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POR QUÉ EL PÉNDULO DEJÓ DE OSCILAR

por Julián Díez, Agosto de 2002

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   Cada conversación que tengo con un aficionado al género en los últimos meses termina derivando hacia el mismo tema: salen muchos libros, demasiados, y pronto comenzarán a cerrar colecciones. La teoría del péndulo, ya se sabe: el mercado de repente se infla, y luego gira de nuevo con el cierre de colecciones, la supervivencia de alguna solamente y el comienzo de un largo periodo de la carencia, alegre al principio por la presencia de numerosos saldos en las librería, pero progresivamente más monótono hasta reducirse las novedades a un número ridículo que pone de manifiesto un hueco en el mercado que las editoriales terminan por advertir. Y vuelta a empezar.

     Voy a intentar explicar por qué creo que el péndulo ha dejado de oscilar. Eso no quiere decir que el total de las tal vez una docena -a los viejos del lugar nos suena demencial, pero es así (1)- de editoriales que están publicando en la actualidad ciencia ficción se mantengan en el candelero, pero sí estoy seguro de que buena parte de ellas seguirán publicando en el inmediato futuro, incluso si Minotauro -obviamente la clave del desarrollo futuro de la situación- llegara a cerrar. Al igual que creo que es posible que sigan vivas indefinidamente -o, lo que es lo mismo, hasta que quien las publica se canse- las tres revistas profesionales, o los incontables fanzines.

     Para empezar, me gustaría explicar por qué la idea del dichoso péndulo me parece una auténtica chorrada. Según esa tesis, las editoriales enloquecen de forma repentina pensando que el género vende y se ponen a lanzar cualquier cosa, al punto de terminan destruyéndose entre ellas. Esto, la verdad, atiende a una visión de las editoriales como grupos de caprichosos erráticos que van dando palo de ciego y se tropiezan permanentemente los unos con los otros. Esta es una teoría de aficionados que creemos saberlo todo; personalmente, tengo la sensación de que lo lógico es que los profesionales que están trabajando para el mercado editorial, y que supongo que en bastantes casos llegaron ahí por razones más complejas que su amistad con el cuñado de alguien, defiendan sus sueldos de forma bastante más inteligente. En los últimos tiempos tuve un par de ocasiones de tratar con editoriales importantes, y puedo asegurar que están bastante lejos de tomar decisiones caprichosas. La gente que trabaja ahí busca justificar su labor sopesando muy bien donde se invierte el dinero de la empresa. Aunque, por supuesto, también existen personajes de criterio errático que alcanzan por razones extrañas posiciones de poder. Pero esa es otra historia, no tan general como se piensa, aunque a la cf le haya tocado sufrirla más de una vez… y existan sospechas de que estemos ante la posibilidad de volver a vivirla, por qué no decirlo.


Mercaderes del Espacio


Hyperion

     Lo que sí es cierto es que las grandes editoriales tienden a tener poca paciencia. La cf es un género en el que no se va a ganar mucho dinero, pero en el que es posible no perderlo si se mantiene un catálogo de calidad y se defiende a través del tiempo. Cada nuevo lector que llega al género es un potencial comprador de los títulos importantes; la existencia del fandom garantiza que, anualmente, un título del estilo de Las estrellas mi destino, Mercaderes del espacio o Hyperion tenga un goteo mínimo de cien, doscientos ejemplares.

     El problema es que esa cantidad de ventas no justifica el esfuerzo de una macroempresa (y por eso no hay reedición de La caída de Hyperión, por ejemplo). Pero precisamente en ese hecho está la posible fortaleza del mercado actual: la mayor parte de la oferta del género está protagonizada por pequeñas editoriales que pueden jugar con ese goteo sin necesidad de saldar para vaciar los almacenes. Editoriales a las que, en muchos casos, una tirada de 2.000 ejemplares, ridícula para las empresas de corte tradicional, justifican el esfuerzo y permiten el pago de unas cifras de derechos si no altas, al menos sí suficientes, así como de traducciones y portadas de calidad.

