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Aunque cYbErDaRk.NeT cierra sus puertas, no podíamos dejar colgada este lista que se
encontraba ya muy avanzada. Curiosamente, no iba a ser la última; entre los colaboradores habían salido un
par de opciones más para complementar las tres principales que se han publicado. Pero éste, como otros
muchos proyectos, han pasado a formar parte de esa infinita biblioteca de planes inacabados. Espero que en
un alto porcentaje vean la luz pronto en otros territorios.
Pasando a la presentación en sí, ésta es la lista de
25 libros que nuestros colaboradores han seleccionado como respuesta a la conocida pregunta ¿qué novela
recomendaríais a alguien para iniciarse en el terror y el misterio sobrenatural? Como se comentaba en
las anteriores presentaciones, nótese que no menciona ni el mejor libro, ni el más significativo, ni el
mejor escrito, ni el más popular,... Sólo uno recomendable para lectores neófitos en la temática.
Se pueden observar, otra vez, ausencias notables, como el canto del cisne de la novela
gótica, Melmoth el errabundo; algún notorio representante de la escuela francesa como Maupassant; un
par de clásicos imprescindibles como Algernon Blackwood y Ambrose Bierce; algún otro representante del terror
moderno como Peter Straub; o, quizás, alguna antología temática sobre iconos fundamentales, caso de los vampiros.
Pero cada colaborador eligió un título que cubre razonablemente bien las expectativas y que es su respuesta
a la pregunta planteada.
Por último, si tienes algún libro que añadir, envía tu opinión utilizando el formulario
situado en la parte inferior del todos los artículos (mientras se pueda hacer). Así nuestra lista será un
poco más completa.
Los misterios de Udolfo (1784) – Ann Radcliffe
Valdemar – El Club Diógenes nº 167 – 2001
Para nosotros resulta natural considerar que los castillos ruinosos, los paisajes
desolados o las catedrales oscurecidas son escenarios llenos de belleza, pero hubo una época en la que
tal idea resultaba escandalosa y proponerla suponía poner el mundo al revés. Todo cambió en 1757. El filósofo
Edmund Burke publicó un librito. No lo sabía pero ese librito iba a ser uno de los manifiestos del
romanticismo. Entre otras cosas declaraba que todo lo que hasta entonces se había considerado como horrible
podía ser desde entonces el nuevo modelo de belleza. Esa declaración encendió los corazones de quienes la
leyeron. Equivalía a considerar bellas cosas notoriamente tenebrosas. ¿Qué había de bello en los castillos
ruinosos de Italia, en los paisajes desolados de Francia o en las catedrales oscurecidas de España? En medio
de un siglo cuya norma era la contención Edmund Burke declaró que lo vasto, lo infinito y lo asombroso
podían ser los fundamentos de la belleza. Los corazones ardieron pero ardieron con placer. La idea cuajó.
Europa estaba cansada de luces y reclamaba el imperio del espanto. La novela gótica estaba servida.
Decisiva en ese momento fue Los misterios de Udolfo de Ann Radcliffe. Hubo
otras novelas fundacionales pero ninguna plasmó con tal perfección en el terreno de la literatura lo que
Edmund Burke había plasmado en el terreno de la filosofía. Paradójicamente es la novela menos recomendable
para los que quieren iniciarse en la novela gótica. Su delicioso horror pionero, hoy, puede lindar con lo
ridículo. Cierto sentimentalismo desaforado, cierto acartonamiento de opereta, cierto racionalismo sedante
perjudican su más que dudosa perduración entre las preferencias de los lectores contemporáneos. Es menos
una novela viva que una referencia difunta en las enciclopedias de literatura. Su mérito fue la fijación
de los motivos clásicos de la primera escuela de terror literario del mundo: la dama indefensa, el villano
opresor, el hermoso salvador, el fondo tenebrista que es como un espejo de las almas que lo habitan. Novelas
posteriores han enriquecido esos motivos. Las de las hermanas Brontë, por ejemplo, que son su resurrección
perfeccionada.
Leer ahora Los misterios de Udolfo es un ejercicio de sabrosa melancolía que
exige un esfuerzo superior de la voluntad porque sus maneras son las de una sensibilidad caduca. Por cada
lector que adora esta novela, cien la menosprecian, acaso justamente. Nadie está libre de ser ese lector
único, secreto, remoto y apasionado. El castillo de Udolfo es el primer gran mito topográfico de la literatura
de horror moderna.
Marcos González Mut (marcos)
Frankenstein o el moderno Prometeo (1818) – Mary W. Shelley
Cátedra – Letras Universales nº 230 – 2001
Cuando una obra literaria es realmente grande trasciende todo tipo de acotaciones que
queramos imponerle dentro de éste, ése u otro género, lo cual no deja de ser del todo lógico. Frankenstein
o el moderno Prometeo –atención al revelador subtítulo que con tanta frecuencia se olvida– es una obra
grande que lo mismo que hemos traído a esta lista de fundamentales del terror podríamos haber llevado a la
de fundamentales de la ciencia ficción o, "simplemente", a la de clásicos u obras imprescindibles de la
literatura general. El cine (una vez más he de referirme a él, aunque no lo desee) ha popularizado enormemente
la obra, pervirtiendo su contenido e imagen entre las masas de espectadores, pero aquí nos desmarcamos de
esta circunstancia y nos concentramos en la creación de Mary W. Shelley...
Dada a luz en una época tan concreta, en la que el gótico usa y abusa de las historias
de aparecidos, los castillos malditos y fantasmagorías varias, la obra supone un tremendo revulsivo, y a su
creación hay que ligar un antes y un después para el género: Mary Shelley se adelanta muchos pasos a sus
contemporáneos y abraza un nuevo terror; el terror de la carne y la sangre, la lucha entre esos conceptos
inaprensibles y góticos imperantes y unos conceptos nuevos tan revolucionarios literariamente como
inaceptables por la ética. Estamos ante una novela asombrosa –dotada de una fuerza interna muy considerable y
que no puede pasar desapercibida– que abre las puertas no sólo del género de terror moderno, sino de otro
género querido, el de ciencia ficción, al sentar unas bases (hace ya la friolera de 186 años) y sembrar unas
ideas que a día de hoy siguen creando tanta o más controversia que entonces: ¿debe el ser humano –personificado
en el hombre de ciencia– pugnar por crear vida? ¿Luchar por llegar a ser Dios? Con estas virtudes argumentales,
y unas virtudes excelentes en el estricto sentido literario, la obra se erige como un pilar indiscutible del
género.
Frankenstein o el moderno Prometeo es una de las fuentes fundamentales de las que
bebe el terror desde entonces; un texto a todas luces terrible: a la luz de la ciencia, a la luz de la moral y
filosofía humanas, a la luz de los más atávicos sentimientos de horror... La autora, con muy pocas obras en su
haber aparte de su magna creación, sufrió una pesadilla inspiradora que su ilusión y tesón creativo llevaron
a buen puerto. Estamos ante una de las obras a las que con más justos argumentos se le puede aplicar la frase
inmortalizada por Goya: "El sueño de la razón produce monstruos..."
Necesaria, imprescindible... inmortal...
Iván Olmedo (Odemlo)
El hombre de la arena. 13 historias siniestras y nocturnas (1809 – 1821) – E. T. A. Hoffmann
Valdemar – Valdemar Gótica nº 26 – 1998
Cuando nos vemos sumergidos en la oscuridad nos podemos encontrar con E. T. A.
Hoffmann. Este exquisito alemán conocedor de su tiempo y lo esencial de romanticismo, invita en sus obras a
disfrutar de su terrorífica prosa impregnando sus relatos de carácter nocturno. Resultan perfectos para leer
en la noche, el momento predilecto de Hoffmann para dar vida a sus historias.
