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               Por hartree 
               Acostumbra a ser una práctica usual de las editoriales de género escribir reseñas o
	mensajes rimbombantes en las solapas o contraportadas de sus novelas, anunciándolas como la sucesora de
	El Señor de los Anillos o proclamando al autor como el nuevo Tolkien de la fantasía moderna. Así,
	suele ser común que después de leer un libro de estas características uno se pregunte qué llevó al reseñador a
	mostrar tal alarde de entusiasmo; una cosa es tirar piedras a tu tejado y otra muy distinta hacer publicidad
	engañosa. 
               Después de unos cuantos años de sequía parece que las editoriales españolas han mirado más
	allá de las franquicias (comercialmente rentables, todo hay que decirlo) y han comenzado a publicar algunas de las
	series procedentes del mercado anglosajón que han conseguido más renombre. No hace falta decir que
	Canción de hielo y fuego es ya todo un éxito en nuestro país; La Factoría de Ideas ha publicado en los últimos meses
	las dos primeras entregas de la trilogía de El Vatídico escrita por Robin Hobb, avalada por algo más de dos millones de
	copias vendidas; Incluso Timun Mas, el rey de las franquicias y que no goza de demasiado prestigio entre los
	lectores curtidos, ha decidido tirar la casa por la ventana y editar la serie Malazana de Steven Erikson. En
	cuanto a Bibliópolis Fantástica, como nos tiene acostumbrados, alterna la publicación de títulos
	recientes y clásicos. Maestro de enigmas se cuenta entre los últimos, quizás una serie añeja pero que
	mereció en su momento los premios Locus y World Fantasy por el tercer volumen de la trilogía. 
               Con este artículo pretendo dar mis impresiones a modo de reseñas de las series de Hobb,
	Erikson y McKillip, incluyendo al final un pequeño análisis comparativo entre las primeras. 
            A Tale of Malazan Book of the Fallen, Steven Erikson 
	
	  |  
	| Gardens of the Moon |  
	 
               A Tale of Malazan Book of the Fallen (de aquí en adelante Malazan) quizás sea el
	ejemplo más claro de éxito vía internet del que se tiene noticia en el género de la fantasía épica. Escrita por el
	canadiense Steven Erikson y publicados en el Reino Unido y Canadá, muy pronto, y gracias a la ayuda de fans
	entusiastas y el boca a boca, se ha convertido en una de las series de mayor éxito de los últimos años,
	capaz incluso de hacerle frente a la mismísima Canción de hielo y fuego. Hay infinidad de foros discutiendo
	las virtudes de los libros y los más extraños detalles, donde se levantan acaloradas discusiones sobre si
	pueden compararse ambas, ya consolidadas en el mercado. 
               Malazan puede catalogarse en el marco de la Alta Fantasía –High Fantasy en
	inglés–. Este tipo de libros se caracterizan por mostrar la fantasía en estado puro. Suelen tener un altísimo
	componente mágico, se desarrollan en un mundo imaginario donde los seres humanos coexisten con otras razas (las más
	típicas incluyen a los elfos o los enanos), aparecen magos y todo tipo de dioses y semidioses,... Parafraseando a
	Fritz Leiber: “Una historia de Alta Fantasía o Espada y Brujería es un cuento de acción, derivado de las
	aventuras tradicionales de las revistas pulp, encuadradas en una tierra, edad o mundo surgidos de la imaginación del
	autor, mundo en el que la magia funciona y los dioses son reales, y que sitúa a un poderoso guerrero en conflicto
	directo con las fuerzas sobrenaturales del mal”. En esto último Malazan sí se separa un poco de la estructura
	clásica. Con cinco libros disponibles es todavía difícil conocer cuál es el argumento de la serie. Sí está claro
	que no trata de una lucha entre el bien y el mal, al menos no en el sentido de símbolos absolutos. Conviene aquí
	diferenciarlos de la fantasía de Martin o Hobb, que hacen énfasis en describirnos un entorno más realista, más
	parecido a la novela histórica. 
               Los libros de Malazan están estructurados como historias autoconclusivas que transcurren
	en el marco de una enorme campaña militar y, al tiempo, va especiando los relatos con el trasfondo histórico del
	mundo. Es precisamente esta historia de fondo la que establece el lazo de unión entre todas las novelas y la
	auténtica trama. 
	
