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		La paja en el ojo de Dios, 
		de Larry Niven y Jerry Pournelle
	     
            
		Título original: The mote in God's Eye
		 (1974)
	     
            
		Portada: Opalworks
	     
            
		Traducción: José Mª Álvarez Flórez
	     
            
		Editorial: Minotauro 
		(2003)
	     
	      
	    
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		El tercer brazo, 
		de Larry Niven y Jerry Pournelle
	     
            
		Título original: The Gripping Hand
		 (1993)
	     
            
		Portada: Opalworks
	     
            
		Traducción: Elías Sarhan
	     
            
		Editorial: Minotauro 
		(2004)
	     
	      
	    
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		Jerry Pournelle
		 
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		 Javier Vidiella (fjvidiella), Agosto 2004 
	
	    Si hay una regla en la creación literaria que se suele cumplir una 
	vez sí y otra también es que las colaboraciones entre autores de primera fila terminan 
	en fiasco. En ciencia ficción tenemos claros ejemplos de ello, siendo quizá el más señero 
	Deus Irae, escrito al alimón nada menos que por Philip K. Dick y Roger Zelazny. 
	El resultado de ese esfuerzo conjunto entre dos genios del género fue, todos lo sabemos, 
	bastante pobre. ¿Qué tienen entonces las colaboraciones entre Larry Niven y Jerry 
	Pournelle para que, en términos generales y salvo algunas excepciones, hayan dado frutos 
	apreciables y, como en el caso que nos ocupa, hasta obras maestras de la ciencia ficción? 
	   Creo que la respuesta está en que no se cumple uno de los términos de 
	la premisa de partida: en este equipo, sólo uno de los autores es de primera fila. Jerry 
	Pournelle no pasa de ser un modesto artesano de los que abundan en el género y que, si 
	entra en la historia de la ciencia ficción, lo hará de la mano de Niven, nunca sólo. Este 
	último, por su parte, ha escrito él solito cosas como Mundo anillo. Al palmarés de 
	uno y otro me remito para confirmar lo que estoy diciendo. Con La paja en el ojo de 
	Dios la colaboración entre ambos alcanzó su punto culminante. Es de esos libros que 
	tienen puesto fijo en las listas de los mejores de todos los tiempos. Y con razón. 
	   Toda la historia gira en torno al primer contacto entre una humanidad 
	que ya hace tiempo dio el salto a las estrellas como único método para salvarse de la 
	destrucción inexorable a la que le arrastraba la superpoblación, y los pajeños, la 
	primera raza alienígena inteligente con la que el ser humano se tropieza en su caminar 
	entre las estrellas. Es imposible entrar a comentar el argumento sin destripar el eje 
	fundamental sobre el que se desarrolla la trama, que no es otro que el misterio que envuelve 
	a estos últimos. Baste con decir que no son lo que parecen. Lo que sí son es una de las razas 
	alienígenas más fascinantes que ha dado la ciencia ficción.  
	   Niven y Pournelle utilizan muy pocos elementos básicos en la construcción 
	de su historia: la tecnología del salto en el espacio y el campo protector que poseen los 
	humanos, que quieren evitar a toda costa que caiga en manos pajeñas; el encuentro con los 
	pajeños; el desvelamiento progresivo de su secreto; y pare usted de contar.  
	   Pero todo en La paja en el ojo de Dios está tratado con indudable maestría. Primero, 
	el escenario: el planeta de los pajeños gira en torno a una estrella tipo Sol que, a su vez, 
	es la compañera de una gigante roja que está embebida en el Saco de Carbón, una gran mancha 
	negra en el firmamento, fácilmente observable por los habitantes del hemisferio sur 
	terrestre. El Saco de Carbón, visto desde el mundo humano más próximo, tiene la forma de un 
	busto gigantesco. La gigante roja parece un ojo en el rostro de ese busto y la pequeña estrella 
	amarilla es precisamente la paja en el ojo de Dios. Alrededor de esa figura celeste ha surgido 
	una religión entre los humanos. Sin embargo, el impacto que sobre esas creencias pudiera tener 
	el que se encuentre vida inteligente en el ojo de Dios no está suficientemente tratado en la 
	novela. Los autores prefirieron obviar este tema más, digamos, filosófico, para centrarse en 
