| Por Iván Olmedo | 
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	"En la lucha entre tú y el resto del  mundo,  
	 ponte del lado del resto del mundo."
	 Franz Kafka 
	
	   Educando Criminales 
	 
	   ...O eso es lo que cierto fatídico psiquiatra 
	de origen alemán pensaba que los cómics de horror y suspense de la 
	E.C. estaban haciendo con los jóvenes norteamericanos de su época. 
	Pero ese es un tema que trataremos más adelante. De momento, vamos a mancharnos 
	las manos de harina y comenzar a cocer un artículo sobre el complicado 
	nacimiento, auge y caída de unos cómics justamente míticos en 
	la Historia del medio. Míticos por muy diversos motivos... 
	   Todo comienza en 1947. Ese año muere uno de los pioneros 
	creadores del moderno comic book tal como lo conocemos: Max C. Gaines. 
	Dueño de una empresa editorial denominada Educational Comics, entre 
	cuyas cabeceras podían encontrarse historietas pedagógicas y moralistas 
	basadas en la Biblia o protagonizadas por los típicos animales parlanchines, 
	ve cómo en la recta final de sus días las propuestas de su editorial 
	languidecen y van perdiendo fuelle de manera constante. Aún así, 
	aguanta con éstas hasta el momento de su fallecimiento, dejando el envenenado 
	testigo en manos de su hijo William M. Gaines, que se queda con un negocio endeudado 
	y descontrolado, sin un futuro claro a corto plazo. En un principio, Gaines 
	continúa sacando al mercado títulos de parecida índole de los 
	anteriores, entre ellos tebeos infantiles (Animated Comics), de romance 
	(Modern Love), o del Oeste (Saddle Justice), que no aportan novedades 
	sustanciales a lo que ya había con su padre y no consiguen levantar vuelo. 
	Durante un tiempo la situación se estanca, o va de mal en peor. Pero el genio 
	inventivo y la capacidad de trabajo de Gaines dan sus frutos en 1950. Ese año, 
	en uno de los últimos números de Crime Patrol, aparece por vez 
	primera un personaje que poco después se convertiría en el marchamo 
	oficial de la casa: The Crypt Keeper, El Guardián de la Cripta. 
	La revista Crime Patrol cambia su nombre por The Crypt of Terror, 
	y después definitivamente por el sonoro y triunfante Tales from the 
	Crypt. A su vez Gaines consigue, sin cambiar las siglas de su editorial, voltear 
	todo su significado: Educational Comics muere y surge de las cenizas 
	Entertaining Comics, adecuadamente subtitulada a New Trend in Comic 
	Books. La auténtica carrera hacia la excelencia acababa de comenzar. 
	 
	   El vertiginoso carrusel de títulos que se suceden a 
	continuación habla bien a las claras del esfuerzo que Gaines, junto a su 
	inseparable y altamente productivo guionista-dibujante Albert B. Feldstein, llevaron 
	a cabo durante el tiempo en que se mantuvieron en lo más alto de la industria. 
	Tocan la ciencia ficción fantástica con Weird Science y Weird 
	Fantasy -después fusionadas en una Weird Science Fantasy-; los crímenes y el género negro en Crime SuspenStories 
	y Shock SuspenStories; las desventuras bélicas en las innovadoras 
	Two Fisted Tales y Frontline Combat, 
	dirigidas casi en su totalidad por un genial Harvey Kurtzman; y el humor 
	paródico en la incombustible Mad, que merecería un texto aparte por su 
	temática y longevidad.  
	   Pero las auténticas estrellas de la editorial van a 
	ser sus publicaciones de horror, aquellas que significaron absolutamente el 
	ascenso a la gloria de sus responsables y, paradójicamente, su 
	caída en picado, arrastrando con ellas al resto de títulos hacia 
	el abismo. Tres nombres son suficientes para evocar lo que la E.C. Comics 
	significa en la Historia del medio: Tales from the Crypt, The Vault 
	of Horror y The Haunt of Fear. La inspirada recreación en el 
	primero de estos títulos de un personaje repulsivo que nos introduce en 
	los cuentos y se dirige a los lectores en un tono amigablemente macabro, hace 
	que los otros dos sean inmediatos calcos del éxito, formando una peculiar 
	"familia" de monstruosidades. Al Guardián de la Cripta le siguen 
	el Guardián de la Cámara -The Vault Keeper, de apariencia un tanto 
	más jovial, dentro de su repulsividad- y la Vieja Bruja, The Old Witch. 
	Esta última no sólo repite los esquemas del primero sino que llega 
	a superarlo en grotesca repugnancia, gracias sobre todo a un tal Ghastly, del que 
	hablaremos en el cuarto capítulo de este texto. 
	   Así, E.C. se convierte en sinónimo de 
	Horror, y viceversa. Las, incluso, excesivamente imaginativas historias de 
	necrófagos, descuartizamientos, venganzas nefandas, vampiros y 
	cadáveres putrefactos que caminan, ideadas por Gaines y Feldstein, 
	encandilan a una horripilada y nerviosa audiencia de jóvenes que llevan 
	al top del éxito a unos cómics que lo merecen por 
	méritos propios. La revolución triunfa, y es evidente su triunfo. 
	Pero pronto llegará alguien que se encargará de cortarle las alas. 
	Sin compasión... 
	   Ejecutados los Condenados 
	 