Lo tétrico se encuentra en los laberintos del poder psíquico, en el mundo de la mente que
crea unos seres trágicos, casi de pesadilla. Tiene la cualidad de caracterizar siniestros personajes que casi
puedes ver, es un gran maestro de las atmósferas más insanas y un creador de extrañas historias teñidas de
romanticismo que rayan lo grotesco, donde deja de respirarse la malignidad. Malignidad presente constantemente
en unos relatos que mezclan lo cotidiano con lo perverso de una manera muy personal.
Hoffmann fue un referente abriendo caminos para la imaginación en la literatura de su
época. Autores posteriores de la talla de Charles Baudelaire y Edgar Allan Poe le admiraron profundamente.
Incluso Freud alabó su más famoso relato.
Sus relatos son verdaderos estados de ánimo. Hoffmann explora nuestros miedos infantiles
en "El hombre de arena", toda una exaltación a la belleza obsesionada y del amante frustrado dando vida a un
autómata. Otro relato muy destacable es "Ignaz Denner" que da vida a un satanista y sus horribles prácticas,
probablemente su pieza más sangrienta y, a la vez, más tradicional. Recoge exorcismos, preparados diabólicos
con sangre infantil, el ulular del viento, el lamento de los dogos, la aparición de un extraño de diabólicos
antepasados,... Destaca también "El mayorazgo", puro gótico donde no faltan las intrigas familiares con su
carácter folletinesco, un viejo caserón e incluso las visitas nocturnas de un alma en pena. En él Hoffmann
deja entrever su amor por la música ya que, además de escritor, fue músico y pintor.
Hoffman sentía verdadera predilección por las tinieblas. Se dice que "escribía de
noche sus inquietantes obras, los demonios creados por él mismo lo asaltaban con tal espanto que huyendo de
su propia fantasía, tenía que taparse los ojos e interrumpir el trabajo". Es un imprescindible para
conocer el terror clásico y llegar a comprenderlo.
Plastikman
Narraciones extraordinarias (1833 – 1846) – Edgar Allan Poe
Valdemar – El Club Diógenes nº 133 – 2002
Mi primer libro comprado a los 10 años contenía la mayoría de los relatos que vienen en
la actual edición de Valdemar. Me enamoré de la prosa de Poe, tan elegante y lúgubre. Recuerdo con cariño
relatos como "El pozo y el péndulo", que mostraba los horrores de la inquisición. "La caída de la casa de
Usher", que reflejaba en su arquitectura la decadencia de la familia que la habitaba, haciendo eco a los
peores temores de la época. "El barril de amontillado", un cuento sobre la venganza.
Poe era un esteta, y sus escritos reflejan esa búsqueda del efecto, la emoción perfecta
de horror obtenida tras mantener un crescendo de expectación. Tan solo se echa de menos en este libro la
presencia de "El cuervo", poema lúgubre por excelencia que nos lleva a los pozos más abismales de la
desesperanza.
Rita Vicencio (Errantus Aquila)
Leyendas (1861 – 1863) – Gustavo Adolfo Bécquer
Cátedra – Letras Hispánicas nº 244 – 1996
Como buen romántico, Bécquer se empapa de tradiciones e historias populares con las
que dar forma y fuerza a sus leyendas. Si bien es cierto que algunos relatos evidencian un registro más
culto, más al uso académico, es en los relatos eminentemente populares donde da lo mejor de sí: títulos como
"Maese Pérez el organista", "El monte de las ánimas", "La cruz del diablo" o "El gnomo" no desmerecen los
delirios literarios más sublimes del maestro Poe.
Ahora bien, ¿terror? Sin duda alguna. Si bien es cierto que en algunos casos las
Leyendas no casan enteramente con el cuento de terror al uso, la mayoría se mueve en esa
frontera entre la fantasía y el terror más escalofriante, empleando los elementos y lugares fantásticos
para crear resultados estremecedores: la misma receta que luego usó Lovecraft. Es un tipo de relato que,
pese a entroncar con la fantasía popular no cabe llamar fantasía, por las connotaciones actuales de esta
palabra. En Bécquer encontramos lugares blasfemos, venganzas de ultratumba, muertos, aparecidos, castigos
divinos... todos los palos de la novela gótica que en Europa florecía a fines del siglo XVIII y principios
del XIX, pero tratados con un estilo genuinamente español, que los hace aún más inquietantes para el lector
hispanohablante, a quien, quizá algo hastiado de la tradición anglosajona de relatos de misterio, las
Leyendas le suponen un soplo de aire fresco, un punto de vista singular, que además tiene esa
familiaridad intensa de las cosas que han estado con nosotros toda nuestra vida.
Lamentablemente, la estela de Bécquer no tuvo demasiados seguidores, pero las
Leyendas quedan ahí para demostrar cuán rica es la fantasía española si se quiere sacar partido de
ella. El lector que se asome a ellas no quedará decepcionado.
Josep Andreu (Phil Resch)
El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde (1886) – Robert Louis Stevenson
Anaya – Tus Libros nº 4 – 1981
Robert Louis Stevenson (Edimburgo, 1850 – Samoa, 1894), autor de joyas de la literatura
universal como La isla del tesoro o La flecha negra, se adentró en el terreno del horror con
esta inquietante obra, a medio camino entre la novela psicológica, el relato policiaco y de terror, que ha
sido llevada al cine en repetidas ocasiones; la primera vez en un lejano 1908 y la más reciente en el
revolcón por el fango del celuloide que supone la disparatada Van Helsing, con un Hugh Jackman y Kate
Beckinsale a las órdenes de Stephen Sommers, con la anecdótica presencia de nuestra ibérica Elena Anaya, ya
muy lejos del elenco de lujo de que disfrutara El hombre y la bestia en 1941, con Victor Fleming en
la dirección y Spencer Tracy, Ingrid Bergman, Lana Turner y Donald Crisp en el reparto.
El argumento de este clásico de las letras nos resulta tan archiconocido hoy día como
novedoso fue para los lectores de su época. El doctor Jekyll, un afable y honrado médico de Londres, toma
una droga que lo convierte en un ser abominable y de físico escalofriante. Este desdoblamiento de la
personalidad sirve como reflexión sobre el lado oscuro de la mente humana y de la lucha del bien contra el
mal. Stevenson no se extravía en páginas y más páginas de espectaculares transformaciones en laboratorios
ultra-kitsch, ni riega explícitamente las calles de Londres con la sangre de las víctimas de su
criatura. La lectura de El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde es pausada, deambula con parsimonia
de las declaraciones del abogado Gabriel John Utterson, auténtico hilo conductor de la historia, a
melancólicas escenas de interior donde las conversaciones entre los personajes se estiran y enroscan sobre
sí mismas a fin de prolongar para el lector el placer de un misterio resuelto, en realidad, a las pocas
páginas de comenzar la novela. Y es que en una historia sobre la dualidad del ser humano, sobre el difuso
límite entre la ética y los bestiales residuos primigenios que nos habitan, descubrir quién es el asesino
no es lo más importante.
Manuel de los Reyes
Drácula (1897) – Bram Stoker
Alianza Editorial – Biblioteca de Fantasía y Terror nº 8156 – 1999
Drácula es luz que, a través de la espesa oscuridad que rodea su leyenda, se ha
convertido en guía del viajero que recorre las historias vampíricas. Su fama y trascendencia abrieron
puertas hacia el basto y delicioso pasado que ya nos había obsequiado con la sensual Carmilla de
Sheridan Le-Fanu o El Vampiro de John Polidori… En efecto, no es la primera obra literaria que
habló de vampiros, pero para los sucesores se convirtió en faro, en punto referencial, en desafío textual
para prolongar, parafrasear o modificar sus premisas.
Fue escrita y ubicada a finales del XIX: tiempo de invenciones y decadencia colonialista
para Gran Bretaña frente al surgimiento de las economías alemana y estadounidense; el siglo que dio su fe a
las bondades de la ciencia y el progreso, donde comienza la sistemática exploración del inconsciente; tiempo
en que prevalecía una moral ambivalente que exigía disciplinas de tipo militar en los hogares y surgía la
figura literaria de Sherlok Holmes.
