Este artículo ha sido leído
43759 veces
Por hartree
Acostumbra a ser una práctica usual de las editoriales de género escribir reseñas o
mensajes rimbombantes en las solapas o contraportadas de sus novelas, anunciándolas como la sucesora de
El Señor de los Anillos o proclamando al autor como el nuevo Tolkien de la fantasía moderna. Así,
suele ser común que después de leer un libro de estas características uno se pregunte qué llevó al reseñador a
mostrar tal alarde de entusiasmo; una cosa es tirar piedras a tu tejado y otra muy distinta hacer publicidad
engañosa.
Después de unos cuantos años de sequía parece que las editoriales españolas han mirado más
allá de las franquicias (comercialmente rentables, todo hay que decirlo) y han comenzado a publicar algunas de las
series procedentes del mercado anglosajón que han conseguido más renombre. No hace falta decir que
Canción de hielo y fuego es ya todo un éxito en nuestro país; La Factoría de Ideas ha publicado en los últimos meses
las dos primeras entregas de la trilogía de El Vatídico escrita por Robin Hobb, avalada por algo más de dos millones de
copias vendidas; Incluso Timun Mas, el rey de las franquicias y que no goza de demasiado prestigio entre los
lectores curtidos, ha decidido tirar la casa por la ventana y editar la serie Malazana de Steven Erikson. En
cuanto a Bibliópolis Fantástica, como nos tiene acostumbrados, alterna la publicación de títulos
recientes y clásicos. Maestro de enigmas se cuenta entre los últimos, quizás una serie añeja pero que
mereció en su momento los premios Locus y World Fantasy por el tercer volumen de la trilogía.
Con este artículo pretendo dar mis impresiones a modo de reseñas de las series de Hobb,
Erikson y McKillip, incluyendo al final un pequeño análisis comparativo entre las primeras.
A Tale of Malazan Book of the Fallen, Steven Erikson
|
Gardens of the Moon |
A Tale of Malazan Book of the Fallen (de aquí en adelante Malazan) quizás sea el
ejemplo más claro de éxito vía internet del que se tiene noticia en el género de la fantasía épica. Escrita por el
canadiense Steven Erikson y publicados en el Reino Unido y Canadá, muy pronto, y gracias a la ayuda de fans
entusiastas y el boca a boca, se ha convertido en una de las series de mayor éxito de los últimos años,
capaz incluso de hacerle frente a la mismísima Canción de hielo y fuego. Hay infinidad de foros discutiendo
las virtudes de los libros y los más extraños detalles, donde se levantan acaloradas discusiones sobre si
pueden compararse ambas, ya consolidadas en el mercado.
Malazan puede catalogarse en el marco de la Alta Fantasía –High Fantasy en
inglés–. Este tipo de libros se caracterizan por mostrar la fantasía en estado puro. Suelen tener un altísimo
componente mágico, se desarrollan en un mundo imaginario donde los seres humanos coexisten con otras razas (las más
típicas incluyen a los elfos o los enanos), aparecen magos y todo tipo de dioses y semidioses,... Parafraseando a
Fritz Leiber: “Una historia de Alta Fantasía o Espada y Brujería es un cuento de acción, derivado de las
aventuras tradicionales de las revistas pulp, encuadradas en una tierra, edad o mundo surgidos de la imaginación del
autor, mundo en el que la magia funciona y los dioses son reales, y que sitúa a un poderoso guerrero en conflicto
directo con las fuerzas sobrenaturales del mal”. En esto último Malazan sí se separa un poco de la estructura
clásica. Con cinco libros disponibles es todavía difícil conocer cuál es el argumento de la serie. Sí está claro
que no trata de una lucha entre el bien y el mal, al menos no en el sentido de símbolos absolutos. Conviene aquí
diferenciarlos de la fantasía de Martin o Hobb, que hacen énfasis en describirnos un entorno más realista, más
parecido a la novela histórica.
Los libros de Malazan están estructurados como historias autoconclusivas que transcurren
en el marco de una enorme campaña militar y, al tiempo, va especiando los relatos con el trasfondo histórico del
mundo. Es precisamente esta historia de fondo la que establece el lazo de unión entre todas las novelas y la
auténtica trama.
|
Deadhouse Gates |
Lo primero que llama la atención es que Erikson sitúa a los personajes in media res,
dando por hecho que ya se conocen las reglas del mundo donde se desarrolla. No suele dar explicaciones en forma de
enormes parrafadas contando detalladamente los motivos de que los sucesos trascurran como lo hacen –esto se nota
especialmente cuando se trata de explicar la magia–. Prefiere proporcionar pistas, comentarios de los personajes o
descripciones en determinados momentos, a veces, sin que parezcan tener relación con el argumento. Obliga a
permanecer muy atento pues las pistas suelen referirse a la historia de fondo más que a la principal que se puede
seguir con facilidad. Y proporciona mucho valor a las relecturas; al conocer el argumento global uno
puede centrarse en los detalles. Resulta sorprendente descubrir lo bien planeada que tiene Erikson la serie.