     Estas colecciones, caso de La Factoría de Ideas, Gigamesh, Bibliópolis o Pulp Ediciones, están llevadas por amantes del género muy en contacto con el día a día de los lectores, y que son capaces de detectar qué títulos pueden gustar a un mercado pequeño, pero suficiente para ellas: el fandom, sobre el que igualmente influyen con publicaciones periódicas que crean expectación sobre sus títulos etc. Casi nunca se llevarán los fiascos que en ocasiones sufren las editoriales grandes, aunque difícilmente tampoco conseguirán el tipo de títulos de gran éxito -que suelen ser más obvios de seleccionar y más caros- que se quedarán en Minotauro o Ediciones B.

     Un hecho obvio es el que marca la diferencia respecto al pasado para el desarrollo de esa "small press": las mejoras tecnológicas. Con un ordenador conectado a la red y un software no muy complejo, un editor cuenta con el equipo necesario para llevar a cabo la totalidad de sus tareas hasta llegar a la imprenta: desde la contratación de derechos hasta la maquetación. Por otra parte, las propias imprentas están igualmente preparadas para ofrecer precios competitivos a tiradas pequeñas, llegando poco a poco al extremo, ya aprovechado por algunas de las iniciativas más modestas, de las tiradas "a medida" con las que es posible ir encargando más y más ejemplares, según demanda, a un precio reducido.

     Esas novedades tecnológicas permiten igualmente la difusión de las iniciativas editoriales, que despiertan el interés de los lectores más apartados. Antes, un lector de provincias podía quedar sorprendido al descubrir la existencia de un pequeño fanzine desconocido. Hoy, ese lector tiene infinitas posibilidades para enterarse a través de la red de que ese fanzine existe, y puede conseguirlo a través de páginas web como Dragonlibros o las de las propias editoriales (2).

     Un factor adicional es el de la existencia de medios de distribución que, si no ideales, si suponen una mejora sustancial respecto a las situaciones previas. El trato de empresas como Distrimagen o Dirac no es en muchas ocasiones el ideal, pero al menos se trata de distribuidoras que no se mueren de la risa cuando se les habla de cifras por debajo el millar de ejemplares y que, hasta el momento, no dejaron empantanado a ningún pequeño editor del género con pagos pendientes. Ambas distribuidoras se aprovechan de un canal "paralelo", el de las librerías de cómics, que ha terminado por extender sus tentáculos a cada población de más de 20.000 habitantes. A mí la verdad es que me parece algo fascinante que se pueda encontrar un libro de Gigamesh en Soria u otro de La Factoría en Torrevieja, por citar dos lugares donde pude verlos por mí mismo. Pero en ambos lugares existen ya tiendas especializadas y lectores que, aparentemente, han asumido que esos son los lugares en los que pueden encontrar el material de cf de menor tirada.


Criptonomicon I

     Esto es en lo que hace referencia a esas editoriales pequeñas. Pero ¿qué hay de las grandes? Ediciones B me parece que, a estas alturas, garantiza la supervivencia de Nova por tiempo indefinido. La colección les ofrece de cuando en cuando un éxito de ventas inesperado -como lo está siendo en los últimos meses el Criptonomicón de Neal Stephenson pese a su elevado precio- que parece compensar los periódicos batacazos que pueden detectarse en los montones de saldos -tipo Nancy Kress o Zenna Henderson-.

     Además, en los últimos tiempos la reducción del número de títulos se llevó por delante las apuestas más arriesgadas de Miquel Barceló: ahora salen los ganadores o finalistas de los premios -que en general tienen tirón-, las novelas que van produciendo los autores "seguros" de la casa -en particular, Lois McMaster Bujold y Orson Scott Card; las de Gregory Benford, la verdad, no conozco a nadie que las siga, aunque supongo que habrá, porque si no lo habrían dejado- y el muy agradecible clasiquillo anual. Total, una situación estable, un tanto monótona y poco creativa, pero que garantiza la presencia en esta editorial de la mayor parte de las posibles "sorpresas" que salten al gran público -como ocurrió con Hyperion o Ender, como parece que pasará con Criptonomicón- al acaparar los libros "con premio", pero que también limita su posible influencia en el devenir del mercado: seguirá como está y eso es todo. La noticia de que se incluirá entre las próximas novedades una antología temática -sobre viajes en el tiempo- es, con todo, un buen síntoma.