	   El nombre ya ha pasado a la Historia: Fredric Wertham. 
	Sí, él... que todo el mundo lo recuerde como uno de los mayores 
	destructores del Noveno Arte que hayan existido. La culpa la tiene un oportunista 
	libro titulado The Seduction of the Innocent, publicado en 1954. En 
	él, básicamente, Wertham -nacido en Munich el año 1895, 
	aunque otras fuentes dan por bueno Nuremberg- teoriza y da a entender que los 
	comic books son netamente perjudiciales para las mentes adolescentes, 
	y ninguno, ni siquiera los de superhéroes, se salva de la quema. Pero 
	los cómics de horror y crimen -y, evidentemente, los cómics 
	más sangrientos y expresivos eran los de la E.C.- son particularmente 
	atacados. Según el "insigne" Wertham, estos cómics siembran 
	en las conciencias juveniles las semillas de la violencia, y son capaces de 
	convertirlos en potenciales delincuentes. Como antes y como ahora, se confunden 
	las churras con las merinas... 
	   El final de la década de los 40 y la fría llegada 
	de los 50 es una época particularmente complicada en la Historia de los EE.UU. 
	Cuando Wertham salta a la palestra hacía bien poco que otro infausto personaje, 
	el senador McCarthy, ha confeccionado su famosa lista negra de Hollywood y dirigido 
	la famosa "caza de brujas" (¡Ahh!, ¡qué nombre tan apropiado para 
	definir la caza personal del alemán!) que tantos ríos de tinta y sudor 
	hizo correr. Su represora herencia es tomada por el senador Estes Kefauver, candidato 
	a la presidencia del país, que encabeza un comité en el Senado para la 
	investigación de la delincuencia juvenil y sus posibles causas. Wertham y su 
	libro son la base principal que se esgrime para la acusación: eso de ser 
	psiquiatra y europeo aún pesa mucho en la mentalidad de las confundidas masas 
	estadounidenses. 
	 
	   El propio Gaines se presenta voluntariamente para declarar en 
	favor de la industria del cómic y de sus revistas en particular, mostrando 
	cierta ingenuidad de su parte -como se verá después- pero 
	lógicamente preocupado por el futuro de su negocio. Me siento obligado 
	a reproducir el más conocido y contundente diálogo de aquella 
	audiencia ante el comité. El propio Kefauver muestra la portada del 
	número 22 de Crime SuspenStories. En ella Johnny Craig ha dibujado 
	a un hombre con un hacha ensangrentada en una mano y la cabeza recién 
	cortada de una mujer en la otra... 
	   Kefauver: - "¿Cree usted que esto es de buen 
	gusto?" 
	   Gaines: _ "Sí, señor, lo creo... 
	para la portada de un cómic de horror..." 
	   Las posiciones quedan claras y a los ojos de las masas 
	predispuestas, los cómics de horror son condenados. No se toma ninguna 
	medida legal en su contra, pero la industria del cómic se asusta ante 
	las posibles consecuencias de su reciente demonización y, acorralada, 
	asume sus propias normas censoras sin que nadie tenga que ponerle la soga al 
	cuello. Ella misma se ahorca. Surge el Comics Code, un cúmulo 
	de "consejos" represores que nace desfasado y se mantiene en sus 
	trece hasta ya entrado el siglo XXI, en que prácticamente ha perdido 
	su influjo y razón de ser. Entre sus normas más punzantes, 
	éstas: no se deberán mostrar detalles explícitos de las 
	acciones de los criminales; las fuerzas de la ley deben ser presentadas de 
	modo intachable; el Bien siempre debe triunfar sobre el Mal (¡¡!!); se 
	prohíben las palabras Crimen, Horror y Terror; no se pueden mostrar 
	zombis, caníbales, vampiros, hombres lobo o fantasmas (¿¡¡!!?); se 
	prohíbe mostrar deformidades físicas, escenas de cama, 
	demasiado pasionales, ni exagerar las formas femeninas, ni ridiculizar las 
	religiones,... ¿Qué material nos queda entonces con el que trabajar? 
	 
