Principales 
              características como narrador 
               Para no extenderme demasiado en este aspecto 
              y pasar cuanto antes a lo realmente importante, voy a centrarme 
              en tres facetas más que evidentes. Y tengo que empezar con algo 
              que después de 12 años leyendo sus historias todavía me sorprende: 
              su facilidad para cambiar de registro sin perder un ápice de calidad. 
              Ha cultivado el space opera con aires mitológicos, la aventura ligera, 
              el relato de mundos perdidos, la fantasía metafísica, la juvenil, 
              la heroica, el horror científico o el relato humorístico, y siempre 
              con un nivel medio encomiable.  
               La segunda característica a destacar es su completo 
              dominio del lenguaje y los elementos narrativos. Quizás el hecho 
              de que su carrera esté tan ligada al premio UPC y la extensión a 
              la que tiene que limitarse para poder participar, ha hecho que desarrollase 
              una habilidad que en nuestro actual mercado editorial es muy escasa: 
              ser capaz de contar una historia en el número de páginas justas. 
              Pero no acaban aquí sus virtudes: siempre busca la mejor manera 
              de afrontar cada historia alejándose (en la medida que le ha sido 
              posible) de lo tradicional, dosifica estrictamente la acción y los 
              momentos dramáticos, los diálogos son interesantes y directos, las 
              ambientaciones muy conseguidas...  
               Aunque es de justicia reconocer que esta versatilidad 
              y dominio se ven ligeramente empañadas por las escasas innovaciones 
              argumentales que aporta. La trama central de cualquiera de sus relatos 
              siempre evoluciona según un plan que pocas veces sorprende, y son 
              siempre los pequeños detalles los que aportan las variaciones que 
              toda historia ha de tener. 
               Por último resulta ineludible comentar su pasión 
              por el mundo antiguo y la civilización helénica en particular (no 
              por nada es profesor de Griego en un instituto de Plasencia) que 
              ha salido en todas y cada una de sus novelas, ya sea a la hora situar 
              o construir un argumento, documentar hechos, construir conceptos 
              que sirvan para especular con tecnologías o sociedades nuevas,... 
               La revelación 
                Más 
              o menos así se puede calificar la novela corta que cierra el volumen 
              Premios UPC 1991 y que supone la presentación de Javier Negrete 
              en sociedad. "Frente" a las ganadoras de ese año, Mundo de dioses 
               de Rafa Marín y El círculo de piedra de Ángel Torres 
              Quesada, que se pueden entender como el retorno de dos de nuestros 
              más reputados escritores a la palestra, la mención especial que 
              gana La luna quieta es algo así como la puerta que se abre 
              a la nueva generación. No sólo porque sea su primera obra publicada 
              sino porque, también, es un adoquín más en el camino de construir 
              una forma propia de encauzar los relatos fantásticos, que hasta 
              ese momento se había cultivado bien poco.  
                A diferencia de una historia como la de Marín, 
              básicamente un tebeo de superhéroes americano, o la de Quesada, 
              ambientada en una Nueva York al borde del colapso y con una apariencia 
              a película de serie B (por otra parte muy bien hecha), Negrete tira 
              de personajes hispanos en un ambiente muy próximo al nuestro en 
              el que unos elementos fantásticos, al principio inexistentes, terminan 
              siendo parte fundamental de la narración. 
               Así, un grupo de personajes de muy diversos orígenes 
              conviven en un sanatorio mental sin saber muy bien el motivo por 
              el cuál han sido llevados hasta allí. Su vida se desarrolla de forma 
              más o menos plácida hasta que un nuevo paciente es introducido entre 
              ellos, quebrantando la tranquilidad y abriendo una serie de dudas 
              que les irán quitando el velo que tienen delante de sus ojos.  
