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		Lobo Solitario 4 - El abismo maldito, 
		de Joe Dever
	     
            
		Título original: Lone Wolf: The Chasm of Doom
		 (1985)
	     
            
		Portada: Alejandro Colucci
	     
            
		Traducción: Miguel Martínez-Lage
	     
            
		Editorial: Timun Mas - Libro Aventura 
		(2004)
	     
	      
	    
		El libro en cyberdark.net
	     
	    
		Reseña de los dos primeros volúmenes de la serie
	     
	     
		
		Joe Dever
		 
		Libros en cyberdark.net 
	     
              
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		 XNTHOS, Julio 2004 
	    En este cuarto libro de la saga de Lobo Solitario, último 
	Señor del Kai, nos encontramos con que las tierras de Sommerlund atraviesan un raro 
	período de paz. Ha pasado ya más de un año desde el triunfo sobre los Señores de la 
	Oscuridad de Helgedad (tal y como se contaba en Fuego sobre el agua) y la 
	captura de Vonotar el Traidor (en Las cavernas de Kalte). Sin embargo, la 
	paz nunca es demasiado duradera en Magnamund, y estamos en realidad ante la proverbial 
	calma que antecede a la tempestad. 
	   Los problemas comienzan cuando las comunicaciones con Ruanon, 
	una baronía minera al sur de Sommerlund, se cortan misteriosamente. El Rey Ulnar 
	envía una pequeña tropa de jinetes al mando del Capitán D’Val para descubrir qué 
	ha ocurrido, pero también desaparecen, y no llega ninguna noticia sobre ellos. 
	Finalmente el Rey decide mandar a Lobo Solitario, alter ego del lector, al 
	mando de un grupo de exploradores, tras la pista de los soldados desaparecidos y 
	en un intento por averiguar qué está ocurriendo en realidad en Ruanon. 
	   Siguiendo el mismo estilo de los anteriores 
	librojuegos de la serie, será el lector-jugador el que guiará los pasos 
	de Lobo Solitario para descubrir la misteriosa conspiración que subyace detrás de 
	tanto misterio. Porque hay algo siniestro en marcha en Ruanon... 
	   Nos encontramos ante un punto de inflexión en la saga 
	de Lobo Solitario. La historia de los primeros libros, centrada en la 
	guerra contra Helgedad, está ya agotada después de los acontecimientos de Las 
	cavernas de Kalte. Aunque no sea tan evidente en principio, este cuarto 
	libro va a dar comienzo a la trama que sustentará el resto de la serie, y de 
	este modo, lo que parece un simple incidente sin demasiada importancia para 
	el Señor del Kai va a desencadenar acontecimientos que, en futuros libros, 
	afectarán a toda Magnamund y, muy especialmente, a Lobo Solitario, como 
	descubriremos a partir del próximo libro. 
	   Tal vez el problema es precisamente este carácter que 
	tiene el libro de "introducción" de lo que vendrá luego, porque lo cierto 
	es que la trama no tiene tanta fuerza como otros volúmenes posteriores. 
	Después del clímax en la saga que supone la captura de Vonotar y antes de 
	lo que está a punto de comenzar, para el lector habitual de Lobo Solitario 
	este resulta uno de los menos memorables. Aún así mantiene el nivel de 
	calidad general de la serie, lo que lo hace una lectura más que recomendable 
	para pasar un buen rato. 
	   Lo primero de lo que nos damos cuenta leyéndolo es de 
	la coherencia que ha ganado el mundo de Joe Dever. Si esta solidez ya era 
	perceptible en los primeros volúmenes de la saga, aquí se hace aún más 
	patente. El mundo de Lobo Solitario ya no se limita al país norteño 
	de Sommerlund y sus alrededores. El libro va a llevar al lector en un viaje 
	(que ocupa gran parte de la trama) a las provincias del sur, y empezaremos 
	a darnos cuenta de la verdadera extensión y variedad de Magnamund. Mientras 
	en los primeros libros parecía que toda la vida en Magnamund se centrase 
	en la guerra entre Helgedad y Sommerlund, aquí vamos empezando a conocer 
	otros lugares, como la desértica Vassagonia, que tiene ya cierta importancia 
	en la trama de El abismo maldito y pasará a un primer plano en el 
	próximo número; Cloeasia o la misma baronía de Ruanon que sirve de escenario 
	a la aventura. Lugares todos ellos bien perfilados y que no se limitan a 
	ser meros nombres de relleno, sino que cada uno tiene su propia personalidad 
	y aparece con una cultura distintiva e interesante. Para tratarse de un 
	librojuego uno se da perfecta cuenta del esfuerzo que pone el autor 
	en aspectos como estos. 
