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		La cara hembra de Dios, 
		de Daniel Alcoba
	     
            
		Portada: Opalworks
	     
            
		Editorial: Minotauro - Kronos 
		(2004)
	     
	      
	    
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		Daniel Alcoba
		 
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		 José Yofre (Orionknight), Agosto 2004 
	
	    Cuando me enfrenté a esta novela no tenía referencias externas de 
	su autor salvo la breve información que se incluye en la misma, ni conocía su obra a 
	pesar de tener entre mis lecturas pendientes La montaña del Origen, editada 
	también por Minotauro en su colección de bolsillo. El hecho de ser publicado por esta 
	editorial ya es un buen indicio gracias a su reputación y su demostrado buen hacer. 
	Leer la contraportada hizo que mis expectativas aumentasen. Una novela en la que se tratan 
	temas como los medios de comunicación, la religión y la ingeniería genética en clave de 
	humor. Excelente. Me zambullí en su lectura con interés y esto fue lo que encontré. 
	   En un futuro no muy lejano las principales religiones se han 
	radicalizado y fragmentado en innumerables sectas. Los medios de comunicación consideran 
	estrellas a comandos paramilitares, que reciben una cobertura mediática total. Este 
	escenario es nuestra actualidad llevada a un extremo en la que la guerra es un espectáculo 
	mediático donde aparecen escisiones religiosas fundamentalistas con demasiada frecuencia. 
	   En este marco se desarrollan dos historias que, como es previsible, se 
	acaban entrelazando. La primera es la de Alí Hasan, un futuro héroe de una facción islámica 
	que desaparece en medio de una incursión bélico-mediática de un grupo militar americano. 
	También se nos narra la historia de una maldición relacionada con los avestruces que persigue 
	a la familia de Hasan desde el origen de los tiempos. El otro hilo argumental lo protagoniza 
	principalmente el párroco/guerrillero Ludovico Beltrán, convocado para una misión en la que 
	debe convertirse en el hagiógrafo del proteón Benjamín Primo (una especie de replicante 
	polimorfo), destinado a grandes hazañas religiosas y a emparejarse con la proteón Rachel, 
	su complementaria femenina producto de una facción cristiana contraria. En el trasfondo de 
	estas dos historias, en pleno Maresme barcelonés, se está fraguando una rebelión yadaka 
	ultra-feminista fundamentalista islámica y castradora (en el sentido más literal de la 
	palabra). 
	   En La cara hembra de Dios podemos encontrar temas tan actuales como los 
	fundamentalismos religiosos e ideológicos, los nacionalismos radicales, el feminismo 
	castrador, el militarismo estadounidense o la manipulación genética. ¡Para qué queremos más! 
	El problema es que da la sensación de que Daniel Alcoba ha pretendido tocar demasiados palos y 
	el resultado es decepcionante y confuso. La prosa es recargada y los diálogos forzados. 
	Las frases son siempre terriblemente grandilocuentes y (extremadamente) largas, y a pesar 
	de que me imagino que el autor ha pretendido ofrecer una visión deformada y grotesca de 
	estos temas, ha cargado demasiado la trama con datos y frases realmente innecesarios que 
	entorpecen enormemente el desarrollo de la historia. 
	   La narración está cargada de humor y debe ser entendida como una 
	sátira, pero los diálogos y situaciones, en algunos tramos acertados, pasan con demasiada 
	frecuencia al chascarrillo zafio y de brocha gorda. Quizá se pretendía utilizar estos 
	gags como reflexión sobre el embrutecimiento cultural al que parece que estamos 
	destinados en la novela, pero me temo que eso no hace más que contaminar el desarrollo de 
	la trama. 
	   Así, La cara hembra de Dios ha sido una experiencia 
	decepcionante. Sufre de un exceso de ambición mal desarrollado fraguado en un intento de 
	tratar varios temas que terminan enmarañado los hilos de la historia. Tiene todos los 
	elementos necesarios para ser una buena historia y con cierto toque autóctono que nos 
	hubiese alegrado los ratos de lectura, pero finalmente se convierte en una obra confusa 
	y excesiva. Esperemos que Minotauro nos ofrezca mejores novelas de autores hispano 
	hablantes en el futuro. Los aficionados lo agradeceremos. 
	  
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