     El factor clave del futuro del género es, sin duda, Minotauro. O más bien su actual dueño, el grupo Planeta. La editorial más grande de España: una empresa impaciente, sin ningún interés en el género más que el rendimiento económico, un gigante desconocido y temible. La pura verdad es que el devenir inmediato del género en España depende de sus decisiones: si la situación no les satisface, cierran todo lo que no sea El señor de los anillos -en resumen, lo que da la pasta en esa casa- y saturan el mercado con un saldo masivo, por ejemplo, harán mucha pupa y seguramente se llevarán a algún pequeño editor por delante. Un saldo masivo nos viene muy bien a los lectores, pero supone un típico caso de "pan para hoy, hambre para mañana": si compramos saldos y dejamos de adquirir las novedades, las colecciones cerrarán; a medida que cierren se producirán más saldos y todos dejaremos de comprar las caras novedades en la convicción de que, tarde o temprano, caerán en nuestro poder por mucho menos dinero. Este fenómeno de acumulación fue el causante de las sucesivas estrecheces del mercado, y no el dichoso e irracional péndulo (3).

     Sin embargo, ese escenario siniestro no me parece tan seguro, a fecha de hoy, como cuando se anunció la compra de Minotauro por Planeta. Hay factores nuevos en la entrada firme de un coloso como éste en el juego. Por ejemplo, su capacidad para generar interés mediático en sus productos, plasmado en la presencia continuada de las novedades de Minotauro en las páginas de los más finos suplementos culturales y revistas. Y eso son miles de ejemplares automáticos de venta. Como lo son también la distribución en grandes superficies -tipo Carrefour o Alcampo-, donde son necesarias tiradas insensatas para estar presente, pero que a cambio ofrecen la posibilidad de una compra "impulsiva" por parte de lectores a los que normalmente no llegamos.

     La teoría defendida en muchas ocasiones desde el género es la de que no conviene invertir en él, puesto que en el mejor de los casos sus resultados son limitados. Lo que está haciendo Minotauro es exactamente lo contrario: meter pasta con la idea de conseguir bastante más, no apuntar al mercado existente sino crear otro nuevo. Suena ambicioso y temerario, pero si alguna vez la cf tuvo la posibilidad de salir adelante en España es ahora mismo, de la mano de esta apuesta. Y si funcionó en los últimos años en Italia, Alemania o Francia, países en los que la venta de cf no es inferior a la de los títulos medios de novela policíaca o la histórica, ¿por qué no habría finalmente de ocurrir aquí? Hay pistas de que podría pasar, como la entrada en la lista de los más vendidos en bolsillo de algunos periódicos de la reedición de La naranja mecánica, que se agotó por un breve periodo, o las excelentes ventas, al parecer, de títulos como Crónicas marcianas o La exhibición de atrocidades, que puestos al alcance de un nuevo público cobraron renovado vigor.

     Otra cosa es que algunas decisiones concretas parecen extrañas: por ejemplo, la de los títulos que reeditaron (hay algunas cosas, tipo las obras de teatro de Bradbury, que podrían haber quedado en el fondo del armario de la editorial), o el hecho de que no se haya mantenido una uniformidad mínima en los diseños que haga todo el invento reconocible al comprador. Y, sobre todo, la sensación genérica de que hacen las cosas un poco dando palos de ciego, conforme a ideas preconcebidas por alguien que lo ve todo desde fuera, pero sin analizar el producto que compraron al adquirir Minotauro y las muy particulares complejidades intrínsecas de la cf.

     Como digo, la cosa tiene un mucho de encrucijada: o nuevo castañazo o una benéfica expansión, con lo que el género se convertiría en un nicho más a cubrir por las editoriales importantes, como lo son los ya citados géneros histórico y policiaco. Por ello, creo, las editoriales pequeñas tendrían que protegerse un poquito: es posible que vengan malos tiempos y caigan algunas, por mucho que mi vaticinio siga siendo el de que la mayoría sobrevivirá. Además, y si el género crece, hay otra posibilidad adicional: la de que alguna de estas editoriales pequeñas pueda subirse al carro del prestigio y convertirse en la editorial de referencia. Crecer, en suma, hacia un tamaño medio, tipo Lengua de Trapo.

     ¿Quién podría caer, quién podría crecer? El análisis es complejo: hay razones a favor y en contra de cada proyecto. Me limitaré a los principales, a falta de saber cómo puede entrar Bibliópolis en otoño.

