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               por Iván Olmedo 
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                ¿Y en cuanto a la respuesta del público? 
               Pues no es tan positiva como nos gustaría, pero sí es más
	positiva de la que temíamos, por decirlo así.  Creo que se va perdiendo un prejuicio
	muy característico de la época en que yo empecé a publicar, a finales de los años
	ochenta, y es el de que los españoles somos peores que los de fuera. Por aquella época
	Nova solía publicar un español al año, y la novela de ese español siempre tardaba mucho
	más en agotar la tirada que la de un autor extranjero, y no un extranjero especialmente
	conocido, sino cualquiera. Hoy en día los autores españoles seguimos vendiendo poco,
	pero es porque la ciencia ficción vende poco, en general. Yo creo que hay libros de
	poesía que tienen tiradas mayores que algunos libros de ciencia ficción... Así que
	dentro de ese panorama, en general desolador, podemos considerar que estamos alcanzando
	la "igualdad" con los extranjeros: vendemos poco, pero tan poco como ellos,
	ya no menos. 
               Esto de los autores me recuerda un poco al tema de los bolsilibros, ¿no?, que ahora parecen estar también recuperándose. Si el tío firmaba con su nombre real, pues no sonaba igual que el "extranjerizado"... 
               Hombre, eso en su momento creo que fue una imposición editorial,
	más que del mercado. De hecho, por lo que recuerdo, había distintos tipos de seudónimos,
	quiero decir, para novelas bélicas era mejor tener un seudónimo que sonase alemán y
	para las novelas románticas francés y, por supuesto, para la ciencia ficción anglosajón...
	En su momento fue una política que no sé hasta qué punto fue necesaria, porque yo creo
	que a la gente de aquella época le hubiese importado tres narices que se llamase Pepe
	González, o Joe Gonzalson... o lo que fuese. Pero lo que sí está claro es que entre el
	publico a principios de los 80, incluso a finales, había cierta tendencia a pensar:
	"este es un autor español, no lo hará tan bien como el de fuera". Lo que, por cierto
	tuvo, en cierto sector del fandom, la peligrosa reacción de decir todo lo
	contrario: "no, no, los españoles no es que seamos tan buenos como los de fuera, es que
	somos mejores" Y tampoco era eso. Hay buenos y malos autores, igual que en todas partes.
	El público está empezando a entenderlo, ve una novela de un autor y le da igual que sea
	español, si le parece interesante la compra y si le gusta, le gusta, la haya escrito
	quien la haya escrito y sea de dónde sea. 
               El caso más llamativo, yo creo, es el de Juan Miguel Aguilera.
	Ya lleva publicadas tres novelas en el mercado francés, que están funcionando muy bien,
	y de hecho la tercera novela está publicada en Francia y no saldrá en España hasta el
	año que viene. En el extranjero hay interés por la ciencia ficción española, a veces
	parece que más que aquí mismo. 
               Y después de la experiencia de Aguilera, y ahora que han
	editado Lágrimas de luz de Rafa Marín en Polonia, ¿tienes esperanzas de que
	alguna de tus obras más conocidas se publiquen también fuera? 
               Mi agente está trabajando en ello y las expectativas son buenas
	pero no hay nada concretado, así que prefiero no comentar mucho más hasta que no haya
	nada más concreto. Lo que sí es cierto es que, si se publican novelas españolas en otros
	mercados y funcionan bien, evidentemente van a pedir más novelas españolas. 
               Bien, seguimos contigo. La verdad es que tu palmarés es
	poco menos que impresionante: multitud de premios Ignotus, un Premio Asturias de Novela,
	Premio UPC, etc... ¿crees que los premios son una forma eficaz de ayudar a que te
	publiquen, o son sólo una parte más del "espectáculo"? 
            
