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               Por Ignacio Illarregui 
	
	 
	[ Canción de Hielo y Fuego ]	[ Adelanto
	de Choque de Reyes ] 
[ Maestro de los sentimientos ]	[
El
triunfo de la variedad ] 
[ Reseña: Juego de Tronos ]	[ Reseña:
Muerte de la Luz ]
 
	
	
               Por regla general los escritores de literatura fantástica
	suelen encontrarse más o menos cómodos en una determinada temática y limitan gran parte
	de su obra a ella. Viven dentro de su nicho, ya sea de ciencia ficción, fantasía o
	terror, y aunque pueden alejarse de él para escribir sus nuevas obras, nunca se separan
	en exceso penetrando en otros territorios. Por eso resulta complicado encontrar alguien
	que sea capaz de desenvolverse no sólo con soltura sino también con maestría dentro de
	cada uno de ellos. 
               Un autor que casa perfectamente en esta situación es Fritz
	Leiber, que ha escrito obras maestras de los tres géneros y cuyos relatos muchas veces
	navegan a caballo entre ellos sin llegar a decantarse por uno hasta que llega el final,
	caso de su laureado "Nave de sombras", que una vez que cobra sentido es un relato
	enorme de naves generacionales pero que mientras se lee aparenta ser una historia de
	fantasía poco ortodoxa con tintes terroríficos. 
               Sin embargo existe alguien que ha llevado este comportamiento
	todavía más lejos. Porque además de haber cultivado en diferentes períodos de su vida
	creativa (y con éxito) alguno de los géneros mencionados, ha llevado estos al duro
	mundo de los guiones televisivos y se ha atrevido a trasladar a la página escrita algo
	aparentemente tan difícil de adaptar a un medio que carece de imágenes como los tebeos
	de superhéroes. Este artículo pretende repasar brevemente su carrera y traer a colación
	sus obras, no muy numerosas pero con una calidad incuestionable. 
	      
               El duro sendero de la escritura amateur 
               George Raymond Richard Martin nace el 20 de Septiembre de 1948
	en Bayonne, New Jersey. Hijo de un estibador portuario, comienza a escribir a muy
	temprana edad, llegando a vender varias de sus narraciones a sus compañeros de clase por
	apenas cinco centavos. Voraz lector, durante su adolescencia no se encierra dentro de un
	único tipo de libros sino que, sin solución de continuidad, es capaz de leer desde los
	cuentos de Lovecraft a los superhéroes de Stan Lee y Jack Kirby, pasando por las obras
	de Heinlein, Vance (su autor favorito), El Señor de los Anillos o novela negra;
	lo que su padre denominaba weird stuff. Todas estas lecturas calan muy hondo en
	él, convirtiéndose en futura fuente de inspiración a la hora de localizar sus historias
	y perfilar su tono. 
	
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               En 1970 se licencia en periodismo y un año después publica su
	primer relato en la revista Galaxy, "El Héroe", en el que resume el ideario
	antibelicista contra Vietnam que Haldeman desplegó años más tarde en
	La guerra interminable, perfilando tanto la manipulación a la que se somete a
	los soldados para que se conviertan en máquinas de matar como la dificultad de
	reinserción después de su participación en el conflicto. Desafortunadamente los
	comienzos son complicados y se ve obligado a realizar toda una serie de trabajos para
	subsistir, desempeñando durante cuatro años la función de director de torneos de ajedrez
	o dedicándose posteriormente a dar clases de periodismo en un instituto en Iowa.
	Simultáneamente, emplea gran parte de su tiempo libre para ir escribiendo relatos que
	aparecerán en algunas de las mejores revistas de la época, como
	Amazing Science Fiction o Analog, donde Ben Bova lo apadrina y publica la
	mayoría de los que envía. 
               Su labor empieza a dar sus frutos en 1973 cuando "Las brumas se
	ponen por la mañanas" es nominado a los premios Hugo y Nebula. En él elabora un
	atmosférico entorno en el que da rienda suelta a su gusto por el romanticismo, escondido
	esta vez en la existencia y persistencia de un onírico enigma. Pero no es hasta el año
	siguiente cuando, tras la publicación de "Una canción para Lya", sale del cierto
	anonimato en el que se encontraba, ganando merecidamente el premio Hugo a la mejor
	novela corta. Merecido ya que pocas veces en una historia de género se había captado de
	una forma tan intensa ni el miedo que produce la muerte, ni el estado de ánimo en el
	que se vive cuando se está bajo los "efectos" del amor, el temor que crece cuando éste
	está amenazado y la terrible desolación que surge cuando algo te arrebata al ser
	querido. 
	