Drácula fascina. Se considera que tuvo un gran impacto en su época, justo Bram Stoker
retrató en ella a su sociedad. Stoker escribió la primera novela gótica no ubicada en tiempos pasados y
espacio lejanos. Los hechos se desarrollan en fechas precisas y contemporáneas a su publicación. Introdujo
un personaje histórico ya fascinante y misterioso por si mismo: Vlad Tepes. Logró amalgamar elementos que ya
existían en otros autores y leyendas sobre vampiros y además los volvió plausibles. A lo largo de la obra
existen referencias y argumentaciones científicas frente al inverosímil reto a la razón que provoca la
existencia del vampiro. Además hay una riqueza en contenidos sensuales y sexuales, ocultos entre líneas y
con poderosas cargas eróticas, disimulados, pero no invisibles, retadores de la moral victoriana.
Drácula apasiona. Quizá te disguste, quizá te fascine… pero una cosa es cierta: jamás
pasará desapercibido. Y eso, para mí, es un clásico.
Strega
Otra vuelta de tuerca (1898) – Henry James
Alianza Editorial – El Libro de Bolsillo nº 5566 – 2003
"El mejor cuento de fantasmas jamás escrito", es la más extendida opinión
que merece Otra vuelta de tuerca de Henry James a la gran mayoría de críticos y entendidos.
Educadísimo (como en toda su narrativa), James construye una novela inquietante y
aterradora, casi claustrofóbica, repleta de la más perfecta y sutil inteligencia. Lo importante no es lo
que se cuenta, sino la forma en que se cuenta, dejando al lector en un mar de inquietudes e interrogantes
al llegar al apabullante final.
Una mansión, una institutriz, una cocinera y dos niños son los integrantes de unos
hechos y acontecimientos espectrales presididos por el espanto: la omnipresente influencia de los fantasmas
de la anterior institutriz y el jardinero... ¿Realidad o sueño?
Los fantasmas existen, parece decirnos James, pero habitan dentro de nosotros llegando
a modificar de forma terrible la realidad. Si se dice que un niño es una vuelta de tuerca, James da otra
vuelta de tuerca al tema de la infancia (sueños, imaginaciones) enfrentada al mundo adulto: la institutriz
(realidad, normas, poder, frustraciones, conocimiento, imaginaciones); enfrentamiento presidido por las
espectrales presencias, surgidas de... interrogante que se unirá a otros, conduciendo de forma implacable
a un paroxístico, inhóspito y terrible desenlace en el que las inquietudes y escalofríos no terminan, al
contrario, se hacen más intensos. Ni el elemento de equilibrio que supone el personaje del ama de llaves
logra controlar el enrarecido y tenebroso avance de las tinieblas. Todo lo que ocurre lo sabemos de boca
de la institutriz pero esto también constituye un alarde de ambigüedad, queriéndonos tranquilizar ante el
engañoso hecho de expresarlo una persona adulta y normal. Pero el territorio de la imaginación y el terror
pertenece a todos y James también expresa que el territorio del escritor es el de la imaginación y que ésta,
a veces, mata. Fascinante.
Itaqua
La nave abandonada y otros relatos de horror en el mar (1906 – 1914) – William Hope Hodgson
Valdemar – El Club Diógenes nº 63 – 2000
El mar siempre ha atraído al hombre con su hechizo: bello y enigmático, inspira de igual
manera al poeta y a los amantes. Pero, como toda moneda, tiene otra cara: el mar es un desconocido que oculta
en su seno demasiados misterios, algunos de ellos aterradores. El hombre siente por él respeto, miedo o incluso
pavor. El mar puede matar.
Más allá de Coleridge, si ha habido un autor capaz de juntar lo bello y lo horrible del
océano en sus relatos, ése es Hodgson. Buen novelista pero ante todo magnífico cuentista, nos describe, desde
su propia experiencia, los avatares y los terrores del marino de finales del siglo XIX.
Dentro de su producción destaca La nave abandonada, la que podría ser considerada
como su compilación de relatos por excelencia. A través de los relatos en ella incluidos toca las grandes
temáticas de la literatura de terror naval: las naves abandonadas, los naufragios y los habitantes de
ambos. Resulta tarea difícil destacar un relato concreto. Mismamente, el que da título a la compilación: una
narración lenta pero no sosegada, cargada de una atmósfera de horror que con gusto habría tomado como propia
el mismísimo Lovecraft (admirador confeso de Hodgson). Otro de los cuentos, "Una voz en la noche", está por
méritos propios entre los mejores relatos de terror de toda la historia: angustioso, oscuro, desesperado,
retuerce de una manera magistral la idea de sobrevivir a un naufragio, convirtiendo la fortuna inicial de
verse vivo en una maldición. En contraste a estos relatos, lentos y de opresivo ambiente lleno de maldad y
fatalidad inhumanas, en "Los habitantes de la isleta Middle" hay que destacar (aparte de la atmósfera) la
imagen final, sencilla pero que en su claridad es tan intensa que puede perseguir al lector de por vida,
obligándole a mirar con temor la superficie de las aguas.
Mención aparte (porque este relato no es terror) merece la encantadora fantasía de
"El regreso al hogar del Shamraken"
En resumen, un libro que (nunca mejor dicho) sumerge al lector en los terrores ocultos
bajo la superficie del mar, una compilación que es la mejor aproximación posible a uno de los cuentistas
por excelencia dentro del género de terror.
Francisco Ruiz Fernández (Hger)
El Golem (1915) – Gustav Meyrink
Tusquets Editores – Colección Fábula Tusquets nº 22 – 1995
Fascinación es la palabra.
La Praga del gueto judío y sus leyendas; el relato criminal; el expresionismo de un
estilo entrecortado y de poderosas imágenes; el barroquismo de descripciones y personajes que se suceden
con enloquecedora profusión; los saberes esotéricos; el camino, cargado de presagios y símbolos, de la
iluminación; las religiones judía y budista; y, como hilo conductor, como epítome de toda experiencia sagrada
y espiritual, la Cábala. Todo expuesto en un fárrago genial, delirante, visionario, que se mantiene en pie
con firmeza gracias a la prosa excepcional de Gustav Meyrink. Aquí tendríamos el germen, el barro primigenio
con el que nuestro autor dio vida a su obra.
Meyrink plantea El Golem como un viaje iniciático: el de Athanasius Pernath hacia
la iluminación. Como este camino implica "que en nuestra vida se injerten dos vidas", Meyrink construye
su obra bajo el signo del doble. El propio Pernath y el Golem, pero también la vida pasada de Pernath, un loco
ingresado en un manicomio, y la actual, en la que no recuerda nada de esto. A la iluminación, al saber, opone
las visiones de delirio, de locura, la alteración del punto de vista: la Torá y el tarot. Palabras usadas
como tales, un instrumento de comunicación, pero también palabras que no sólo nombran sino que contienen
la esencia de las cosas (la Cábala): de ahí quizá sus frases cargadas de doble sentido. Esta idea del doble
alcanza también a casi todos los personajes: todo personaje negativo tiene su opuesto. La misma estructura de
la novela consiste en la inserción de una vida en otra. Y, claro, el hermafrodita. Pero todo esto no tendría
valor si Meyrink no lo transformara, acto alquímico real, en literatura, en imágenes de una fuerza imborrable.
Una niebla que nos envuelve y nos lleva de la mano hacia el horror, sí, pero también a la belleza.
Las leyendas relativas a la forma de dar vida al Golem son innumerables, pero la
tradición nos ha legado dos que quizá destaquen sobre las demás: la del rabino Löw, consistente en
introducir en la boca de la criatura de barro un papel en el que se halle escrito el nombre impronunciable
de Dios (el schem); y la del rabino Elijahu de Chelm, la cual consiste en grabar en la frente del ser la
palabra Emet (Verdad): borrando la e inicial se produce la muerte (Met) del Golem. Pero, curiosamente, si
bien Meyrink hace alusión a la primera, se aleja de ambas y nos muestra un Golem simbólico, un Golem cuya
aparición viene antecedida por presagios y cuyo significado supone una anunciación de algún desastre para
la comunidad judía. El estilo convulso de la novela devendría así un reflejo de la época y el lugar en los
que Meyrink vivió.
