por Rafael Martín, noviembre 2003  |  
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	[ Panorama desde el margen ] 
	[ Entrevista a M. John Harrison ]
	[ Reseña de Luz ]
	 
	
		
	
	
	   Una novela definitiva para el género. 
	   En pocas ocasiones podemos leer una novela que nos cautive y, 
	cuando esto ocurre, suele tratarse de un clásico publicado años 
	atrás cuya referencia la encontramos en alguna de las listas de "las 
	cien mejores novelas". Muy difícilmente se trata de una novela reciente 
	y traducida al poco de ser escrita. Sí esto pasa nos sentimos como si 
	estuviéramos haciendo un poco de historia. Y es lógico pensar que el 
	Canon del fantástico o, más para andar por casa, el top 
	personal de muchos lectores, van a ser abiertos a la "buena nueva". 
	   Sin temor a equivocarme apuesto que en breve muchos lectores 
	tendrán en un lugar privilegiado, entre los libros de su biblioteca, la 
	excepcional Luz de M. John Harrison. 
	   Una guerra a la deriva contra alienígenas, que puede
	  	aniquilar a la humanidad es el trasfondo. En primer plano tres judíos
	  	errantes. 	Michael Kearney es un genio y demente que descubrirá en
	  	sus visiones el 	tren hacia las estrellas. Seria Mau una mujer que
	  	debió perder
	  	sus sentimientos, 	transformándose en una asesina, para ganar el espacio.
	  	Y Ed Chianese	un "yonki" de las sensaciones fuertes, varado de
	  	sí mismo.	Cuando sus sueños comienzan se desencadena la vorágine
	  	en la que	dejarán de
	ser dueños de sus vidas. Sucesos cuántico-cósmicos 
	los encadenarán a un destino incierto en una región del cosmos,
	el  Canal Kefahuchi, donde artilugios de civilizaciones olvidadas aguardan
	su	captura 
	para enriquecer a los oportunistas cazadores de pecios. Pero permaneciendo
	oculto 	en el Canal, allí en Bahía Radio, algo espera a Kearney,
	Mau y Ed. 
	   M. John Harrison ha creado una obra difícil de encuadrar 
	que vertebra en tres líneas de acción. Algo así como una 
	space opera atípica, lo que podríamos llamar un future 
	noir estilo Blade Runner y un drama psicopático, que van confluyendo
	en una brillante novela fusión. Así la mecánica cuántica 
	y la ingeniería genética se mezclan con sexo y violencia.  En su 
	narrativa emplea palabras de gran fuerza sonora y plástica que junto a la 
	disposición en capítulos cortos generan un ritmo vertiginoso. 
	   El autor realiza la labor de un anatomista enamorado de
	  su trabajo. 
	  Disecciona a sus actores perfilándolos con precisión y así destilan,
	  para el 
	  lector, toda una gama de incertidumbres y temores. La desesperación
	  que se 
	  mastica llega a ser claustrofóbica recordando el citado future noir. 
	   Concede poca cosa al lector novato o aburrido que busca 
	entretenimiento. Nos introduce de golpe en un universo de suburbios lleno de 
	crudeza y soledad, de sexo enfermizo y poca esperanza. Da las dosis justas para 
	crear tensión sin desvelar pero sin engaños, pues, finalmente, 
	dará respuestas. Así el lector encajará entonces la trama 
	en un cuadro a veces impresionista y trágico, en otras, oscuro y 
	melancólico; pero, siempre, con un resultado de sorprendente belleza. 
	Harrison se toma su tiempo, incluso se diría que se entretiene, en crear 
	guiños al género, tanto literarios como cinematográficos, que 
	hacen de la novela un placer para los lectores de ciencia ficción de toda 
	la vida. 
	   La novela viene avalada con el premio James Tiptree Jr. de 
	cuya autora porta también algo de su espíritu. La conexión 
	entre ambos es manifiesta pues los temas son coincidentes. Una novela escrita con 
	una prosa agresiva y a la vez de gran belleza estilística; donde la muerte 
	y el sexo toman la mayor sustancia o las relaciones entre alienígenas y 
	humanos van más allá de las "habituales transacciones 
	comerciales". Se hace patente que es uno de los autores de la extinta 
	new wave, que desde mediados de los sesenta y hasta mediados de los setenta 
	deslumbró al género fantástico. De la importancia de esta 
	corriente como matriz creadora que transformó la ciencia ficción y, 
	que sin duda alguna, sigue vigente hoy día, es fiel cumplidora esta novela. 
	   Los mensajes que Harrison se presta a lanzarnos son varios 
	y dan para pensar. La fatalidad del destino vinculado unas veces al azar; otras, a 
	la determinación causal y, muchas veces, a la simple suerte, pueden ser la 
	manera de descubrir una verdad fundamental. De esta manera poder ver el orden dentro 
	de un universo caótico y violento. Estos serán momentos de genialidad 
	y en algunos casos de locura. Así Dalí o John Nash en su delirio o en 
	su esquizofrenia dan visiones creativas que pueden transformar el arte o la ciencia. 
	Pero para Michael Keraney, Seria Mau y Ed Chianese puede ser sencillamente una forma 
	de buscar su propia identidad desde el recuerdo, desde lo que se ha perdido, por 
	medio de sueños que Harrison pinta como paisajes entre extraños y 
	nostálgicos. 
	   Mi gratitud para Luis G. Prado. Su buen hacer por el 
	género se denota en la preocupación por acercarnos a los autores. 
	He tenido la suerte de poder escuchar, en la todavía caliente Hispacón 
	de Getafe, a M. John Harrison. Sin la real flema británica, este excelente 
	escritor con apariencia de hippy e indio apache, engancha por la brillantez 
	de sus palabras y su proximidad a los lectores. 
	
	   Casi siempre puede haber un pero y en esta ocasión lo 
	hay; Bibliópolis se descuidó con la corrección, las prisas no 
	son el mejor aliado, de tal manera que los fallos tipográficos están 
	en exceso. Tras la lectura de Luz me cabe la esperanza de que Luis contemple 
	para un futuro cercano el editar otras novelas, inéditas en castellano de 
	Harrison. Se me hará muy larga la espera. 
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