     Gigamesh -que no ocultaré que sigo sintiendo en muchos sentidos como mi casa- tiene a su favor la mejor calidad de edición del mercado. Aunque sus portadas suelen tener un efecto menos afortunado en el lector fino de lo que cree Alejo Cuervo, a cambio ofrece traducciones sin chirridos y una factura física impecable: los libros resisten. Sin embargo, los problemas se le multiplican: las discontinuidades en la publicación se convierten en meses y meses de vacío, por un periodo de irregularidad que ya es de dos años. La lista de títulos por aparecer se ve trufada de cosas de Alejo, de títulos de esos que igual son una sorpresa que una idea rara suya -como ya pasaba con algunas cosas de Martínez Roca-. Además, la distribución está sufriendo problemas: no fue posible encontrar las últimas novedades en las principales librerías de Madrid. A cambio, esconde un as en la manga: la serie Canción de Hielo y Fuego de George R.R. Martín, el único título del género con resonancias más allá de sus fronteras en los últimos cinco años que se le ha escapado a Nova y Minotauro. La clave del asunto está, como casi siempre, en Alejo: debe ser consciente de que en un mercado tan inflado como el actual el prestigio es un valor mucho más volátil que hace cinco años, y los incumplimientos campechanos no merecen tanta paciencia cuando las librerías están repletas de novedades.

     Después está La Factoría de Ideas, con su irregular devenir. La colección Solaris arrancó de la peor forma posible: títulos en muchos casos sin demasiado gancho, traducciones infectas, edición defectuosa. A partir de ahí, sin embargo, fue mejorando paulatinamente, orientándose de forma interesante hacia autores "nuevos", que por tanto se les escapan a las grandes pero que merecen la pena, como Paul J. McAuley, China Miéville o, pronto, Ken McLeod. Cuentan con el medio publicitario más eficaz del género en estos momentos, como es su revista Solaris, a la que quizá nadie se tome del todo en serio pero que tiene una difusión superior a la de sus competidoras. Juan Carlos Poujade me comentó en alguna ocasión, sorprendido, cómo habían conseguido con ella crear expectación sobre títulos de autores desconocidos como Mieville. Amortizan con costes bajos y son una empresa pequeña y robusta. Además, pueden aprovecharse de la situación de Timun Mas, que cuando escribo estas líneas pertenece a una empresa (CEAC) en quiebra que podría comprar Planeta.


El Hombre Completo

     Pero tienen un gran peligro: no parecen preocuparse por caer en ocasiones en la cutrez. La reciente reedición de El hombre completo de John Brunner es un excelente ejemplo: 18 euros por una traducción de los años sesenta de Antonio Ribera, un texto escrito en una antigua y defectuosa versión del castellano, desconocida para el lector actual, y que sólo puede calificarse como tomadura de pelo. Igual que la etiqueta "calidad" tiene su valor, la contraria puede tener consecuencias desafortunadas a largo plazo si se instala en la mente del comprador con más patinazos como éste, o como los que cometieron al inicio.

  Mucho más pequeña pero en apariencia igualmente sólida es la estructura de Equipo Sirius, una empresa estrictamente familiar que tiene un baluarte en la publicación de la revista Astronomía y que sólo emite señales positivas desde su entrada en la ciencia ficción. 2001, en apariencia, es una revista sólida que va progresivamente pagando a colaboradores y creciendo. Su colección de novelas en castellano, con todo, está lastrada por un diseño que de puro feo y amateur casi resulta simpático, pero que le dificultad llegar al segundo nivel de mercado del género: no el fan que se compra todo -digamos los mil lectores de la revista Gigamesh, los 500 compradores de algunos títulos de Espiral, los que no fallan nunca-, sino el lector que se va haciendo de cuando en cuando con los libros de Nova, Minotauro, Gigamesh o La Factoría, -un público que podría acercarse incluso a las 4.000 personas, considerando que es un grupo que no se compra absolutamente todo-. A ese público no llega Sirius, lo que es una pena considerando su interesante apuesta por el producto nacional. Se adivina para el futuro una colección de autores extranjeros, pero si la idea es hacer algo barato, con traducciones de segunda fila, diseño de libro de saldo directo y títulos tomados de lo que les ofrezcan los catálogos editoriales sin una orientación, seguramente no saldrán de ese nicho mínimo que ya ocupan y la cosa será una experiencia breve. El caso de Miraguano, una colección que terminó cerrando tras moverse en torno a parámetros similares, debería servirles de ejemplo..