             
              
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                   Premio UPC 1998 
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               Yo creo que los premios ayudan... El UPC, por ejemplo, hizo
	mucho por la ciencia ficción española y todavía lo sigue haciendo. La novela corta en
	España era un género que prácticamente no se había probado hasta que apareció el UPC,
	y gracias a ello hubo mucha gente que empezó a escribir novela corta. Por otra parte,
	gracias a eso, hubo pequeñas editoriales que de pronto se encontraron con mucho material
	para publicar. Gente que en su momento había enviado relatos al UPC y habían quedado
	finalistas pero no habían ganado, ese tipo de cosas... Espiral, la editorial de
	Juan José Aroz,
	empezó nutriéndose fundamentalmente de clase de material. 
               Y un premio como el que ha convocado este año la editorial
	Minotauro, con todo el montaje de promoción que lleva detrás -porque no olvidemos que
	Minotauro ahora pertenece a Planeta- puede hacer mucho por las ventas y la imagen del
	género. Minotauro está apostando bastante fuerte por la ciencia ficción, con tiradas
	potentes, dándoles publicidad... Todo eso, si funciona, va a ayudar a que se vendan más
	libros. 
               ¿Y en el prestigio del autor? ¿Crees que van a leerte más
	por tener un premio? 
               En los niveles en que nos movemos, no. Está claro que un premio
	UPC no es un premio Planeta. Así como hay mucha gente que compra un premio Planeta
	porque es el premio Planeta... eso no pasa en la ciencia ficción porque, lo de siempre,
	nos movemos en unas tiradas mucho más pequeñas, el nivel de publicidad es casi
	inexistente... Sería fantástico que funcionara, que la gente se dijera: "¡coño!, ha
	salido el último premio UPC -o Minotauro, o XXXX-, a por él...", pero no. Es una
	cuestión de tiempo, de seguir insistiendo. 
               Profundizando un poco, en el conjunto de tu obra se puede
	apreciar un leve deje de desesperanza o incluso de pesimismo. Muchos de tus
	protagonistas masculinos parecen seres solitarios, vencidos... pienso en el Kolia de
	El alfabeto del carpintero, el Kal de Territorio de pesadumbre o Andrés
	Velasco, el Vaquero de ese logradísimo relato que es Un jinete solitario. ¿Qué
	puedes decirnos sobre esta idea? 
            
             
              
