|  
             Esta crítica ha sido leída 7638 veces 
	     
            
              
             
		Algo más en el equipaje, 
		de Ray Bradbury
	     
            
		Título original: One More for the Road
		 (2.002)
	     
            
		Portada: Opalworks
	     
            
		Traducción: Marcial Souto
	     
            
		Editorial: Minotauro 
		(2.003)
	     
	      
	    
		El libro en cyberdark.net
	     
	     
		
		 
		 Ray Bradbury
		 
		Libros en cyberdark.net 
		Narraciones originales en cyberdark.net 
	     
              
               | 
          
		 Iván Olmedo (Odemlo), Marzo 2.004 
	
	    El sr. Bradbury es uno de los escasos clásicos vivos 
	que nos quedan, un impenitente y voraz cuentista cuyo genio se resiste a 
	desaparecer, ya con más de ochenta años de vida a sus espaldas. 
	Justo es recordar que, entre su extensa producción sobresalen sobremanera 
	dos títulos fundamentales para la Historia del género: sus 
	míticas Crónicas marcianas (da angustia pensar qué es 
	lo que respondería un noventa por ciento de la gente "de a pie" 
	si se les encuestara acerca del significado de este título... ughhh...); y 
	Fahrenheit 451, una distopía que usualmente llega al fondo del 
	corazoncito de cualquier lector con sentimientos; además del que 
	quizás sea su compendio de relatos más conocido: El hombre 
	ilustrado. Algunas excelentes novelas aparte, Bradbury es un autor apegado 
	de siempre al relato, a la narración corta, donde ha cimentado gran parte 
	de su prestigio. Un prestigio no siempre bien ponderado, dadas las especiales 
	características literarias del nacido en Illinois. Como Dante, Kafka o 
	Sade mucho antes que él, Bradbury ha sido capaz de acuñar un 
	término particular que define su estilo. El estilo bradburyano se 
	basa, en la forma, en utilizar una gran cantidad de términos 
	metafóricos e inyectar a la prosa una cualidad muy cercana a la del poema, 
	conseguido con una aparente naturalidad que en este autor es, incluso, 
	mágica y en otros acabaría, previsiblemente, en desastre. En el 
	fondo, los temas recurrentes son varios: la nostalgia de la niñez, los 
	profundos sentimientos de soledad o, por el contrario, de compañerismo, 
	el triste e inexorable paso del tiempo... todos ellos elementos reutilizados por 
	Bradbury a lo largo de su carrera. Es decir, su estilo es tan absorbente que, o 
	te gusta mucho y te engancha, o definitivamente es un autor al que dejarás 
	de seguirle la pista. 
	   La última recopilación caída en nuestras 
	manos es, efectivamente, algo más en el equipaje abultadísimo de 
	este veterano escritor, otro conjunto de relatos con su marchamo 
	característico que agradará - como siempre - a sus fieles, y se 
	puede recomendar sin muchos problemas al lector ocasional que guste de la buena 
	literatura tocada por la mano de la profesionalidad y la experiencia. Y es que, 
	si algo destilan estos cuentos, es el resabio de un autor que domina a estas alturas 
	todos sus recursos y mañas, capaz de escribir pequeños relatos que 
	dejen un buen sabor utilizando los mínimos elementos de una anécdota 
	o una imagen concreta. Nutrida principalmente esta recopilación con 
	historias muy breves, encontramos que la mayoría de ellas se ahogan en el 
	caldo bradburyano: las melancolías, tristezas y nostalgias habituales 
	se ven superadas aquí por las lágrimas directas y una sensible 
	(sensiblera) tendencia al lloriqueo; es el citado estilo llevado a sus 
	límites y un tanto pasado de rosca. Incluso algunas pueden considerarse 
	sin duda como caprichos de un autor que se eleva sobre sí mismo; tal es el 
	caso de "La gira de despedida de Laurel y Hardy en Alfa del 
	Centauro", un ejercicio de figura que se permite cualquier exceso 
	creativo. Sin embargo, y a pesar de una unidad ambiental, o incluso diría 
	que "escénicamente sentimental" que funde casi todo el contenido 
	del libro en un todo bastante compacto, hay algunas historias que destacar sobre 
	el resto. A saber: 
	   "El dragón bailó a medianoche" es 
	una excelente historia maravillosamente escrita que utiliza una de las pasiones 
	de Bradbury, el cine y sus entresijos más mundanos, para narrarnos una 
	buena idea y ofrecernos personajes carismáticos. 
	    Algo parecido a lo que ocurre con "Donde todo 
	es vacío hay espacio para moverse", relato dotado de un regusto 
	extraño y también llevado con buena mano.  
	   "La novela más larga del mundo" parte de 
	una idea loca presentada alocadamente, y si bien no es un gran relato, deja una 
	impresión agradable en el lector. 
	    "El paso del tiempo" recurre una vez 
	más a una de las ideas presentes en el espíritu de la obra 
	bradburyana, condensada en apenas cinco páginas de manera 
	brillante. 
	    Y "El grillo en el hogar" es una 
	suerte de historieta de tebeo pulp con una manita del barniz de calidad 
	del sr. Bradbury. 
	   Dejo para el final comentar "Bestias", relato 
	maquiavélico (¡ah!, sí, se me olvidó añadir 
	a Maquiavelo en la lista de "adjetivadores" anterior) que más 
	parece trasplantado de otro libro y nos muestra una visión animalizada 
	de nuestra incomunicación social; altamente recomendable. 
	   Algo más en el equipaje, por cierto, reciente 
	premio Bram Stoker en el 2003, no es quizás equiparable a los 
	títulos clásicos de Bradbury, aquellos que deslumbran y crean 
	adictos de por vida. Es un trabajo simplemente correcto en el que el autor, 
	sin salirse de sus coordenadas, cae durante muchas páginas en lo más 
	manido de sus recursos, hasta llegar a hacerse empalagoso en ocasiones. El defecto 
	que comúnmente puede achacársele, en una opinión generalizada. 
	No obstante, con esta obra ha vuelto a dejarnos entrever su calidoscopio de 
	fantasías tenues donde lo fantasmal, lo oculto en la memoria y el 
	protagonismo del tiempo como un personaje más, juegan un papel 
	importante. Como mago de las ilusiones y verdadero poeta del fantástico, 
	Bradbury continúa también ejerciendo su papel en los escenarios 
	literarios del mundo, fiel a sus lectores, y sus lectores fieles a él. 
	    "Más de lo mismo", se podría 
	argumentar... "más nostalgias bradburyanas..." Cierto. 
	Pero si el buen señor de Illinois sigue demostrándonos que es un 
	escritor solvente al que le queda aún cuerda mágica por la que 
	trepar (pese a los achaques de su avanzada edad), bienvenidos sean sus 
	próximos relatos. 
	   Y es que un clásico... es clásico por 
	algo... 
	  
 |