| 
 Este artículo ha sido leído 
              15858              veces 
            Una conversación sobre el autor de la saga de Geralt
	de Rivia, su contexto cultural y sus traducciones 
               Por José María Faraldo e Irluachair 
	
	  | 
	  |  
	Andrzej Sapkowski  | 
	  |  
	 
               El origen de este texto está en las preguntas de Manuel G.
	"Irluachair" surgidas a consecuencia de su lectura de los libros de Andrzej Sapkowski
	que yo he tenido el placer de traducir para Bibliópolis. Manuel y yo contactamos, él me
	envió unas interesantes reflexiones y unas preguntas y, en torno a ellas, ha ido
	surgiendo el texto. Creo que se trata de una experiencia interesante y que muestra
	también lo inspiradora que puede ser la red, las formas tan distintas y aparentemente
	extrañas de acrecentar la creatividad que el contacto virtual puede producir. 
               A la hora de escribir esto he supuesto que el lector conoce ya
	el dossier sobre
	Sapkowski que Cyberdark publicó hace algún tiempo, por lo que intento contestar a
	preguntas o describir aspectos que allí no se tocan y que, sobre todo, tienen que ver
	con las traducciones de los textos o con el contexto general de la obra de Sapkowski.
	Vamos a empezar con la primera reflexión que me planteó Manuel. 
            José María Faraldo 
            Irluachair: Por cierto que Sapkowski no es lo que parece. En las obras de
	Sapkowski el lugar y el tiempo son los de la fantasía épica, pero gran parte de sus	
	preocupaciones son simplemente actuales, son las de un escritor moderno. 
            José María Faraldo: Muy bien visto, porque pienso que ésa es la principal
	diferencia de la obra de Sapkowski con la de muchos otros autores de fantasía. El	
	"arcaísmo" de la fantasía heróica oculta muchas veces un absoluto vacío: por un lado,
	escapismo sin más  -nada tengo contra el escapismo, pero es una de las funciones
	meramente adicionales de la literatura, algo secundario- y por otro lado, medievalismo
	un tanto onanista -tampoco tengo nada contra el medievalismo, pero con exceso convierte
	al texto en falso-. Es decir, no hay en este género nada de las que son las principales
	tareas de la literatura: comprender el mundo, comprender el ser humano. 
            Esto se puede alcanzar en el género épico de dos formas: mediante la construcción
	de mitos (Tolkien es el ejemplo supremo) que inciden en arquetipos de lo más hondo de la
	cultura y la mente humana o bien, como hace Sapkowski, creando seres humanos con las
	preocupaciones de seres humanos. 
            No hay que dejarse llevar de todos modos por las apariencias: en los libros de
	Sapkowski se verá, con el tiempo, mayor recurso a la mitologización, aunque siempre
	desde su punto de vista retorcido y desencantado. Y a la vez, buena parte de las
	referencias concretas, citas e ironías que hay en los libros de Sapkowski no ocultan que
	su preocupación es el ser humano concreto, de verdad, no unos seres de orejitas
	puntiagudas o pies llenos de pelos (aunque muchos de sus "seres humanos" tengan orejitas
	o sean más bien peludos). 
	