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                   Territorio de pesadumbre 
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               Sí, sí es cierto. Se puede decir que son personajes
	derrotados. Yo creo que es por dos motivos: por una parte siempre me ha parecido que
	los finales no necesariamente infelices, pero no demasiado alegres, tienen mucha más
	fuerza que los finales donde todo acaba bien, el vaquero se lleva a la chica y se va
	cabalgando hacia el ocaso feliz y contento. Siempre me han gustado este tipo de finales
	porque, literariamente, tienen más fuerza. Y por otra parte, es mucho más fácil darle
	dramatismo, interés, a un tío al que le salen las cosas mal que a alguien al que le
	salen bien. Si todo eso se traduce en que yo tengo una visión pesimista de la vida...
	no te sabría decir. No debería tenerla, porque, si me paro a pensarlo, a lo largo de mi
	vida normalmente las cosas siempre me han salido bien. No puedo decir que he tenido una
	vida terrible  me haya convertido en un escritor atormentado que refleja eso en sus
	libros, no, para nada. He tenido una vida, en general, fácil. 
               Pero en el caso de Un jinete solitario, que es
	seguramente tu obra más redonda y además, como has dicho, la más personal, al tratarse
	de una historia tan pesimista, ¿no es esto un poco contradictorio? 
               Hombre, el que en general me hayan salido las cosas bien no
	quiere decir que no haya tenido momentos más bajos, y en concreto
	Un jinete solitario está escrito en un momento muy concreto y especial de mi
	vida, llamémoslo un momento de crisis, no vamos a entrar en más detalles. Y, sí, se
	refleja en la obra. 
               Pero, por ejemplo, las otras que mencionabas...
	Territorio de pesadumbre me la planteé como un divertimento puro y duro, me
	apetecía escribir una novela en ese plan, tiene elementos que recuerdan por momentos a
	Dune, el adolescente heredero... Me apetecía escribir una cosilla intrascendente;
	en esta novela las cosas acaban bien, el personaje se queda incluso con la chica, que es
	su prima, y que está muy buena... ¿qué más quieres? 
               Pero sí es verdad que tengo mucha tendencia, supongo que nos
	pasa a todos los escritores, a hurgar una y otra vez en mi propio pasado y evidentemente
	no les das vueltas a las partes de tu pasado más agradables, no te pones a recordar tus
	éxitos sino, en cierta manera, tus fracasos. Y eso tarde o temprano, acaba traspasándose
	a lo que escribo. Eso no quiere decir que sea una persona pesimista, sino que, como
	escritor, me centro en los momentos menos positivos, porque me parecen los más
	interesantes. 
               ¿Es posible entonces que, aunque sea inconscientemente, el
	autor cree un modelo de personaje al que vuelve de cuando en cuando? 
               Hace tiempo que me he dado cuenta de una cosa que supongo que
	tiene mucho que ver con el hecho de que soy una persona tremendamente individualista, y
	es que es muy raro encontrar un personaje mío que tenga familia, o si la tienen, en
	seguida se quedan huérfanos, como el Kal de Territorio de pesadumbre. Son
	personajes que los pocos lazos que tienen con otras personas son de amistad, pero
	siempre a nivel individual. Nunca viven para nada más grande que ellos mismos: no luchan
	por la libertad o el bienestar de los demás, o ninguna gran idea. Luchan por sí mismos y
	por aquellos (generalmente muy pocos) que aman. Y carecen por completo de ningún tipo de
	conciencia social. Son personajes muy solitarios, y ese es un modelo de personaje que he
	ido repitiendo a lo largo de los años, al principio inconscientemente y ahora quizás un
	poco deliberadamente porque veo que es un personaje que sé tratar bien, que me gusta y
	que me funciona. Y que, además, comparte bastantes características conmigo, para qué
	vamos a negarlo. 
               Un tema que me parece interesante... existen en tus
	escritos multitud de referencias al cómic, incluso cuando esos escritos no tienen nada
	que ver con el medio... 
               Sí, la famosa referencia a la Cosa del Pantano en el final de
	Tierra de Nadie: Jormungand, que a alguno le molestó, concretamente a Pedro Jorge
	Romero, creo recordar. 
               Por ejemplo... Además, has escrito artículos sobre el
	mundo de las viñetas, y eres –por lo que sé– un gran aficionado. ¿No has pensado en la
	posibilidad de escribir guiones de cómic de manera seria, tal como tu compañero (y sin
	embargo, amigo) Rafa Marín? 
               Lo he pensado y me gustaría. Yo empecé a leer, mucho antes
	que libros, cómics, lo que había en aquella época, que eran los Mortadelos, los
	Guerreros del Antifaz o los Capitanes Trueno, incluso creo recordar algún
	que otro Roberto Alcázar y Pedrín; y luego, un día, descubrí los cómics de
	superhéroes y quedé absolutamente fascinado por ellos. Tendría 8 ó 10 años, una cosa
	así. Y hasta el día de hoy siguen siendo mis cómics favoritos: leo otros tipos de
	cómics, pero el núcleo fundamental de mis lecturas en ese género se centra en los
	superhéroes. 
               El cómic es un medio que me ha atraído desde siempre y, por
	supuesto, me gustaría dedicarme a él, aunque fuera esporádicamente. En el pasado lo
	intenté, plantearme escribir guiones, buscar un dibujante (de hecho encontré uno con el
	que hice un par de historias cortas que él ilustró pero, bueno, nunca llegó a nada la
	cosa), y supongo que en parte por desidia y en parte, una vez más, por individualismo
	nunca llegué a nada concreto en ese terreno. 
            
             
              