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               Suficientemente fraguado (en 4 años publica casi cuatro decenas
	de relatos), afronta la escritura de su primera novela, Muerte de la luz,
	publicada en 1977.  En ella se dan cita muchas de sus características típicas como son
	una honda inspiración vanciana, la belleza en las descripciones, el decidido tono
	romántico de la trama, un tremendo sentimiento de pérdida y la predilección por los
	sistemas más o menos feudales a la hora de situar a los personajes. Como él mismo ha
	reconocido La espada tiene un punto de romanticismo del que carecen tanto las
	pistolas como los cañones, un poderoso valor simbólico que nos alcanza a un nivel
	primario. 
               La novela es candidata a los premios Hugo y Nebula, pero un
	gran clásico, Pórtico, le impide llevarse ambos. No obstante, su relativo éxito
	comercial y su ingente producción de relatos, parte de la cual es recopilada en
	Una canción para Lya y Songs of Stars and Shadows, le aportan los
	suficientes ingresos (y ánimo) como para dedicarse a tiempo completo a la escritura. 
	      
               Amalgama de estilos 
               En 1979 escribe el que es seguramente su relato más recordado,
	"Los reyes de la arena", un climático y desasosegante thriller acerca de la
	maldad humana en el que se aprecia sobremanera su gusto por el mestizaje entre géneros.
	Obviamente arrasa en todos los premios y supone su punto de popularidad más alto en
	esta primera parte de su carrera. 
	
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               Una vez que ha alcanzado un estatus que le permite una mayor
	libertad, opta por desarrollar una antigua novela corta que había escrito junto a Lisa
	Tuttle, "Las tormentas de Windhaven". El resultado de esa ampliación es
	Refugio del viento (1981), que a pesar de no llegar al nivel de
	Muerte de la luz es un nuevo muestrario de lo que había en ella. Por otra parte
	comienza a escribir una serie de relatos sobre dos temas tan queridos por él como la
	ecología y la creación de xenomorfos, cuyo hilo de conexión es un personaje que ya
	había aparecido en el relato "Llamadle Moisés" (1978): Haviland Tuf. Todos ellos son
	recopilados en 1986 bajo el título Los viajes de Tuf, y aunque en algún momento
	se barajó la posibilidad de continuarlos, de este proyecto nunca más se supo. 
               Puede parecer que en este período se sumerge en la endogamia
	de explotar lo que ya había hecho y no busca nuevas formas de expresarse, pero eso es
	completamente equívoco. Frente al escenario ciencia ficcionero de sus primeras obras,
	cada vez deja salir más su gusto por el terror en relatos ambientados tanto en un
	hipotético futuro como en un angustioso presente, encarando la escritura de una novela
	que discurre a mitad de camino entre la ficción histórica y la de terror gótico. 
	
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               Sueño del Fevre (1982) supone el segundo hito
	fundamental en su carrera y lo construye en torno al mito vampírico, alejado tanto de
	la perspectiva más clásica como del amaneramiento al que Anne Rice le había llevado
	unos pocos años antes. Resulta muy complicado decantarse por su aspecto más conseguido:
	si la sólida y verosímil reconstrucción de un río Mississippi recorrido por los barcos
	de vapor de mediados del S. XIX, el ambiente enfermizo y decadente en el que viven los
	escasos vampiros que en él aparecen, o la amistad que surge entre Abner Marsh y Joshua
	York, una de las más hermosas que se ha visto reflejada nunca en un libro. 
	      
               Buscando nuevos caminos: la televisión y los superhéroes 
               Es difícil explicar por qué alguien cuyos relatos eran tan
	celebrados por la crítica y con dos novelas excelentes, narrativamente intachables y
	con unos personajes que traspasan el papel para calar muy hondo en los huesos de sus
	lectores, tuvo que dedicarse a la escritura televisiva mientras otras medianías
	triunfaban sin problemas. Sin duda uno de los motivos se encuentra detrás del
	apabullante fracaso comercial de Armageddon rag (1983), inédita en nuestro idioma
	y, por lo que cuentan los que la han leído, otro sólido ejemplo de su buen hacer. 
               Su argumento gira alrededor de una ficticia banda mítica de
	los 60, Los Nazgul, que se separó después del asesinato de su líder durante un
	macroconcierto de los que tanto gustaban a comienzos de los 70. Diez años después, un
	periodista de una revista muy parecida a Rolling Stone indaga qué fue de sus componentes
	y descubre que existe alguien que quiere revivirla a cualquier precio. Si todas sus
	obras anteriores se pude decir que son homenajes a las lecturas que hacía cuando era un
	adolescente, Armageddon rag es un tributo a la música que escuchaba entonces,
	como Jimi Hendrix, Janis Joplin o The Rolling Stones. Son letras de estos artistas las
	que presiden cada uno de los capítulos, acompañadas por textos de Los Nazgul
	provenientes de sus álbumes "Music to wake the dead" y "Hot wind out of Mordor", creadas
	por él mismo para aumentar la credibilidad de su juego. 
	