     Los pequeños rincones de mercado, por otra parte, son áreas en las que hay quien se mueve con comodidad, como es el caso de Pulp Ediciones. Con un público entregado, costes reducidos y mucho entusiasmo, mi duda está en saber si los chicos de Río Henares se conforman con lo que hay o pretenden dar un salto a una distribución más amplia. Para ello, con todo, tendrán que cobrar una dosis de realismo que tal vez les falta y entender un hecho clave: los nuevos lectores a conquistar no pasarán como un detalle sin importancia las traducciones sin corrección, las erratas o la maquetación simplemente funcional. Sus libros cuestan lo mismo que lo de las editoriales que sí cumplen esos estándares de calidad, y fuera del mercado "cautivo" que simpatiza con tu labor, competiendo de igual a igual, es necesario ofrecer un servicio equivalente. En todo caso, y como en cualquier actividad que depende del entusiasmo, la clave del asunto estará en que sigan divirtiéndose con lo que hacen. Todo ello es igualmente aplicable a la labor de Juan José Aroz al frente de Espiral: su trabajo es ante todo loable, pero la calidad del producto en muchos casos se resiente de una falta de exigencia. Una vez mejorado de forma sobresaliente el tema del diseño, debería tomarse un trabajo similar en lo que hace a la corrección.


The Twilight Zone. Los mejores relatos (I)


Drácula Desencadenado

     En comparación con las editoriales citadas, el resto de las que están publicando cf parecen estar mucho menos presentes en al mente del lector, pese a que sus méritos en alguno casos sean destacados. Celeste, con su colección Metaluna, parece haber caído en la vieja tentación de las apuestas amplias: publicó títulos como los relatos de Rod Serling relacionados con Twilight Zone o el Drácula desencadenado de Aldiss con los que se pretendía captar al más amplio fandom de cine y tv, pero que en realidad ni terminan de enganchar a ese grupo ni al fandom literario. Un poco lo mismo que le pasó a Norma con su colección, hibernada si no muerta. Celeste, además, comenzó a saldar parte de sus cosas de terror, y el escaso impacto de sus publicaciones en las librerías especializadas es un muy mal síntoma.

     Alberto Santos, por su parte, apostó con las novelas relacionadas con el mercado del cine y su presencia en librerías es excelente, compitiendo sin desventaja con la propia Timun Mas. Las novelas de Star Wars pueden ser un bocado no muy grande para una editorial como Martínez Roca pero sí más que suficiente para mantener la pequeña estructura de Santos, un tipo trabajador y con buen conocimiento del mercado aunque en muchas ocasiones perjudicado por una mentalidad rácana que le terminó por dar mala imagen entre el fandom. Eternamente aspira a tener una colección de género "seria", pero será difícil que dé el paso tras probar las mieles de títulos más comerciales.

  Este es, en suma, el panorama de esta época de "vacas gordas" que en el fondo no lo son tanto; yo diría que son vacas de un buen lustre, que no pasarán hambre, pero que darán filetillos magros. Para todos, diría que la clave estará en lo que en marketing llaman el "valor añadido": cuestiones que están más allá de la propia calidad de la novela, y que marcan la diferencia en condiciones de igualdad, como pueden ser en nuestro caso las traducciones, la proximidad al "público cautivo" que es el fandom generando su simpatía… En cualquier caso, estamos ante un esplendor más modesto que otros anteriores pero igualmente más sólido, quizá la segunda gran oportunidad de la cf en España después de los tiempos de Ultramar, con sus tiradas de 10.000 ejemplares para los autores españoles y sus reediciones de títulos de éxito. La clave, insisto, está en Minotauro. En un par de años, podréis darme de capones por la debilidad de mis dotes como adivino. Entretanto, una anotación adicional: la práctica totalidad de las editoriales citadas están dispuestas a publicar autores españoles -incluyendo a Minotauro- y nuestros autores apenas están produciendo material. En este sentido, sí que es un florecer como jamás se vio… y no se está aprovechando.

 

   Notas

(1). Repasemos: Minotauro, Ediciones B, La Factoría de Ideas, Ediciones Gigamesh, Timun Mas, Ediciones Celeste, Pulp Ediciones, Alberto Santos Editor, Equipo Sirius y Espiral, a las que se sumará en otoño Bibliópolis, y sin contar a visitantes más o menos ocasionales como Plaza & Janés, Abraxas y Valdemar, o a las de aire mucho más amateur como Silente o Valis.

