|  
             Esta crítica ha sido leída 
              8585              veces 
             
              
              
             
               
              Malignos, 
              de Richard Calder 
            Título original: 
              Malignos  (2000) 
            Portada: 
              Juan Miguel Aguilera 
            Traducción: 
              Nuria Gres 
            Gigamesh, 2003 
	    El autor en cyberdark.net
              
               | 
           
             por Iván Olmedo, septiembre 2003 
	    Esta novela de Richard Calder (Londres, 1956), ha conseguido levantar 
	cierta expectación a su salida, y una ligera polvareda entre los aficionados, todo 
	hay que decirlo. Los motivos quizás habría que buscarlos en que se trata de 
	la primera obra del autor inglés que ve la luz en nuestro país, además 
	de haberse creado en torno suyo una pequeña aura de misterio y de escritor 
	"diferente", casi de culto. Al lector que lee exclusivamente obras traducidas al 
	español y que, por tanto, depende de los criterios de selección, las publicidades 
	y las impresiones de los otros privilegiados conocedores del material original, le ha llegado 
	este trabajo como una incógnita de lujo que debe descubrir por sí mismo. Pero, 
	antes de entrar en consideraciones, será mejor resumir un poco de qué va 
	Malignos... 
	   Nos movemos en la postguerra de una Tierra que ha retrocedido 
	tecnológicamente hasta un evocador oscurantismo. Los humanos, habitantes de la 
	superficie, y los malignos, que moran en el Submundo, han guerreado con el objetivo 
	de intentar imponer una de sus respectivas posiciones. Los malignos, derrotados, se 
	esconden en el interior del planeta; la tensión entre ambas razas es constante. Richard 
	Pike, excombatiente, detective privado, matador y follador de trasgos, adecuadamente 
	descreído e hipócrita, se embarca en un viaje al centro de la Tierra, en busca 
	de una poción única que salve la vida a su amante Gala, una malignos... 
	   A grandes pinceladas, esta es la historia. Tenemos un escenario decorado 
	de fondo con la eterna dicotomía Bien / Mal... Luz / Oscuridad... y también aparece 
	una vocación de rasgar tal maniqueísmo por parte del autor, como no podía 
	ser menos. Aunque, de hecho, se sobreentiende el Mal personificado por unos seres de aspecto 
	demoníaco (trasgos alados, escamosos, con cuernos y colas puntiagudas incluidas); y 
	después, estamos nosotros, la raza humana. Y a nosotros nos representa - es un decir -  
	Richard Pike, un hombre maduro y bastante amargado, vividor, pendenciero, chuloputas (con 
	todas las de la ley. Su amante, Gala, se prostituye prácticamente para vestirlo y 
	mantenerlo)... un típico héroe muy a pesar de sí mismo... Un personaje que 
	se erige prácticamente como motor único de la aventura, narrando en primera persona, 
	eclipsando al resto de caracteres, seguramente con toda la intención por parte de Calder 
	de ofrecer un tipo que descolle por sus particularidades. Ejemplos de detectives chulescos y 
	alborotadores en la literatura de género hay a patadas, así que es fácil 
	ver por dónde intentan ir los tiros. 
	   Y hablando de géneros... 
	   ... obviamente, Malignos no es una novela de ciencia ficción; 
	por mucho que la acción se desarrolle en un hipotético lejano futuro, esto no 
	cuenta para nada. Malignos es una novela de fantasía algo retorcida, que contiene 
	elementos caros a los lectores del género: libros prohibidos, espadas con nombre propio, 
	monstruos (¡ah!, sí, hay muchos monstruos, pero no todos reconocibles a simple vista), 
	ratas gigantes... casi, casi, si se tercia, una aventura de Dungeons & Dragons pasada 
	por un tamiz amargo, con referencias sexuales explícitas - por cierto, el esforzado 