               Aunque su desarrollo peca de poco sorprendente 
              debido a las veces que hemos leído algo parecido, Negrete dota a 
              la historia de ese tono desesperanzado y ligeramente triste que 
              hace funcionar a este esquema, y clava tres aspectos muy difíciles 
              de alcanzar en una primera publicación. Los personajes, un tanto 
              castizos en sus maneras de expresarse, ganan auténtica entidad en 
              muy pocas páginas. El ritmo que insufla a los acontecimientos es 
              sostenido y los giros, diseminados por la trama, están medidos con 
              una precisión endiablada. Y al mismo tiempo que se revelan aspectos 
              de la realidad en la que viven y se hacen conjeturas (muchas veces 
              erróneas) sobre su situación, construye un conseguido juego de escarba 
              en lo que conoces para llegar a lo real que culmina en la inquietante 
              verdad final que cierra la novela corta y que dota a La luna 
              quieta de un sano aire metafísico. 
                Animado por este éxito, a la edición del año 
              siguiente presenta Estado crepuscular, que en comparación 
              supone un contraste brutal. Frente a la seriedad, delicadeza y profundidad 
              presentes en La luna quieta, aquí cultiva su vena más procaz 
              que produce no sólo sonrisas sino alguna que otra carcajada. No 
              extraña que no ganase nada ya que es justo la típica gamberrada 
              que un jurado académico jamás seleccionaría, independientemente 
              de lo buena que sea (que lo es y mucho) 
                Estado 
              crepuscular cuenta las desventuras de David Millar, un crápula 
              desvergonzado que, deseando acostarse con una bella dama, se hace 
              pasar por su padre, un reputado psiquiatra al que ésta acude para 
              solucionar un problema que ha surgido en el planeta Hoonai. Sin 
              haber satisfecho sus instintos y no sabiendo muy bien cómo, realiza 
              el viaje para descubrir que su misión consiste en desentrañar el 
              origen de la locura que atenaza al superordenador que gobierna aquel 
              mundo. Y como ya es demasiado tarde para "desfacer el entuerto", 
              intenta realizar el trabajo desde su absoluta ignorancia, entablando 
              unas divertidas conversaciones con la MAYA (Mente Alienígena Y Artificial) 
              mientras pasa las noches de juerga en diversos bares y discotecas. 
             
               Lo mejor está en que Negrete no se toma en serio 
              la historia y, a través de la primera persona en que está narrado, 
              nos introduce con rapidez en los modos de David Millar, plagando 
              sus intervenciones de un humor agudo, rápido, a veces un tanto grueso, 
              otras absurdo, pero siempre inteligente. Y lejos de transformar 
              su periplo en una sucesión de locuras sin sentido, juega ampliamente 
              con todo tipo de registros que abarcan (y mezclan) el gag meramente 
              situacional, los divertidos pensamientos machistas del personaje, 
              las trasgresiones narrativas que involucran conscientemente al lector 
              en el loco universo que crea,... para construir una historia que 
              se devora en un par de horas y que reivindica las historias humorísticas, 
              que tanto brillaron hace décadas pero que han desaparecido completamente 
              de nuestros "menús". 
                Para 
              su participación en el certamen de 1993 vuelve a pegar otro quiebro 
              que no corre mejor fortuna. Nox perpetua entronca levemente 
              con las aventuras de mundos perdidos creadas a finales del siglo 
              XIX y principios del XX por autores como Henry Ryder Haggard o Edgar 
              Rice Burroughs, con un argumento que le debe todo a la carrera que 
              Amundsen y Scott establecieron a comienzos del siglo pasado para 
              llegar al polo Sur.  
               La acción se traslada al planeta Mehrs, donde 
              una expedición formada por seis hombres se enfrenta a la aventura 
              de alcanzar el polo norte de planeta. Durante el camino, sus particulares 
              motivaciones y formas de entender el mundo serán puestas a prueba 
              cuando se topen con una sorpresa que les proporcionará la llave 
              para descubrir cuál es su origen. 
                A la hora de construir la narración Negrete 
              demuestra lo que cuida este aspecto al utilizar con habilidad tres 
              formas diferentes que, intercaladas en unas dosis muy meditadas, 
              construyen un ritmo demoledor. El primero es el diario canónico 
              que lleva el protagonista, Ark Rhenius, que asépticamente cuenta 
              lo que supone el avance hacia el Polo de la expedición científica; 
              junto a él aparece su diario personal, donde se muestra el viaje 
              interno que realiza y revela sus pensamientos y sentimientos más 
              profundos, acerca de su relación con sus compañeros y el amor que 
              siente por una mujer inalcanzable (algo presente en otras obras 
              como La luna quieta); y finalmente, en pasajes en tercera 
              persona, se desarrollan los momentos de acción, descubrimiento e 
              interacción entre ellos. 