	  | 
	  |  
	Sapkowski y Faraldo en la Asturcon 2003  | 
	  |  
	 
            I.: Cada cultura tiene unos arquetipos. ¿Cuáles son los que utiliza
	Sapkowski? No tengo muy claro cuáles son los que están sacados de los mitos eslavos o
	polacos; sé que Sapkowski usa los arquetipos de Tolkien, o usa un bestiario en algunos
	casos, aseguraría que sacado directamente de la lectura del Manual de zoología fantástica
	de Borges, que lo sitúan prácticamente en el mismo campo que el resto de la fantasía
	épica anglosajona. A pesar de todo, Sapkowski creo que es muy distinto. Aunque no se
	diferencie tanto por el escenario general tolkieniano (quizás sí en cierto ambiente del
	mundo rural eslavo), sí creo que se diferencia mucho por el temperamento, el pathos,
	sus preocupaciones humanas, etc. Mi principal curiosidad es sobre cuál es este
	temperamento o carácter, y si viene de su cultura polaca. 
            J.M.F.: Yo no sería tan tajante con lo de que toda cultura tiene unos
	arquetipos. Es sorprendente hasta que punto TODAS las culturas tienen unos arquetipos
	comunes, y más las europeas, cuyas culturas se han formado por aportaciones muy
	similares y compartidas. No sé cuál será tu caso, pero el mío, por poner un ejemplo, es
	que un tanto por ciento muy elevado de mis lecturas de infancia y juventud -las que te
	marcan- fueron de libros traducidos del inglés, francés y hasta ruso y polaco. Yo
	supongo que habrá más de un chaval al que La historia interminable del alemán
	Michael Ende haya marcado mucho más que los libros de Javier Marías -por poner un
	ejemplo algo fuera de lugar-. (Aunque a mí Alfanhuí me ha marcado mucho más que
	cualquier otra cosa, en lo que se refiere a literatura fantástica.) 
            A Sapkowski, como él mismo ha contado en alguna ocasión, su padre le leía libros
	de pequeño en cuatro o cinco idiomas -algo, por cierto, no tan extraño en familias
	letradas (y no tan letradas) de Centroeuropa hasta hace bien poco-, así que no sólo le
	habrá influido la literatura polaca. Tu citas concretamente a Borges: Sapkowski, en su
	ensayo sobre literatura fantástica -que quizá algún día Bibliópolis publique- reconoce
	su deuda para con él y menciona en concreto el Manual. Así que no andabas
	descaminado. 
            Una vez dicho esto, me contradigo. También es cierto que no sólo las propias
	lecturas te marcan la forma en que recibes las lecturas. Me explico: la propia vida que
	te rodea (por mucho McDonald's y Coca Cola que haya) tiene una composición concreta
	formada por fragmentos que se han acumulado de una forma peculiar que en otros rincones
	del mundo no lo han hecho. Es lo que algunos llaman "cultura nacional" (aunque el
	adjetivo "nacional" es falso, por demasiado amplio y no mostrar la realidad). De esta
	forma, es cierto que Sapkowski ha aprovechado un caudal de mitologías y leyendas que no
	son las que a nosotros nos han contado de niños. Hay una rica mitología eslava que es
	bastante desconocida fuera de estos países y que es muy interesante. 
            Pero está muy claro, al leer a Sapkowski, que en buena medida su obra es un
	diálogo, crítico y a veces destructivo, con los modelos tolkienianos y, en general, con
	la literatura fantástica. Sapkowski es un hombre que ha leído mucha, pero mucha
	literatura fantástica. Y de ella saca los modelos que subvierte de una forma a veces
	sutil y a veces agresiva, algo que con cada libro de la serie de Geralt se verá más y
	más. 
            Lo que tiene de polaco o de eslavo es, muchas veces, difícil de percibir para el
	lector que no conoce el contexto. 
	
