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El Talismán, de Stephen King y Peter Straub
Editorial Plaza y Janés, colección Éxitos,
2002
Formato rústica 15.5x23.6 cm, 816 páginas
23.9 Euros
Venta por Internet:
PLAZA
Y JANÉS
Iván Olmedo tiene casi 30 años, mejor
o peor aprovechados, según se mire. Lee todo lo que puede
y, de hecho, conoce a un par de personas que envidian
secretamente su biblioteca. Según la definición de
su
escritor favorito, es un atón. Nació y vive en Asturias.
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por Iván Olmedo, Octubre de 2002
Hacía bastante tiempo que no tenía entre las
manos un tochazo semejante, entendiendo por “tochazo”- en principio-
lo que se refiere a la presencia física del libro: ochocientas quince
páginas, durísimas tapas negras, y un kilo, más o menos, de peso.
Sobre lo que me ha parecido el contenido en sí entraré después,
pero antes, una breve sinopsis de lo que es esta obra:
Un solitario y entristecido niño de doce años,
Jack Sawyer, huérfano de padre y casi de madre, vaga erráticamente
por las playas de la costa de New Hampshire, sin saber exactamente
qué hacer con su vida. En uno de los interminables paseos, traba
amistad con un viejo hombre negro que da un giro radical a su existencia
al revelarle a Jack que existe otro mundo, u otros mundos, a los
que poder saltar desde el nuestro. Y es más, Jack debe iniciar su
camino hacia ese otro mundo – Los Territorios – si quiere salvar
la vida de su madre y, de paso, la de la Humanidad entera. Su destino
es buscar el Talismán, e impedir que caiga en las manos inadecuadas.
Así, inicia su periplo entre Los Territorios y nuestra propia Tierra,
en un camino lleno de trampas que es a la vez viaje iniciático,
Cruzada contra el mal y relato de fantasía. Los peligros, en forma
de seres humanos y no humanos que intentan darle caza, acechan a
Jack; por el camino encontrará también aliados; y su destino, desde
una playa en Nueva Inglaterra hasta un ignoto lugar escondido en
otro mundo, donde se encuentra el Talismán, está decidido...
“El Talismán” fue una obra que nos vendieron
en su día como un hito dentro del género fantástico – o terrorífico,
que no están tan aposentadas las fronteras en este caso -, la colaboración
de dos gigantes de esta industria: Stephen King, el Rey del Terror
(parece que le hubieran puesto el apellido aposta), y Peter Straub,
un autor menos prolífico, en la onda estilística del anterior aunque,
a decir de entendidos, y en definitiva, mejor escritor. Ahora se
nos vuelve a vender la novela con estos mismos argumentos, y teniendo
en cuenta la baza de que han pasado dieciocho años desde su primera
aparición, y su continuación, “Casa Negra” acaba, prácticamente,
de salir al mercado. No voy a entrar en los complicados entresijos
del “marketing” o las comercialidades, que no es lo mío. Eso lo
dejo para otras personas, ávidas de estudiar estos temas más técnicos
y materiales que a mí no me traen de cabeza. Lo que yo quiero es
leer, y si he sacado algunas conclusiones de la lectura de “El Talismán”,
veré si me es posible ordenarlas un poco aquí mismo.
La novela comienza con un encadenado de capítulos
muy, muy cortos, prácticamente flashes o fogonazos que nos describen
las estampas de ese niño solitario y nos muestran su situación divagante,
preludio de la aventura que está por comenzar. Primer problema:
esa relación entre niño blanco – hombre maduro negro, que inicia
al jovenzuelo en El Misterio, me suena mucho, mucho... Y me empalaga
ya un poco, la verdad. Aprovecho esto para comentar que no nos libraremos
en toda la novela de un número considerable de tópicos “a lo yanqui”,
utilizados por King (y escritores que han seguido su estela) con
profusión en sus novelas: el fracasado de escuela secundaria que
deja preñada a una animadora en el asiento trasero del Chevy de
papá (que muy posiblemente sea el sheriff del pueblo) y, años después,
es asiduo cliente del bar de Joe los viernes noche, bebiendo Budweisers
como si la vida le fuera en ello, y con la ranchera aparcada fuera...
es el ejemplo perfecto que a todo lector de King le será ya tan
familiar como el cuponero de su barrio. Y, a todo esto, se me ocurre
pensar cuánto de Straub puede haber en la novela. Una novela escrita
entre dos... difícil asunto; ¿cómo se reparte el trabajo entre ambos?
¿Y cómo se reparten los méritos, en caso de haberlos? Personalmente,
en todo momento me he sentido leyendo una novela de King, con los
modismos de King, la sal gruesa de King, y el piloto automático
puesto por King. ¿Quizás Straub aportó ideas, o salidas argumentales
a las situaciones? ¿Suavizó Straub un poco el onanismo literario
de King, que aún se encuentra muy presente? Seré muy torpe, pero
me siento incapaz de descifrarlo. Eso sí, la novela no me parece
un todo redondo y compacto; de ahí viene lo de La Acumulación...
