultos infantiles”. En su artículo, A. S. Byatt, hace un ataque, si
bien argumentado, hacia los libros y el público adulto que lo lee, señalando que los
lectores de edad madura han caído en su encanto porque son una lectura fácil, que les da
comodidad y consuela a su niño interior, que están alejados de la buena literatura
fantástica y sólo han sido consumidores de la subcultura televisiva. Dicho artículo
causó una reacción negativa entre el público adulto que lee y aprecia Harry Potter,
sintiéndose insultados. Acusan a Byatt, no sólo de envidia, sino de ser estandarte de
la pose arrogante que los literatos han adoptado contra la cultura de las masas.
Parte del problema de lectura entre adultos es que desde hace
tiempo la comunidad literaria ha dado la espalda a la cultura masiva de entretenimiento,
convirtiéndose en un círculo cerrado. La diferencia de estándares culturales, entre una
corriente y la otra, hace difícil que la gente no acostumbrada a leer tenga acceso a la
literatura de calidad, pues su capacidad de atención no está lo suficientemente
desarrollada. Es esta actitud condescendiente la que permite que los textos de
autoayuda, las novelas rosas y la lectura esotérica, entre otras, tengan el éxito que
tienen, pues están enfocadas precisamente a las masas. Lo que hace falta es que la
comunidad de literatos mire hacia éste lado y haga una búsqueda por crear literatura que
sirva de “puente” para que el público en general se acerque a nuevos temas.
En conclusión, los libros de Harry Potter han sido víctimas del
prejuicio, la lectura ligera y la mala interpretación; irónicamente, lo que ellos mismos
condenan. Sea coincidencia o no, tal pareciera que aquellos que los detractan fueran los
que más necesitan leerlos. No sabemos lo que el destino les depara, si correrán la
suerte de convertirse en clásicos o no, pero son un perfecto ejemplo de la naturaleza de
nuestra sociedad contemporánea donde las apariencias son lo único que se toma en cuenta
a la hora de emitir un juicio.
Notas
(1) Extractos del artículo escrito por C. Matthew McMahon
¿Es Harry Potter realmente necesario?, Traducido y difundido por J. Arturo Pérez en la
siguiente página: http://tododegracia.150m.com/potter.htm
(2) The Hidden Key to Harry Potter: Understanding the
genius, and popularity of Joanne Rowling’s Harry potter Novels, Zossima Press,
ISBN: 0972322108
(3) Alquimia: disciplina medieval cuya finalidad era
el transformar metales en oro en distintas fases, y cuya gran meta era el desarrollar la
piedra filosofal que permitía la vida eterna, se utilizó en la literatura como una
alegoría de la transformación espiritual para alcanzar la pureza máxima. Carl Jung
señaló que es uno de los pensamientos más representativos de los arquetipos y sueños del
consciente colectivo de la humanidad, el camino espiritual que lleva de vuelta al hombre
al Paraíso. Sus etapas: 1) Disolución, Nigredo o Etapa Negra. 2) Purificación, Albedo,
o Etapa Blanca. 3) Separación, Rubedo o Etapa Roja.
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