               De nuevo estamos ante una historia que se lee 
              sola con el aliciente de que, además de entretener, consigue emocionar. 
              Y aunque el uso de una premisa tan explotada en la ciencia ficción 
              como es una civilización que ha perdido el conocimiento de su pasado, 
              le hace perder puntos ante los lectores más talluditos (se hace 
              demasiado transparente), consigue un resultado cuanto menos interesante. 
             
               La confirmación 
                Después 
              de pasar un año sin concursar, en 1995 lo hace con Lux aeterna, 
              a la que sólo El coleccionista de sellos, la narración más 
              redonda de César Mallorquí, priva de ganar el premio. Y es una pena 
              porque otro año se hubiese llevado merecidamente el primer lugar. 
             
               En Lux, Negrete se da un pequeño homenaje 
              reescribiendo en clave de space opera el mito de Orfeo y 
              Eurídice. Aunque esta vez entre los dos enamorados no se interpone 
              la muerte sino el Pantócrata, un dios todopoderoso que gobierna 
              parte del universo con mano de hierro y que está completamente prendado 
              de la belleza de Eurídice. Al igual que ocurrió con Perséfone, ésta 
              es raptada y llevada a otro mundo del que ha de rescatarla el protagonista, 
              poniendo en juego no sólo su vida sino la posibilidad de pasar toda 
              la eternidad sufriendo los martirios del infierno. 
               Destaca la historia de amor, nada pastelera a 
              pesar de la profunda pasión que sienten entre sí ambos personajes, 
              y la secuenciación de la trama, que lejos de ser lineal está ordenada 
              en diversos momentos temporales muy fáciles de situar. Y, demostrando 
              que es un gran creador de ambientes, consigue hacer plausible no 
              sólo el mundo futuro donde se sitúa sino también la surrealista 
              dimensión donde habita el Pantócrata, surgido de un sueño casi Daliniano. 
             
                Éste 
              nuevo éxito le abre las puertas para escribir La mirada de las 
              Furias, su "primera" novela, que publica Miquel Barceló en Nova 
              cuando esta colección nos ofrecía anualmente un libro escrito por 
              un autor hispano. Su génesis está en una novela corta, Jonás 
              en el vientre de la ballena, que había presentado al primer 
              UPC, donde ya aparecían tanto el personaje central, Éremos, un superagente 
              galáctico, como su misión. 
               Su argumento sigue el conocido esquema Bond de: 
              asignación de la misión (por parte de un M un poco entradito en 
              años), incursión bajo otra identidad en un escenario que desconoce, 
              casinos para que pueda triunfar en el juego, una bella señorita 
              a la que enamora en dos partidas de cartas, todo tipo de delincuentes 
              y señores del crimen que no saben con quien se la juegan, una organización 
              rival que intentará acabar con él a toda costa,... Y funciona a 
              la perfección. 
                La mirada de las Furias es una novela 
              de personaje y su interés reside en cómo es éste y su evolución. 
              Pero uno puede estar tranquilo ya que frente a los héroes de hoy 
              en día, enfundados en un halo de corrección total, Éremos es un 
              tipo relativamente amoral, que no siente emoción alguna, capaz de 
              cualquier acción con tal de llevar a cabo su misión. Así, no sólo 
              utilizará sus encantos potenciados para hacer que una bella mujer 
              se enamore incondicionalmente de él (sin importarle las consecuencias 
              que esto puede traer) sino que hará uso de todos los elementos a 
              su disposición para salir de las situaciones peliagudas que se va 
              encontrando. En especial hay un pasaje que causará dolor de estómago 
              a los pertenecientes a alguna asociación protectora de animales 
              y que sacude al lector de forma inesperada. 