Cuando Meyrink escribió El Golem el gueto judío ya no existía. Sólo algunos
edificios (las sinagogas, el cementerio...) se habían salvado de la ley de saneamiento de Praga. Rememora
pues una Praga fantasmal, habitada por hombres que más asemejan espectros. El antropomorfismo, siempre
desviado, siempre monstruoso, o cualidades de seres terribles y amenazantes, de puras bestias, adormecidas
en apariencia pero siempre al acecho, son aplicados de manera continua en las descripciones del gueto.
Fascinación, al fin, es la palabra. Fascinación animada por un puñado de resortes, un puzzle de mágicas
piezas: un Golem de papel.
Llosef
Corazones perdidos (1890 – 1927) – M. R. James
Valdemar – Valdemar Gótica nº 25 – 1997
Al pensar en una historia de fantasmas, a menudo nos viene a la mente una historia
ambientada en una mansión victoriana, en un sombrío y húmedo bosque e, incluso, en las neblinosas calles
del Londres de finales del siglo XIX. Todos estos escenarios llegaron a nosotros gracias a la gran tradición
anglosajona por las historias de terror. Cuando la novela gótica entró en decadencia llegó el momento de
esplendor de la ghost story, y aquél que la llevó a su máxima expresión fue, sin duda, Montague
Rhodes James.
James, preboste del prestigioso colegio de Eton durante gran parte de su vida, empezó
a escribir sus relatos para amenizar las veladas navideñas de sus alumnos. Su obra consta de 31 relatos
fantasmales (además de numerosos estudios no relacionados con el género) reunidos de forma íntegra en esta
magnífica edición de Valdemar.
Pero el lector que abra este libro no se encontrará ante simples historietas de
fantasmas fácilmente olvidables. James aborda sus temas de una manera ligera y frecuentemente coloquial,
pero esa apariencia tan solo le sirve para crear una ilusión de acontecimientos cotidianos en los que
introducir sus fenómenos anormales cauta y gradualmente, realzándolos a cada paso con detalles sencillos
y prosaicos, hasta el punto en que el protagonista se ve envuelto en una maraña terroríficamente
fantasmagórica a la que no sabe cómo ha llegado y de la que no puede escapar.
El autor también desarrolla un nuevo tipo de fantasma, completamente distinto de
los viejos espectros góticos. Los pálidos y majestuosos fantasmas etéreos evolucionan gracias a M. R.
James en seres sucios, peludos y grotescos; abominaciones perezosas e informes de la noche, a medio
camino entre el hombre y lo animal, que muchas veces provocan antes asco que terror, puesto que cuando
llegamos a verlas ya están demasiado cerca de nosotros. Mayormente, estos espectros tienen una
constitución de lo más excéntrica: entidades esqueléticas vestidas con harapientos ropajes, una
sábana arrugada, inocentes cortinajes o un pequeño dibujo en un grabado.
James es un gran conocedor de los sentimientos humanos y sabe perfectamente cómo
inducir el miedo. No hay mejor elección a la hora de disfrutar del paradigma del cuento de terror del
siglo XIX: la ghost story de James, por favor.
Joan Escudé González (MONZO)
El gran dios Pan y otras historias de terror sobrenatural (1894 – 1936) – Arthur Machen
Valdemar – Valdemar Gótica nº 33 – 1999
De Arthur Machen ha hablado bien gente tan entendida en literatura de terror como Jorge
Luis Borges o H. P. Lovecraft. De hecho, Machen puede considerarse la influencia más importante de este
último. Como tantos escritores británicos entre los siglos XIX y XX, nuestro autor fue un asiduo cultivador
del cuento sobrenatural, siguiendo una tradición muy anglosajona y que se remonta a los años de las
narraciones góticas. Pero Machen fue más allá que muchos de sus coetáneos. En vez de seguir copiando los
modelos de las ghost stories de Sheridan Le Fanu o M. R. James, el galés decidió crear algo nuevo,
en parte fruto del pasado céltico de su terruño y en parte crítica entre seria y burlona de los adelantos
de la ciencia moderna. Esta novedad sería más tarde bautizada por Lovecraft como terror preternatural y
tendría como principal rasgo definitorio la existencia de una serie de fuerzas malignas que utilizan a los
seres humanos como juguetes con los divertirse y ante las que estamos totalmente indefensos. Aunque
Machen escribiría un puñado de novelas nada despreciables (Los tres impostores, El terror) sus
ideas se plasmaron mejor en el cuento corto, siendo este título, sin duda, la mejor colección disponible de
sus relatos que, hoy por hoy, existe en el mercado editorial. El horror a esas fuerzas ignotas más antiguas
que el hombre aparece con una potencia y un lirismo impresionantes en cuentos como "El gran dios Pan",
"La novela del sello negro", "El pueblo blanco" o "La pirámide resplandeciente". El horror que aquí
entrevemos (Machen nunca cae en el mal gusto de mostrárnoslo de una forma clara) quiebra totalmente nuestra
fe en el progreso y nos muestra cuan fina es la capa que separa nuestra civilización de la barbarie. Por
supuesto, hay aquí otros muchos cuentos igual de magníficos (en total 14) y más registros que éste que
acabo de mencionar (sin ir más lejos "Un chico listo" es un perfecto ejemplo de historia con psicópata). Lo
cual es, únicamente, otro acicate para leer a Machen, algo más que uno de los precursores de Lovecraft.
Iván Fernández Balbuena (cebra)
En las montañas de la locura (1936) – H. P. Lovecraft
Valdemar – El Club Diógenes nº 216 – 2004
Un superviviente de una malograda expedición antártica promovida por la universidad
de Miskatonic, a la vista de los planes de la comunidad científica para explorar en profundidad el
continente blanco, decide romper su silencio y contar la verdad sobre lo que les ocurrió allí. Quiere evitar a toda costa que la humanidad se adentre en la Antártida.
Ésa es la premisa con la que arranca esta novela, un viaje hacia la locura narrado en
primera persona. El protagonista nos relata cómo el hallazgo de un fósil imposible hace que la expedición,
inicialmente centrada en el estudio geológico del terreno, tome un rumbo muy diferente.
A partir de ese momento, los descubrimientos se suceden uno tras otro y tanto el narrador
como el lector nos veremos arrastrados a terrenos cada vez más y más extraños, descritos con una minuciosidad
casi documental, lo que conferirá aún más verosimilitud a la historia. Asimismo, por sus páginas desfilarán
términos y nombres que al conocedor de la obra de Lovecraft le resultarán más que familiares, mientras que
despertarán el interés del no versado (o por lo menos eso fue lo que me sucedió a mí cuando leí este libro,
lo primero que caía en mis manos de Lovecraft.)
Nadie como Lovecraft supo describir lo ajeno, lo extraño, lo inhumano. El genio de
Providence construyó con sus historias una verdadera mitología del horror y además logró retratarla con
una fuerza sorprendente gracias a su peculiar estilo narrativo, denso, cargado de resonancias oscuras y en
el que a veces lo que no se muestra es aún más pavoroso de lo que se deja ver. En las montañas de la locura es una muestra
excelente de ello.
Jose Antonio Cotrina (Larnax)
Los mitos de Cthulhu (1891 – 1964) – Varios autores
Alianza Editorial – Biblioteca de Fantasía y Terror nº 8155 – 2002
Resulta difícil seleccionar un solo libro para reseñar y dar una opinión, pero esta
edición de los Mitos tiene bastantes razones para ser escogida: ofrece un extenso panorama
temporal que abarca de 1891 a 1964; un amplio grupo de escritores (15) con ideas y estilos personales,
aunque conforman un conjunto suficientemente homogéneo para que tenga un título común y alusivo a todos
los relatos; calidad literaria, facilidad de lectura y originalidad frente a todo lo anterior; y, por
último pero no menos importante, un magnífico trabajo de Llopis como Editor, y de F.Torres Oliver como
traductor.
