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              Título original: 
              Dreamcatcher  
               
              País y Año de Producción: 
              Estados Unidos / 2003 
            Guión: 
              William Goldman y Lawrence Kasdan 
            Fotografía:  
              John Seale 
            Música: 
              James Newton Howard 
            Montaje: 
              Raul Dávalos y Carol Littleton 
            Dirigida por: 
              Lawrence Kasdan  
            Duración: 
              135 minutos 
            Género:  
              Terror/Suspense 
			   
              
             
            Interpretes: 
              Morgan Freeman (Coronel Abraham Curtis) 
              Damian Lewis  (Professor Gary "Jonesy" 
              Jones) 
              Thomas Jane (Dr. Henry "H" Devlin) 
              Jason Lee (Jim "Beaver" Clarendon) 
              Timothy Olyphant (Pete Moore) 
              Tom Sizemore (Capt. Owen Underhill) 
			  Donnie Wahlberg (Douglas 'Duddits' Cavell) 
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                Es difícil encontrar 
              dos autores más cualificada para responder cualquier pregunta 
              relacionada con la escritura de un guión cinematográfico 
              que Lawrence Kasdan y William Goldman. El primero ha escrito películas 
              como En busca del Arca perdida, El imperio contraataca, Fuego en 
              el cuerpo, Reencuentro o Silverado, habiendo dirigido también 
              las 3 últimas. En cuanto a Goldman, Dos hombres y un destino, 
              Todos los hombres del presidente, Marathón man, o Misery 
              le han valido un merecido puesto en el Olimpo de los guionistas. 
              De modo que me gustaría tener la oportunidad de formularles 
              una pregunta: ¿Una adaptación fiel de una novela mediocre 
              debe dar lugar a una película también mediocre? Desgraciadamente, 
              no creo que se me presente la ocasión.  
               El cazador de sueños, 
              una nueva adaptación de una novela de Stephen King, es una 
              película fallida. Con esta pareja de escritores encargándose 
              del guión las expectativas no podían ser mejores, 
              pero las expectativas no suelen cumplirse. Personalmente me resulta 
              una película desconcertante, por no decir errática. 
              Su gran fidelidad con el libro hace que comparta la mayor parte 
              de sus defectos, entre ellos el incoherente rumbo de la narración, 
              esa sensación de que no se sabe bien qué es lo que 
              quiere contar. 
               El planteamiento inicial 
              es característico de la obra de King: cuatro hombres, amigos 
              desde la infancia, que comparten ciertos "poderes paranormales", 
              se enfrentan a una situación extraordinaria y sobrecogedora. 
              Las mejores páginas de la novela son las que transcurren 
              en esa cabaña a la que los amigos han ido a cazar. Aquí 
              King demuestra su gran habilidad para construir personajes creíbles, 
              así como su talento para los diálogos. El lector se 
              acurruca en una cómoda butaca junto a los cuatro amigos, 
              y comparte con ellos un agradable fuego; disfruta de su compañía 
              y sabe que, cuanto más les conozca, cuanto más cariño 
              les coja, más va a sufrir con las terribles experiencias 
              que supone les van a pasar. De eso se trata en las novelas de terror 
              ¿no? De sufrir. 
               También son estas las 
              escenas más interesantes de la película, a pesar de 
              que los diálogos resulten poco brillantes y que las exigencias 
              del cine obliguen a que esta parte sea más corta que en el 
              libro, así que el espectador del filme tiene menos tiempo 
              para conocerlos que el lector de la novela. Pero defectos narrativos 
              aparte, la situación de estos cuatro hombres prácticamente 
              aislados por la nieve parece un buen punto de partida para una historia 
              inquietante. Si añadimos al cuadro la aparición de 
              ese misterioso individuo perdido en la ventisca, la cosa aún 
              mejora. Pero, lamentablemente, en este momento tan potencialmente 
              interesante, los escritores comienzan a dinamitar su propia obra. 
                Admiro 
              mucho a Stephen King, pero siempre me ha molestado bastante su inclinación 
              hacia el humor grueso y los comentarios escatológicos. No 
              se trata de remilgos, ni de cuestiones de sensibilidad, ni de buen 
              o mal gusto. Simplemente considero que este tipo de elementos pueden 
              resultar negativos, sobre todo cuando se trata del género 
              de terror. Este peligro queda más patente que nunca en El 
              cazador de sueños. 
               Para transmitir inquietud, 
              tensión o miedo, una obra tiene que ser capaz de sumergir 
              al lector en una atmósfera determinada. Pero ¿cómo 
              puede pretenderse crear un ambiente inquietante utilizando todo 
              tipo de ruidosas flatulencias? Los continuos y sonoros gases que 
              genera el hombre misterioso ya afectaban a la ambientación 
              de la novela, pero en la película, donde realmente se oyen 
              los sonidos, su pernicioso efecto es aún más demoledor. 
               Lo mismo da que resulte 
              aterrador todo lo que sucede a continuación, ni importa ya 
              que el diseño de esa especie de aliens escatológicos 
              que son las comadrejas sea estupendo. Ya todo da igual: el público 
              se está partiendo de risa como si aquello fuera Scary Movie 
              (suponiendo que ésta tenga alguna gracia). Tras el episodio 
              de sodomía inversa y gore que sufre el viejo, la escena en 
              la que el personaje de Jason Lee demuestra ser un estúpido 
              capaz de jugarse la vida por un mondadientes, y el ridículo 
              comportamiento del personaje poseído por la mente del extra-terrestre, 
              las posibilidades de El cazador de sueños como película 
              de "miedo" se van por el desagüe. 
               Para estropear más el 
              panorama tenemos un segundo torpedo en plena línea de flotación. 