	copulador Pike, curiosamente, no hace más que encontrarse hembras malignos en 
	su camino, todo un semental, sí señor...) y algo más de pretensiones. Una 
	trama como ésta, un descenso a los Infiernos en toda regla, es terreno abonado para 
	gestar (nunca mejor dicho) un relato épico, incluso trascendentalmente terrorífico 
	y sanguinolento, pero épico al fin y al cabo. Calder, sin embargo, opta por el desenfreno 
	de la acción y la aventura, en un auténtico desarrollo de: "aquí me voy 
	con mi espada y mis bártulos; aquí me sale un bicho, allí un remolino 
	traicionero..."  
	   ...el pulp. Esa es la palabra, que, por cierto, se menciona en la 
	presentación de la misma obra. Aun con las pretensiones literarias de Calder, y un estilo 
	que, formalmente, convence, casi todo en esta aventura es decidida y olorosamente pulp. 
	Desde esa taberna llamada Jinetes Nocturnos, pasando por los vistosos nombres de algunos personajes: 
	Lucifera, Suspiria, Satana... (no hay una Vampirella porque sería marcarse mucho, digo 
	yo...); hasta lo más importante del asunto: la mencionada concatenación de 
	persecuciones y tropiezos por el camino. Tampoco es ajeno a esto la utilización de 
	abundantes elementos destinados a captar al lector más juguetón que llevamos 
	dentro. Y, llegados a este punto, es necesario incidir en la clave más peliaguda de toda 
	la reseña: la pretendida originalidad e innovación que la novela representa. 
	Ciertamente, se nos ha recomendado como un soplo de aire fresco dentro del género. 
	Como una obra sorprendente, casi como un hito de la fantasía en el que, por fuerza, 
	debemos tropezar.  
	   ¿Es Malignos una obra original e innovadora? No. Los habitantes 
	del Submundo son tan innovadores como cualquier otro orco o trasgo que nos hayamos echado a 
	la cara antes... El aroma de involución tecnológica que impregna el ambiente es 
	atrayente, pero en modo alguno sorprende... El carácter del protagonista, tan allegado 
	al de otros compañeros de fatigas anteriores a él, ya está comentado... 
	Y después está el uso (casi abuso) de esos elementos a los que me refería 
	antes. Espada cuasi mágica y con nombre propio al cinto; grimorios de corte lovecraftiano 
	que aparecen por casualidad (¿es muestra de innovación cambiar un De Vermis Mysteriis 
	por un De Animalibus Natis Ex Sodomia? Pues creo que no mucha, la verdad...); 
	razas cambiantes y de mareante origen, morbosamente emparentadas con los humanos... en 
	definitiva, Malignos parece irremediablemente tomada por las influencias de Lovecraft 
	y de Barker; los grimorios de uno y las razas nocturnas del otro, ya estaban inventadas. Y todo 
	esto ocupado en narrar una peripecia aventurera con protagonista libertino y escenas 
	sangrientas... Malignos es - no nos equivoquemos - una buena novela de aventuras 
	oscuras, de sablazos entre hombres y demonios. Pero no es decididamente innovadora, como han 
	dicho. Léanse ustedes las novelas de Philip J. Farmer protagonizadas por el excesivo 
	Harald Childe (otro lúbrico y descarado detective con poca suerte con lo sobrenatural) 
	y hallarán en ellas toda la vorágine de sorpresas sucias que puedan desear.  
	   Como remate, hay que hacer notar que próximamente 
	aparecerá por estos lares la primera obra de Calder, esa Chicas Muertas 
	que también se nos anticipa como un título diferente y que no dejará 
	frío al lector. Recién presentado al público español, la carrera 
	de Calder no ha hecho más que comenzar entre nosotros. Hay que tenerle en cuenta, hay 
	que seguirle la pista. Hay que estar atento al resto de sus novelas, con la confianza de 
	encontrar en él un escritor al que ubicar por el conjunto de una obra personal. 
	   Si Malignos es un bache, o una impresión equivocada 
	al primer vistazo, es algo que descubriremos en el futuro. 
	  
 |