Quizás sí sea difícil engancharse. Primero por la grandísima extensión de la misma,
prevista inicialmente en diez libros. Y segundo porque el primer libro, Gardens of the Moon, es posiblemente
el peor de la serie –a mucha distancia de los demás–. Conviene comentar que se escribió ocho años antes que el
segundo y que, inicialmente, la serie estaba pensada como una trilogía. El propio Erikson ha admitido que
Gardens no está demasiado pulido y que presenta algunas inconsistencias en relación con el resto de los
libros. Por eso mi consejo para los que se sientan decepcionados al leerlo es que continúen, al menos hasta el
segundo volumen: Deadhouse Gates. Si éste no consigue levantar sus expectativas entonces ningún otro libro
de la serie lo hará. Hasta ahora Erikson no ha conseguido superar su épica y su calidad narrativa. En realidad,
Gardens no es una mala historia. Como novela debut está por encima de la media. Su problema radica en que el
ritmo de la historia es totalmente distinto al resto de la serie. Gardens es también una fantasía militar
pero es menos épica y se centra en menos personajes y un conflicto de menor tamaño. A partir del segundo volumen
todo empieza a despuntar mostrando cuál va a ser realmente el ritmo y el tono de la saga. Conocemos
la estructura militar del Imperio y las pequeñas escaramuzas de Gardens se convierten en grandes batallas
con ejércitos enormes. Igualmente, la magia comienza a entenderse, se entreven las primeras conexiones y se
profundiza más en la historia de fondo.
Otro punto a favor de la serie son los personajes ambivalentes que muestra, y que se han
puesto de moda en las series de fantasía actuales. En palabras del propio Erikson:
|
Erikson |
"No soy un fan de las historias de héroes ciegamente bondadosos versus los tipos
insípidos y malvados. La noción del mal por sí mismo me resulta tremendamente aburrida –todos esos Señores Oscuros
intentando crear tierras baldías cubiertas de víctimas esclavizadas... ¿Para qué? Cierto, la tradición impone una
yuxtaposición arquetípica para iluminar así la condición humana– Me lo trago, incluso lo reconozco como fuente de
atracción universal hacia el género. Pero como escritor, me fascina la ambivalencia y la ambigüedad. Mi pasado de
antropólogo se rebela ante los mundos y los conflictos simples. Nada es simple, nunca lo fue. Por eso,
Gardens desarrolla giros de lealtades con la esperanza de ofrecer al lector la posibilidad de decidir con
quien identificarse. Los tipos buenos hacen cosas malas, y los chicos malos hacen cosas buenas, y a veces
situaciones que parecen buenas resultan ser malvadas. Con suerte todo personaje resulta genuino en su
incertidumbre."(1)
A pesar de que Erikson utilice personajes ambiguos para su obra, eso no implica que estén
detallados. Suelen ser bastante planos y muchas veces sus motivaciones no quedan claras. La mayoría
son intercambiables, especialmente los soldados, que suelen tener siempre una visión muy filosófica de
la vida. Muchas veces es difícil identificarlos con tantos como aparecen, todos comportándose de la
misma forma. No obstante a partir del segundo libro sí se nota un cierto esfuerzo por mostrarnos caracteres de
carne y hueso. Felisin y Heboric en Deadhouse Gates, o Karsa Orlong en
House of Chains(2) son buenos ejemplos de eso.
El elenco es de lo más variado. Tenemos hechiceros capaces de acabar con ejércitos
completos con sólo soplar, seres milenarios, demonios, dioses,... Estos últimos se involucran en la vida de los
mortales como si de la mismísima Ilíada se tratara, aunque sus motivaciones siempre son oscuras. Los
humanos suelen ser marionetas en sus manos y es normal encontrarse a éstos poseídos o controlados por los
primeros para conseguir ventajas ante otros ascendentes.
|
House of Chains |
Con una magia tan poderosa involucrada en la trama las novelas podrían fácilmente
derivar hacia un libro tipo juego de rol, con fuegos artificiales lanzados por los distintos magos, y
ciertamente puede parecer así al comienzo. Pero en cuanto se vislumbran las implicaciones de su
uso y las variaciones que puede adoptar no tienes más remedio que alabar la grandísima imaginación
de Erikson. Efectivamente, la magia es algo vivo y va evolucionando. Su funcionamiento es complejo y
está muy relacionado con el Panteón de dioses que describe. Lo más básico son los Warrens, una
especie de dimensiones alternativas de las cuales los magos sacan la energía para sus hechizos, pero que se
pueden usar como mundos sobre los cuales moverse. Y, posiblemente, el más interesante de todos los objetos
aparecidos sea la baraja de los dragones (Deck of Dragons), una especie de tarot mágico que representan
las imágenes de los dioses y que permite conocer, aunque siempre de forma confusa, cuáles serán los
acontecimientos futuros.