	la aventura pura y dura. 
	   Segundo, el misterio de los pajeños: los autores van desvelándolo 
	lentamente, en un "crescendo" que acaba atrapando al lector sin remedio, intrigado por 
	cómo acabará todo. Si la novela pierde fuelle en algún momento es precisamente al final 
	de la tercera parte cuando, tras la odisea de varios guardiamarinas del crucero MacArthur 
	en el planeta pajeño, el lector ya tiene todas las claves del misterio de los alienígenas 
	y, sin embargo, los protagonistas están todavía en ascuas, dando vueltas en 
	círculo sin llegar a ningún sitio. 
	   Tercero y fundamental: cómo se resuelve ese misterio. Como ya he 
	dicho, las características de los pajeños, su sociedad, su sistema de castas, su complicada 
	fisiología y su civilización son el gran hallazgo de esta novela. Pocas veces en la historia 
	de la ciencia ficción se ha creado una raza alienígena tan creíble. Son inhumanos de 
	verdad, no simples hombrecillos verdes. Alienígenas en todo el significado del término. Tan 
	incomprensibles para el ser humano como el ser humano lo es para ellos. 
	   En el lado negativo del balance podemos incluir el trazado de los 
	personajes principales, bastante planitos y estereotipados, y un cierto tufillo militarista, 
	aristocrático, imperialista y anticientífico muy del gusto de cierto sector de la ciencia 
	ficción norteamericana. Los militares suelen estar siempre en posesión de la razón y los 
	científicos son unos individuos sumamente molestos y excéntricos que no hacen más que meter 
	la pata a lo largo de toda la novela e incordiar a los militares en el desempeño de su rol 
	como salvadores de la humanidad. Muy reveladora a este respecto es la cita de contraportada: 
	"Posiblemente, la mejor novela de ciencia ficción que he leído" (Robert A. Heinlein). 
	Después de Tropas del espacio, habría que añadir. Pero todo es perdonable si en 
	tus manos tienes una joya irrepetible de la literatura de ideas. Y eso es lo que es, a fin 
	de cuentas, La paja en el ojo de Dios. 
	   Sin embargo, si comenzábamos esta reseña con una máxima que La paja 
	en el ojo de Dios no cumplía, su continuación, El tercer brazo, por desgracia, sí 
	cumple otra: "nunca segundas partes fueron buenas". 
	   Treinta años han transcurrido desde los hechos que se narraron en 
	La paja en el ojo de Dios. La situación de equilibrio inestable en la que quedó la 
	relación entre humanos y pajeños peligra. Es necesario volver al sistema de La Paja e 
	intentar frenar la salida de los pajeños al espacio controlado por los humanos. De lo 
	contrario, toda la vida humana puede verse abocada a la extinción. 
	   Niven y Pournelle retoman personajes de la novela anterior, introducen 
	otros nuevos y menos interesantes, los meten a todos en una nave espacial y se embarcan en 
	una odisea sin sentido que se arrastra cansina a lo largo de más de cuatrocientas páginas 
	de soberano aburrimiento. La baza fundamental de la primera parte, el misterio pajeño, ya 
	no existe. Ante esta situación, los autores podrían haber optado por seguir desarrollando 
	la fascinante civilización alienígena que habían creado, de la que todavía quedaba mucho 
	por desvelar o bien, eligiendo el camino fácil, hacer lo que han hecho: nada. 
	   Toda la novela es un constante ir y venir entre facciones pajeñas 
	que al lector le parecen iguales, un galimatías de nombres, tribus y especímenes pajeños 
	entre los que acabas perdido, deseando que la trama llegue a su fin, tenga este sentido 
	o no. Porque lo que cuentan no interesa en ningún momento y lo alargan innecesariamente. 
	Podrían haberlo contado todo en menos de cien páginas y la historia no hubiera perdido 
	calidad; hubiera seguido siendo igual de mala. 
	   Si es usted uno de los lectores que ha disfrutado con la primera parte, 
	le recomiendo encarecidamente que no se acerque a la segunda. No sólo no aporta nada a una 
	historia que nació redonda, sino que duele ver cómo los autores han desaprovechado esos 
	mimbres de partida para construir semejante engendro. Si se le pone el libro a tiro, mire 
	hacia otro lado y finja que no lo ha visto. Me lo agradecerá. 
	  
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