	   Huelga decir que Gaines se desmarca desde el principio de 
	este Code y del resto de editores que sí lo acatan. Pero ahí 
	está la retorcida trampa: si un cómic no lleva el sello del 
	Code en la portada ni los quiosqueros quieren venderlo, ni la mayoría 
	de lectores pueden acceder a él,... Gaines se queda solo con sus 
	horrores, pero la situación se hace insostenible y debe abandonar al 
	cabo de un tiempo, sin condiciones. Los macabros y queridos personajes 
	desaparecen al fin y el derrotado editor debe utilizar una serie de trucos 
	para intentar mantenerse a flote. Crea títulos de extrañas 
	temáticas alejadas de aquellas que le dieran éxito: historias 
	de periodistas, de aviadores, sobre el psicoanálisis... tampoco llevaban 
	el sello del Code, desde luego, y murieron igualmente. Prueba a editar una 
	especie de revistas con viñetas y textos separados, que no eran 
	estrictamente cómics y por tanto no deberían ceñirse a 
	la censura. Nuevamente fracaso. En 1955 a Gaines sólo le queda la 
	revista Mad y un montón de deudas.  
	   Un sueño breve pero muy intenso se ha apoderado 
	del arte de los cómics y de los miles de lectores que los disfrutaron 
	sincera y apasionadamente. La maquinaria de la represión decapita esas 
	esperanzas. Décadas después los elogios y reconocimientos 
	desentierran ese maltratado cadáver de la fosa donde lo habían 
	sepultado. Pero ya tarde. Lo único que puede hacerse es recordar sus 
	logros en vida y rendirle un postergado tributo. 
	   Enmendando a los Clásicos 
	 
