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Ignacio Illarregui, más conocido como "Nacho",
mantiene una página sobre literatura llamada "El
Rincón de Nacho", donde podréis críticas
de libros de ciencia ficción y fantasía, principalmente.
Tiene 27 años y trabaja como profesor de
secundaria en Santander.
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por Ignacio Illarregui Gárate, Febrero de 2002
¿Vivimos realmente un renacer de la ciencia ficción
en España? La verdad es que no lo sé. Y, a veces,
incluso lo dudo. Pero desde el punto de vista de un lector incansable
de este género (que no experto), considero que es así.
Desear un mundo editorial como el que tuve la suerte de conocer
cuando me iniciaba en esto a comienzos de los años 90 (o
el que hubo anteriormente), con gran cantidad de editoriales publicando
casi todo lo que se movía y olía levemente a ciencia
ficción, es un sueño imposible de alcanzar ya que
el mercado sufrió un gran colapso del que parece imposible
que se recupere. Es más. Pienso que echar de menos esa situación
tan benigna no es más que dejarse llevar por el espíritu
del cualquier tiempo pasado fue mejor, que no nos permite apreciar
realmente nuestra situación actual. Librarse de él
es fácil siempre que se haga un breve análisis objetivo.
Gran parte de las novelas que se publicaban en aquel tiempo no
eran gran cosa. Cierto es que el material realmente bueno e interesante
aparecía casi ipso facto, pero venía acompañado
de una serie de libros que veían la luz muchas veces porque
la editorial no conseguía los títulos que deseaba
y tenía que rellenar parte de sus lanzamientos con otras
obras, más o menos entretenidas (esto lo dejo al gusto de
cada uno), pero que eran manifiestamente olvidables y que no se
deben añorar.
Cojamos algunas de las editoriales que nos han abandonado como
Edaf, Júcar, Destino, Miraguano o Ultramar. En su catálogo
se pueden encontrar tanto clásicos olvidados como autores
noveles con obras esplendorosas (jamás podremos agradecer
lo suficiente que se atreviesen con títulos como Neverness
de Zindell, Memorias de McQuay o Ambiente de Womack).
Pero si analizamos el grueso de su producción con un leve
espíritu crítico nos encontramos con novelas y series
de gente de renombre pero tan menores que a veces no se podían
leer ni con el mayor de los aumentos, como las de Dhalgren
o La caída de las Torres de Delany en Ultramar. O
escritores que hubiese sido mejor que siguiesen en el más
absoluto anonimato.
¿Se publica hoy mejor ciencia ficción? Tampoco. Como
muestra un botón. No hay colecciones de relatos, están
completamente olvidadas. La última gran antología
temática fue publicada por Destino (Sexo alienígena).
Desde entonces llevamos diez años en una sequía sólo
rota por las aperiódicas entregas de Ballard, Le Guin y dos
más que nos regala Minotauro y las contadísimas excepciones
a la regla. Resulta muy triste que el formato en el que el género
ha tomado su máxima expresión haya sido olvidado tanto
por el público (tened muy claro que si nadie se atreve es
porque nadie lo compra), como por los editores.
Sin embargo debemos ser optimistas con el despertar que estamos
viviendo. Después de una década en la que hemos perdido
el contacto con el género que se hace en el resto del mundo,
poco a poco recuperamos el paso. Así, Mondadori parece decidida
a que no quede un sólo libro de Iain M. Banks por traducir
y tiene prevista la publicación de sus novelas del ciclo
de la Cultura, además de seguir ofreciéndonos el resbaladizo
surrealismo de Jeff Noon cuya próxima píldora, Neddle
in the Groove, promete ser memorable. Ediciones B tiene preparado
un año prometedor con Cryptonomicon de Stephenson
y la continuación de Un fuego en el abismo, del siempre
estimulante Vernor Vinge. Gigamesh, con el eclecticismo como bandera,
augura un 2002 lleno de buenas obras, con George R.R. Martin y Tim
Powers como bandera, reeditando Lágrimas de Luz de
Marín y traduciendo por primera vez a nuestro idioma al esperado
Richard Calder. Y La Factoría nos ha dado unas Navidades
ciertamente espectaculares con la reedición de uno de esos
clásicos que no debe faltar en ninguna biblioteca personal,
Muero por dentro de Silverberg, y la publicación de
dos autores que han sido los líderes en ventas en el Reino
Unido en el último año, Harry Potter aparte. China
Mièville y su Estación de la Calle Perdido
por un lado y Paul McAuley por otro, del que han publicado El
beso de Milena y del que preparan La saga de la confluencia.
Además en su ejercicio de recuperar clásicos no se
quedan parados y ya tienen en la cola Tiempo de amar, Regreso
a Belzagor y Todos sobre Zanzíbar.
Vale, VIB ha desaparecido. Pero las colecciones de bolsillo no
se han olvidado definitivamente de nosotros. Ya he citado los dos
títulos estrella de Nova, que seguro nos traerán nuevas
ediciones de bolsillo por parte de Punto de Lectura. Un fuego
en el abismo de Vinge y La era del diamante de Stephenson
me parecen dos candidatos claros; además de otras obras de
Card (que por algo El juego de Ender es el superventas del
género) y algunas sorpresas intuibles, como una reedición
de las cuatro novelas de Hyperion para todos aquellos que las buscan.