Me explico: la historia de Jack Sawyer es el relato de un camino
con inicio en una playa y destino en un lugar indeterminado, en
la consecución de una misión. Al final, como suele decirse, lo importante
no es la meta, si no lo que te va pasando por el camino, y estoy
totalmente de acuerdo con ello. Pero lo que me ha dejado la lectura
de “El Talismán” es una sensación de que muchas historias no vienen
a cuento, y a lo mejor los autores las metieron aquí porque querían
escribirlas y les daba igual meterlas en esta novela que en otra
cualquiera con niño, negro maduro y monstruos. Las desventuras de
Jack en el mugriento bar de Oatley, me parecen otra novela diferente;
igual que toda la parte coprotagonizada por el “jarjarbinksoniano”
personaje Lobo, o los sucesos del reformatorio de Sol Gardener,
de los que saltamos a otro escenario y otros personajes completamente
diferentes. No veo un buen “pegamento” que una las escenas con fluidez
por ninguna parte. Y eso significa que, en ocasiones, me he desconectado
de la lectura, me ha sido complicado seguir al pie del cañón y disfrutar
de un texto redundante. Porque también me parece redundante; si
en bastantes páginas se repiten diálogos y se camina en círculos,
hacia el final la cosa ya se alarga y se alarga... y todo para acabar
en lo que ya sabíamos todos cómo iba a acabar. Yo, en concreto,
desde la página 84 no tenía ninguna duda, aunque, siendo sinceros,
antes de abrir siquiera las tapas del libro, sabemos que todo va
a ir mecánicamente sobre ruedas hacia el final previsto y previsible
que todos conocemos. ¿Otra vez la costumbre indoblegable? ¿O el
“marketing”? ¡Ahhhh...!
“El Talismán” es presentada como una obra importante
(y extraordinaria) dentro del género de Fantasía. Se intentó con
ella escribir una epopeya de “Fantasy”, si no he entendido mal,
un trabajo preconcebido y preparado para ser obra de referencia.
Pero creo que de “Fantasy” tiene bien poco. No deja de ser otra
novela de terror con elementos fantásticos. El recurso utilizado
es ese tan agradecido y posibilista de las “tierras paralelas”,
de los mundos que coexisten en el mismo lugar, pero en diferente
dimensión. No sólo están Los Territorios, sino Los Territorios de
Los Territorios, de Los... y así infinitamente, se supone. Muchos
New Hampshire paralelos, Straubs paralelos, Kings paralelos, Olmedos
paralelos... en fin. Es un buen recurso, puedes sacarte casi cualquier
cosa de la chistera, pero, como decía, eso hay que “pegarlo” con
éxito. Para viajes iniciáticos hacia el Oeste y crípticas búsquedas
de objetos mágicos, ya tenemos la saga de Rolando y la Torre Oscura,
que, con sus altibajos incluidos, sí se puede considerar un buen
intento de “Fantasy” moderna y con ingredientes de terror. ¿Estoy
diciendo que “El Talismán”, entonces, es una novela gratuita o innecesaria?
Pues no lo sé; la palabra “innecesaria” se presta a muchas connotaciones.
Relativamente, es tan necesaria o innecesaria como se la quiera
suponer, y dependiendo de con qué se la compare. Eso sí, mi opinión
es que no hacían falta ochocientas páginas para contar esto; si
estuviéramos dispuestos a cribar el texto y eliminar la paja, se
nos quedaría en muchas menos. No me parece que “construir” una epopeya
literaria signifique forzosamente llenar páginas y páginas por el
simple hecho de igualar al peso a la “Biblia” o al “Señor de los
Anillos”.
Pero a veces se piensa que es así. “Los ojos
del dragón”, otro intento del King fantástico, es mucho más breve
y satisfactorio; y no perdimos tanto tiempo leyéndolo.
En cuanto a los autores, no voy a ser yo el que
se ponga ahora a tirarles piedras a estos muchachos. Personalmente,
no dudo que son buenos escritores – en ocasiones, muy buenos – y
poseen una indudable capacidad para crear metáforas macabras de
lo más visuales. Hubiera esperado, dentro de esta “Fantasy Tenebrosa”,
un tono menos efectista pero más sugerente y perverso; del creador
de “Cementerio de Animales” y el creador de “Si pudieras verme ahora”,
estoy dispuesto a esperar historias escalofriantes. A pesar del
uso abundante de expresiones malsonantes y de crudas escenas sangrientas
tan habituales en las novelas del género desde los años ochenta,
“El Talismán” desprende un cierto airecillo infantiloide que no
la beneficia para nada. Una vez más, creo que en esta novela se
meten demasiadas cosas, y sólo se disfruta de ella a intervalos.
En fin, como lector soy tan benévolo y como crítico
tan primerizo, que creo que ya he desmenuzado lo suficiente las
impresiones que me ha causado “El Talismán”. Evidentemente no es
una novela redonda, pero gana mucho si no se es un lector veterano
con decenas de Kings (y unos cuantos Straubs) a las espaldas.
Y, como advierte mi paisano Juan José Plans:
“El autor nunca se considera en posesión de la verdad”.
Lo digo por mí, claro está.
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