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               Cuando yo escribo una novela, yo soy el autor de la novela,
	sé exactamente lo que quiero que se vea y cómo se debe ver... cuando escribo un guión
	de cómic tengo que depender de una segunda persona y de que esa segunda persona vea lo
	mismo que yo y lo quiera plasmar como yo lo quiero ver,  y eso es complicado. Pero qué
	duda cabe de que si yo hubiese estado dotado para el dibujo, cosa para la que no lo
	estoy (te trazo una recta con regla y me acaba saliendo una ese, así de claro...) es
	posible que nunca hubiese escrito novelas, hubiese intentado ser un autor de cómics
	desde niño. Y es un camino que, quizás, no al cien por cien, pero sí me gustaría probar
	alguna vez algo más en serio de lo que he hecho hasta ahora, encontrar un dibujante al
	que le interesen las mismas cosas que a mí y probar suerte en ese terreno. 
               Está un poco complicado, ¿no?, porque el mercado del cómic
	en España... 
               El problema del cómic es que, si eres un dibujante y eres
	bueno, lo tienes, entre comillas, fácil, en el sentido de que hay demanda... publicando
	sólo en España, olvídate. Pero sí hay demanda de dibujantes en el extranjero. Tenemos
	casos como el de Carlos Pacheco que está triunfando en Estados Unidos. Claro que Pacheco
	es mucho Pacheco, un dibujante como la copa de un pino... 
               O Juanjo Guarnido, ¿no?, o... 
               Sí, o Salva Larroca... pero como guionista es muy difícil
	porque, o dominas el idioma del mercado para el que quieres trabajar, o te tienen que
	traducir y, claro, eso ya les cuesta dinero y entonces, ¿para qué vamos a pagar a un
	tío al que tenemos que traducir teniendo nuestros propios guionistas? El dibujante no
	tiene ese handicap, porque los dibujos no se traducen... Es mucho más complicado abrirte
	camino fuera siendo estrictamente guionista (y sobre eso mi amigo Rafa Marín os podría
	contar –de hecho ya lo hizo durante la AsturCon– muchas cosas). Nos quejamos de la
	ciencia ficción, pero creo que el cómic nacional está incluso peor. 
               Bajo mi punto de vista, la pasada AsturCon fue, aunque
	modesto, un éxito en cuanto a la incorporación de gente nueva a las filas del
	fandom. Desde tu condición de aficionado, ¿qué conclusiones pudiste sacar? 
            
             
              
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                   El abismo te devuelve la mirada 
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               Más que incorporación de gente nueva al fandom, lo que
	vi es que gente que no sabía que eran fandom, se dieron cuenta de que lo eran.
	Creo que me entiendes. Gente que pensaba que el fandom eran unos tíos extraños
	que andaban por ahí, que además no les hacían caso o les miraban por encima del hombro,
	o algo así, y que en realidad ellos eran tan fandom como los otros. Simplemente,
	unos se mueven por unos sitios, otros por otros... 
               En ese aspecto, resultó muy revelador y sirvió para perder el
	recelo mutuo que había entre ambas partes, que yo creo que era puro y simple
	desconocimiento, no otra cosa. En ese sentido, creo que fue muy positivo y puede ser
	mucho más positivo en la próxima HispaCon de Getafe, donde va a haber una participación
	importante de Cyberdark y ahí se podrá ver que, en realidad, y lo digo totalmente de
	buen rollo, todos somos igual de frikis. 
               Sí, porque tú te consideras un friki, ¿no? 
               Sí, sí, yo me considero un friki... Vamos a ver, tú
	entras en mi casa y te das cuenta de que estás en la casa de un friki. Lo primero
	que ves, a mano izquierda, es una repisa llena de figuritas de Star Wars y figuritas de
	superhéroes... a mano derecha, figuritas de Star Trek... Entras en la habitación,
	digamos, despacho–biblioteca y ves más figuritas, de Danger Girl, una de Lady Death, más
	de Star Wars, un Nazgul, una katana, un winchester, un colt peacemaker... bueno, eso ya
	son otro tipo de aficiones... Y posters por todas partes, especialmente uno del tamaño
	de una puerta de “Crisis en Tierras Infinitas” que ocupa buena parte de una pared...
	Quien me conozca sabe el tipo de camisetas que suelo usar, en fin... soy un friki
	y no me parece que haya que avergonzarse de ello. 
               Esa dualidad entre autor serio, de prestigio, y
	friki a veces la gente no lo entiende muy bien, ¿no? 
               Hombre, yo mucho antes de ser autor era aficionado. Y sigo
	siendo aficionado, y no voy a dejar de serlo porque haya tenido la suerte de conseguir
	publicar. Si estoy en una HispaCon, en una AsturCon, en un congreso de lo que sea y
	estoy en una tarima dando una conferencia o dentro de una mesa redonda, pues me
	comportaré con seriedad, sí, porque ahí me han llevado para hacer una labor, que he
	aceptado, y tendré que hacerlo lo mejor que pueda. Una vez que me bajo de la tarima soy
	un aficionado más en la convención, y me comporto como un aficionado, no me representa
	ningún problema, y sentiría mucho que representase algún problema, de verdad. Además,
	no comprendo por qué... 
               Bueno, no vamos a sembrar más polémica... 
               No, sembremos, sembremos... 
               Eres uno de los fundadores de la tertulia de Gijón, quizás
	una de las que tienen más solera en este país. ¿Podrías comentarnos un poco acerca de
	vuestros encuentros y animar a la gente a que se una a ellos? Por experiencia propia
	sé que no os coméis a nadie... generalmente. 
            