La edición, estructurada en tres bloques-libros, presenta un panorama cronológico de
los relatos y la evolución del concepto Mitos de Cthulhu
Introducción: La edición presenta un estupendo ensayo firmado por Llopis que abre el
libro, introduciéndonos en el concepto de los Mitos y dando las claves básicas para comprender su génesis
y evolución.
Primer libro – Los Precursores(1891 – 1919): Con los autores sería suficiente, pero
la selección de relatos es inmejorable. Después de leerlos te lanzas a buscar otras cosas de Machen,
Blackwood, Bierce, Chambers,... y te preguntas ¿cómo es que no conocía yo a estos autores? Parafraseando
a King (en sus opiniones sobre Barker), parece que el resto de autores han permanecido estáticos en los
próximos 80 años.
Segundo libro – Los Mitos (1923 – 1936): Éste es el Corazón del Ángel. Llopis deja
en la Introducción a este segundo libro la lista ordenada de los escritos por HPL. En este libro la
Cosmogonía de Cthulhu se desarrolla con la panoplia de Dioses y hace que te empieces a encoger en tu asiento
según avanzas en la lectura. Pero, especialmente te arrugan las posibilidades que entrevés de la
lectura. Te identificas con todos y cada uno de los personajes, ya que al final, todos los relatos
enfrentan al individuo (único, solo y sin compañía) al miedo ancestral: la desaparición de la especie
humana. Y aunque el individuo sale adelante en ocasiones, las expectativas de futuro que quedan al
terminar cada relato son nulas, inexistentes. Especial atención al ambiente y más en concreto a la
trasgresión de las reglas del Espacio Euclídeo en "Los perros de Tíndalos" o con el Trapezoedro
Resplandeciente (como mínimo inquietante).
De los autores poco que decir: simplemente los mejores (H. P. Lovecraft, C. A. Smith,
R. E. Howard, R. Bloch –jovencito prometedor en aquellos tiempos–,...)
Tercer libro – Los Mitos Póstumos (1951 – 1964): El más corto en extensión (páginas,
relatos, autores). Entiendo que es difícil escoger, y la selección de este tercer libro aporta calidad
sobre todo. Todos los relatos (excepto la humorada de Perucho) mantienen el nivel del segundo libro (cosa
que no se puede decir de otras antologías post HPL). Tiene que ver también el hecho de que más del 50% del
texto y los relatos que forman este libro tienen el sello del Maestro, bien por ser sus propias ideas
"redondeadas" ("La hoya de las brujas"), "desarrolladas" ("El sello de R’Lyeh") o continuadas ("La sombra que
huyó del chapitel"). Vaya un "bravo" por el relato de Ramsey Campbell, que prometía tanto entonces.
Esto no es todo amigos – Bibliografía: Cuando terminas de leer los relatos, te
encuentras con el principio de todo buen seguidor de Cthulhu: la Bibliografía. El trabajo metódico de Llopis
es encomiable. Una bibliografía organizada: Global y Temática, con todos los libros utilizados, textos
originales utilizados, libros, relatos, conferencias, artículos, revistas,…
Ah, y si te quedan dudas, todo esto empaquetado en un solo libro a precio moderado.
Jooseluis
La casa infernal (1971) – Richard Matheson
La Factoría de Ideas – Solaris Terror nº 5 – 2003
Cuando Narciso Ibáñez Serrador presentó "La leyenda de la mansión del infierno", de
John Hough, en su programa Mis terrores favoritos, tuvo que pedir disculpas a los espectadores: no
había visto la película y las críticas en su contra habían sido feroces, tratándola como un subproducto
erótico-terrorífico de serie Z.
Fue una de las emisiones más memorables del programa.
Y no es para menos. Richard Matheson desarrolló el guión a partir de (o en paralelo
a) su novela, La casa infernal; la mansión, perteneciente al desaparecido Belasco (trasunto de
Aleister Crowley), en la que tienen lugar una serie de fenómenos paranormales, es la protagonista
absoluta de la narración. En ella, el grupo de investigadores (compuesto por un par de mediums, un
"investigador psíquico" y la mujer de éste) son manipulados por las fuerzas que la ocupan hasta llegar
al desenlace.
Matheson hace gala de sus conocimientos sobre estos fenómenos, brindando un amplio
surtido de ellos. Evita caer en la narración lenta de otras novelas del mismo estilo aplicando un lenguaje
cinematográfico, de ritmo ágil, en el que se eluden descripciones recargadas y priman el diálogo y la
acción. No profundiza en los personajes, no es necesario: lo importante no son los protagonistas en sí
sino la influencia que ejerce la casa en sus comportamientos.
El mantenimiento del suspense, algunos golpes de efecto bien medidos y unos cuantos
toques de sexo y gore (de los que tanto abusaría el género después), dan lugar a una novela que,
parafraseando al autor, bien podría denominarse como "el Everest de las narraciones sobre casas encantadas".
José M. Cárdenas (Inno)
El exorcista (1972) – William Peter Blaty
Ediciones B – VIB nº 135 – 1996
"Como el maldito y fugaz destello de explosiones solares que sólo impresionan
borrosamente los ojos de los ciegos, el comienzo del horror pasó casi inadvertido" […] Así da comienzo,
tras un sugerente prólogo, una de las novelas más aterradoras de la literatura moderna.
Es ésta una historia de terror puro y duro, pero también, y casi al mismo nivel,
una novela de personajes. Estos tienen un peso específico capital para Blatty, así como las relaciones
que se establecen entre ellos: Chris MacNeil, luchando contra viento y marea por salvar a su hija de la
tortura a la que está siendo sometida; Damien Karras, el sacerdote y psiquiatra lleno de dudas y de una
inmensa generosidad; el bonachón y sagaz teniente Kinderman, ocupado en esclarecer un salvaje asesinato;
los criados de Chris, prisioneros de un drama íntimo sobrecogedor; el Padre Merrin, que se
enfrentará a "un viejo enemigo", como él mismo presiente en Iraq meses antes de que el duelo
tenga lugar; y la niña, Regan, víctima de una posesión diabólica que acaso nunca sepamos si es del todo
real o fruto de un trastorno psicológico.
El autor despliega un inmenso talento para sugerir el horror antes de mostrarlo en
toda su crudeza, de modo que la narración avanza de forma sutil pero implacable. A través de los
detalles más cotidianos primero: un objeto cambiado de sitio, un sonido anormal, un mal sueño, una simple
frase cargada de intencionalidad (estremecedor el momento en que Regan le dice a su madre: "Mamá,
¿qué me pasa?"), hasta desembocar en un clímax pocas veces igualado en el género.
Otro de los puntos fuertes de Blatty son sus diálogos. Ágiles, poderosos… diálogos
que muchas veces muestran más claramente el terror, que las propias descripciones de lo que ocurre.
En la novela hay momentos llenos de intensidad dramática en el más amplio sentido de
la palabra: Karras visitando a su madre en ese barrio sucio y deprimente, la fiesta en casa de Chris
donde tendrán lugar las primeras manifestaciones evidentes del horror, la sesión de hipnosis a la que
Regan es sometida…
La estructura está cuidada al máximo, quedando patente
un gran esfuerzo en la narración verosímil de los acontecimientos. Desde la búsqueda incesante de
una explicación médica y racional a la situación por la que atraviesa la niña llevada a cabo por la
madre, hasta la investigación del Padre Karras acerca de lo que puede estar sucediendo desde el punto
de vista teológico y paranormal.
Y todo ello, narrado con ritmo incesante. Sin resultar nunca precipitado ni frenético,
pero sin permitir un solo respiro al lector. Nos hallamos, muy probablemente, ante la novela más terrorífica
que jamás se ha escrito, pero también ante un gran libro, independientemente de su género. Tan sólo apto
para lectores de nervios templados, eso sí.