Esto es sólo la punta del iceberg, y lo que puede saberse leyendo las primeras páginas de Gardens.
Lo interesante de los libros de Erikson es que sea el lector el que descubra las conexiones
entre los distintos elementos mágicos que utiliza; supone un auténtico desafío comprender todas
estas relaciones y la sensación de triunfo que se experimenta cuando se entienden es indescriptible.
El ritmo narrativo es muy rápido y directo, algo apropiado para
unas novelas como las de Malazan, eminentemente de acción. Esto ocasiona que el estilo se
resienta, sobre todo en unos diálogos que son casi siempre sentencias cortas y tajantes. Donde realmente
Erikson muestra su habilidad es en la descripción de las escenas de acción. El autor reproduce a la
perfección todo el dramatismo y la épica de la situación. Especialmente memorables son, por ejemplo,
todo el arco de Coltaine en el segundo libro; el asedio de Caputsan en el tercero; y, claro está, los
finales de cada volumen. Demuestra una sobrada capacidad para alcanzar el clímax. Todos comienzan con un
ritmo pausado, aunque no necesariamente falto de épica, con dos o tres tramas argumentales principales
que, a medida que avanzan, se van desglosando en cantidades a veces mareantes, mezclándole unas con otras,
no necesariamente dentro del mismo libro, pero siempre confluyendo de forma lógica hacia la gran traca
final.
|
Midnight Tides |
Se hace complicado localizar claramente el periodo histórico en el que se
sitúan. El Imperio Malazano está claramente influenciado por el Imperio Romano, aunque el regimiento
de zapadores y su comportamiento puede resultar extraño para una ambientación pre-Edad
Media. Erikson incluso se refiere a los soldados como marines, al menos en el primer libro.
Otros seres como los T’lan Imass recuerdan a civilizaciones prehistóricas, y desde luego los Tiste Andii
se parecen a los seres élficos de Tolkien, pero más vinculados a la oscuridad que a la luz. Quizás los
drows de los juegos de rol sean los más apropiados para referirse a ellos.
Y para terminar, me permitiréis una reflexión en cuanto a calidad de la
publicación. Todos estos comentarios se refieren, evidentemente, a la versión inglesa. En España el
primer volumen será publicado por Timun Mas a finales del 2004 o inicios del 2005. Y, como sucede con
muchas otras publicaciones de fantasía, será dividido en dos volúmenes. La excusa, la de siempre. Los
libros saldrían muy caros (rondarían los 40 euros) y posiblemente no se venderían. Resulta curioso
que la saga Canción de hielo y fuego de George R. R. Martin, publicada por la editorial
Gigamesh y sin dividir, sea de la más vendidas en España, apareciendo mes a mes entre los diez más
vendidos de las tiendas españolas de género. Y que teniendo más de 900 páginas no alcance los 30 euros.
Supongo que hay que mirar muchos factores, como el precio de derechos por ejemplo, pero permitidme
que dude que Erikson -hay que reconocerlo, casi desconocido- sea más caro que Martin. ¿Costaría mucho
a la editorial publicar sus libros en rústica en lugar de cartoné? (recordemos que lo hace actualmente
con La rueda del tiempo, también dividida por cierto). Es una pena, porque con está política
de edición también asusta a compradores. No entiendo cómo la editorial no se arriesga con una serie
que casi seguro tendrá tanta calidad como la de Martin. Después de todo tiene las franquicias (también
casi siempre en las listas de los diez más vendidos) para respaldar la inversión tan cara que según
ellos supone publicar Malazan
Maestro de enigmas, de Patricia McKillip
|
Maestro de enigmas |
En el mundo editorial de la fantasía actual, en el que estamos acostumbrados
a tratar con series largas y aparentemente interminables, resulta un alivio encontrarse con una serie
a la vieja usanza. Si esta novela se hubiese escrito hace unos años tendría por lo menos 600 páginas,
y probablemente ni siquiera seria una trilogía sino que todavía seguiríamos leyendo las aventuras de
su protagonista, Morgon, preguntándonos cuándo demonios iba a acabar. Habiéndose escrito en los años
70 se convirtió, como muchas otras de esa época, en una trilogía con volúmenes de no más de 400
páginas.
La saga se compone de los siguiente libros: Maestro de enigmas (1976),
Heredero del mar y el fuego (1977) y Arpista en el viento (1979). Las novelas no
contienen innumerables arcos argumentales, ni se complican con enrevesadas subtramas políticas y
sociales o con distintos puntos de vista. Y las reglas del mundo que describe son claras y tremendamente
evocadoras. En el mundo de McKillip se establece un vínculo de unión entre el reino y su gobernante.
