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Desconexión,
de Neal Asher
Título original: Gridlinked
(2001)
Editorial: La Factoría de Ideas
Solaris Ficción -45-
(2004)
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Neal Asher
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Alfonso García (fonz), Diciembre 2004
Hace poco surgió una minipolémica en el mundillo respecto a unas declaraciones
de Robert J. Sawyer en las que afirmaba que a la ciencia ficción le quedaban dos telediarios. Entiéndase
bien, la cf como instrumento para entender la situación del hombre en el universo, herramienta de
análisis del mundo que nos rodea mediante la especulación científica y sociológica y demás zarandajas
intelectuales, no como aparatoso espectáculo audiovisual para la taquilla; eso sí está en sintonía con
los tiempos que corren. Dicha ciencia ficción intelectual "anticuada" sería la que ahora mismo estaría a punto
de desaparecer, arrinconada por la fantasía escapista que, en el caso de la cf, equivaldría a la space opera
más aventurera. Y en este Desconexión de Neal Asher, saludado en la contraportada como uno de los
escritores más prometedores del género, tendría Sawyer uno de los más claros argumentos para apoyar
su tesis.
Desconexión es la primera novela de Asher, ambientada en el universo del
runcible (como sus posteriores novelas, The Skinner y The Line of Polity, que comparte
protagonista con la obra que nos ocupa), siendo dicho runcible una variante del clásico concepto del
teletransporte. Un recurso muy práctico que permite el viaje instantáneo entre mundos así como la cohesión
del Régimen, el sistema político que rige la galaxia; una especie de dictablanda gobernada con mano de
silicio por la Inteligencia Artificial Tierra Central y sus agentes humanos y androides, los STC, un
trasunto de los servicios secretos del MI5 bondiano.
¿Y qué historia nos ofrece Desconexión? Veamos. En el planeta Samarcanda un
accidente en el sistema de teletransporte runcible ha provocado miles de muertos. Evidentemente, en una
novela de cf un accidente de este tipo no es lo que parece, así que Ian Cormac, uno de los agentes STC
más veteranos, aquejado de graves problemas de adicción a la red, es enviado a Samarcanda para investigar.
Pero antes se le sugiere la desconexión de dicha red para frenar la progresiva deshumanización que sufre
tras treinta años de servicio, obligándole así a interactuar con otros humanos e IAs para obtener una
información que antes tenía disponible al instante. Paralelamente, Pelter, un "separatista" contrario al
Régimen, persigue a Cormac con el objeto de vengarse del asesinato de su hermana y casi del suyo propio a
manos del cada vez más implacable agente secreto.
Sí, parece el argumento de cualquier película de acción palomitera. Y eso mismo es en
lo que consiste Desconexión. Asher no se calienta excesivamente la cabeza para desarrollar sus ideas
y nos ofrece su versión de La rata de acero inoxidable de Harrison pero tocada con cuatro acordes y
el pedal de distorsión a tope. Pasadas las primeras veinte páginas, donde se instalan los cimientos que
sostendrán la mayoría de los giros argumentales y las motivaciones de los personajes, los acontecimientos
se precipitan sin profundizar demasiado en ningún momento; en la narrativa adrenalítica de Asher no queda
mucho espacio para la explicación ni la reflexión, únicamente hay sitio para la acción. Por ejemplo casi
no conocemos nada de los separatistas, que parecen vulgares terroristas sacados de un best-seller
de Tom Clancy, apenas se esboza el background del universo
runcible gobernado por el Régimen (supongo que se desarrollará en futuras novelas del ciclo) y
los intentos de dar profundidad a los personajes fracasan; los problemas de deshumanización de Cormac
aparecen y desaparecen a lo largo de la novela y al final no tienen demasiada importancia.
Incluso dichos personajes no van más allá de los habituales clichés sencillos
fácilmente reconocibles por cualquier lector de género (de cualquier género): el eficiente agente secreto
de vuelta de todo con su correspondiente talón de Aquiles, el malo psicópata, el mentor misterioso y
casi omnisciente o el mercenario duro y profesional pero honrado en el fondo. Personajes que se tiran
toda la novela yendo de un lado para otro sin descanso, ya sea comprando armas o reclutando mercenarios,
repartiendo estopa, investigando en la superficie helada del planeta Samarcanda o enfrentándose a
extraterrestres aparentemente omnipotentes, viajando por aeropuertos, astropuertos, estaciones runcible,
selvas tropicales,... Todo este trajín se adereza con la más moderna parafernalia de ciencia ficción tomada
de aquí y allí; el Régimen y las IAs recuerdan poderosamente a la Cultura de Banks, la humanidad que se ha
modificado a sí misma hasta lo irreconocible trae a la memoria el posthumanismo postulado, entre otras, en
el Schismatrix de Sterling,... Asimismo se cubre con la obligatoria cuota de influencia cyberpunk;
la red, los aumentos cibernéticos, las conexiones neuronales, los omnipresentes cachivaches
hipertecnológicos...
Y el resultado de todo este batiburrillo es una locomotora sin frenos abarrotada de
explosivos en trayectoria de colisión, alimentada por un combustible mezcla de cine espectáculo,
technothriller, novela de a duro, cyberpunk y lo que haga falta, de cuyo reventón final Asher sale
chamuscado pero airoso gracias a su falta de pretensiones y un estilo sencillo aunque a ráfagas confuso,
en el que parece que le van más rápido los dedos que el cerebro. Consigue evitar caer en lo tontorrón
salvo en contadas ocasiones (cuando aparece Horace Blegg, ese deus ex machina hecho personaje, o las
referencias a la cultura popular del siglo XX que se supone seguirán siendo conocidas en la galaxia del
XXV). Y no tiene ningún remilgo en pisar el terreno del pulperío más desvergonzado y divertido (salen un
androide asesino de bronce y un lagarto gigante que destruye una ciudad, detalles que tienen su gracia),
logrando una novela muy entretenida, con la dosis justa de intriga, testosterona, espectáculo y destrucción
de propiedad privada, pero, ¡ay!, sin llegar a invocar del todo el mágico sentido de la maravilla propio
de la space opera.
En resumidas cuentas, si echabas de menos las antiguas novelitas de aventuras espaciales
sin mucha más pretensión que la de entretener, aquí tienes una competente puesta al día pasada por el fuego
del blockbuster de acción pero con un par de centímetros más de profundidad. Eso sí, si lo que te atrae de
la ciencia ficción es la especulación intelectual de calado que mencionaba al principio, entonces tendrás que
buscar en otra parte. El dónde ya es otra historia.
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