Con semejante 
              perspectiva cualquiera se animaba a publicar alguno de sus libros 
              inéditos. Y he aquí que una de las nuevas editoriales 
              del genero, Bibliópolis, se arriesga a semejante empresa, 
              descolgándose con En alas de la canción 
              (On wings of song 1979), cuyo único aval entre el 
              lector hispano es el estar mencionada en la famosa y controvertida 
              lista de David Pringle sobre las 100 mejores novelas de ciencia 
              ficción. 
               Leído el libro, 
              sólo se me ocurre una palabra que expresar a Luis G. Prado, 
              el esforzado traductor y editor: gracias. Gracias por permitirme 
              gozar de uno de los libros mejor escritos, más imaginativos 
              y de mayor sensibilidad a la vez que dureza de toda la moderna literatura 
              de ciencia ficción. Digámoslo sin ambages. Pringle 
              acertó y merece estar en esa hipotética lista de las 
              100 mejores novelas de nuestro género preferido. Reconozco 
              que en parte sufro el furor del converso. La anterior obra de Disch, 
              aunque me gustó, no despertó en mí la misma 
              admiración que a la pequeña minoría de fans 
              que siguen al norteamericano. Pero después de En alas de 
              la canción me rindo incondicionalmente. Es uno de los grandes. 
               