	  | 
	  |  
	La espada del destino  | 
	  |  
	 
            I.: Por cierto, no sé si te parecerá muy razonable la relación entre
	Polanski y Sapkowski, pero la verdad es que a mí una película como
	El baile de los vampiros me parece muy pero que muy sapkowskiana: por todo, su
	estética, su erotismo, su humor, lo grotesco, etc... Prácticamente podría ser un relato
	de caza de vampiros en castillo, y con muchachas, de El último deseo. A lo mejor
	Sapko vio mucho cine. 
            J.M.F.: Es algo en lo que no había pensado pero que no está mal visto. Por un
	lado, ambos tienen mucho que ver, aunque Sapkowski es unos diez o quince años más joven
	que Polanski. Polanski estudió en Lodz, la ciudad de Sapkowski; igual tuvo algo que ver.
	Y el erotismo, humor, lo grotesco... sí, eso sí que tiene mucho que ver con una parte de
	la literatura polaca, con Bruno Schulz (pintor y escritor judío polaco asesinado por un
	SS-Mann): sus obras, que son escasas y están traducidas al castellano, son esenciales
	para comprender la literatura de lo grotesco, lo erótico, lo fantástico. Una especie de
	Kafka más pervertido. Y no podemos olvidarnos de Stanislaw Lem; buena parte de su obra
	tiene mucho que ver con esto (si le quitamos el erotismo, claro). 
            Y Sapkowski ha visto mucho cine, es cierto, y las primeras obras de Polanski -en
	especial sus cortos absurdos (no sé si conoces El armario, una maravilla, brutal
	y fantástica)- tuvieron una increíble influencia en la época en que Sapkowski era
	estudiante. 
            I.: ¿Qué sensaciones has tenido traduciendo las obras de Sapkowski?
	Podrías hablarnos de todo el proceso, las dificultades, las elecciones que tuviste que
	hacer, si tuviste que estudiar a fondo alguna cuestión novedosa para ti, o fue por el
	contrario una traducción sencilla. 
            J.M.F.: Traducir a Sapkowski es un reto y una delicia, y a la vez un
	trabajo que te vuelve loco. Debido al estilo y a la inmensa cantidad de citas y
	referencias de sus textos hay que estar alerta con cada palabra, se están haciendo
	elecciones a cada instante; algunas de dichas elecciones son verdaderamente difíciles
	porque no sabes qué va a ser mejor, si amoldar la cita al lector o traducirla de forma
	que se vea el "exotismo" -con lo cual el noventa y nueve por ciento de los lectores se
	quedan a ciegas-... Y estudiar a fondo miles de cosas: el dominio que el Maestro tiene
	de infinidad de materias (armas, barcos, economía...) es algo a lo que yo no puedo
	aspirar, al menos en esta vida... Así que he trabajado como un burro -con ayuda del
	editor, que ha apoyado mi trabajo siempre concienzudamente-. 
            I.: Se nota que tus traducciones de Sapkowski están hechas con el cuidado
	de un estilista. ¿En qué medida el estilo de Sapkowski es elaborado y tiene verdadero
	sabor y calidad en su lengua, y en qué medida se corresponde con un estilo en el fondo
	más convencional dentro de lo que puede ser una literatura comercial? 
            J.M.F.: En la crítica literaria se suele abusar del término de "genial".
	Muchos críticos y lectores consideran "genio" a cualquiera que hace bien su trabajo y
	nos proporciona un momento de diversión. Pues bien, Sapkowski no es de éstos, Sapkowski
	es un genio de verdad, como comprueba todo el que lo conoce personalmente, pero también
	todo el que lee sus obras. El estilo de Sapkowski en polaco es increíble: variado, lleno
	de textura, con una riqueza de lenguaje increíble y con una complejidad propia de
	escritores de otras épocas. Y sin embargo, y ésa es la mayor genialidad del autor, es
	capaz de lograr que no veamos esa construcción, consigue dar la impresión de que son
	textos "fáciles", "ligeros", que se leen sin que uno se dé cuenta. Hay que analizar y
	desmenuzar sus obras -como yo me he visto obligado a hacer al traducirlas- para
	comprender su genialidad. Los dos primeros libros, que, como sabes, fueron creciendo
	como cuentos aislados, tienen una estructura digamos más azarosa, abierta; cada cuento
	es una obra en sí misma, aunque esté conectada con otras. La saga que comienza con
	La sangre de los elfos posee una estructura férrea y sólida que, sin embargo, es
	absolutamente indistinguible hasta que no llegas al final y te das cuenta de pronto de
	que acabas de terminar una obra maestra. Y digo al final de la serie porque Sapkowski,
	que odia las sagas y la comercialidad (por mucho que sus obras resulten completamente
	comerciales), considera que la "saga de Geralt" no es más que una única novela dividida
	en varias partes. 
	