             
              
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                   Las brujas y el sobrino 
                    del cazador 
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               Creo que después de la de Madrid y la de Bilbao, que son las
	más antiguas, posiblemente la de Gijón sea la tercera, no estoy seguro. Nos reunimos
	desde el año 93. 
               Te voy a hacer un poco de historia, si te parece bien... La
	cosa surgió porque en el año 93 se celebró la HispaCon en Gijón. Se hizo en el Centro
	Los Fresnos; en aquel momento no todos los espacios del centro comercial estaban
	ocupados, así que se aprovecharon los huecos y allí se hizo la HispaCon. Se hizo una
	exposición muy interesante de Star Trek, incluyendo varios uniformes a tamaño natural,
	maquetas... A partir de ahí, gente que ya nos conocíamos, como Javier Cuevas, al que
	conozco desde que teníamos 10 años, o José Luis Rendueles, con el que había trabado
	contacto poco antes, nos empezamos a reunir. 
               A raíz de una charla preparatoria de esa HispaCon, que se
	tituló Un paseo por la Tierra Media, vimos que había más aficionados en Gijón.
	Uno de ellos, otro de los fundadores de la tertulia, era Sergio Iglesias, quien nos
	habló de un local que había cerca del ayuntamiento llamado Avalon; parecía perfecto para
	reuniones de aficionados a lo fantástico, porque tiene un enorme mural (obra del
	dibujante gijonés Gaspar Meana) en el que se ve la llegada de la barca con el cuerpo de
	Arturo a la isla de Avalon... 
               Así que dijimos: “pues podíamos reunirnos allí los viernes”,
	y todo surgió de este modo, de forma muy espontánea. La tertulia fue creciendo, fue
	disminuyendo, entraban nuevos miembros, se iban otros...y hasta hoy. Hay viernes que a
	lo mejor estamos tres personas, hay otros que estamos cinco o seis, algunos nos
	acercamos a la decena... 
               La verdad es que nunca me gustó mucho llamarla tertulia,
	porque esa palabra da cierto empaque como de, no sé, como de debate sesudo... somos
	simplemente un grupo de amigos aficionados a estos temas que nos reunimos todos los
	viernes y a lo mejor un viernes ni siquiera hablamos de ciencia ficción... Pues puede
	que nos venga Sergio con el último juguetito tecnológico que se ha comprado y nos
	pasemos toda la tarde hablando de informática, o comentando el último acto de piratería
	(bueno, más bien de corsario) de la SGAE, o de cómo han evolucionado las PDAs o de qué
	compañía de telefonía móvil es más incompetente. En fin, de cualquier otra cosa...
	(menos de fútbol o de toros, por cierto). 
               Desde luego nos encanta que venga gente nueva. A lo largo de
	los años se han ido incorporando personas como Germán Herrán, por ejemplo; tú mismo has
	empezado últimamente a ir de vez en cuando por allí... Somos gente que nos gusta charlar
	de libros, de películas, de lo que sea... 
               Al final se acaba hablando de cualquier cosa, ¿no? Como en
	todas las tertulias, tengo entendido... 
               Supongo que sí, que todas funcionarán más o menos igual.
	Tampoco tengo mucha experiencia con otras tertulias. Por lo que sé del asunto, una gran
	diferencia por ejemplo con la TerMa es que se trata de una tertulia muy grande, son un
	montón de personas, mientras que esta es mucho más modesta. Si hablamos de miembros
	fijos, no pasamos de la media docena. Es como más familiar, si quieres... De vez en
	cuando algún amigo de Madrid, como Gorinkai o Julián Díez se dejan caer por ella... o
	Juanma Barranquero, al que últimamente le vemos poco el pelo, debería venir más, pero
	bueno... 
               Cualquiera que sea de Gijón, o esté interesado en el asunto o,
	simplemente, se esté pasando aquí unos días... todos los viernes a partir de las siete y
	media u ocho en el Pub Avalon, cerca del ayuntamiento, no es difícil de encontrar, está
	invitado... bueno, se paga su consumición, evidentemente, está invitado a pasarse por
	ahí y si la cosa se tercia nos animamos y nos vamos a cenar... que es importante
	también. 
            