De esa forma el rey del país es capaz de conocer de forma innata todo lo que ocurre en sus dominios.
Cuando muere ese vínculo se transfiere a su heredero. Hay un personaje conocido como "El
Supremo" (The High One) que es el causante de ese vínculo.
La historia comienza con Morgon, Príncipe de Hed, cuando se dirige hacia An
para reclamar su premio tras ganar un juego de enigmas con el fantasma del rey Paven. El premio es
la princesa Raedaerle, la segunda mujer más hermosa del reino. En su camino el barco en el que viaja
sufrirá un naufragio y pronto descubrirá que extraños seres cambia-formas desean su muerte y que sus
motivos están oscuramente relacionados con las tres estrellas que tiene en su frente. Morgon decide
visitar al Supremo para preguntarle sobre ese enigma. Toda la historia es un enorme rompecabezas que
gravita en torno al misterio de las tres estrellas, y a lo largo de la historia Morgon irá conociendo
cada vez más sobre sí mismo y sus orígenes.
El estilo de McKillip es muy lírico e intimista, alejado del clásico mundo
de estilo Tolkieniano de distintas razas para acercarse más a la concepción del mundo de Terramar de
Ursula K. Le Guin. El tema principal es el crecimiento personal de los protagonistas, por lo que los
personajes principales están muy bien trazados. Los dos primeros libros son fantásticos, aunque siguen
la pauta normal de otros libros de fantasía. Es decir, el protagonista se embarca en una larga búsqueda
para encontrar su destino y con ello salvar el mundo.
Personalmente la noto un poco envejecida. Algunos diálogos y situaciones no
son demasiado brillantes y el ritmo, especialmente en el último libro, decae hasta convertirse en una
serie de situaciones repetitivas en las que Morgon viaja de un lado a otro a lo largo y ancho del mundo
mientras descubre los misterios de su persona. Asimismo creo que el personaje de la princesa Raedarle
está desaprovechado en Arpista en el viento. Es como si McKillip hubiese gastado todos los
recursos y tramas en Heredero del mar y el fuego y no supiese qué hacer con él, pues se convierte
en una chica florero que sólo acompaña a Morgon en el viaje sin proporcionar un argumento sólido para
incluirla en la acción.
Trilogía de El Vatídico, de Robin Hobb
|
Aprendiz de asesino |
Robin Hobb es una gran desconocida en España a pesar de que lleve más de 9
años publicando libros. Ha sido La Factoría de Ideas en su colección de fantasía la encargada de publicar
su "libro debut", Aprendiz de asesino (1995), y, como empieza a ser una costumbre de las
editoriales españolas, viene publicado en dos volúmenes. Este problema tan odioso para algunos, resulta
mucho más evidente en esta trilogía. Por su concepción se trata de una historia que transcurre
lentamente, a veces de forma cansina, y que va construyendo el clímax narrativo muy poco a poco, por
lo que la división en dos libros podría llevar a engaño al lector en cuanto a la calidad de la novela.
Desde el principio el lector se encontrará con una obra castrada que no le permitirá apreciar toda su
valía, especialmente si no se publican los dos partes simultáneamente. Cosa que sí hace otra editorial
que acostumbra a partir volúmenes como Timun Mas (que suele publicar ambos al mismo tiempo).
El tema principal de las novelas es, al igual que en el caso de McKillip, el
crecimiento personal del protagonista. La historia comienza con la educación de Traspié
(Fitz)(3) a los
seis años de edad, primero como chico de establo a las órdenes de Burrich, para después, una vez que
el rey Artimañas (Sherwd) se da cuenta de su existencia, pasar a ser su asesino real, entrenado por el
esquivo Chade. La historia está narrada en retrospectiva y en primera persona desde el punto de vista
de Traspié, y desde el principio debiera ser evidente que no se trata de un cuento de hadas. En el
mismo prólogo ya se nos advierte entre líneas que estamos ante una gran tragedia pues se nos muestra
como un personaje hundido, desencantado y adicto a las drogas que palian sus dolores.
Hobb utiliza una serie de trucos narrativos muy conseguidos con los que
consigue engañar por completo al lector. Dosifica muy bien la información a lo largo de los capítulos,
mostrando situaciones imperceptibles que se encuentran ocultas entre el gran detalle y realismo con el
que nos relata la vida de Traspié. Pero son estas situaciones precisamente los que proporcionan el
carácter épico de la historia, aunque esta vez no a gran escala.
|
Robin Hobb |
El primer engaño con el que nos topamos se encuentra en el propio planteamiento
de la historia. Hobb nos hace creer que se trata de una fantasía épica al uso de lucha entre el bien y
el mal, y nada más lejos de la realidad. La lucha con los invasores, figura maligna que utiliza Hobb,
no es más que un trasfondo a lo que realmente le interesa contar, que no es más que la vida de Traspié
mientras asiste a los manejos de intrigas políticas y engaños por el control de Los Seis Ducados.