	  | 
	  |  
	   | 
	  |  
	 
            I.: Dicen que la poesía es justamente lo que se pierde cuando se traduce a
	otro idioma. ¿Qué es lo que se pierde de Sapkowski cuando se traduce del polaco? O dicho
	de otra manera, ¿qué cualidades hay en la prosa de Sapkowski en su lengua que sean
	intraducibles o muy difíciles de traducir al castellano? A veces también hay obras que,
	aunque tengan calidad, son intraducibles y se hace imposible sacarlas de su ámbito por
	estar basadas su estilo en un lenguaje muy localista. ¿Hay de esto algo en las obras de
	Sapkowski? ¿Temisteis alguna vez que los libros de Geralt, al estar demasiado basados en
	esta característica, no fueran trasladables con verdadero mordiente al castellano? 
            J.M.F.: Traducir es un trabajo imposible; es decir, jamás se traduce todo
	tal y como su autor lo plasmó en el original. A veces hay incluso traducciones que son
	mejores que los originales (Lovecraft en traducción de F. Torres Oliver, por ejemplo),
	pero eso significa que no son una traslación uno a uno del original, claro. Pero hay
	autores mejores para traducir que otros (me refiero a la prosa): una obra de Asimov, por
	ejemplo, no pone pegas a la hora de trasladar lo que el autor deseaba hacer al
	escribirla (plantear ideas, proporcionar distracción, sentido de la maravilla...)
	Sapkowski, por el contrario, tiene otras ambiciones. Su deseo era -además de los que
	acabo de mencionar- aportar un modelo de lenguaje a sus lectores que fuera más allá del
	mero consumismo, elevar el nivel de ese lenguaje, en suma, no tomar por tontos a los
	lectores, sino proponerles algo más complicado de lo usual sabiendo que los lectores son
	capaces de aceptarlo e, incluso, agradecerlo. Para ello recurrió a su profundo sentido
	del lenguaje popular (yo repetiré una y otra vez que se trata del escritor que mejor
	refleja el lenguaje coloquial polaco) y a su inmensa sabiduría, que le permitía echar
	mano de muy diversos estilos, del lenguaje medieval polaco, de los dialectos... Y luego
	trufar todo ello de referencias a la vida cotidiana e incluso palabras de otros
	registros que, a primera vista parece que resaltan y cuya función es ironizar lo escrito,
	deshacer lo épico. Los personajes de Sapko no ponen gestos como de estar estreñidos, o
	si lo hacen, al segundo siguiente el autor utiliza el lenguaje para deshacer el
	"estreñimiento", no sé si me explico... 
            Por supuesto, mucho de todo ello era imposible de trasladar al castellano al
	ciento por ciento. Pero por ello he trabajado tanto en los textos, hasta que he logrado
	alcanzar, creo yo, un tanto por ciento bastante alto, utilizando para ello todos los
	recursos posibles. Creo que, en este sentido, es una suerte que yo no sea filólogo, sino
	que me gane la vida como historiador de la cultura. Si hubiera tenido que respetar las
	reglas de la gramática creo que el intento se hubiera ido al garete. 
            Y yo jamás dudé ni un minuto de que Sapkowski iba a ser bien entendido por el
	público español. Claro que ya contaba con el precedente negativo de otras traducciones
	que, pese a ser correctas, habían resultado fallidas, como la alemana: el traductor
	tradujo los significados, pero no el estilo. Así que los libros han tenido un éxito
	limitado en Alemania. (Eso sí, se han convertido en objeto de culto y se pagan por
	ellos buenas sumas.) 
            Por eso hice un esfuerzo en la traducción que no es habitual en las publicaciones
	de fantasía o ciencia ficción, literatura que, no lo olvidemos, suele ser considerada
	como "de diversión", y por lo tanto, se presume que no necesita de mucho trabajo. Para
	ello he contado con la colaboración (y comprensión) de Luis G. Prado, el editor de
	Bibliópolis. No creo que muchos de los editores actuales se preocupen por sus libros
	como él lo hace. Pero creo que el esfuerzo ha valido la pena. 
	