               Y aunque se nota que es una novela corta ampliada 
              de extensión (algunas de las situaciones que plantea no vienen mucho 
              a cuento y son prescindibles) Negrete consigue que los acontecimientos 
              se sucedan con donaire en una fehaciente demostración de cuan pocos 
              hay que dominen como él el tempo narrativo. Además el universo que 
              crea es vívido y un tanto estrambótico, lo que hará las delicias 
              de los que (como yo) gustaron de El quinto elemento. Pero 
              esta vez su conocida pasión por la Grecia antigua le juega una mala 
              pasada. Resulta muy complicado entrar en un mundo futuro en el que 
              lo Griego es de importancia fundamental, tanto que, por ejemplo, 
              sólo es posible descifrar un mensaje alienígena por parte de especialistas 
              en esa cultura. 
               La cresta de la ola 
               Después de 2 años sin saber nada de él, el 2000 
              se puede decir que es su mejor año (hasta el actual). No sólo por 
              la aparición de Memoria de dragón, su segunda novela, sino 
              porque después de mucho intentarlo por fin consigue ganar el UPC, 
              "aunque" tenga que compartirlo con otro autor como José Antonio 
              Cotrina. El título de la novela es Buscador de sombras, que 
              vuelve a despistar bastante al ser básicamente thriller científico 
              con una clara inclinación hacia el horror que se lee con el corazón 
              en un puño. 
                Tiene 
              lugar en un futuro muy cercano donde toda la humanidad está condenada 
              a no soñar debido a la aparición del llamado síndrome de Pisani, 
              que provoca una lenta muerte a todos aquellos que caen en la fase 
              REM del sueño. Un científico español residente en los EE.UU., que 
              está buscando la materia oscura del universo, mata inesperadamente 
              a su mujer y es condenado a recibir la inyección letal. Mientras 
              espera en el pasillo de la muerte, recibe la visita de un psiquiatra 
              contactado por la embajada para ayudarle en su último recurso. Las 
              conversaciones que tiene con él le llevarán a descubrir cuál fue 
              el motivo por el cuál realizó el crimen, relacionado con sus investigaciones. 
               Lo más curioso de Buscador de sombras 
              es que a pesar de apuntar hacia terrenos hard y acabar en la mera 
              fantaciencia, en ningún momento uno se siente estafado por ese giro 
              porque está llevado con una naturalidad pasmosa, y la atmósfera 
              de misterio que envuelve su desarrollo aporta un aire muy turbador 
              que llega a atenazar. Tampoco conviene olvidar las conversaciones 
              que se establecen entre los personajes, ágiles y nada farragosas 
              aun cuando aportan una cantidad de información enormemente alta 
              (algo muy difícil de conseguir) 
                Mientras, 
              Memoria de dragón es una novela juvenil de temática fantástica, 
              sencilla, que no simple, bien escrita y cuyo único defecto es ser 
              precisamente eso: una novela juvenil. Con sus protagonistas adolescentes, 
              una trama sin complicaciones, momentos didácticos (a veces prescindidles) 
              y la omnipresente educación en valores. Sin embargo, dentro de este 
              esquema, triunfa donde muchas otras fracasan. Lejos de los amanerados 
              jóvenes que pululan por muchos de estos libros, que hablan y piensan 
              como sus autores lo hacían en sus años mozos con leves actualizaciones 
              sacadas del último episodio de Compañeros, Negrete clava las caracterizaciones, 
              muy próximas a los que hoy en día podemos encontrarnos en cualquier 
              instituto. En esto se nota su condición de profesor que le permite 
              estar en contacto con ellos. Incluso se permite el lujo de hacer 
              aparecer un friki en toda regla que alegra un poco el panorama para 
              los lectores de literatura fantástica. 
               Un año después, volvería a obtener la mención 
              del UPC por El Mito de Er, que retorna a la historia de mundos 
              perdidos que ya había cultivado en Nox perpetua. Pero ahora 
              en clave de fantasía histórica que tiene también su parte de Ucronía. 
