Este artículo ha sido leído
8695 veces
The Twilight Zone I, de Robert Serling
Editorial Celeste Ediciones, colección Metaluna, 2001
Formato rústica 15x22 cm, 312 páginas
14.9 Euros
Venta por Internet:
PASADIZO.COM
Iván Olmedo tiene casi 30 años, mejor
o peor aprovechados, según se mire. Lee todo lo que puede
y, de hecho, conoce a un par de personas que envidian
secretamente su biblioteca. Según la definición de
su
escritor favorito, es un atón. Nació y vive en Asturias.
|
por Iván Olmedo, Febrero de 2002
Uno, dos; uno, dos, probando. Sí, ¡hey!,
¡hey!, probando... Vale, tenemos entre manos nueva colección-
eso es bueno, ¿no?- esfuerzo conjunto de Celeste y Áqaba
Ediciones. "Colección Metaluna" nos ofrece como
primer plato a degustar un libro de relatos, aunque quizás
un libro de relatos poco usual. "The Twilight Zone. Los mejores
relatos vol. 1" escoge y presenta diez historias sorprendentes
- aunque quizás luego veamos que no tan sorprendentes - surgidas
de la imaginación del afamado, entre los amantes de lo fantástico
y catódico, Rod Serling. "The Twilight Zone", serie
mítica de la TV norteamericana, ha trascendido su propio
medio, su propio país, y ha llegado como mito-fetiche mucho
más allá de su propósito original, siendo conocida
y recordada (¡¿?!) por gente que ni siquiera ha visto
un solo capítulo del invento televisivo más aplaudido
del año 1959. Pero como yo tampoco puedo opinar con criterio
sobre eso, centrémonos en la lectura del reciente libro de
Celeste/ Áqaba. Se impone un primer repaso rápido
por las historias que componen la obra:
En "¿Dónde se ha metido todo
el mundo?" un hombre joven, confundido, se encuentra de repente
transportado a un escenario urbano desierto. Todo parece normal,
cotidiano, excepto por un detalle: no hay ni una sola persona ni
animal , ni vivo ni muerto, a la vista. Él parece ser el
único sobre la faz de la Tierra, si extrapolamos la situación
al planeta entero, como parece que el autor quiere darnos a entender.
Recordemos la celebrada escena de "Abre los ojos", de
Amenábar. Inquietante premisa. Y hasta aquí puedo
leer la tarjetita...
"A tiro de piedra". Un joven ejecutivo
treintañero de éxito se encuentra hastiado de la vida
cómoda pero sin alicientes que lleva y un día cualquiera
coge su coche y abandona la Gran Manzana en dirección al
pueblo de su infancia, buscando rememorar la mejor época
de su vida. Y tanto que la va a rememorar, en un relato ensoñador
y emotivo bien llevado por Serling.
"La fiebre". Un hombrecillo parco y
estirado y su esposa disfrutan de un fin de semana en Las Vegas,
como premio del concurso de una conocida marca de galletas. De la
noche a la mañana la existencia del señor Gibbs da
un giro radical y descubre que hay otros mundos, aparte del que
ha conocido toda su vida, en este cuento de argumento un tanto inocente,
aunque escrito con convicción.
En "Cláusula de rescisión"
un personaje hipocondríaco y desagradable, temeroso de la
enfermedad y la muerte, hace un pacto con el Diablo a cambio de
la vida eterna. Su alma a cambio de la inmortalidad. Un relato muy
poco original, por tanto, con una gran dosis de socarronería
que lo recorre de la primera a la última palabra.
"Dingle, el fuerte". Una discusión
de bar a cuenta de un partido de "baseball", un hombrecillo
esmirriado y de poco futuro, y un marciano invisible de dos cabezas
son los elementos que dispone Serling para tramar este relato de
corte humorístico y bastante amable, que puede pasar sin
problemas como uno de los más desapercibidos de este volumen.
En "El solitario", James Corry, que
ha cometido homicidio en un ataque de locura, es condenado a una
pena de treinta y cinco años de aislamiento en un asteroide
desierto. Solo en una caseta prefabricada, con un diario y un coche
viejo varado en la arena, recibe un regalo muy especial del piloto
que, cada tres meses, le lleva los suministros. Sin duda uno de
los mejores relatos del volumen, serio y sentimental, estilo en
el que Serling se desenvuelve francamente bien.
"Una historia de máquinas" está
protagonizada por un solterón amargado y pedante que tiene
serios problemas de comunicación, tanto con personas como
con máquinas, que le van a llevar por el mal camino, hacia
un final poco deseable. De argumento escaso y final predecible,
la más flojita del conjunto.
"Un deseo fuerte y grande" es sin duda
la mejor historia de las ofrecidas. La más intensa y demoledora,
a pesar de cierta tendencia a la lágrima, la más redonda.
Un boxeador prácticamente acabado y un pequeño admirador
del púgil, de nueve años, protagonizan el cuento.