Otro engaño, auque éste quizás no tan evidente, es el de mostrárnoslo como héroe de la historia. Ni es
un héroe ni puede serlo porque, como se nos repite constantemente, es un bastardo y, sobre todo, un
asesino que ha jurado lealtad al rey, ajustándose por lo tanto a sus mandatos. No tiene control sobre
su vida, es un mero instrumento para conseguir los objetivos. Esto es precisamente lo que nos está
tratando de relatar Hobb: el crecimiento del personaje, primero a un nivel físico y después a un nivel
espiritual, a medida que comienza a tomar conciencia de su condición. No como héroe, sino como un
catalizador a través del cual los auténticos héroes actuarán para realizar las gestas.
La prosa de Hobb es muy cuidada, llegando a ser en momentos de una belleza
apabullante, y el ritmo es lento, con apenas ningún momento de acción.
No obstante consigue impregnar cada capítulo con pequeños detallitos que nos obligan a continuar
pasando páginas. La trilogía es una historia que se disfruta más en conjunto, cuando después de haber
leído todas sus partes uno puede valorar realmente el magnífico potencial desplegado y darse cuenta de
que, a pesar de partir de una premisa bastante trillada, Hobb es capaz de retorcer la historia hasta
darle un carácter propio y original. O al menos así es en las dos primeras partes de la trilogía.
Aun así, las novelas contienen algunos defectos que se hace necesario
comentar. El más molesto es la repetición. Entiendo que las novelas tardan en escribirse y que los
lectores se olvidan de los sucesos de una novela a la siguiente, pero resulta bastante molesto que
se nos describan los acontecimientos de libros anteriores de forma resumida para situar determinadas
acciones. Prefiero las sutilezas. Normalmente un lector se lee los libros en orden, y un simple
comentario suele ser suficiente para que se recuerden los hechos, sin que se nos tengan que contar
de nuevo escenas completas. También la lentitud es a veces excesiva, como en los pasajes
centrados en Molly y Traspié a mitad del segundo libro. Hobb alarga demasiado la historia de amor entre
ambos, convirtiéndose en una novela excesivamente romántica
|
Assassin´s Quest |
La tercera parte, Assassin’s Quest, supone un cambio radical en la
concepción de la historia. Su primera mitad es magnífica y mantiene el espíritu. Pero a partir de la
segunda empieza a verse claro hacia donde van a ir dirigidos los esfuerzos de Hobb, y ése es
precisamente, según mi opinión, el peor camino que podría haber tomado la trama. La autora nos
proporcionara un batiburrillo de los contenidos clásicos de una novela de fantasía épica, esto es:
héroe profetizado destinado a salvar el mundo, viaje para encontrar artefacto mágico que ayudará al
héroe en su misión, compañeros que se unen al protagonista,... El cambio tan radical que se produce
no es exclusivo del argumento. Es como si Hobb se hubiese precipitado para intentar atar todos los
cabos sueltos y de esa forma consigue un efecto de falsedad.
Así, por ejemplo, una magia utilizada de un modo sobrio, dotada de misterio
y cierto misticismo en los dos primeros volúmenes, se desata por completo y las explicaciones no
resultan para nada creíbles. A falta de una analogía mejor, leer el uso de la Habilidad en Assassin’s Quest
me supuso la misma desilusión que enterarme de la explicación seudo científica de los midiclorianos
en la Fuerza. No nos engañemos, me gusta la magia como al que más si se usa según los parámetros
establecidos. Pero no se pueden definir unas reglas y usarlas de forma magnífica durante los dos
primeros libros y medio y después, de repente, cambiar su estilo porque resultan más convenientes para
la trama. Ni siquiera las sutilezas que nos brindaba en Aprendiz de asesino y Asesino real y que usaba de
forma tan magnífica para producir asombro en el lector, funcionan aquí de forma correcta. La historia
se vuelve demasiado previsible y sólo se consigue alargar la acción con capítulos innecesarios.
También molesta muchísimo el uso de las profecías en este libro. Hobb perpetra
uno de los mayores fallos que un autor de fantasía podría cometer, y es escribir la profecía justo
después de haber asistido a su cumplimiento. Otro problema que encuentro en la última entrega es el
tratamiento de los personajes; los nuevos no aparecen bien perfilados y sus motivaciones no son
creíbles, pues se intentan explicar demasiado tarde en la trama y son más un parche para mantenerlo
todo bien atado al final. Tampoco me pareció correcto el uso que hace Hobb del Bufón (Fool).
Durante toda la serie lo dota de un aire enigmático y, aquí, lo convierte en
una simple marioneta en manos de otros personajes.