	  | 
	  |  
	Narrenturm  | 
	  |  
	 
            I.: ¿Qué estilos consideraste a la hora de emprender las traducciones?
	¿Tuviste que emplear algún truco para hacer inteligibles al lector español giros o
	referencias solamente comprensibles dentro del ámbito polaco? 
            J.M.F.: A la hora de emprender las traducciones tuve que considerar un montón de
	cosas. ¿Cómo traducir los coloquialismos y dialectalismos? En castellano, el habla
	coloquial actual está muy degradada, carece de las resonancias populares que aún posee
	el polaco. Y por otro lado los dialectalismos han sido más usados en la literatura
	castellana que en la polaca, por lo que lo que es una novedad en Sapkowski y choca a los
	lectores polacos, si lo hubiera traducido con "andalucismos", por poner un ejemplo,
	hubiera resultado risible en castellano. Por desgracia, los humoristas de la tele han
	vuelto despreciable lo que en realidad podría ser interesante. Así que tuve que tomar
	decisiones como la de construir un dialecto que está basado en el lenguaje popular del
	oeste de Castilla -el mío propio- y al que añadí fragmentos de otras hablas populares
	para evitar que el "extrañamiento" sapkowskiano fuera excesivamente "localizado".
	Aunque a veces he "localizado" conceptos que en el texto original eran conscientemente
	localistas. A menudo pasa con las comidas. Claro, una comida típica polaca puesta como
	broma, si se traduce literalmente, resulta totalmente exótica en castellano, así que
	muchas de ellas las he trasladado con un equivalente. Aunque a veces me he permitido
	dejar "exotismos" para no hacer olvidar que el autor es polaco. 
             También, por ejemplo, Sapkowski usa a menudo palabras medievales o del acervo
	popular que se refieren a cosas concretas. En castellano, no todas esas palabras pueden
	traducirse con una palabra que cumpla la misma función (hay por ejemplo conceptos que en
	la Edad Media castellana se decían con la misma palabra que ahora usamos). Así que mi
	opción fue la de traducir el texto en conjunto, y no palabra por palabra: es decir,
	igual medievalicé algún término que en Sapkowski no lo estaba a cambio de uno que sí lo
	estaba y no se podía medievalizar. Y esto es sólo un ejemplo de los muchos trucos que me
	he visto obligado a utilizar. 
            I.: ¿Cómo definirías el estilo de Sapkowski dentro de los cánones de la
	literatura polaca? O dicho de otra manera: ¿cómo es la literatura polaca? ¿Cómo
	enclavarías la obra de Sapkowski dentro de esa literatura? ¿Qué cualidades encontramos
	en el estilo del autor... cualidades modernas, clásicas, arcaizantes...? 
            J.M.F.: Sapkowski es un "rara avis" dentro de la literatura polaca, como
	no podía ser menos. Pese a ser muy postmodernas, sus obras tienen unas referencias
	clásicas. La literatura picaresca europea (no sólo la castellana, también la alemana) y
	Don Quijote juegan un papel muy importante en su estilo y mucho más en su nueva
	obra, Narrenturm, fuera ya del ciclo de Geralt. En Polonia, es indudable que su
	mayor influencia es Henryk Sienkiewicz, el premio Nobel, que además de Quo Vadis?
	tiene toda una serie de novelas históricas y realistas que han sido básicas para los
	lectores polacos del siglo XX. 
            Dentro de la prosa polaca actual, Sapkowski es el único gran creador de mundos.
	Sólo Olga Tokarczuk -está traducido su Un lugar llamado Antaño- se ha interesado
	por fabricarse un universo propio amasando todo tipo de referencias. El resto de los
	autores contemporáneos suelen ser más bien intimistas o decadentes, algunos
	maravillosos, como Andrzej Stasiuk -a lo mejor algún día traduzco algo de este hombre-.
	Y luego están la ciencia ficción y la fantasía polacas, dentro de las que Sapkowski ha
	creado escuela: hay decenas de epígonos y copistas de su estilo, claro que sin la
	madurez del Maestro. Eso sí, tengo la suerte de conocer bastante el mundillo de lo que
	se escribe en la cf europea en diversos idiomas, y te aseguro que Polonia es, por
	calidad y cantidad de producción propia, el número uno. El ánimo de Bibliópolis es
	traer a muchos más de estos autores ante el público español. 
	