Javier Garrido (Tyla)
El misterio de Salem´s Lot (1975) – Stephen King
Debolsillo – Bestseller Debolsillo nº 102 (6) – 2004
Stephen King es uno de los nombres que primero vienen a la mente cuando se habla
de terror literario. Aunque su carácter de autor de bestsellers y su indudable declive en los
últimos años le han ganado muchas antipatías entre los aficionados, lo cierto es que su influencia en el
género tal y como hoy lo entendemos ha sido enorme –sólo pensemos en la cantidad de clones del de Maine
que pueblan hoy las estaterías de las librerías– y tiene, en especial en su primera etapa, un buen puñado
de obras memorables. Obras como El misterio de Salem’s Lot.
Ben Mears, escritor, regresa al pueblo en que transcurrió parte de su infancia en busca
de inspiración para su próximo libro y, tal vez, para librarse de los demonios que le persiguen tras la
traumática muerte de su esposa. Pero el pueblo tiene también los suyos propios, y Ben no es el único que
ha decidido instalarse allí. Poco después de que una extraña pareja de comerciantes adquiera la embrujada
casa Marsten, comienzan a sucederse una serie de desapariciones y misteriosos fallecimientos para los que
Ben y los suyos sólo encuentran una explicación aparentemente imposible: vampiros...
El misterio de Salem’s Lot aúna muchos de los elementos característicos en King.
El protagonista trasunto del propio autor; el pequeño pueblo que, dibujado con un realismo y un detalle
sobrecogedores (con sus habitantes, su historia, sus pequeños y grandes secretos), refleja fielmente la
sociedad rural de Nueva Inglaterra que King demuestra conocer en profundidad; los personajes creíbles, a
los que es capaz de dotar de vida en apenas un par de párrafos; y el Mal, con mayúscula, encarnado en esta
ocasión en una devastadora plaga vampírica que se infiltra sutilmente en ese microcosmos alterándolo por
completo sin que nadie, salvo unos pocos, se dé cuenta ni pueda hacer nada por detenerlo. Stephen King nos
trae la lucha entre el Bien y el Mal al mundo cotidiano, un mundo que todos reconoceremos en mayor o menor
medida, y ahí reside la mayor fuerza de esta novela: en que todo resulta escalofriantemente real. Y nos
hace pensar que si los vampiros existieran, se comportarían como lo hacen en El misterio de Salem’s
Lot.
O que si el Mal existe puede que esté tan enraizado entre nosotros, que, como los
habitantes del pueblo, ni siquiera nos demos cuenta.
Jairo Ríos (Xnthós)
La cámara sangrienta (1979) – Angela Carter
Minotauro – 1991
Es difícil olvidarse de los terrores que nos asaltan durante la infancia; despertar
en plena noche encogido bajo las mantas, aterrado por la oscuridad que te rodea, por un miedo indefinible
que en cualquier momento puede cerrar su mano terrible sobre ti. Esos miedos, los más delicados y puros,
son el cerebro y corazón de los cuentos infantiles, los que toman forma del lobo, las brujas y el ogro
que te atrapan para luego devorarte.
Leyendo La cámara sangrienta no cuesta mucho imaginar a Angela Carter evocando
esos temores vividos en las noches al calor de una cocina de carbón en Yorkshire durante la II Guerra
Mundial, estremeciéndose mientras su abuela materna le relataba los cuentos infantiles del acervo popular.
Historias que, en su forma más arcana, bullían con las turbulentas aguas de los terrores ancestrales;
las tensiones sexuales íntimamente ligadas a la muerte; la violencia y el miedo, mucho miedo. Porque, en
última instancia, bajo esas corrientes oscuras se agazapa el espanto existencial, la impotencia ante la
fuerza irracional del destino, la cruel indiferencia del universo.
Así, a la hora de acometer la revisión de los cuentos infantiles de toda la vida,
Angela Carter despoja dichos relatos de los ropajes moralistas que, con el tiempo, habían cubierto
pudorosamente su brutalidad primitiva, escarbando en sus entrañas para sacar a la luz el terror abisal
que dormita bajo las apacibles aguas de las advertencias sencillas para evitar situaciones peligrosas.
Advertencias que, a su vez, son subvertidas con el objeto de mostrar los crudos mecanismos de la
dominación y sometimiento a los que se ve sometida la condición femenina ante el elemento masculino.
En "La cámara sangrienta" Barbazul, plutócrata de exquisita depravación, compra con
su opulencia a una muchacha virgen y pobre para enjaularla en su lujoso castillo e iniciarla en los placeres
de la perversión, recreándose en la corrupción de su inocencia como si de un despiadado marqués De Sade se
tratara. La Bella es simple moneda de cambio entre su padre y La Bestia, perdiendo su libertad hasta
que supera su terror al despertar sexual y se acerca a él en igualdad de condiciones, creando su propio
lenguaje del deseo femenino en "La prometida del tigre". El héroe solar del siglo XX, tecnológico y virgen,
liquida el reinado de la diosa lunar con su beso abrasador en "La dama de la casa del amor", revisitación
en clave vampírica de "La bella durmiente". Y en los relatos sobre licántropos se explora el antiguo
significado del cuento de Caperucita; la muchacha que acaba de alcanzar la madurez sexual y se enfrenta
a la sexualidad masculina y salvaje para, finalmente, triunfar sobre el lobo con una carcajada.
Y en todo momento, tomando el puesto de una Mamá Ganso postmoderna, Angela Carter
utiliza el lenguaje narrativo como herramienta fundamental, manejándolo con tanta inteligencia y brillantez,
con tan lujuriosa y desvergonzada exhuberancia, que dan ganas de acostarse con ella. Prosa decadente,
barroca, sensual, hermosísima, perversa incluso; no duda en recurrir al erotismo y la pornografía como
armas subversivas contra la asfixiante visión, impuesta y patriarcal del sexo. Devuelve al género de terror
a su original condición de poderoso y sutil vehículo de las ideas más perturbadoras, inquietantes y
ofensivas para el orden establecido.
Alfonso García (fonz)
Libros de sangre (1984) – Clive Barker
La Factoría de Ideas – Solaris Terror nº 13 – 2004
Clive Barker ha sido el último gran nombre del género, el último renovador en un
panorama cultural que camina hacia el colapso. Libros de sangre, una serie de antologías disponible
sólo en parte en castellano, es su obra más lograda, impactante y, sobre todo, terroríficamente deliciosa.
Este conjunto de relatos lo consagra como un cuentista excepcional, dotado no sólo de una imaginería vigorosa,
magnética, ya clásica, sino de una notable capacidad de síntesis y de fabulación.
Clive Barker se mueve en estos relatos con maestría, manejando con habilidad las
tensiones del cuento, para lograr bien desarrollos in crescendo o bien una inmersión violenta en su
poderoso universo. Sabe dosificar perfectamente la información y alimentar el horror con la plasticidad y
el impacto de sus imágenes.
Barker no es un autor de sugerencia, como lo fueron los grandes narradores de terror
anteriores. Barker es potencia, fuerza; es una virulenta avalancha de perversión desbocada. Es descarnadamente
explícito, pero su brutalidad no está exenta de lirismo. Refleja un mundo de impulsos irrefrenables, que
devoran al individuo y que arremeten con violencia contra la realidad. Las constantes de estas piezas y
de su ficción son la deformación y la tortura de la carne, el sexo sin tapujos y la sangre que mana como
símbolo de la muerte, todas ellas envueltas en una atmósfera de enfermiza degradación inigualable.
Por todo ello, se le ha encasillado como icono del gore. Pero Barker es mucho más,
es un narrador multidisciplinar, consciente de su tradición, que pone toda la carne en el asador para
reinventarla y abrir puertas a una realidad que nos negamos a ver, pues su universo es el nuestro, donde
el ser humano es un ser frágil que sucumbe ante la muerte y la maldad. Sencillamente, es más fácil y seguro
mirar para otro lado.
