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                Desde 
              la entrada en nuestros televisores, y de paso en nuestras vidas, 
              de los programas llamados reality shows, el mundo del cine 
              se ha mostrado seducido a utilizar las mismas tácticas con el fin 
              de atraer al público a las salas de cine; así, tenemos casos muy 
              recordados, como El proyecto de la bruja de Blair (The 
              Blair Witch Project, 1998), de Daniel Myrick y Eduardo Sánchez, 
              si bien no hay que olvidar films "míticos" como Holocausto caníbal 
              (Holocauste Cannibali, 1980), de Ruggero Deodato o Mondo cane 
              (), de , precisamente anteriores a la actual moda. Tenemos pues 
              la supuesta grabación verídica de unos acontecimientos ocurridos 
              en la realidad, como se intentaron vender tanto el film de los hoy 
              casi olvidados Myrick y Sánchez como el de Deodato, lo que ha atraído 
              al espectador ávido de nuevas emociones al cine. 
            
            
               Después llegó el concurso 
              "Gran hermano", y eso cambió otra vez la concepción del espectador; 
              no sólo se hablaba de temas reales, sino que se veía a los propios 
              protagonistas en su exclusivo hábitat, experimentando supuestas 
              vidas reales, mostrándolos tal como son. Por supuesto el cine ha 
              utilizado estos temas para sus cintas, títulos como Kolobos 
              [vd: Kolobos, 1999], de Daniel Liatowitsch y David Tobb Ocviak, 
              o El experimento (Das Experiment, 2001), del alemán 
              Oliver Hirschbiegel, muestran las consecuencias de la vida en común 
              de varias personas encerradas, ambos films dentro del género terrorífico. 
              Esto nos traslada a la película My Little Eye (La cámara secreta), 
              del director inglés Marc Evans. El film está rodado siguiendo el 
              patrón de estos programas, no como una copia, sino como un ejercicio 
              de estilo del realizador, que utiliza en muchos momentos espejos 
              que reflejan de forma distorsionada la realidad, dando a entender 
              al espectador que lo que está viendo no es real, sino una ficción 
              tanto para los personajes como para el público. Los personajes son 
              tomados no por su forma de ser, sino más por su entorno y su pasado, 
              son arquetipos dignos de estos programas, ahí están la tímida, la 
              desinhibida, el responsable, el ligón y el marginado. Todos estos 
              habitantes de la vigilada casa en un remoto paraje de Canadá son 
              mostrados tal como son, no se intenta presentar gente ajena al público 
              que va a visionarla, porque se perdería efectividad, y por tanto 
              los actores interpretan a personajes cercanos a ellos mismos, dejando 
              que surja con naturalidad la improvisación en determinadas situaciones. 
              Por tanto la identificación del espectador con los personajes está 
              casi asegurada, provocando que éste se asuste en los momentos determinados. 
              El director puede dedicarse más a los actores y a las situaciones 
              ya que no necesita preocuparse por las cámaras, que están ubicadas 
              siempre donde deben. Aún así, Marc Evans utiliza algunos planos 
              que no serían realizables por cámaras ocultas, como la escena de 
              la ducha o desde dentro de determinados objetos, o cuando uno de 
              los personajes escribe en su diario y la cámara se percibe colocada 
              en la propia pluma. Hay ocasiones, inclusive, que recuerdan poderosamente 
              a la película El silencio de los corderos (The Silence 
              of the Lambs, 1991), de Jonathan Demme.
               Los actores, poco conocidos 
              en el mundo del cine pero habituales en el medio televisivo, construyen 
              sus personajes con habilidad, seguramente ayudados por su cercanía 
              a éstos, consiguiendo que resulten creíbles y auténticos, y mostrando 
              cómo van pasando a la apatía después de seis meses encerrados con 
              el terror. 
               My Little Eye (La cámara 
              secreta) es, por tanto, una encomiable muestra de cine de terror 
              actual, que transmite al espectador una placentera sensación (dentro 
              de lo que cabe siempre en una película de ese género). Una recomendable 
              cinta para los aficionados al cine terrorífico y al público interesado 
              en cubrir su horizonte cinéfilo.  
            
            Ficha técnica 
            
              - Director: Marc Evans
 
              - Productores: Jon Finn, Jane Villiers, 
                Alan Greenspan, Natascha Wharton para WT2 / Working 
                Title Films / Momentum Pictures / Universal Pictures / Studio 
                Canal
 
              - Guión: David Hilton, James Watkins, 
                según argumento de D. Hilton
 
              - Fotografía: Hubert Taczanowski
 
              - Música: Bias
 
              - Dirección artística: Crispian Sallis
 
              - Montaje: Marguerite Arnold
 
              - Intérpretes: Jennifer Sky (Charlie), 
                Stephen O'Reilly (Danny), Laura Regan (Emma), Sean Cw Johnson 
                (Matt), Kris Lemche (Rex)...
 
              - Nacionalidad y año: RU 2002 
 
             
               
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