En definitiva una historia magnífica que quizás se ve disminuida por un
final mal resuelto, pero que así y todo merece muchísimo la pena leer.
Martin, Erikson y Hobb
Resulta difícil y a veces injusto realizar una comparativa de autores. Después
de todo muchos discutirán que un escritor debe valorarse por lo que consigue por sus propios meritos.
Pero en un género tan tópico como la fantasía épica en el que nos encontramos con tantos personajes y
argumentos arquetípicos es lógico establecerla. Además sería muy bonito realizar críticas
"objetivas" de las novelas, basadas en atributos medibles de las mismas. Aunque también es cierto que
muchas veces un lector se guiará a la hora de escoger una por las comparativas que recibe en
relación a otras ya conocidas. A todo el mundo le llama la atención un libro en el que se ensalce al autor
comparándole en ambición e imaginación, por ejemplo, con Tolkien, aunque la mayoría de las veces,
desgraciadamente, sólo esté inflado por cuestiones de marketing.
Por supuesto este análisis se refiere al campo de la fantasía. Es decir, de
Martin sólo se tendrá en cuenta su ciclo de Canción de hielo y fuego, de Robin Hobb sólo se
comentará la saga de El Vatídico, y en el caso de Erikson únicamente ha escrito Malazan,
así que con él es todo más sencillo. Hecha está puntualización. Vayamos al grano.
|
Juego de tronos |
Cualquiera que haya leído Juego de tronos se dará cuenta de que Martin
está escribiendo un inmenso culebrón. Quizás esto sea demasiado simplista, pero principalmente se trata
de eso. Echemos si no un vistazo a lo que ha hecho hasta ahora. Nos proporciona una serie de personajes
cliché en este tipo de novelas: tenemos a la reina malvada (Cersei), la mocosa caprichosa (Sansa), el
débil que palia sus defectos con la inteligencia (Tyrion), el héroe (Jon/Danaerys), la niña malcriada
(Arya),... y los coloca a todos en un entorno fantástico muy parecido a la Europa medieval para que
interpreten la tragedia. Pero la trama argumental gira principalmente en torno a los personajes y sus
dramas.
Si uno lo analiza fríamente, la historia de fondo sólo sirve para contarnos
las desventuras de los personajes. Incluso Martin consigue los mayores efectos en el lector cuando los
hace pasar por las mayores penurias. Esto, por supuesto, no tiene por qué ser malo, pero es precisamente
a través de estas penurias como les proporciona "carne". Es más. Por el tipo de historia
que nos está narrando es necesario que los personajes sean complejos y bien definidos.
Ahora tomemos el caso de Erikson. La mayoría de sus personajes son planos. En
todos sus libros, de los veinte o treinta principales que puede haber, sólo aparecen tres o cuatro bien
desarrollados. Pero es que tampoco necesita más. La historia no necesita buenos personajes, el propio
relato es lo suficientemente atrayente para no necesitarlo. Creo sinceramente que un personaje complejo
en el drama de Erikson no nos permitiría ver el bosque, que es de lo que se trata al fin y al cabo.
Hobb se parece a Martin. Igual que en Canción, la saga de El Vatídico
es un drama de personajes, aunque a mucha menor escala. Martin es capaz de mover a cientos a lo largo de
toda la trama sin que tengamos dudas en ningún momento de que sus motivaciones no sean lógicas. Hobb sólo
define claramente a Traspié; eso sí, un magnífico personaje, posiblemente mejor que cualquiera de los de
Martin. Pero la perspectiva y el punto de vista es más pequeña.
|
Memories of Ice |
Erikson hace lo mismo, pero no con personajes sino con la trama general de la
historia. Malazan está estructurado como un enorme rompecabezas y es frustrante que se nos muestren
las innumerables piezas cuando el puzzle todavía no está completo. Por eso el primer libro resulta
posiblemente el más débil, pues en ese momento, y al empezar por la mitad de la historia, sólo vemos
elementos sueltos, o algunas piezas unidas, pero que no permiten adivinar la imagen que se va formando.
Es cuando avanza en los siguientes volúmenes cuando se empieza a ver todo con más claridad. Es
por eso por lo que considero que la historia de Erikson está a años luz de la de Martin, por lo misma
razón que éste es insuperable en lo que se refiere a construcción de personajes y diálogos.
Quiero comentar también el tono de las novelas. En este caso las tres series
son casi idénticas: estamos ante tres grandes tragedias. El tono de Canción es
desasosegante, igual que el de Erikson o el de Hobb. Martin va construyendo su narración a partir de
desgracias, igual que Hobb, y ninguno de los dos da descanso a los personajes. La historia cada vez se
vuelve más oscura. En el ciclo de Erikson ocurre algo similar, con la salvedad de que el autor utiliza
a algunos personajes –generalmente los soldados– como alivio cómico. No os engañéis, no son bufones
que únicamente sirven para relajar la tensión. Son las situaciones en las que Erikson los coloca las
que nos permiten respirar, a veces soltar la carcajada, y retomar fuerzas.