Alberto García-Teresa (A. García-Teresa)
La fase del Rubí (1987) – Pilar Pedraza
Tusquets Editores – La Flauta Mágica nº 7 – 1987
La trayectoria de Pilar Pedraza (Toledo, 1951) en el fantástico patrio se extiende
ya a lo largo de varias décadas de encomiable dedicación al género, por lo que es de justicia que una de
sus obras aparezca en esta selección de veinticinco fundamentales.
Arena de otro costal era decidirse por una en concreto, habida cuenta de que varias
de ellas atesoran las suficientes virtudes como para merecer su inclusión, desde Las joyas de la
serpiente a recopilaciones de cuentos como Arcano 13. Lo que me ha hecho elegir La fase del
rubí es que quizá sea su obra más redonda hasta la fecha, una especie de crisol de las excelencias de
su literatura, perfecta amalgama de los temas y maneras a los que se ha mantenido fiel a lo largo de
estos años.
Los típicos habitantes de un pueblecito castellano del siglo XVII, con su médico,
su notario, su cura, sus viejas chismosas y la ominosa sombra de un todavía poderoso Santo Oficio
planeando sobre todos ellos, sirven a Pedraza para construir una trama en la que juega con los tópicos
del gótico más recalcitrante y, a la vez que los subvierte, los trata con el cariño de quien los ama.
Desde la deslumbrante presentación del personaje de Imperatrice, la bella protagonista
situada más allá del bien y del mal e inspirada claramente en la infame condesa Báthory, hasta su perfecto
final, la novela es todo un muestrario de clichés del terror de toda la vida: hay conventos en cuyas
lóbregas celdas las inocentes monjitas reciben visitas de indeseables espíritus; hay muertos redivivos;
hay aquelarres a los que las brujas llegan en sus escobas voladoras y en los que hace su aparición, cómo
no, el mismísimo Satán; hay vampiros; hay oscuros calabozos donde los verdugos de la Santa Inquisición
llevan a cabo sus infames torturas; hay autos de fe y ejecuciones en la hoguera… un festín sin desperdicio
para el aficionado al género que, arropado por la certera y preciosista prosa de una autora en estado de
gracia, convierte a La fase del rubí en la mejor novela gótica que se haya escrito hasta el momento
en castellano.
Javier Vidiella (fjvidiella)
El sol de medianoche (1989) – Ramsey Campbell
Grijalbo Mondadori – Grijalbo Bestseller Paperback – 1993
Ramsey Campbell es uno de los escritores de fantasía oscura y terror más importantes
del siglo pasado. Su estilo personal e inconfundible a la hora de abordar temáticas clásicas y la excelente
atmósfera que impregna todas sus obras le hacen merecedor de un puesto de honor entre los autores más
relevantes del género, tanto en el ámbito del relato corto como en el de novela. Es, además, una persona
comprometida: presidente de la British Fantasy Society y antologista de numerosos libros de horror, presta
su apoyo a nuevos autores y revistas de aficionados al género. Ha sido traducido a varios idiomas, ha
ganado multitud de premios, se han adaptado novelas suyas –curiosamente, por directores españoles– a la
gran pantalla y está considerado el mejor escritor británico de terror en activo.
El sol de medianoche representa uno de los momentos álgidos de su carrera.
Novela que cumple con la estructura habitual de sus mejores obras (tragedia ocurrida en el pasado y
relegada al olvido por los protagonistas reaparece en el presente y sirve de desencadenante del horror),
nos presenta a uno de sus personajes más sensibles, Ben Sterling, escritor de cuentos infantiles que
pierde todo lo que posee al volver a Stargrave, el lugar en el que falleció su abuelo en extrañas
circunstancias. Pero si hay un protagonista en esta obra es, sin duda alguna, el frío. Un frío omnipresente
y aterrador, una entidad vida que devora a los seres humanos, reduciéndolos a meros figurantes cuando
hace acto de presencia. La novela goza de una excelente ambientación y una atmósfera opresiva, así
como de ritmo pausado, intimista, adecuado a la historia narrada, que se fusiona a la perfección con un
estilo poético y muy cuidado. Se descubre también en la novela el cariño que Cambpell siente por la obra
de autores clásicos como Blackwood, Lovecraft o Machen, enfrentando a la familia Sterling a horrores
cósmicos que están más allá del entendimiento humano.
En definitiva, una excelente muestra del buen hacer de uno de los mejores escritores
de horror de la historia, injustamente relegado a un segundo plano por un público acostumbrado a tramas
más dinámicas y estilos más directos.
Santiago Eximeno (Qliphoth)
The ring (1991) – Koji Suzuki
Mondadori – Literatura Mondadori nº 232 – 2004
Ésta es una novela hipnótica que no permite descanso alguno ni a sus personajes ni,
por ende, al lector. Una magistral lección de buena narrativa que agobia, rompe esquemas e incomoda en
nuestros miedos más irracionales. En The ring nada es realmente original y al mismo tiempo lo es
todo: un fantasma aliado con la tecnología, una clásica historia de maldición mortal y un descenso al
terror, simbolizado por un pozo oculto del que brota el mal. El mal como entidad, que no hace distinciones;
un mal que sólo busca expandirse, que sólo busca destrucción.
La novela está narrada con un excelente pulso narrativo: lenta y pausadamente al
comienzo, con un paulatino incremento de la tensión y el suspense, hasta alcanzar el terror, absoluto y
sin paliativos. Los personajes son convincentes y su desarrollo psicológico no tiene fisuras: el momento
culminante del descenso a ese lugar maldito, origen y fuente del mal, está narrado con tal perfección
que el lector siente que está ahí, y el horror animal y enloquecido del protagonista se comunica con el
que se vive a través de las páginas. Es difícil no atropellarse leyendo el momento en que todo parece
llegar al clímax: la tensión es palpable y la pulsión por continuar no concede tregua. El lector
está tan atrapado como los personajes, y la lucha por sobrevivir trasciende a las palabras, llega casi a
los sentidos.
El argumento gira alrededor de lo que en principio sólo aparenta ser una leyenda
urbana: una cinta de vídeo maldita que, al cabo de una semana, acaba con la vida de quienes la han visto.
El periodista Kazuyuki Asakawa decide investigar el rumor, lo que le conduce directamente a localizar la
cinta en cuestión y, tras visualizarla, a comprender que todo es real: tiene siete días para neutralizar
la maldición y detener así una muerte ineludible a la que también están abocados, por simple casualidad,
su mujer y su hija. Acompañado de su amigo Ryuji, entra en una carrera con la muerte, y a través de la
frenética investigación que emprenden se desvela la existencia de quien parece ser la responsable de
todo: una inquietante mujer, Sadako Yamamura, desaparecida años atrás en circunstancias misteriosas.
En la adaptación al cine de Hideo Nakata, es quizá el personaje de Sadako el que
sufre más cambios. Está dotado de una cualidad casi lovecraftiana, de mal primigenio, del que la Sadako
literaria carece. No obstante, la aureola inquietante, de alma ultrajada, y, sobre todo, el ignorado
pero gran potencial de la mente del personaje literario, le concede una verosimilitud mayor.
El fantasma tradicional japonés es una mujer eternamente doblegada bajo el peso de
una sociedad profundamente misógina, que surge tras la muerte convertida en un espectro vengativo. El
elemento catalizador, en la cultura japonesa, es el agua estancada: ese pozo emblemático y aterrador
que aguarda a los personajes y al lector para mostrar el potencial de su odio. Odio que la tecnología
contribuye a expandir, en un predecible apocalipsis espectral, al igual que sucede en el magistral
film Kairo de Kiyoshi Kurosawa.
La mayor lectura de esta gran novela es que para el terror no hay fronteras; ni
siquiera culturales. Los occidentales podemos volver a temblar con la irrupción de los fantasmas orientales,
aliados con una tecnología que se nos ha vuelto enemiga: en la oscuridad, una figura inmóvil, vestida de
blanco, de largo pelo negro, acecha en nuestros sueños.