	   El plantel de alimañas e iconos propios de un 
	género tan antiguo y arraigado como es el terror fantástico, 
	desde -seguramente- los miedos primitivos del ser humano, las supersticiones 
	diversas, leyendas negras, etc... fue moldeado y catalizado, como no podía 
	ser menos, por la literatura desde sus comienzos. Sí parece demostrable 
	que el miedo es una de las sensaciones más potentes capaces de cebarse en 
	la persona, a la vez que una de las más sencillas de generar, una vez 
	descubiertos sus mecanismos y puntos sensibles. Detrás de las cavernas 
	y los cuentos de horror a la luz de la hoguera, después de las 
	cabañas y las historias de espanto junto a la protectora llama de 
	una chimenea, llegaron los libros, la literatura de evasión, el 
	definitivo invento de la imprenta y la posibilidad de crear o recrear terrores 
	a medida de las masas hambrientas de ellos. Porque no olvidemos que, 
	curiosamente, el miedo es a la vez sensación buscada en determinadas 
	ocasiones como fuente de placer. En dosis pequeñas y controladas, el 
	dolor se convierte en disfrute. 
	   Los iconos a los que me refiero, bien conocidos por todos, 
	surgidos del acervo popular, inmortalizados por la literatura y explotados hasta 
	la saciedad por los nuevos medios tales como el cine y los cómics, fueron 
	también utilizados por los creativos de E.C. como materiales de 
	construcción en muchas de sus historias. Así, encontramos vampiros 
	-el indiscutible mito eterno- protagonizando tramas equívocas y, la 
	mayoría de las veces, nada amables con las víctimas; zombis en una 
	buena cantidad de venganzas de ultratumba (uno de los temas favoritos en la casa); 
	hombres lobo, como los extraordinarios e insuperables ilustrados por Jack Davis; 
	momias con mala baba; algún pariente próximo al monstruo de 
	Frankenstein; brujas;... en fin, un completo elenco de bichos clásicos 
	del que quedan algo excluidos los fantasmas y apariciones etéreas. 
	Quizás porque el estilo acuñado por Gaines y Cía. no era 
	precisamente etéreo, sino más bien visceral. 
	   Pero una de las mayores cualidades de los E.C. Comics 
	fue, precisamente, trascender las ideas clásicas, los temas 
	arquetípicos y los rodeos alrededor de las figuras más reconocibles 
	para reinventar las cosas a su manera y llegar a crear un catálogo propio 
	y estremecedor de horrores, lo que, en buena medida, fue parte decisiva de su 
	éxito innovador. Los antiguos monstruos son sustituidos por otros más 
	acordes con los terrores modernos y ciudadanos. El muerto viviente deja paso al 
	atroz sepulturero que nos llena los ojos abiertos de espanto con la tierra que 
	nos ha de comer vivos; el machacado vampiro se retrae ante la figura aún 
	más ominosa del embalsamador, tratante de desgracias ajenas, impío 
	compinche de la Muerte; el licántropo casi desaparece a favor del 
	carnicero próspero, que ofrece a sus clientes sangrienta mercancía 
	de dudoso origen; las momias y los engendros polvorientos se reconvierten en 
	ratas y otras nauseabundas amenazas;... Cualquier elemento desagradable sirve 
	para provocar el malestar, el asco o el pavor truculento en el lector. En este 
	sentido, el carácter principal del estilo de la editorial es la malsana 
	presencia de la Muerte, lo sangriento y la proximidad del horror físico. 
	A medida que la salida al mercado de estos cómics se iba afianzando, 
	los elementos y las ideas se iban retorciendo más y más, llegando 
	a límites macabros insospechados. 
	 
	   De esta forma, Gaines y Feldstein -los principales 
	urdidores de argumentos, como veremos más adelante- poseen una serie de 
	temas y personajes propios con los que trabajar, a menudo combinando varias 
	ideas en una sola historia (lo que tiene además su mérito, ya que 
	hablamos de aventuras de entre seis a ocho páginas tan sólo) y 
	reutilizando varios de estos escenarios o figuras de manera intuitiva y aleatoria 
	en varios comics diferentes. Así, aunque un cierto regusto conocido 
	nos asalta en muchas lecturas, la sorpresa aparece con gran frecuencia, ya que 
	no sabemos por dónde nos va a salir el guionista en un momento 
	determinado. Sistema un tanto maquinal que dio sus frutos excelentes en la prosa 
	de estos autores, arropados además por dibujantes de gran talla, no lo 
	olvidemos tampoco. 
	   Un comentario aparte de lo expuesto en lo argumental 
	queda para Ray Bradbury, encumbradísimo autor de ciencia ficción, 
	fantasía y terror, que vio cómo varios de sus relatos fueron 
	adaptados en los comic books de la casa, bastantes de ellos en los 
	títulos de ciencia ficción, y otros en los de horror y crimen. 
	El detalle pintoresco viene dado porque los primeros aparecieron sin el 
	consentimiento del autor que, una vez descubierto el pastel, no sólo 
	no denunció a Gaines y los suyos sino que prefirió dejarse 
	adaptar -esta vez de forma totalmente legal- en lo sucesivo, cayendo bajo el 
	embrujo de unos cómics que no dejaban indiferente a nadie, por lo 
	que parece. 
	   Excelentes Creadores 
	
	  | 
	  |  
	De izquierda a derecha: Bill Gaines, Al Feldstein y Harvey Kurthzman.  | 
	  |  
	 