	  | 
	  |  
	   | 
	  |  
	 
            I.: ¿Tuviste o tienes modelos o referencias concretas dentro de la
	literatura que conoces, sean traducciones u obras originales en castellano, para llevar
	a cabo la traducción? 
            J.M.F.: Referencias siempre se tienen, por supuesto, pero debo reconocer
	que al traducir a Sapkowski no he pensado en nada concreto. Si acaso, en espíritu,
	Alfanhuí y Don Quijote. 
            I.: Supongo que conocerás a fondo las obras de Tolkien y las estupendas
	traducciones que creo tenemos. ¿Qué te parecen? ¿En algún momento consideraste estas
	referencias en algún aspecto de tus traducciones? 
            J.M.F.: La traducción de Tolkien al castellano es, por supuesto, un
	clásico y supongo que habrá influido en mi forma de traducir la fantasía. En la
	traducción de Sapkowski, más allá de las referencias a la propia obra de Tolkien (como
	el uso de la palabra "medianos" -halflings-), no creo que haya influido mucho. 
            I.: ¿Cómo ves el estilo de las traducciones al uso en castellano que se
	hace dentro de la fantasía épica? ¿Tienes alguna teoría al respecto? ¿Cuáles son las
	claves para traducir al castellano fantasía épica? ¿Existen modelos u obras de
	referencia? 
            J.M.F.: Para ser sinceros, hace mucho que no leo traducciones de fantasía
	épica, género que, curiosamente, me interesó muchísimo en tiempos en los que apenas se
	publicaba nada. De hecho, el primer relato propio que publiqué en un fanzine era
	una recreación de Gilgamesh en clave de fantasía heroica, allá por 1987. Por entonces
	leí todo Conan -sigue siendo el rey-, bastante Moorcock -un poco aburrido, el hombre-,
	y algo de Leiber -un gran artesano que me gusta más en fantasía contemporánea-. Pero es
	que no había más (bueno, por entonces comenzaban las Dragonlance, pero eso no me
	interesaba nada, igual me perdí algo, no lo sé). Luego, lo que he seguido leyendo, lo he
	hecho en el idioma original, más que nada porque hace tiempo que vivo fuera de España y
	simplemente me era más fácil conseguir libros en inglés, alemán (o polaco y ruso), que
	en castellano. 
            I.: ¿Qué parte de las buenas cualidades del texto que finalmente llegan al
	lector piensas que es aporte del traductor, teniendo en cuenta que traducir un libro es
	recodificarlo casi completamente a los matices de otra cultura? 
            J.M.F.: Mucha gente no se da cuenta de que, cuando leen una traducción, lo
	que leen no es al autor mismo, sino al traductor. No existe eso que todavía en las
	escuelas de traducción españolas se sigue enseñando de que "el mejor traductor es el que
	no se ve". Eso es, en cierta medida, un engaño, como lo del "periodismo objetivo". Del
	traductor depende todo. Aunque en la literatura de entretenimiento -narrativista,
	podríamos decir- resulta más fácil dar el sentido original (se suele renunciar a un
	estilo elaborado en beneficio de la pura narración), si el traductor es un berzotas, el
	libro perderá su fuerza. 
            El traductor ha de ser sobre todo honrado, darse cuenta de sus posibilidades y de
	sus impotencias para trasladar el texto, y mostrarlo. Una cosa así ha sido, en nuestro
	caso, el renunciar a transformar la palabra "brujo", que en polaco no existía en
	masculino y Sapkowski es el primero que la usa (parece una tontería, pero en polaco sólo
	existían "brujas"). Hubiera sido ridículo inventar un neologismo como "brujero" o
	"brujeador", porque en ese sentido el acervo cultural en las diversas tradiciones
	ibéricas (en este caso no existe una única tradición "española") es muy distinto del
	polaco. Así que se puede decir que esto es un fallo de la traducción pero un fallo
	honrado, asumido. A cambio, otras partes de la traducción han ganado una consistencia
	que estimo que reflejan perfectamente el original. 
            Aunque, por supuesto, a todo el que pueda leer el original, le animo a que lo
	haga. Ni la mejor traducción del mundo hace justicia a la calidad de la prosa de
	Sapkowski. 
               |