María José Vilches (Alba)
Felices pesadillas y Malos sueños (1821 – 1991) – Varios autores
Valdemar – El Club Diógenes nº 200 – 2003
Valdemar – El Club Diógenes nº 214 – 2004
Setenta y seis relatos en casi dos mil páginas. Es el inmenso legado de la editorial
Valdemar al aficionado español al terror. En estas dos antologías se reúne buena parte del mejor material
aparecido en la exquisita editorial madrileña. Se puede adquirir como una guía de lectura del género en la
que están muy bien representados todos los autores importantes, con algunas de sus obras capitales que
aparecen en orden cronológico. El libro de texto obligatorio, si alguna vez se impartiese el Terror Moderno
como asignatura en el programa de estudios de alguna facultad de Filología carente de prejuicios.
Valdemar siempre ha destacado por su querencia hacia la novela gótica y la fantasía
francófona. Por este motivo, podemos leer historias clásicas como "Rip Van Winkle", de Washington Irving,
"Los hechos del señor Valdemar", de Edgar Allan Poe, "La muerta enamorada", de Théophile Gautier y
"El espectro de Olivier", de Charles Nodier. También podemos leer historias definitivas para entender la
formulación del terror victoriano y entender la revolución que supuso la irrupción de H. P. Lovecraft
("El engendro maldito", de Ambrose Bierce, "La puerta del monstruo", de William Hope Hodgson y
"La novela del polvo blanco", de Arthur Machen). Los autores fundamentales del terror del siglo XX
están bien representados con "La llamada de Cthulhu", de H. P. Lovecraft, "Las palomas del infierno",
de Robert E. Howard y "Grillos", de Richard Matheson.
Pero, más que una antología canónica, Valdemar siempre ha destacado por su heterodoxia.
Por ello, los seleccionadores no dudan en incluir relatos de clásicos contemporáneos ajenos al gran público
como Tanith Lee ("Roja como la sangre" es una de las mejores actualizaciones de cuentos clásicos que jamás
se hayan escrito), autores malditos ("El síncope blanco", de Horacio Quiroga), autores olvidados a quienes
urge reivindicar ("Sredni Vashtar", del inconmensurable Saki) y una muy bien nutrida presencia de autores
nacionales, desde Emilia Pardo Bazán y Emilio Carrere hasta la joya del catálogo de Valdemar, la sin par
Pilar Pedraza.
En resumen, una antología obligatoria, tanto para principiantes como para iniciados,
en dos mil páginas a las que todavía podrían añadirse otras tantas, y seguirían quedando obras maestras en
el tintero. El fondo de Valdemar tiene material suficiente para ello.
Juanma Santiago (Gigalker)
El descenso (1999) – Jeff Long
Mondadori – 1999
Estamos en 1991 y en el Tibet, donde Ike y Kora guían a un grupo de turistas
aficionados a la ecología, los deportes de riesgo y las filosofías orientales. Extraviados, consiguen
refugiarse en una cueva, mientras fuera la tormenta de nieve amenaza dejarlos sepultados. Y allí, en
la gruta, unos extraños signos resplandecen junto a la pared, como suspendidos en la oscuridad. Con
más luz, puede verse que esos signos están escritos sobre el cadáver congelado de un hombre, alguien
que ha sufrido una atroz mutilación y al que una gran argolla de oro le atraviesa la nariz como si de
un buey doméstico se tratase. Cuando el grupo expedicionario se ve forzado a internarse en la red de
galerías que de allí parte, la intriga se convierte en pesadilla. Pocos años después, en Sudáfrica,
Ali reúne datos sobre el proto-kohisan, el antecedente remoto del idioma de los bosquimanos; extrañas
cosas ocurren entre los cadáveres de las fosas comunes de la ex Yugoslavia... y en Java, el Gobierno
intenta clausurar una excavación arqueológica en la que, bajo los niveles de ocupación humana detectados
hasta entonces, surgen rastros de una intranquilizadora cultura.
Con estos hilos Jeff Long crea el clímax inicial de El descenso, una extensa
novela llamada a convertirse en un clásico moderno del terror y de la aventura. Después vendrán
investigaciones archivísticas, alguna clandestina reunión de genios, escenas de acción, pesadilla y
sobrecogedora belleza, y la constatación de un hecho: "el Infierno existe", y está habitado... En este
memorable híbrido de novela de frontera, mundo perdido y relato de terror antropológico y sadiano,
Jeff Long, montañero, escritor, guionista e, incluso, supervisor de las Naciones Unidas en Bosnia,
confiesa haber utilizado como materia prima mucho de sus pesadillas infantiles. El resultado es, por
fin, algo nuevo para cualquiera de los tres géneros que con derecho podrían reclamar El descenso
como algo propio: el terror, la fantasía y la aventura.
¿Resulta apropiado traer a una lista de clásicos algo tan reciente como El descenso
(1998) cuando pudieran autores como Blackwood o Saki quedar sin mención? Bien, a veces puede aspirarse al
placer de coincidir en el tiempo con la aparición de una obra excepcional. Además, ¡es tan difícil
resistirse al intento de incorporar nuevas deidades al panteón de clásicos de un género, cuando piensas
que una obra innova y se lo merece...!
Alfredo Lara López
La dama número 13 (2003) – José Carlos Somoza
Bestseller Debolsillo nº 578 – 2004
La dama número 13 es una "actualización" de los cuentos clásicos de fantasmas
que estremece y fascina a base de insuflar sensaciones muy propias de las obras incluidas en este listado:
suspense, miedo y horror.
Entre los personajes que van a padecerlas contamos con un profesor de literatura en
paro perseguido por una sangrienta pesadilla que le atenaza noche tras noche; una enigmática y hermosísima
prostituta de la Europa del Este, controlada por un chulo que no está dispuesto a perderla; un médico de
familia entrado en años cuya mujer ha fallecido en un accidente de tráfico; un profesor universitario
aficionado a cultivar oscuras relaciones con sus alumnos;... Todos ellos se cruzarán con el misterio
de las trece damas, una supuesta "organización" que ha perdurado durante varios siglos y que, a imagen y
semejanza de las clásicas musas, han inspirado a los más grandes poetas para escribir sus mejores versos...
abandonándolos más tarde de forma caprichosa.
Somoza participa de la idea de que las personas normales pueden elaborar estrategias
para buscar respuestas a todo aquello que perturba su vida, pero carecen de la entereza para afrontarlo
incólumes cuando su "enemigo" es intocable. Eso les hace más cercanos y creíbles, que no inútiles, y
engrandece el tamaño de su empresa. El infierno en el que penetran es de los de abandonar toda esperanza,
pero ésta todavía perdura. Utilizando los medios a su alcance, van tirando del hilo, desentrañando el
misterio y buscando una solución esquiva, imposible, volátil... plena de sufrimiento y angustia.
Asimismo, el narrador se muestra ocurrente, certero en las descripciones, preciosista
cuando tiene que serlo e incisivo a la hora de describir los horrores y torturas con los que somete a
cada personaje. Puede que la mayor parte de estos no sean excesivamente originales, pero la manera de
abordarlos y de ilustrar la presión que los atenaza es explosiva. También resulta obligada la mención al
imaginativo (y demencial) uso que se hace de la poesía, el artificio fantástico de La dama número 13,
fruto de una interpretación brillante y llena de significado metafórico (el poder de la palabra para cambiar
el mundo y dominar al ser humano), que además trasciende su realidad habitual y se abre a un horror
inconmensurable que goza de toda la credibilidad posible.
Ignacio Illarregui Gárate (Nacho)
Nota del editor: De todos los títulos seleccionados hay algunos que están agotados
en las ediciones reseñadas, pero sin embargo están disponibles de otra forma. Es el caso de las colecciones
de M. R. James y Arthur Machen, disponibles en la colección de bolsillo de Valdemar, El Club Diógenes,
eso sí, divididas en dos volúmenes. Mientras, otros que están descatalogados del todo, como ocurre con
El exorcista, La cámara secreta o El sol de medianoche, son relativamente accesibles
(a muy buen precio) a través de librerías de segunda mano o mediante páginas web como
www.iberlibro.com
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