	
	   Los primeros tiempos en la nueva editorial dirigida por 
	Gaines Jr. fueron caóticos. Montones de títulos aparecían 
	y desaparecían con frecuencia; usualmente el mismo cómic cambiaba 
	de cabecera con electrizante velocidad, y resulta complicado bucear en semejante 
	maraña de publicaciones que quizás gozaran tan solo de uno o dos 
	números de vida. Una gigantesca tarea para un bibliógrafo dedicado, 
	sin duda.  
	   A partir de 1950, cuando la dirección empezó 
	a clarificarse y los títulos a obtener peso propio, surgiendo la llamada 
	New Trend, las cosas se ponen más fáciles para el historiador. 
	Es entonces cuando un excelente grupo de creadores sentó las bases de la 
	auténtica E.C. Comics, alcanzando y manteniendo un nivel general 
	de altos vuelos y calidad contrastada. Los cómics bélicos y 
	paródicos son competencia del cerebro privilegiado de un "genio 
	genuino" como es Harvey Kurtzman, pero éste no es su artículo... 
	quizás en otra ocasión. 
	   El resto de títulos, los de ciencia ficción, 
	fantasía, crímenes y horror compartieron durante sus andaduras el 
	mismo extenso grupo de escritores y dibujantes que hoy forman parte de aquella 
	leyenda, entre ellos: Al Williamson, Wally Wood, Joe Orlando, Bernie Krigstein, 
	Jack Davis... incluso el legendario Frank Frazzetta hizo una pequeña 
	incursión en el cubil de los horrores de Gaines. Vamos a centrarnos, 
	entonces, en los cómics de horror, al ser éstos los que -por fin- 
	han visto la luz en nuestro país. 
	 
	   Hay un hecho fantástico -a mí se me antoja 
	fantástico- relacionado con un nombre capital en los logros de la E.C. 
	El nombre es el de Al Feldstein, y el hecho increíble es la absoluta 
	primacía de este destajista de la máquina de escribir en la casi 
	totalidad de los guiones de estas series de horror. Si bien apreciamos brevemente 
	en algunos de los guiones los nombres de Gardner Fox, Ivan Kappler, Carl Wessler y 
	el curioso caso de Johnny Craig, artista que se escribía sus propias 
	historias, muy pronto Gaines y Feldstein se hacen cargo, al alimón, de 
	todas las grotescas peripecias de los Guardianes y la Bruja. Es difícil 
	discernir hasta qué punto se implica cada uno de ellos en el trabajo. 
	Pero una cosa parece clara: Gaines es el jefe y Feldstein el robusto brazo 
	derecho, el currante, el hombre de equipo. Es de quitarse el sombrero, en caso 
	de usarlo...  
	   Cientos de guiones entre 1950 y 1955 avalan el talento de 
	estos hombres. Si bien en los inicios las macabras historietas pecaban de 
	cierta ingenuidad, llegando incluso al infantilismo en casos concretos, parece 
	que ambos cogen rápidamente el tranquillo a su fórmula. Aunque, 
	lógicamente, en ocasiones se repiten lugares comunes y se reutilizan 
	algunas ideas -el ritmo de producción debió ser abrumador- 
	los argumentos se hacen cada vez más enrevesados, más 
	despiadados. Las trazas ingenuas desaparecen y los monstruos que pueblan estas 
	historias -humanos e inhumanos- parecen realmente repulsivos. No deja de tener 
	gracia que estos cómics, perseguidos por el gobierno conservador y 
	repudiados por las gentes de moral intachable, estén mayoritariamente 
	plagados de historias con cierto retintín, en las que son casi siempre 
	los ladrones, mentirosos, adúlteros (¡muchos adúlteros! ¡Ah!, 
	esa puritana sociedad yanqui de doble moral), asesinos o estafadores los 
	que reciben su justo castigo de manera horripilante al final del acto. 
	Un detalle digno de más profundo estudio, ciertamente... 
	 