Y no sólo de Ediciones B vive el fan. También están
ahí DeBolsillo, que seguirá con sus Asimov, Clarke
y Pratchett; o Grijalbo, que publica todas las obras del último
premio Philip K. Dick, Michael Marshall Smith, o las novelas de
Eymerich.
Tampoco conviene olvidarse de la más grande entre las grandes,
Minotauro, que después de su inmersión fagocitadora
por parte de Planeta parece que va a publicar todos los libros que
tenía contratados y que suman más de una treintena,
con novedades tan apetecibles como los relatos completos de Bester,
Los Marcianos de Robinson (todos tenemos nuestros defectos
y a mi la saga de Marte me gusta), la reedición de varios
Dick, unos cuantos libros de Moorcock (Dancers at the end of
time o las novelas de Jerry Cornelius), el libro de ensayos
de Ballard,... Puede que sea su canto del cisne, pero si se va (crucemos
los dedos porque no sea así) se irá a lo grande.
Desde luego que echo en falta una colección, pero no Ultramar
precisamente (por lo dicho anteriormente). Si hay algo que nos falta
en el mercado actual es lo que nos ofrecía Nebulae segunda
época, una colección que a pesar de su horrible aspecto
ofrecía número a número una muestra de lo es
la buena ciencia ficción, publicando todo tipo de títulos,
autores y corrientes, con una amplitud de miras que todavía
no se ha igualado.
También se echan de menos las colecciones de género
en bolsillo, pero las razones por las cuales éstas hoy no
son viables están más que claras y no creo que haga
falta repetirlas. La única colección de este tipo
que todavía existe en nuestras librerías es la de
Valdemar, y sobrevive gracias a que publica obras sobre las que
no hay que pagar derechos de autor. Si tuviesen que hacer librar
alguna cantidad ¿cuánto duraría en el mercado?
Y sobre las colecciones de quiosco un dato. Hace diez años
RBA estaba ideando una colección de género a semejanza
de Orbis e hizo un mailing para conocer las impresiones de los hipotéticos
compradores. Hicieron prospecciones, cálculos, lo que sea
que hagan los departamentos de marketing. Nunca más se supo.
Somos los que somos, ni uno más ni uno menos, y no podemos
pedir lo que no se puede mantener.
Y claro que el precio ha cambiado. Todos tenemos la impresión
que el ascenso ha sido superlativo, pero esto no resiste un leve
análisis. Hagamos una comparación. Sólo tenemos
que coger una colección que haya sobrevivido a la debacle
y estudiar la evolución respecto a la que ha tenido la vida
en los últimos doce o trece años. Nova sirve. Recuerdo
haber comprado el juego de Ender por 995 pesetas. Hoy comprar un
libro nuevo de Nova cuesta entorno a las 3000 pesetas (todavía
no me he hecho al euro). Ha multiplicado su precio por tres. Yo
recuerdo comprar la barra de pan entre 30 o 40 pesetas hace ese
tiempo. Hoy está 2 veces y pico más caro. Simplemente
han subido un poco más de lo que ha subido el coste de la
vida.
El ocio y la cultura son caros. Ir al cine, al teatro, entrar a
un museo, comprar cualquier libro, un juego de consola, de ordenador,
una película de DVD, un tebeo, cuesta dinero. Mucho dinero
si lo comparamos con el fugaz entretenimiento que ofrecen la mayoría
de ellos. No podemos vivir de espaldas al mundo real y desear que
nos regalen a 4 pesetas lo que realmente cuesta 10, aunque no se
puede negar que algunos editores están en una dinámica
de precios injustificable, caso de La Factoría con sus últimas
novedades. Pero otros como Gigamesh están publicando buena
literatura a un precio inmejorable (un Vance entretenidillo a 7,95
euros).
Por último no tengo ninguna receta para atraer nuevos lectores
al género. Nadie la tiene. Pero no nos obcequemos con los
precios, que no son el problema. En este país no lee ni el
tato; sólo hay que ver los bajos índices de lectura
en los que nos movemos. Y los jóvenes tienen hoy tantos mecanismos
de ocio a su disposición que es muy difícil atraerlos
hacia este espacio tan reducido en el que nosotros encontramos cobijo.
Sin embargo hay esperanza, esperanza que se esconde detrás
de dos nombres: Harry Potter y El Señor de los
Anillos. Soy profesor de secundaria y me he llevado la agradable
sorpresa de que hay muchos chavales que no sólo se han comprado
los libros sino que los están devorando. Y no son libros
precisamente baratos. Seguro que algunos llegarán al mundo
de la literatura y a territorios afines al nuestro.
Resumiendo. El 2002 va a ser un buen año. El futuro sólo
Dick lo conoce. Y no me despertéis, que soy feliz pensando
lo que he escrito en estas líneas.
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