              Cuando todo parecía indicar que aquello iba de un reducido 
              grupo de personas luchando contra una invasión alienígena 
              (situación que, para mí, tiene gran fuerza dramática), 
              todo se va al traste cuando aparece el ejército. De pronto 
              el escenario se amplía y se desdibuja, la acción se 
              divide y pierde intensidad, y los personajes se multiplican, pero 
              se convierten en poco más que simples arquetipos. Todo nos 
              suena más aún a algo que ya hemos visto. No sólo 
              tenemos la referencia de Tommyknockers, por seguir con King, sino 
              que nos encontramos metidos, sin saber cómo hemos llegado 
              hasta allí, en una mezcla entre Estallido e Independence 
              Day. 
                Es 
              cierto que la película tiene alguna escena excelente, como 
              la matanza de los alienígenas estrellados, o el éxodo 
              de todos los animales del bosque. Pero son sólo destellos 
              aislados dentro de un conjunto bastante molesto. ¿Por qué 
              digo molesto? Necesito un inciso para intentar explicarlo. 
               Cada vez resulta más 
              incómodo ver una película en el cine. El público 
              en general se está volviendo cada vez más maleducado, 
              y las salas ya no producen el respeto que infundían años 
              atrás. No me refiero sólo a los molestos sonidos producidos 
              por bolsas de patatas, refrescos gaseosos u odiosos móviles; 
              lo peor de todo es que la gente (sobre todo los jóvenes) 
              es incapaz de estarse callada. Voces, risas y gritos están 
              a la orden del día en las sesiones más populosas. 
              En estas condiciones resulta bastante difícil que uno se 
              pueda concentrar en la película y sumergirse en ella. Y si 
              el público actual ya de por sí tiene la risa floja, 
              ¿qué no pasará si encima le presentamos esa 
              panoplia de sonoros gases, alienígenas que nacen por el culo 
              o pistolas automáticas haciendo las veces de teléfonos 
              móviles? Pues que la sala se convierte en un jolgorio, esta 
              vez totalmente justificado. 
               Si 
              la primera mitad de la película resulta irritante por estos 
              motivos, la segunda parte tampoco funciona nada bien.  
                Tenemos aquí dos 
              acciones paralelas. Por un lado Jonesy intenta proteger su memoria. 
              Atrincherado en esa especie de biblioteca con habitaciones cerradas 
              que simboliza su mente (un concepto difícil de trasladar 
              a imágenes y que, para mí, no acaba de funcionar), 
              trata de esconder sus recuerdos del alienígena que le ha 
              poseído y que trata de contaminar la red de aguas con un 
              perro "preñado". Por otra parte, los personajes 
              de Tom Sizemore y Thomas Jane tratan de alcanzarle para impedirlo. 
               Estas dos narraciones que 
              transcurren contrarreloj debieran asegurar la tensión. Pero 
              la verdad es que la narración tampoco funciona: ni consigue 
              enganchar al público, ni produce excesiva inquietud. Ya no 
              sé si la culpa es del guión o de todas las tonterías 
              que nos hemos tragado anteriormente, pero a estas alturas estamos 
              deseando que todo acabe cuanto antes. 
               Por su parte los actores, en 
              el mejor de los casos, son simplemente correctos. Tom Sizemore demuestra, 
              una vez más, ser un sólido secundario, pero poco más. 
              Morgan Freeman afronta con poco entusiasmo ese personaje plano y 
              unidimensional que le ha tocado. Jason Lee tampoco funciona demasiado 
              bien: a causa de las películas que ha interpretado todos 
              le tenemos por un cachondo, de modo que te hace gracia incluso cuando 
              un monstruo se lo está comiendo. En cuanto a Damian Lewis, 
              el actor que interpreta a Jonesy (el amigo pelirrojo que es poseído 
              por la mente alienígena), su actuación oscila entre 
              inexpresiva y exagerada. El resto del reparto se limita, simplemente, 
              a cumplir. Este poco brillante trabajo interpretativo resulta más 
              decepcionante aún si tenemos en cuenta que Lawrence Kasdan 
              es un gran director de actores, y que casi siempre se ha apoyado 
              en excelentes intérpretes. 
                ¿Qué 
              nos queda entonces? Un buen presupuesto (supongo que el mayor con 
              el que jamás haya trabajado el director), factura excelente, 
              acabado técnico irreprochable... Pero todo este aparato no 
              consigue compensar el hecho de que el enfoque no acaba de quedar 
              claro (¿es una obra de terror? ¿de ci-fi? ¿una 
              de guerra hi-tech? ¿una comedia?), y de que los momentos 
              supuestamente fuertes del guión no acaban de funcionar. 
               Otro ejemplo de que las 
              novelas de terror de Stephen King, las que le han hecho famoso y 
              millonario, son las que peor suerte tienen cuando son llevadas al 
              cine. En cambio sus obras no terroríficas han dado lugar 
              a películas mucho mejores (Cuenta conmigo, Cadena perpetua, 
              La milla verde, Eclipse total...). Una vez más no ha tenido 
              demasiada suerte con el guión, pese a estar escrito por dos 
              excelentes autores. Resulta extraño que dos escritores de 
              semejante talento no hayan sabido explotar con más acierto 
              este argumento, o que hayan sido incapaces de transmitir lo que, 
              a mi juicio, era el auténtico núcleo de la novela: 
              la íntima relación entre esos cuatro amigos y el "especial" 
              Duditts. 
               ¿Acaso serían 
              Lawrence Kasdan y William Goldman (que ya había escrito la 
              adaptación de otra obra de King, Corazones en la Atlántida) 
              las primeras víctimas de esa invasión extra-terrestre?. 
               
             
               (más 
              información: http://us.imdb.com/Title?0285531) 
             
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