	   Al Feldstein dibujó algunas historias, 
	pocas... Su estilo es excesivamente apergaminado, y sus figuras bastante 
	estáticas. Son viñetas que no dejan de tener su encanto 
	("Sí, señor, para un cómic de horror..."), 
	pero a la vista de la extraordinaria plantilla de artistas que manejaba la 
	editorial, es de imaginar que el inteligente Al prefirió dedicarse a 
	escribir, cosa que hacía mucho mejor. Eso nos lleva directamente a 
	Johnny Craig. Éste escribía sus propios guiones que, en mi 
	opinión, no están a la altura del resto; pecan de falta de 
	espontaneidad. Pero se trata de un maravilloso dibujante, de trazo que nada 
	tiene que envidiar a cualquier otro clásico del medio. Le falta algo del 
	espíritu loco y aberrante que sus compañeros derrochan generosamente, 
	pero sin duda es un artista como la copa de un pino cuya obra merece 
	todavía mayor reconocimiento público.  
	   Otros nombres suenan fugazmente: George Roussos, que no 
	pasa de ser un artesano esforzado; Kurtzman, que abandona el horror para llenarse 
	de gloria con otros temas; Joe Orlando, de magnífico estilo clásico; 
	Wally Wood, antes de alcanzar sus mayores cotas de éxito; Jack Kamen 
	-uno de los más trabajadores-, de modos un poco superiores a Feldstein o 
	Roussos y un clasicismo de manual; George Evans, excelente dominador de la figura 
	humana;... Pero si hay tres auténticas bestias pardas bufando en el redil 
	de la E.C. esos son Davis, Ingels y Krigstein. 
	   El impresionante Jack Davis domina la fluidez y el movimiento 
	de sus personajes como pocos. Es, igualmente, un maestro del detalle y del 
	claroscuro; la tinta está excelentemente aprovechada en sus manos, cuyo 
	estilo, sumamente realista y tocado con unas inigualables pinceladas de 
	caricatura, define a la perfección una de las facetas de los E.C. 
	Comics: el insano uso de un humor grotesco y deforme. Sus Guardianes de la 
	Cripta son los más cachondos, los más tremendos... Se 
	convirtió, además, en el portadista oficial de Tales from the 
	Crypt, gracias a sus siempre increíbles y atrayentes ilustraciones, 
	tanto en concepto como en ejecución. 
	   En el otro lado del ring, con un estilo muy diferente, 
	tenemos a Graham "Ghastly" Ingels. Ghastly significa algo 
	así como "horripilante", un alias  ganado a pulso. Sin duda 
	Ingels es el más sucio y macabro de los dibujantes E.C. Su 
	caracterización de la Vieja Bruja es realmente repugnante a la par 
	que entrañable, lo que tiene miga, y los rostros contorsionados de 
	sus personajes reflejan perfectamente la ira, el miedo, el asco... De trazos 
	oscuros y recargados, genio donde los haya de la reconstrucción 
	ambiental, dibujante peculiarísimo y lleno de virtudes, habrá 
	que esperar hasta la aparición de un Berni Wrightson, años 
	más tarde, para contemplar semejante espectáculo de barroquismo 
	en viñetas. Con Ghastly los cómics realmente hieden. 
	 
	   Bernie Krigstein es el experimentador del grupo. Autor, 
	desgraciadamente, de pocas historietas, su gran valor reside en la búsqueda 
	de innovación constante, en lo arriesgado y, a la vez, exquisito de sus 
	escorzos, en unas pinceladas enérgicas y seguras, perfectamente dirigidas. 
	Sobradamente cualificado para auparse a la categoría de Grande del 
	Cómic, la escasa difusión de sus, ya escasas, obras, nos niega 
	el placer de su disfrute.  
	   Krigstein es sólo el ejemplo más evidente de 
	los niveles hacia los que los tebeos de la E.C. estaban evolucionando. 
	Todo un conjunto de excelentes creadores unidos en el empeño de inventar 
	buenos cómics, que fueron también rentables. ¿O cómics 
	rentables que, a la vez, fueron muy buenos? En todo caso, una página 
	interesantísima de la Historia del 9ª Arte fue leída, pasada y 
	casi olvidada. Así son las cosas... 
	   Edición Completista 
	   Haciendo un inciso: la aparición en 1998, dentro de 
	la Línea Excelsior, de la Biblioteca Marvel supuso un punto de 
	inflexión -y, para muchos, también de reflexión- en la 
	edición de cómics de superhéroes en nuestro país. 
	Desde el primer momento se convirtió en tema de discusión y cierta 
	polémica, en el que rápidamente se posicionaron detractores y 
	acérrimos defensores del proyecto. En unos tomitos de 21 x 14´5 cm. 
	aproximadamente, y con casi doscientas páginas de grosor, se comenzaron a 
	publicar varias series marvelitas, las más clásicas en principio, 
	cronológicamente y sin dejar cabos sueltos. La, para los integrantes del 
	bando de detractores, mala noticia es que las series aparecían en blanco y 
	negro, obviando los colores originales. El reducido tamaño de la 
	colección también fue un arma esgrimida contra sus responsables. 
	Quizás todos tengamos nuestra pequeña parte de razón, pero 
	el hecho indiscutible es que la Biblioteca Marvel no sólo 
	sobrevivió, sino que resultó ser uno de los inventos más 
	acertados y exitosos de la industria en los últimos años. Se 
	vendían, parece ser, como churros, creaban su propio núcleo de 
	seguidores y en la actualidad sigue apareciendo serie tras serie. 
	   Pues bien, recuperando exactamente el mismo formato 
	-hasta el punto de que todavía muchos lectores se confunden- Planeta 
	DeAgostini inicia en el año 2002 nuevo titular genérico: 
	Biblioteca Grandes del Cómic. En su declaración de intenciones 
	se hace hincapié en el objetivo de recuperar títulos míticos 
	o de gran calidad inéditos -o casi- para los lectores españoles. 
	Indudablemente, los cómics de horror de la E.C. son justamente 
	míticos, ofrecen una gran calidad y son, prácticamente, desconocidos 
	de primera mano entre nosotros. Con el título de Clásicos del 
	Terror llegan por fin a nuestras ansiosas manos; ahora podremos comprobar si 
	todo aquello que habíamos oído contar era cierto. Ahora podremos, 
	por fin, degustar las execrables recetas del caldero de la Vieja Bruja... 
	 