(2) Lo cual me recuerda que siempre es bueno mencionar la importancia para las pequeñas editoriales de la venta directa. Una publicación como Artifex sobrevive gracias a los suscriptores y la venta en mano. Lo que llega hasta nosotros de los ejemplares que se distribuyen por librería no cubre el precio de coste por ejemplar, al descontarse el porcentaje del distribuidor y el del librero. Así que la mejor forma de apoyar un proyecto que guste es la de tratar directamente con el editor, sea por medio de suscripciones o de compra directa, y aprovechando de paso los descuentos que se ofrecen para la venta por esa vía.

(3) Sin embargo, la preeminencia de las editoriales pequeñas también supone la eliminación de ese riesgo: simplemente, sus tiradas son demasiado reducidas como para que sea viable un saldo. No es imposible que liquiden algún título con venta poco afortunada, pero será a escala "interna": La Factoría los podría vender en Arte 9, pongamos por caso. Y esto también lo dudo, ya que Alejo Cuervo, por ejemplo, prefirió en el pasado vender al trapero ejemplares de los primeros números de la revista Gigamesh, de los que hizo insensatas tiradas de 15.000, antes que saldarlos y condicionar la venta de números posteriores.

 

@ 2002 Julián Díez.
Prohibida la reproducción sin permiso expreso del autor

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2003-05-08 00:32   yarhel
¡Que el profundo te oiga!

Artículo muy interesante y esclarecedor del panorama editorial. La verdad es que ya era hora que alguien escribiese sobre el tema, ya que tradicionalmente ha habido un cierto "oscurantismo" sobre el tema. Muchas gracias.
2002-10-24 13:15   og-nimaeb
Sólo dos cosas:

Primero una autocrítica:
Creo que represento a un gran número de lectores de CF cuando digo que me da un poco de 'miedo' comprar libros no ya sólo de autores nuevos, sino también reediciones de algunos clásicos hechas por éstas nuevas editoriales. Tal vez sea porque crecí leyendo las antologías de la Edad de Oro y los Premios Hugo, porque prácticamente no he leído nada posterior al año 79 (en el que yo, por cierto, aún no había nacido), y es muy fácil leer novedades 'a posteriori', es decir, ya pulidas y criticadas . La verdad es que mi experiencia con lo nuevo no ha sido muy agradable, me he encontrado con varios títulos decepcionantes (Marte Rojo no me convenció en absoluto) y malas traducciones. Además nunca tengo un duro, así que no me queda más remedio que acudir a las tiendas de libros de segunda mano. Sé que si las pequeñas editoriales bajasen el precio de sus libros no podrían mantener los gastos de publicación, menos aún con tiradas tan pequeñas. Pero a mí no me queda más remedio! Mis padres están hartos de que lleve las zapatillas rotas porque cada vez que me dan dinero para comprar unas nuevas me lo gasto en libros.
Así que prometo hacer el esfuerzo de ahora en adelante, y darle una oportunidad a autores y editoriales, ya que se lo merecen por el esfuerzo que están haciendo, por intentar sacar adelante un género que en este país aún se considera 'literatura basura'.

Y por último (lo siento por la parrafada), hacerle reverencias a Domingo Santos, nuestro esforzado editor/antologista/escritor/coordinador, que por lo mismo de siempre jamás ha recibido la fama (y por qué no decirlo, la nómina) que se merece por su trabajo y por su obra. Yo le admiro.
2002-10-12 17:18   Gifford
Sr. Díez, me ha dejado alucinado. Magnífico artículo y genial análisis de la situación editorial del género.

Una crítica sin embargo, el artículo es muy "endogámico", uno de los problemas IMHO ancestrales de la CF en España. Trata lo que los fandomitas consideran CF, ignorando las fronteras del género y otras opciones.

Echo a faltar las franquicias (tanto de rol como de cine), escritas cada vez mejor y por gente más competente (Salvatore, Perry y otros). Así como lo que se podrían llamar las fronteras del género con el bestseller, el technothriller, un subgénero totalmente en boga.