              No sólo "resucita" a Alejandro Magno, que no muere por la enfermedad 
              que le llevó realmente a la tumba, sino que le pone camino del Polo 
              Norte con una meta más que clara: encontrar la mítica región de 
              Hibórea. A parte de un desarrollo, sencillamente delicioso, Negrete 
              construye con una prosa muy apropiada un mundo tal y como los griegos 
              lo conocían, muy sugerente y que merece la pena descubrir. 
               Una sólida realidad 
               Ahora es cuando se suele hablar del esperanzador 
              futuro, pero me sentiría un tanto ridículo ya que estamos ante una 
              sólida realidad que no ha de confirmar nada que no haya demostrado 
              hasta el momento, y que tiene en La espada de fuego la que 
              es, desde el punto de vista literario, su mejor obra hasta el momento. 
             
               Cierto es que su pequeño talón de aquiles está 
              en su escasa originalidad. En ella encontramos al consabido joven 
              predestinado a ser el Héroe con hache mayúscula, un mago sabio que 
              lo acompaña, un tutor que le enseña el manejo de la espada, un objeto 
              que otorga al que lo posee un poder casi absoluto, una contienda 
              por conseguirlo, un mundo a punto de entrar en un periodo caótico, 
              viejos dioses deseando volver a sembrar la destrucción,... No obstante, 
              ya con estos manidos mimbres hace un buen trabajo al introducir 
              pequeñas variaciones que le dan un nuevo relieve. Quizás la más 
              relevante venga de la mano del comportamiento de los personajes 
              que, ciñéndose a  los viejos cánones de la fantasía heroica, 
              tienen una vertiente muy humana nada desdeñable. Sí, los malos son 
              muy malos y los buenos tan buenos y tontos como lo han sido siempre, 
              pero con matices nada desdeñables que todo el que la lea descubrirá. 
                Su 
              gran triunfo está donde la mayoría de sus competidores naufraga: 
              desde el mismo comienzo presenta un universo complejo, asequible 
              y veraz. Cuando se lee La espada de fuego se entra en un 
              nuevo mundo repleto de lugares que situar en un mapa, neologismos 
              a los que hay que encontrar significado, costumbres ignotas y una 
              historia pasada nada trivial. No obstante, esta aparente dificultad 
              es casi inexistente. Todo fluye con naturalidad y nunca se hace 
              necesario acudir al amplio glosario de nombres y términos situado 
              al final. Estamos ante una creación que resiste la comparación con 
              Los siete reinos de Martin o el Terramar de Le Guin. 
               A lo que hay que añadir la prosa usual en Negrete 
              repleta de hermosas descripciones, nada alambicadas, unos diálogos 
              inteligentes y espontáneos, y una estructura narrativa que si bien 
              no es tan compacta como sus novelas cortas está plagada de hallazgos, 
              como el combate en el que entran en contacto dos de los personajes 
              principales y que es una auténtica delicia. 
               Ahora podemos empezar a frotarnos las manos porque 
              lo que nos espera seguro que mantiene el nivel. No ya por las publicaciones 
              más cercanas, como la inminente Los Héroes de Kalanúm, novela 
              juvenil que promete un divertimento sencillo y fácil, o Amada 
              de los dioses, fantasía erótica a la que seguro aporta su particular 
              sello. Sino por esa continuación de La espada de fuego que 
              está escribiendo y que será todavía mejor. 
               Mi recomendación es que leáis cualquiera de los 
              libros que aparecen aquí comentados. No sé si vuestras apreciaciones 
              serán similares a las mías, pero no tengo ninguna duda de que en 
              una cosa estaremos de acuerdo. A la hora de contar historias, pocos 
              narradores hay tan ágiles y divertidos como Negrete. No ya en nuestra 
              moderna literatura fantástica sino en la que nos viene también del 
              extranjero. Palabra. 
               Disponibilidad de su obra 
               Los libros más fáciles de encontrar al estar 
              todavía en el mercado son 
            
               El resto puede costar un poco más (están descatalogados) 
              y es necesario buscarlos un poco. Algunas librerías como Dragonlibros 
              dispone de ejemplares, por lo que siempre se puede acudir a ellos 
              si no se encuentra en el mercado de segunda mano. 
            
              
            @2003 Ignacio Illarregui 
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