Sí hay que diferenciar aquí la oscuridad de Martin o Hobb con respecto a la
de Erikson. El tono de las novelas de Martin o Hobb, como dije antes se centra en los personajes. Estructuran
la historia mediante un drama, y todo avanza y se tuerce hacia la desesperanza atormentándolos. La historia
de Erikson es a mucha mayor escala, una fantasía militar. La oscuridad de la historia involucra ejércitos,
razas y continentes enteros. A veces parece, por la propia estructura de Malazan, que los
acontecimientos suceden por sí solos, y que los personajes se ven inmersos en ellos sin posibilidad
de escape, luchando por su supervivencia como todos los demás.
|
A Feast for Crows |
Analicemos ahora la magia (literal) en las tres historias. Lo interesante es
que no son los simples pastiches típicos de una novela de fantasía en la que obligatoriamente deben
aparecer magos lanzando hechizos para que se los considere novela de género. El uso que hacen Martin y
Hobb de ella es, si se puede usar esta palabra, realista, más sutil. Y aquí es posible que Martin se
haya visto influenciado por el trabajo de Hobb, especialmente la relación Warg/Maña.
Los Wargs en la mitología de Martin es un tipo de magia que permite una
relación entre un animal y un humano. Son una especie de cambia-formas. Un humano vinculado con un
animal –por ejemplo Bran con Verano o Jon con Fantasma– puede desplazar su conciencia al cuerpo de éste,
tomando el control del mismo. En el caso de Hobb, La Maña es una forma de enlace mental con
un animal en particular, lo que permite entender los pensamientos y sentimientos por ambas partes. Su magia
es mental, e introduce algo adicional como complemento: La Habilidad. Ésta permite un enlace
mental entre humanos, permitiendo manipular a los seres más débiles. En ambas series se produce un despertar
paulatino del componente mágico pero Martin lo usa con mayor inteligencia que Hobb, pues esta última se
precipita demasiado al final de la trilogía, mientas que Martin mantiene la sutileza en su uso. Sabemos
que la magia está despertando y que probablemente alcanzará su máximo apogeo con la llegada del
invierno, pero lo hace muy poco a poco.
Erikson es la otra cara de la moneda. Su magia es poderosa y apabullante, pero
al igual que en Martin usa otros medios para dejarla ver lentamente. En este caso es simplemente la
desinformación del lector; Erikson nos ofrecerá el resultado antes de enseñarnos la causa. Muchas veces
acontecen escenas que no sabemos muy bien cómo suceden pero que siempre tienen un aire mágico o
sobrenatural. Más adelante, cuando ya casi nos hemos olvidado de la situación, Erikson nos proporciona un
detalle, asistimos a un dialogo entre personajes o incluso nos relata la misma escena desde otro
punto de vista y entonces todo encaja. Esto produce situaciones de deus ex machina
prácticamente en todos los libros.
Dije antes que la magia es esencial en la historia, y en el caso de Erikson la
explicación es clara. La temática central es el poder. Todo el mundo Malazano
está construido en torno al poder, pero se trata de un poder metafísico, con magos, dragones, dioses y
demonios. Toda la trama –desconocida hasta ahora, aunque con ciertos atisbos de lo que puede ser– se revuelve
alrededor de este tema central y usa como base la magia.
|
Asesino real |
El estilo es otra cosa. Antes de nada dejemos claro que ninguno de los autores
son unos lumbreras; ninguno tiene la capacidad para construir oraciones cono John Crowley o García Márquez,
por ejemplo. Aunque es cierto que entre los tres se puede hacer una valoración. Es Erikson quien sale
perdiendo en la liza. Va más a lo práctico, a establecer el curso de acción, y no se detiene en detalladas
descripciones. Los personajes son dejados casi por entero a la imaginación del lector, con descripciones
muy escuetas de los mismos. De Kalam se sabe que es negro y corpulento; Krupple bajito y rechoncho;
Wiskeyjack tiene barba y ojos rasgados;... Pero poco más. Hobb es la que consigue un mejor resultado. Su
prosa es muy hermosa, a veces poética, y las descripciones muy vívidas. Por ejemplo resulta magnífica la
descripción de un lobo en el cuerpo de un hombre en el primer capítulo de Assassin’s Quest, o la de
Traspié como un anciano Artimañas en los primeros capítulos de Asesino real. Y, en general,
todas las secuencias de sueños de Habilidad de Traspié.
