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La noche de los trífidos,
de Simon Clark
Título original: The Night of the Triffids
(2001)
Portada: OPALWORKS
Traducción: Franca Borsani
Editorial: Minotauro
(2004)
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Simon Clark
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Albert Font Roca (Nyarlathopeth), Octubre 2004
Cuando me pidieron que comentara La noche de los trífidos, continuación del
célebre libro de John Wyndham El día de los trífidos, pensé que probablemente se trataría de un
burdo intento de aprovecharse del éxito (relativo) de la obra original, y que, como la mayor parte de
intentos similares, sería prescindible o, incluso, definitivamente malo. Que es un intento de aprovecharse
del éxito del original. Seguramente es cierto, pero después de leerlo puedo afirmar que tiene una calidad
superior a lo que esperaba.
Antes que nada, repasemos un poco de historia; El día de los trífidos, de
John Wyndham, es uno de los clásicos de la ciencia ficción. Escrito en 1951, poco después del final de
la Segunda Guerra Mundial (en plena guerra fría, lo que influencia obviamente la novela; el temor oculto
a misteriosas armas orbitando en satélites, dispuestas a aniquilar al enemigo cuando alguien lo decida,
y su relación nunca aclarada con la ceguera), nos presenta una catástrofe que se abate sobre la humanidad,
dejando la mayor parte de la población ciega y a disposición de unas plantas andantes y antropófagas. Los
pocos que conservan la visión deben sobrevivir en un mundo que de pronto es hostil, y no sólo por las
plantas sino también por los propios seres humanos y su naturaleza. De esta obra se han hecho algunas
adaptaciones televisivas, más bien prescindibles.
Y ahora, medio siglo más tarde, Simon Clark nos presenta su continuación. El autor
retoma la narración 30 años después de donde la dejó Wyndham. Su protagonista es el hijo del narrador
de aquella primera novela. David Masen es piloto en la isla "refugio" de Wight, una comunidad bucólica
alejada del terrible peligro que suponen los trífidos. Isla incomunicada, alejada de otras grandes
poblaciones. Al comienzo del libro acontece un fenómeno desconcertante: un velo de densa oscuridad cubre
el cielo y sus causas son desconocidas para todos. David parte en una misión para averiguarlas, y en vez
de ello termina en una gran comunidad humana situada Manhattan, donde en principio lo reciben muy bien...
sólo que, como siempre, no todo es lo que parece.
La obra sigue una estructura realmente muy similar a la anterior. El autor nos
presenta un personaje de mediana edad que despierta en una situación desconcertante e inexplicable ante
la que se le plantean toda clase de oscuras posibilidades. El lector, al igual que el protagonista, se
pregunta las razones de dicha situación, por lo que enseguida se crea un interés. Pronto nos damos cuenta
de la magnitud del problema; algo realmente extraordinario sucede. Un fenómeno de origen inexplicable
(al igual que las famosas luces verdes del libro de Wyndham) que no se resuelve hasta la conclusión. A
este capítulo introductorio le sigue un breve flashback en el que se nos presenta el personaje con
mayor detalle. Nos enteramos del tiempo transcurrido desde los sucesos narrados en El día de los
trífidos, y que nuestro protagonista es, ni más ni menos, que el hijo de Bill Masen. Se nos pinta
un retrato bastante paradisíaco de la vida en la isla de Wight y nos cuentan las razones por las que David
se encuentra en la situación presente.
La verdad es que La noche de los trífidos no aporta nada nuevo. El final del
libro es prácticamente el mismo que el anterior y en cuanto al argumento, no se avanza realmente. El
protagonista se encuentra más o menos los mismos problemas que su padre: sociedades establecidas en torno
a un líder injusto y tiránico, el tema de la inteligencia de los trífidos,... David y Bill Masen incluso
se parecen; resuelven las situaciones en las que se encuentran mediante el ingenio y la fuerza a partes
más o menos iguales, y su carácter es similar.
Sin embargo no querría dar la impresión de que el libro me ha aburrido. En realidad,
es entretenido. Incluso engancha. La trama es interesante, está narrada con agilidad y habilidad, y el
interés no decae. Los personajes, incluso el malo de la función (convenientemente deformado físicamente,
como corresponde, para revelar externamente su corrupción interna) resultan bien trazados. Los escenarios
son igualmente fascinantes. Una Manhattan dividida en un sector opulento donde viven los privilegiados,
que desconocen que, en el otro sector, hay toda una población de esclavos que les proporcionan los lujos
con los que viven... Y una sociedad que margina a los ciegos y los negros, como un retroceso al pasado de
los EEUU. Curiosamente en esta ocasión los americanos no salvan el mundo sino que son su amenaza. Desde
un punto de vista más abstracto, se podría tomar como una crítica al sistema actual capitalista que vive
a expensas del tercer mundo. Sin embargo, el autor parece ser bastante idealista, ya que resuelve la
situación de una forma que indica un gran optimismo acerca de la naturaleza humana.
En resumen, si lo que se busca es una conclusión a El día de los trífidos
(que, como recordarán los que lo han leído, tiene un final bastante abierto), mejor buscar otra cosa para
leer. Pero para quien quiera reencontrarse con las simpáticas plantas antropófagas o pasar un buen rato
leyendo una narración sin excesivas complicaciones, es la obra ideal.
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