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El Libro de los Hombres Lobo,
de Sabine Baring-Gould
Título original: The Book of the Were-Wolves
(1865)
Portada: Lavinia Fontana, "Antonietta Gonsalvus"
Traducción: Marta Torres
Editorial: Valdemar
Valdemar Gótica nº 54
(2004)
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Sabine Baring-Gould
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Javier Vidiella (fjvidiella), Febrero 2005
En esta cultura nuestra, tan influida por el cine, la suerte sufrida por los grandes
mitos del terror siempre ha corrido pareja con la mayor o menor fortuna obtenida por sus apariciones en la
pantalla grande. Es así que el Hombre Lobo no ha pasado de ser el hermano pobre de la triada clásica que
completan el monstruo de Frankenstein y el Conde Drácula. Y, sin embargo, a poco que escudriñamos en su
historia, comprobamos que el Hombre Lobo es, de lejos, el personaje del trío que tiene a sus espaldas un
mayor acervo literario y, sobre todo, una mayor presencia "real" en la vida cotidiana de las gentes, desde
la antigüedad hasta, por lo menos, bien avanzada la Edad Media.
De loable y arriesgada puede calificarse, por tanto, la publicación por la editorial
Valdemar, dentro de su exquisita colección Gótica, de El libro de los hombres lobo, historia de
una superstición terrible, del erudito decimonónico Sabine Baring-Gould. La obra, inédita en España, fue
por el contrario un gran éxito en su país de origen, desencadenando toda una pléyade de tratados posteriores
sobre los hombres lobo en el ámbito anglosajón y llegando su influencia a nuestros días merced a las continuas
reediciones de que es objeto.
Sobre el autor y su vida poco es lo que puede contarse, salvo que fue el típico hombre
de espíritu renacentista, con un amplio abanico de intereses y un ejemplo más del modelo de estudioso tan en
boga en el diecinueve inglés: teólogo y pastor de almas en un pueblecito de la campiña que dedicó las horas
de ocio con las que se encontró tras la muerte de su mujer (hasta entonces había estado muy ocupado en otros
menesteres: tuvo quince hijos) a la investigación de los campos de su interés que, repito, eran muy amplios:
arqueología, poesía, anticuaria, relatos de terror, antropología, Historia y recopilación de canciones
populares, actividad esta última por la que, si exceptuamos el libro que nos ocupa, ha perdurado su memoria
en el mundo anglosajón, como comprobamos fácilmente tecleando su nombre en cualquier buscador.
Entrando ya en el contenido y estructura de El libro de los hombres lobo lo primero
que debemos destacar es que, hasta donde alcanza mi entendimiento, éste se erige como el primer intento serio
de dar al mito del licántropo una base psicológica, buceando para ello en las manifestaciones de este ser y de
sus primos cercanos –hombres oso, hombres pantera,...– en la mitología de los pueblos antiguos, haciendo especial
hincapié en las sagas escandinavas. El autor aduce motivos psicológicos para el fenómeno de los hombres lobo,
atribuyendo su existencia a la locura que sufrían algunos guerreros al entrar en batalla (los famosos
berserkers), a la utilización de drogas alucinógenas por parte de los brujos tribales, a la
identificación del tótem de un guerrero con el guerrero en sí y, más adelante en el tiempo, a la simple
enfermedad mental.
El tratado comienza en la antigüedad clásica, con las referencias a la licantropía que
en ella se pueden rastrear, continúa con los hombres lobo escandinavos y llega hasta el siglo XVI, que puede
ser considerada la edad de oro del hombre lobo, con más de 30000 casos de licantropía denunciados entre 1520 y
1630 en la Europa occidental.
Sin embargo, lo que hace de verdad especial a la obra de Baring-Gould es que éste no olvida
en ningún momento su condición de diletante en estos menesteres, así que el libro, de estructura algo caótica,
se convierte en un delicioso muestrario de casos de licantropía y horrores varios, a cual más impactante, con
testimonios de las crónicas históricas, de la mitología, del folclore, de las actas judiciales y hasta de
la literatura de cordel para ilustrarlos.
Impagables a este respecto son los capítulos dedicados a glosar la vida y obra del infame
Mariscal de Retz, que ha pasado a los anales de la crónica negra como Gilles de Rais. Poco o nada tiene que ver,
salvo en su locura destructiva, este asesino de niños y bebedor de sangre con los hombres lobo, pero su historia
está contada con tal amenidad y maestría que podemos perdonar a Baring-Gould esa pequeña desviación del tema
principal del libro.
Ameno y erudito a un tiempo, El libro de los hombres lobo resulta de obligada
lectura para todo aquel que quiera conocer a los tatarabuelos de los entrañables y peludos monstruos que se
pasean por pantallas grandes y chicas en cuanto la luna llena asoma su cabeza por entre las nubes.
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