El ritmo narrativo suele estar muy relacionado con el estilo, pero en esta ocasión
quiero centrarme en el clímax. Erikson utiliza un sistema que produce efectos muy espectaculares hacia
el final de los libros y, al igual que Martin, utiliza múltiples puntos de vista. Pero en vez de
estructurarlos por capítulos los va intercalando a lo largo de la acción dentro del mismo capítulo,
acelerando el cambio de personajes a medida que nos vamos acercando hacia el final y, al mismo tiempo,
haciendo converger varias líneas argumentales en la misma localización, con lo que produce situaciones
épicas muy intensas. Otra forma de usar esta característica es mostrarnos el punto de vista de distintos
personajes en las mismas escenas, consiguiendo efectos muy cinematográficos. En este sentido creo que el
clímax narrativo está más logrado en la obra de Erikson que en la de Martin, pues este último se dedica
únicamente a intercalar capítulos entre personajes, muchas veces de arcos argumentales que no se tocan
en ningún momento. Casi todos los hilos en Canción son independientes entre sí, salvo en
circunstancias muy puntuales, por lo que casi se pueden leer como novelitas sueltas. El único efecto que
consigue con esta división son cliffhangers al final de cada capítulo. Además, Martín juega mucho
con el factor sorpresa. La mayoría de los clímax se producen por giros argumentales o sorpresas de
último momento. El caso de Hobb es completamente distinto, pues utiliza un único punto de vista y, por
tanto, el clímax sólo puede conseguirse dentro del marco de acción del protagonista o como lectura
retrospectiva mediante descripción de escenas por parte de otros personajes en la historia.
A modo de resumen
A modo de resumen: Canción es una serie que es, en cierto sentido, fácil
de seguir. Las primeras escenas de Juego de tronos con Ned impartiendo justicia o el encuentro de
los cachorrillos son claramente definitorias, y desde el principio nos permite identificarnos
con los personajes. Malazan en cambio es muy, muy compleja. Al principio te encontraras perdido
entre la cantidad de información que se proporciona y lo rápido que suceden los acontecimientos. El autor
no lo da todo masticado y comienza a valorarse cuando uno se mete completamente en ella. Puede resultar
difícil pero, si se supera el bache inicial, la recompensa es enorme.
El Vatídico es también una serie difícil aunque en este caso no lo es por
la complejidad argumental, sino por el estilo y el ritmo de la historia. Los lectores que gusten de novelas
de acción podrían sentirse defraudados con la trilogía de Robin Hobb pues la historia en ningún momento
despunta por estas escenas. Pero precisamente es este carácter sosegado el que hace que cuando las situaciones
épicas se producen sean mucho más espectaculares y efectistas. Pero es más a un nivel de sensaciones
producidas por el uso de las palabras que por la propia situación en la historia. Es esto lo que, en mi
opinión, hace grande a las novelas de El Vatídico y merecedoras de una lectura detenida.
Enlaces
Ficha de Steven Erikson
en Cyberdark.net
Artículo dedicado a
Malazan en espejosdelarueda.org, incluyendo una entrevista a Steven Erikson
Malazan Empire: Web dedicada íntegramente
a Malazan, que incluye entrevistas con el autor, galería de personajes, galería de objetos, mapas...
Reseña de Gardens of the Moon
en SfSite.com
Ficha de Patricia McKillip
en Cyberdark.net
Web no oficial de Patricia McKillip
Reseña de Maestro de
enigmas en Bibliópolis
Ficha de Robin Hobb
en Cyberdark.net
Web oficial de Robin Hobb
Reseña de Aprendiz de asesino
Ficha de George R. R.
Martin en Cyberdark.net
Web oficial de George R. R. Martin
Especial dedicado
a George R. R. Martin y Canción de hielo y fuego en Cyberdark.net
Reseña de
Choque de reyes en Cyberdark.net
Notas:
(1) La entrevista completa puede leerse en
http://www.sfsite.com/06a/se82.htm (en inglés)
(2) Los libros publicados hasta ahora son: Gardens of the Moon (1999),
Deadhouse Gates (2000), Memories of Ice (2001), House of Chains (2002) y Midnight Tides
(2004). Están previstos los siguientes (los títulos no son definitivos): The Bonehunter,
Reaper’s Gale, Toll of Hounds, Dust of Dreams y The Crippled God
(3) La palabra Fitz proviene del francés fils y empezó a usarse por las familias
asentadas en Irlanda después de las conquistas normandas. Significa "hijo de" y se anteponía al nombre del
padre. Cuando se usaba en Inglaterra solía representar ilegitimidad, especialmente en el caso
de los hijos ilegítimos de sangre real. Por ejemplo Fitzroy (del francés Fils de Roi) era el hijo del rey.
Robin Hobb lo usa en este marco. Cuando los personajes utilizan el nombre "correcto" del personaje se
refieren a él como FitzChivalry reconociendo así su parentesco con el príncipe Chivalry. En castellano
ha sido traducido como Traspié y el nombre oficial como Traspié Hidalgo con lo que de está forma se mantiene
el significado.
|