               ¿Cómo es posible que material de primera calidad como éste
	funcionase tan mal? Desde la distancia tanto temporal como geográfica se puede aventurar
	que Martin era únicamente conocido dentro del limitado entorno de los lectores de
	ciencia ficción y terror, que nunca han gustado de los libros que se alejan de su
	ámbito de lecturas, lo que propició que su público natural hasta ese momento no
	encontrase apetecible su nueva propuesta. 
               Así que cuando en 1985 Hollywood llama a su puerta para pasarse
	al mundillo televisivo no se lo piensa dos veces y acude raudo y veloz. Allí trabaja
	como editor de la nueva edición de Twilight Zone, donde además de formar tándem
	con gente tan reputada en la escritura para la pequeña pantalla como Harlan Ellison o
	J. Michael Straczynski adaptando relatos de Sturgeon, Haldeman o Matheson, realiza sus
	primeros guiones, caso de The last defender of Camelot y
	The once and future king. 
               Pero es un año después cuando tiene lugar su trabajo más
	conocido, el de supervisor jefe de los guiones de La bella y la bestia, una
	serie de televisión interpretada por el simiesco Ron Perelman y una guapa Linda
	Hamilton que sitúa en nuestra época el clásico cuento centroeuropeo. Las dos primeras
	temporadas tienen un razonable éxito al conjugar una serie de factores del gusto de la
	audiencia, tales como unos buenos efectos especiales fundamentados en un soberbio
	maquillaje, la búsqueda de la identidad del personaje de Perelman (atrapado en el
	dilema ¿soy un hombre o una bestia?) y la situación romántica que surge con su
	partenaire femenina. Sin embargo, cuando todo parece ir sobre ruedas (y más
	satisfecho se encuentra de los caminos por los que estaban conduciendo la serie),
	Linda Hamilton abandona el barco al final de la segunda temporada, tocando de muerte
	la viabilidad futura de la historia. La tercera temporada pasa sin pena ni gloria, no
	renovando el contrato y siendo cancelada. 
	
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               Paralelamente inicia un proyecto largamente anhelado desde
	sus tiempos adolescentes: crear el primer universo superheroico más allá del mundo de
	cómic. Wild cards. Con el fin de llevarlo a cabo, y ya que él se encuentra muy
	ocupado con los guiones, realiza fundamentalmente la labor de coordinador y tira de
	gente como Walter Jon Williams, Howard Waldrop, Lewis Shinner, Pat Cadigan o un clásico
	como Roger Zelazny para construir gran parte de los relatos, enclavados en un mundo
	donde un virus alienígena (el wild card del título) infecta a parte de la
	población que o muere o se transforma irremediablemente; muchos en monstruos deformes,
	mientras unos pocos consiguen superpoderes. Las historias beben de todos los
	estereotipos clásicos de este tipo de cómics como los invasores de más allá del sistema
	solar o los robots creados para dominar el mundo, pero se alejan del tono alegre y
	divertido de los héroes más clásicos para entrar dentro de las fronteras que por aquel
	entonces Alan Moore había traspasado con su magnum opus Watchmen.
	Los quince volúmenes publicados hasta el momento hablan del éxito de la propuesta
	(uno de los cuales, el séptimo, es una novela escrita al alimón junto a
	John J. Miller). 
               En 1990 comienza un período bastante desesperanzador al
	perderse en la escritura de guiones de todo tipo, adaptando sus obras o las de otros,
	y de pilotos que nunca llegan a buen puerto. El único que se rueda es Doorways,
	que cuenta la huída de un grupo de personajes por una serie de mundos paralelos
	mientras son perseguidos por un grupo de aliens. Pero jamás fue exhibido en la
	televisión. Este cúmulo de fracasos le lleva al desencanto y a replantearse su trabajo,
	retornando a la escritura de historias. Al principio compagina ambas labores, pero
	empieza a trabajar en una historia que capta por completo su atención y que necesita
	mucho más tiempo del que le puede dedicar en su situación actual, por lo que se retira
	a Santa Fe, Nuevo Méjico, para centrarse en ella. Ha nacido Juego de tronos
	y ... 
	      