             
              
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                   Foto junto a Elia Barcelo, Robert Sheckley, 
                    Walter Sattelhwart (detrás) y Roberto Quaglia. 
                     
Foto por Roberto Quaglia http://www.robertoquaglia.com                                         
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               Por último, Rudy, siendo malo... ¿por qué esa obsesión por
	Alicia? 
               Pues no sé, me viene desde muy crío, desde que leí los libros.
	Así como la primera novela, Alicia en el País de las Maravillas no me entusiasmó
	especialmente, la segunda, A través del espejo, es una de mis novelas favoritas.
	Supongo que es parte de una fascinación especial por la época victoriana (no en vano uno
	de mis personajes favoritos es el Holmes de Conan Doyle). De ahí que me gusten novelas
	como algunas de Tim Powers, o libros como El año de Drácula, de Kim Newman, que
	me parece uno de los casos en los que mejor se ha usado el llamado “efecto Connery”:
	con los personajes de la época victoriana (en la novela salen prácticamente todos,
	tanto los reales como los ficticios) perfectamente enlazados en una buena historia. 
               Y una figura que me atrae mucho de esa época es Lewis Carroll,
	no sólo como escritor, sino como persona porque, en cierta manera, es una especie de
	versión del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, si te paras a pensarlo... Por un lado está el
	reverendo Dodgson, que es un tipo encorsetado, tímido, de tan tímido que era a veces
	no hablaba, porque no se atrevía... y cuando se convierte en Lewis Carroll se
	desmelena. 
               A mí los juegos lógicos siempre me fascinaron, y en
	Alicia a través del espejo hay una serie de juegos lógicos muy logrados. Al mismo
	tiempo tiene un componente de onirismo muy importante, me parece una obra muy
	redonda. 
               Al personaje de Alicia... supongo que la primera referencia
	explícita que tengo a él es en La sonrisa del gato, el mismo título se refiere
	al gato de Cheshire. Y se convirtió en una especie de cliché que de vez en cuando me
	gusta usar... el Jabberwocky que aparece en La sabiduría de los muertos; incluso
	frases como “claro que estoy loco, por eso estoy aquí”, que es también de Alicia, las
	he utilizado en alguna novela. De hecho, la novela que he escrito este año, se titula
	El sueño del Rey Rojo, también es una referencia a
	Alicia en el País de las Maravillas. El Rey Rojo es una pieza de ajedrez a la
	que Alicia ve en un determinado momento tumbada en un árbol, soñando... 
               Muy bien. Para ir acabando, ¿alguna cosa que quieras
	decir, un saludo quizás a los usuarios de Cyberdark. Net? 
               Bueno, eso por supuesto... Además hace unos días que me di de
	alta como usuario. Tampoco es que tenga mucho tiempo para andar por ahí, pero de vez en
	cuando me gusta entrar en los foros, intervenir con alguna cosilla... 
               Espero que a la gente le parezca interesante la entrevista.
	Y que se animen a comprar mis libros... De todas formas, si no los compran, no me voy
	a enfadar, ¿eh? Y, por supuesto, prometo no iniciar ningún foro acusando a nadie de
	oscuras conjuras para no comprar mis libros. 
                
               La página de Rodolfo Martínez. En ella encontraréis toda la
	información referente a su autor, comentarios de libros, algunos de los artículos que
	ha ido publicando o una columna de opinión bastante interesante
	http://www.drimar.com/rudy/ 
               Una completa bibliografía
	http://www.drimar.com/rudy/carnehueso/libros.html 
               Su ficha en Cyberdark.net http://www.cyberdark.net/autores.php3?cod=229 
                
               Iván Olmedo, Barayo, agosto de 2003 
                
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