               La principal razón de ello 
              es quizás también su mayor handicap y el que ha lastrado el resto 
              de su obra. Disch posee un estilo literario realmente impecable, 
              un gran dominio de la arquitectura narrativa y del ritmo, y una 
              maravillosa habilidad para la construcción de personajes creíbles, 
              ambiguos, incoherentes y, a la vez, fascinantes, reales como la 
              vida misma. Es, me atrevo a decir, un autor al que nadie del mainstream 
              actual o de su época supera. Y me estoy refiriendo a las primeras 
              espadas de la literatura norteamericana de los últimos años, a gente 
              como Updike, Roth, Pynchon, Carver, Auster y demás.  
                 Personalmente 
              creo que, al igual que otros coetáneos suyos como Silverberg o Aldiss, 
              se embarcó en la meritoria empresa de dignificar la literatura de 
              ciencia ficción, de demostrar a lectores de ambos lados de la línea 
              que merecía la pena leer un libro de género y que dicho libro podía 
              alcanzar los mismos niveles que cualquier otra obra literaria. Y 
              este empeño, por desgracia, le hizo quedarse a medio camino: ni 
              llegó al corazón de los fans, más preocupados por novelas más sencillas, 
              ni consiguió convencer a lectores de literatura "seria", siempre 
              reacios a ciertos experimentos. No es raro que haya quedado como 
              un autor apreciado principalmente por críticos y otros escritores, 
              que no escatiman elogios sobre él y este libro concreto (entre los 
              que se pueden encontrar, además de a Pringle, a Harlan Ellison y 
              al prestigiosos crítico Harold Bloom). 
                Pero lo mas increíble 
              de En alas de la canción es que, a pesar de su innegable 
              calidad y su aire de literatura académica, es pura ciencia ficción. 
              Nos hallamos en un futuro cercano en el que algo salió mal, buena 
              parte de Europa parece arrasada por las bombas, Estados Unidos es 
              un país que vive en una continua crisis de subsistencia (las hambrunas 
              y los cortes energéticos son habituales), muchas de sus ciudades 
              han sido devastadas por rebeliones internas y la mayoría de los 
              estados funcionan al margen del gobierno central. Este futuro está 
              también plagado de nuevas costumbres (como los faunos, blancos que 
              tiñen de negro su piel en homenaje a sus ídolos musicales de origen 
              africano) y nuevas tecnologías, entre la que destaca el gran protagonista 
              del libro, "el vuelo". Una máquina en la que, una vez conectados, 
              ciertos humanos de especial sensibilidad (conocidos como hadas), 
              si son capaces de entonar de una forma emocional una canción, transcienden 
              su carne e inician una especie de viaje astral extracorpóreo lleno 
              de visiones de sobrecogedora belleza. Su poder es tal que muchas 
              hadas jamás regresan a sus cuerpos, quedando durante años en estado 
              de coma. 
                En semejante panorama 
              se nos muestra la vida de Daniel Weinreb, protagonista absoluto 
              del libro, criado en Iowa (ese Medio Oeste que parece obsesionar 
              al autor), uno de los lugares más importantes de USA gracias a su 
              carácter agrícola, en medio de un ambiente de decadencia, feudalización 
              y, sobre todo, fanatismo religioso; el estado parece estar controlado 
              por los sumisos, una secta imaginaria que encarna lo más odioso 
              de la actual derecha religiosa norteamericana y que impone con mano 
              férrea un duro estilo de vida en el que cualquier expresión artística, 
              especialmente el "vuelo", está estrictamente prohibida. 
                La vida de Daniel no es 
              fácil. Su sensibilidad e inocencia le impiden adaptarse a semejante 
              entorno. Su único sueño es huir de Iowa para probar una de las prohibidas 
              máquinas de "vuelo". Mientras persigue sus sueños, Weinreb crece, 
              sufre las decepciones y ansiedades de la adolescencia, pasa por 
              la cárcel, se enamora y casa con la hija de un rico hacendado local 
              (Boadicea), con la que huye a Nueva York (retratada sin concesiones, 
              como una metrópoli inhumana pero de gran atractivo) en pos de su 
              destino. 
                Aunque parte de la novela 
              recuerda a otros libros de Disch como 334 (la descripción 
              de una ciudad en decadencia), Eco alrededor de sus huesos 
              (la temática extracorporal), Campo de concentración (las 
              escenas carcelarias) y Los genocidas (la descripción 
              de la fría y fanática mentalidad religiosa de ciertos protagonistas), 
              e, incluso, a otros autores (parte de la ambientación neoyorquina 
              recuerda algo a ¡Hagan sitio! ¡Hagan sitio! de Harry 
              Harrison), hay que reconocer que con todos estos temas logra algo 
              nuevo y diferente nunca antes realizado y pocas veces repetido: 
              una novela fresca y adulta. Un libro que es realmente duro pero 
              está lleno de humor, demostrando que se pueden escribir escenas 
              de una ternura y patetismo extremos, que muchas veces bordean el 
              ridículo, pero sin caer nunca en la sensiblería más odiosa (y estoy 
              recordando, en concreto, la muerte de uno de los secundarios menos 
              importantes de la trama, una escena que hará llorar a más de un 
              lector). 
                Y es que Disch es tremendamente 
              listo y hace lo que todo buen escritor debe hacer: hablar de lo 
              que conoce. Así, el libro puede verse como una velada autobiografía. 
              Su adolescencia en el Medio Oeste, su paso por la cárcel, su huida 
              hacia un despiadado pero a la vez deseado Nueva York,.... En concreto, 
              las escenas que retratan la ópera de la ciudad de los rascacielos 
              están tan logradas que sólo pueden haber sido escritas por alguien 
              que conoce bien dicho ambiente. 
                 Pero 
              En alas de la canción es mucho más: una metáfora sobre 
              la propia carrera de escritor de Disch y su ambigua sexualidad; 
              una novela realista y de costumbres; una historia de iniciación 
              y rito de paso, de cómo un adolescente madura y se convierte en 
              hombre con todo lo que ello conlleva; una maravillosa historia de 
              amor y un buen ejemplo de una de las temáticas preferidas de la 
              ciencia ficción, el relato de advertencia ("si esto continúa"), 
              centrado en los males de los gobiernos despóticos de la derecha 
              religiosa norteamericana (para entendernos Reagan y el actual Bush). 
                Para terminar, unas pequeñas 
              líneas sobre la edición, un tema aparentemente secundario pero de 
              una importancia nada despreciable. Ya de principio el libro tiene 
              un aspecto agradable, tanto visualmente (una ilustración conceptual 
              preciosa, que resume a la perfección la historia y de la que el 
              propio Disch ha afirmado que es la mejor que nunca ha decorado su 
              novela) como al tacto. El manejo es de lo más cómodo, ni el papel 
              es transparente, ni las hojas se te caen, ni las erratas son legión,... 
              En fin, un libro que podría haber sido publicado perfectamente por 
              cualquier editorial "grande" (Planeta, Mondadori, etc) y que dice 
              mucho de la labor de Bibliópolis: desde la modestia también se puede 
              llegar a la profesionalidad. Y lo último, pero no lo menos importante, 
              una traducción impecable, a la altura de la cristalina prosa de 
              Disch. 
                Por todo ello, de verdad, 
              corred a vuestra tienda más cercana y compraros el libro. Sinceramente, 
              merece la pena y a más de uno le cambiará su manera de entender 
              la ciencia ficción. Y, por qué no, la vida. 
              
            @ 2003 Iván Fernández Balbuena (cebra) para cYbErDaRk.NeT 
              Prohibida la reproducción sin permiso expreso del autor 
                
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