De todos modos, la mirada más lucida al fenómeno editorial de la CF en castellano. Se agradece.
2002-09-29 21:59   Kauthon
Yo no conocia el mundo editorial nada mas que Timun Mas, respecto al tema de fantasia. Y este artículo trata de manera extensa y muy interesante todo el intringulis de las editoriales españolas. Aunque por ahora me parece abrumador, y tengo que leerlo con mas calma.
2002-09-27 01:05   vorkosigan
No conozco el mercado editorial lo suficiente, para tener una opinion propia sobre él- Ela rticulo me ha parecido muy intersante y aporta mucha información. Pero creo que hay un factor los lectores/compradores de ciencia ficción que deberia analizarse mas en profucndidad. Hay quien cree que es un genero para adolescentes/jovenes y asi es en muchos casos, pero hay un grupo (nutrido diria yo) de lectores que iniciaron la lectura de la CF en al juventud, pero continuan y continuan leyendo, no se descuelgan como la mayoria, al ir cumpliendo años. Normalmente deberia ser un grupo con un potencial poder adquisitivo mayor y unas preferncias de compra diferntes. Los clasicos ya los habra leido y comprado, le interesara mas la novedad y la rareza editorial e incluso una nueva edicion de caracteristicas especiales.
¿Que opinion tiene el autor del articulo solbre el peso de ese sector de mercado, sus tendencias e influencia en las decisiones de las editoriales? ¿ o quizas se trate de una percepcion subjetiva que no representa una realiadad en el merdado?
2002-09-03 14:21   dawnfiver
En líneas generales, me parece un análisis muy lúcido de la situación actual, los grandes sellos editoriales y las small press, pero también sobre los aficionados, con los pies en tierra.

La masiva publicación de títulos de Minotauro puede ser clave para el futuro próximo: si funciona, podrían ser origen de la tan anhelada colección de bolsillo de cf; sino simplemente dejarán de editar como ocurrió con la colección Mundos Imaginarios de P&J.

¿Pero cómo afectaría este éxito al resto de editores? Cada cual deberá capear el temporal con buenos títulos que atraigan a su público; porque, no nos engañemos, títulos a 5 € por malos que sean no van a dejar de venderse (he visto saldos más caros)... la duda está en si lo suficiente como para animar a Planeta a seguir, que no tengo tan claro si simplemente se limitará a exprimir la teta de Minotauro hasta agotarla. ¿Alguien sabe si hay nuevo director para esta colección?

La clave, una vez más, se basa en la conjunción de dos hitos:
EDITAR un producto atractivo y de calidad, que será diferente para cada caso, pero que al margen del título en sí deberá contar con un cierto "valor añadido" que decía Julián: buena traducción, portada, biografía y bibliografía final, presentación de contraportada...
pero también y sobre todo SABER VENDER: una distribución adecuada (en grandes superficies, venta en web, librerías virtuales...) pero también informando en web, revistas, el boca a boca de Internet... Creo que hoy día, dada la diversidad de oferta, no es posible prescindir de todos estos medios.

SaludoX

2002-09-02 12:09   ismaelpt
Me parece un análisis bastante correcto de la situación.
De todas formas, creo que se debe matizar que la teoría del péndulo, por mucho que nos pese, es tan real como la vida misma, y se viene demostrando a lo largo de la historia del hombre, en todas sus facetas (costumbres, política, agricultura...) porque es algo innato al hombre como ser social, en tanto que se deja llevar por la multitud. Lo que sí que es cierto es que lo difícil de prever (por mucho que se esfuercen los políticos con la planificación indicativa) es la amplitud de las oscilaciones del péndulo.
2002-08-19 20:03   Nacho
Un artículo sólido, razonado y sin grietas (como no podía ser menos viniendo de quien viene). Bueno, salvo la que comenta malomaloso. Gigamesh es una editorial que está orientada fundamentalmente al fan de toda la vida y este perdona cualquier retraso en cuanto ve un libro en la estantería, sobre todo porque el dinero que tenía preparado para esa novedad sigue destinado a ella, independientemente de habérselo gastado o no.

En cuanto a la selección de títulos que realiza Alejo, como lector curtido a comienzos de los 90 me he acostumbrado a fiarme de su criterio como seleccionador. Y salvo cagadas monumentales (aun recuerdo la diarrea mental que me produjo "El jardín de las delicias", aunque era muy joven) suele acertar.