	   Ante mí tengo ahora mismo los primeros ejemplares 
	de esta atractiva colección, cuidada en los detalles y con abundancia de 
	información adicional en forma de pequeños artículos, a los 
	que os remito si buscáis más datos. El plan editorial consiste en 
	sacar quince números con todas las historias de horror de la E.C. 
	por las que tanto hemos esperado durante años. Pero esto no es todo: parece 
	ser que, una vez más, el éxito de público de la fórmula 
	del tomito blanquinegro ha sido lo suficientemente positivo como para que Planeta 
	DeAgostini prosiga con la reciente publicación de un nuevo título, 
	Clásicos del Suspense, donde volveremos a encontrarnos a lo largo 
	de ocho entregas con ese grupo de excelentes creadores que supieron moldear 
	horrores para la ávida juventud de su época. 
	   Hemos entrado en una carrera frenética por sacar a 
	la luz montañas de cómics foráneos que, por una razón 
	u otra, permanecían inéditos entre nosotros. Parece que el mercado, 
	los lectores y las editoriales están por la labor, afortunadamente. El 
	desembarco de los terribles E.C. Cómics, nada menos que medio 
	siglo después -y dan escalofríos sólo de pensarlo... 
	¡50 años!- es el signo de que todo título de calidad puede tener 
	su oportunidad. 
	   De momento, sigamos disfrutando con la ciencia 
	ficción, la fantasía y el terror... el HORROR, mejor dicho, 
	que nos brindan unos personajes y unos creadores míticos a los que 
	debemos agradecer su influyente legado de inventiva y arte sin prejuicios... 
	¡gracias a todos y cada uno de ellos! 
	 
	   Enlaces Comentados 
	   A continuación, una serie de enlaces a páginas de 
	interés para saber un poco más sobre los E.C. Comics 
	http://www.eccrypt.com/,
	la que parece más o menos web oficial, aunque sólo su nombre lo indica... 
	http://www.sci.fi/~karielk/eccomics.htm,
	web finlandesa con información sobre los autores y portadas. Curiosa. 
	http://web2.chicagonet.net/~atlas/best1.htm, 
	página con un listado de los 100 mejores artistas de comic books de todos 
	los tiempos, entre ellos, muchos dibujantes E.C.. Muy recomendable. 
	http://www.fortunecity.com/tatooine/niven/142/tomb/tm06.html,
	extenso artículo sobre el tema. 
	http://ksacomics.com/ec1/1.htm, 
	páginas escaneadas de algunos Weird Fantasy, de Kamen, Wood, Williamson… 
	http://hometown.aol.com/canovanogram/myhomepage/writing.html, 
	entrevista con Al Feldstein 
	 
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