Una historia sobre vida, los sueños rotos, y el poder de
la magia... ¿o no?.
"El fabuloso Casey" es una pequeña
fábula deportiva que de nuevo trata sobre hombres y máquinas,
sobre sueños de gloria y decepciones. Argumento: el entrenador
de un equipo de "baseball" sumido en el fracaso encuentra
de repente al jugador que, cree, les llevará a lo más
alto. Pero... siempre hay un pero. Un relato discreto, a caballo
entre la sorna y argumentaciones más serias.
"Los monstruos están en Maple Street"
se inicia una apacible tarde de sábado, cuando un intenso
resplandor cubre el cielo sobre las cabezas de los vecinos de una
tranquila calle cualquiera. Todos los aparatos dejan de funcionar
al instante, y la paranoia, y más tarde el pánico,
se apoderan de las personas. Un buen relato, vuelta de tuerca al
tema de las invasiones alienígenas, para cerrar la obra.
Bien. Diez relatos, diez, para abrir fuego (porque
es de suponer que habrá un Vol. 2) y conocer a Rod Serling
en su faceta de escriba al servicio de la imaginación.
Si bien el nivel cualitativo de todos los relatos
es bastante similar, es notable que el talento del autor se despliega
con todo su potencial en las historias más serias, en detrimento
de las humorísticas, casos de "Cláusula de rescisión"
o "Dingle, el fuerte", humoradas fantasiosas que no están
a la altura de, por ejemplo, "Los monstruos están en
Maple Street", de base argumental parecida a "Dingle...",
pero mucho más expeditivo y aterrador. Las cotas más
altas las alcanza Serling en sus historias más "serias",
en las que los sentimientos de los protagonistas tienen un papel
preponderante, casos de "A tiro de piedra", "El solitario"
o "Un deseo fuerte y grande". Otros títulos, que
se quedan a medio camino de estas dos tendencias, del "Serling
seriote" y el "Serling graciosillo" son "Una
historia de máquinas" o "El fabuloso Casey",
con resultados más discretos en ambos casos.
Si puede uno hacerse esta división mental
entre los aparentemente diferentes estilos e intenciones del escritor,
entrando en el terreno de los protagonistas de las historias, puede
verse que existen muy pocos patrones sobre los que este crea sus
personajes. Todos los protagonistas serlingianos ( ¿se podría
expresar así?) poseen una de estas dos características
principales: son seres humanos solitarios y atormentados por esta
soledad, u hombrecillos desagradables y maniáticos que se
nos hacen prontamente repulsivos. Para no repetirme con otra enumeración
de títulos, dejo que el lector descubra por sí mismo
qué personalidad se apodera de cada relato.
También es de importancia destacar el
hecho de que los personajes femeninos tienen una presencia minúscula
en toda la obra, prácticamente las dos o tres mujeres que
asoman la cabeza por aquí lo hacen para recibir los improperios
de sus maridos o jefes y nada más, en un defecto que no sé
si atribuir al carácter del propio Serling, o al carácter
fundamental de la época en que fueron paridos (¡je!,
¿lo pillan?) estos relatos. La Televisión de los años
60 dista mucho de la mezcla multicultural y salvaje de los agresivos
90 en adelante. En estas historias no hay sexo, ni lo más
mínimo; las situaciones violentas son tratadas de forma "diferente"
y el autor no se recrea en ellas. Serling es un escritor de mano
blanca, cuyos escritos estaban destinados a la TV norteamericana
de los 60. Todos los cuentos transcurren en escenarios y utilizan
instituciones profundamente yanquis, hasta la médula: los
casinos de Las Vegas, el "baseball", el boxeador de color
machacado por la vida, la paranoia alienígena de los 50...
Para nosotros, después de décadas de ser cebados por
la parafernalia del Imperio, es fácil asimilar estas historias
a las series y películas "de toda la vida", e inconscientemente
visualizamos en nuestro pequeño teatro mental las imágenes
que el autor nos ha puesto delante. A esto contribuye también,
sin duda, el estilo claro de lo narrado; Serling huye de todo tipo
de florituras literarias, sabe lo que quiere contar y lo cuenta
directamente, sin andarse por las ramas. Quizás se trata
de su mayor cualidad como escritor.
¿Por qué decía casi al principio
que quizás estos relatos no sean tan sorprendentes como se
nos presentan? Experimentos militares, robots con forma humana,
pactos con el Diablo, viajes en el tiempo, marcianos cabezones,
máquinas asesinas... nada nuevo bajo el sol. Ya entrado en
materia y en pleno siglo XXI, cualquier lector mínimamente
fogueado reconocerá que estos son temas recurrentes y mil
veces explotados. Los relatos de Rod Serling, sin embargo, son amenos,
están bien escritos y constituyen una lectura, si no densa,
muy apreciable.
Por lo que puedo llegar a comprender, merecen
una oportunidad.
|