	   También observamos cómo ha ganado la saga en complejidad
	en otros detalles. Los textos son más largos y elaborados que en los primeros 
	volúmenes, y ya no se limitan a meras descripciones de la situación para que 
	el lector-jugador tenga claro qué es lo que ocurre en cada momento. Por el 
	contrario, el autor se ha vuelto más descriptivo intentando reflejar un mundo 
	rico y vivo, de lugares que no aparecen allí por arte de magia para que Lobo 
	Solitario los cruce y de personajes que parecen tener sus propias motivaciones 
	y forma de ser, y no son -siempre- meras comparsas que están ahí para morir 
	en combate. Todo esto ayuda al lector a entrar más fácilmente en la historia. 
	   Otro detalle interesante que, de nuevo, redunda en la 
	coherencia del mundo de Lobo Solitario, es la aparición de personajes 
	recurrentes, con los que Lobo Solitario ya se ha encontrado en libros anteriores 
	y que reaparecen en otras circunstancias, con su propia agenda y en ocasiones 
	habiendo evolucionado con el tiempo. El ejemplo en este libro es el capitán 
	D’Val, que ya aparecía al principio de la serie, aunque sólo como poco más 
	que un nombre, y que reaparece ahora como uno de los principales personajes de 
	la trama, pues es precisamente a él al que Lobo Solitario se ve obligado a 
	encontrar después de su misteriosa desaparición. No sólo personajes, sino 
	incluso algunos elementos de "decorado" se cuidan para dar personalidad a 
	Magnamund. No tenemos simples "pócimas curativas", sino pociones de 
	launspur, de la que descubrimos que es una planta curativa de la región. 
	Los asesinos no untan sus armas con simple veneno, sino con savia de gnadurn, 
	que se nos presenta a lo largo de la saga como el más potente de las ponzoñas. 
	Todos ellos, detalles bien cuidados que se agradecen. 
	   Y finalmente la historia de Magnamund, que en los libros 
	anteriores aparecía sólo ligeramente perfilada, comienza a ver la luz y a cobrar 
	importancia en los acontecimientos presentes que narra el libro. Se nos cuenta 
	la primera derrota de los Señores de la Oscuridad por Sommerlund durante la Edad 
	de la Luna Negra, comenzando a definirse un trasfondo histórico de Magnamund, 
	al que los sucesivos volúmenes de Lobo Solitario irán dotando de mayor 
	profundidad. 
	   Por lo demás, El abismo maldito mantiene los 
	elementos característicos de toda la serie de Lobo Solitario, con una 
	trama que va haciéndose más compleja conforme avanza el libro: la misión que 
	comienza como casi una aventura rutinaria pronto va derivando hacia algo mucho 
	más oscuro y siniestro según se va desvelando la verdadera trama. El viaje de 
	Lobo Solitario, inicialmente acompañado de una pequeña tropa de exploradores a 
	su servicio -cosa novedosa, pues en estos libro-juegos lo habitual es que el 
	protagonista-lector esté siempre sólo-, se tuerce en seguida, según los desastres 
	comienzan a abatirse sobre ellos. El clásico componente trágico y fatídico de 
	las historias de Dever, bien presente.  
	   Es también interesante la manera en la que Dever introduce 
	esos componentes en la historia. Mediante la aparición, desde casi el principio, 
	de malos presagios; mediante el descubrimiento de indicios nada halagüeños de lo 
	ocurrido en la región antes de la llegada de Lobo Solitario; y mediante toda 
	una caterva de encuentros peligrosos y siniestros, logra crear un ambiente 
	amenazador de manera bastante eficaz, haciendo la opresión casi tangible sin 
	necesidad de sacar a escena ninguna criatura terrorífica o adversario poderoso, 
	y creando en el lector una sensación de acoso y paranoia casi constante. El 
	autor demuestra ser, aún dentro de las lógicas limitaciones de este formato 
	de libros, un narrador bastante eficaz. 
	   El componente bélico habitual en la serie tampoco se deja 
	de lado en El abismo maldito, en el que tiene lugar una de las batallas 
	mejor narradas de la saga. De acuerdo con la tónica habitual en Joe Dever, se 
	nos describe de forma cruda y sin demasiadas concesiones al heroísmo; más bien, 
	como una escaramuza cruenta entre hombres desesperados en la que no está nada 
	claro quién puede vencer. 
	   Un libro, en suma, que mantiene el nivel de la serie de 
	Lobo Solitario sin ser el más brillante de la saga.  
	  
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