Para terminar, la gran esperanza blanca. También tengo fundadas esperanzas en la maniobra de Minotauro, aunque hay algo que no logro entender. Por un lado es cojonudo iniciar la conquista de nuevos lectores con títulos como "Crónicas Marcianas", "El Invencible", "La mano izquierda de la oscuridad", "Mercaderes del espacio", "Quemando cromo" o "El invencible". Son ganchos inmejorables para crear un gusto o necesidad. Sin embargo ¿realmente pensáis que "La exhibición de atrocidades", "La isla de cemento" o algunos de los libros de Bradbury que han sacado son igual de positivos? Sí, sé que son los menos de la maniobra, pero personalmente hubiese repescado algún otro título ahora para más adelante sacarlos.
2002-08-07 00:44   malomaloso

No es que tenga nada especial que decir, sólo que estoy de acuerdo en prácticamente todo lo que dice Julian Díez. El pequeño análisis que hace de cada editorial es de lo más acertado, lo mismo que el análisis de la "fauna" existente de lectores. Al final todo se basa en lo mismo, el mercado. Hay un montón de factores a tener en cuenta: quién es el potencial lector, cual es su grado de fidelidad, cuál el de su "permisividad", etc. El mercado de Pulp Ediciones no es el mismo que el de Nova. Todo va, más o menos, en el grado de "fanatismo" (dicho sin ninguna maldad).

Yo me encuentro, en lo que a novedades se refiere, entre los que compran "casi" todo lo de Nova, La Factoría (cf) y Minotauro; y todo lo de Gigamesh (revista y colección de libros). No me he "aventurado" todavía por editoriales menores, entre otras cosas porque no tengo fácil acceso a ellas (distribución y esas cosas) o porque no me interesan (caso de Alberto Santos, Pulp Ediciones o alguna otra). De todas la que más posibilidades tiene de "capturarme" es la de Equipo Sirius (la de Carlos Gardini tiene buena pinta) y la nueva de Bibliopolis, que espero como agua de mayo (ha creado grandes espectativas).

Por otro lado, discrepo un poco de los comentarios que hace Julián Díez de Gigamesh. No se equivoca en lo que dice sobre el cansancio que producen sus "regulares" retrasos, que de tan frecuentes van a dejar de ser "irregularidades" para convertirse simplemente en "un mayor período entre publicaciones". Sin embargo, no creo que esto repercuta en la fidelidad del lector sobre la colección. Por lo menos en mi caso, que compro todo lo que saca, no es impedimento para seguir siendo fiel.

Otra cosa que quería comentar es que comparto la opinión de que en Minotauro está la clave de todo. Al principio era pesimista con la compra por parte de Planeta, pero ahora veo que quizás eso es lo que necesitaba la cf: una gran distribución, hábil publicidad, beneficiosa difusión de títulos en prensa "seria" y un gran catálogo, todo ello de la mano de una editorial fuerte, la más fuerte. Es una gran apuesta, esperemos que salga bien.

Saludos

2002-08-05 19:43   Phil Resch
Pues la verdad, creo que has dejado en muy mal lugar a Gigamesh. Porque la posibilidad de comprar "Las Estrellas mi Destino", "Las Puertas de Anubis", "Kalpa Imperial" o "Muerte de la Luz" por el ridículo precio de 10 € me parece que está pero que muy bien. ¿Que ahí se publica lo que quiere Alejo? Pues claro, es el director de la colección. No conozco el nombre de la persona en cuestión en La Factoría, pero te aseguro que hay alguien que en último término decide qué publica y que no.

El problema con la cf en españa es el latrocinio practicado por muchas editoriales. La edición COMPLETA del Criptonomicon en inglés sale por lo mismo que cuesta uno de los 3 tomos editados en español. ¡Un aumento de precio del 200%! La factoría vende algunso títulos cochambrosos a 18 €.

Por toro lado, Minotauro, en una campaña para mí muy inteligente y original, ha lanzado una selección de sus fondos a 8,40 € - claro que, con el fondo que tiene Minotauro, hay para dar y tomar. Lo mejor de la campaña de Minotauro, sin embargo, no es el precio, sino que vende la ciencia ficción no como ciencia ficción, sino como *literatura* de ciencia ficción, como algo que es *divertido*, y no textos crípticos sólo al alcance de los iniciados.