               Canción de Hielo y Fuego 
               Durante su etapa inicial de planificación Martin tiene pensado
	escribir tres libros de unas 800 páginas en las que va a desarrollar toda la acción.
	Su idea central es construir una novela histórica de entorno medieval, de las que
	disfruta mucho como lector, pero envolviendo el argumento en un entorno fantástico que
	de ser casi inexistente al comienzo de la trama irá ganando importancia hasta
	convertirse en parte fundamental de lo que se cuenta. Así introduce un factor de
	imprevisibilidad que se convierte en el núcleo central de la saga. No sabemos nada del
	entorno, de cómo van a transcurrir las batallas, de lo que van a vivir los
	personajes,... Todo es un descubrimiento. 
               Sin embargo el hecho de que deje fluir su escritura y que
	permita a los personajes evolucionar naturalmente sin imponerles un plan excesivamente
	fijo hace que poco a poco la historia se le escape de las manos y la extensión
	inicialmente prevista se le quede pequeña. De esa manera, nada más terminar
	Juego de tronos (1996), que sí que tiene las 800 páginas manuscritas que pensaba,
	cambia sus previsiones y decide escribir cinco libros más. 
	
               Como avanzadilla y para abrir apetito, aparece en la revista
	Asimov´s Sangre de dragón, la historia de Daenerys Targaryem que forma
	parte de la novela y que, a pesar de ello, se puede leer de forma independiente. Su
	acogida es bastante favorable y gana el premio Hugo a la mejor novela corta, mientras
	que Juego de tronos se hace con el Locus a la mejor novela de fantasía (premio
	que ganarían también las dos siguientes obras) 
               Un año más tarde publica Choque de reyes y en el 2000
	A storm of swords, que llega hasta las 1500 páginas (en su manuscrito original y que en
	edición de bolsillo es dividido en dos volúmenes). Durante el trayecto gana miles de
	lectores prendados por virtudes como una excelente caracterización de personajes, un
	escenario demoledor, un caudal narrativo imparable y continuos giros argumentales que
	descolocan al más previsor. 
               En estos momentos se las ve y se las desea para finiquitar
	A feast for crows, que debía estar terminado a lo largo del 2002, con portada y
	encuadernación ya preparadas pero que todavía tendrá que esperar. El propio autor lo
	explica en su página: ¿Por qué tardo tanto? Ojalá lo supiera. Es un libro muy largo,
	y muy complejo... y el trabajo está yendo mucho más despacio de lo que todos quisieran,
	incluido yo... pero después de todo, sólo puedo desear que todos mis lectores estén de
	acuerdo en que A feast for crows haya merecido la espera. 
	      
               ¿Habrá vida después de Canción de Hielo y Fuego? 
               En breve se publicará el decimosexto volumen de
	Wild Cards después de varios años de parón, pero no se sabe si saldrán más o es
	flor de un día. Además se encuentra tan enfrascado en la obra de su vida que cualquier
	previsión por lo que puede venir más allá del 2006 es demasiado atrevido. Aunque ya ha
	dejado intuir que es posible que no abandone el mundo de "Canción de Hielo y Fuego" y
	retome a los protagonistas del cuento "El caballero errante" (situado 100 años antes
	que las novelas y publicado en la antología Leyendas negras) para escribir una
	serie de historias cortas contando sus andanzas por los Siete Reinos. 
               O quizás vuelva al género que le abrió la puerta de la
	escritura profesional y retorne a su particular universo creativo para sorprendernos
	con un retorno en toda regla a la aventura romántica espacial. O quizás, después de
	haber creado sus propias criaturas temibles y contribuido a dos mitos tan arraigados
	entre nosotros como el vampiro y el hombre lobo, decida rendir cuentas con algún otro
	arquetipo clásico del terror. O quizás nos sorprenda con una nueva
	Armageddon rag, esperemos que esta vez mejor recibida por el público. 
               Sin embargo, haga lo que haga, hay algo seguro. Será todo un
	placer descubrirlo. 
              
            Enlaces consultados para la realización del artículo 
            Página oficial
	http://www.georgerrmartin.com/ 
            Sitio oficial de Canción de hielo y fuego
            http://www.westeros.org/ 
            Entrevista en El País
	http://www.elpais.es/suplementos/babelia/20010728/b2.html 
            Entrevista en The Voyageur
	http://voyageur.idic.ca/Martin01.htm 
            Entrevista en Infinity Plus
	http://www.infinityplus.co.uk/nonfiction/intgrrm.htm 
            Entrevista en January Magazine
	http://www.janmag.com/index.html 
            Entrevista en SfSite
	http://www.sfsite.com/01a/gm95.htm    
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