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	| Deadhouse Gates |  
	 
               Lo primero que llama la atención es que Erikson sitúa a los personajes in media res,
	dando por hecho que ya se conocen las reglas del mundo donde se desarrolla. No suele dar explicaciones en forma de
	enormes parrafadas contando detalladamente los motivos de que los sucesos trascurran como lo hacen –esto se nota
	especialmente cuando se trata de explicar la magia–. Prefiere proporcionar pistas, comentarios de los personajes o
	descripciones en determinados momentos, a veces, sin que parezcan tener relación con el argumento. Obliga a
	permanecer muy atento pues las pistas suelen referirse a la historia de fondo más que a la principal que se puede
	seguir con facilidad. Y proporciona mucho valor a las relecturas; al conocer el argumento global uno
	puede centrarse en los detalles. Resulta sorprendente descubrir lo bien planeada que tiene Erikson la serie.
                Quizás sí sea difícil engancharse. Primero por la grandísima extensión de la misma,
	prevista inicialmente en diez libros. Y segundo porque el primer libro, Gardens of the Moon, es posiblemente
	el peor de la serie –a mucha distancia de los demás–. Conviene comentar que se escribió ocho años antes que el
	segundo y que, inicialmente, la serie estaba pensada como una trilogía. El propio Erikson ha admitido que
	Gardens no está demasiado pulido y que presenta algunas inconsistencias en relación con el resto de los
	libros. Por eso mi consejo para los que se sientan decepcionados al leerlo es que continúen, al menos hasta el
	segundo volumen: Deadhouse Gates. Si éste no consigue levantar sus expectativas entonces ningún otro libro
	de la serie lo hará. Hasta ahora Erikson no ha conseguido superar su épica y su calidad narrativa. En realidad,
	Gardens no es una mala historia. Como novela debut está por encima de la media. Su problema radica en que el
	ritmo de la historia es totalmente distinto al resto de la serie. Gardens es también una fantasía militar
	pero es menos épica y se centra en menos personajes y un conflicto de menor tamaño. A partir del segundo volumen
	todo empieza a despuntar mostrando cuál va a ser realmente el ritmo y el tono de la saga. Conocemos
	la estructura militar del Imperio y las pequeñas escaramuzas de Gardens se convierten en grandes batallas
	con ejércitos enormes. Igualmente, la magia comienza a entenderse, se entreven las primeras conexiones y se
	profundiza más en la historia de fondo. 
               Otro punto a favor de la serie son los personajes ambivalentes que muestra, y que se han
	puesto de moda en las series de fantasía actuales. En palabras del propio Erikson: 
	
	  |  
	| Erikson |  
	 
               "No soy un fan de las historias de héroes ciegamente bondadosos versus los tipos
	insípidos y malvados. La noción del mal por sí mismo me resulta tremendamente aburrida –todos esos Señores Oscuros
	intentando crear tierras baldías cubiertas de víctimas esclavizadas... ¿Para qué? Cierto, la tradición impone una
	yuxtaposición arquetípica para iluminar así la condición humana– Me lo trago, incluso lo reconozco como fuente de
	atracción universal hacia el género. Pero como escritor, me fascina la ambivalencia y la ambigüedad. Mi pasado de
	antropólogo se rebela ante los mundos y los conflictos simples. Nada es simple, nunca lo fue. Por eso,
	Gardens desarrolla giros de lealtades con la esperanza de ofrecer al lector la posibilidad de decidir con
	quien identificarse. Los tipos buenos hacen cosas malas, y los chicos malos hacen cosas buenas, y a veces
	situaciones que parecen buenas resultan ser malvadas. Con suerte todo personaje resulta genuino en su
	incertidumbre."(1) 
               A pesar de que Erikson utilice personajes ambiguos para su obra, eso no implica que estén
	detallados. Suelen ser bastante planos y muchas veces sus motivaciones no quedan claras. La mayoría
	son intercambiables, especialmente los soldados, que suelen tener siempre una visión muy filosófica de
	la vida. Muchas veces es difícil identificarlos con tantos como aparecen, todos comportándose de la
	misma forma. No obstante a partir del segundo libro sí se nota un cierto esfuerzo por mostrarnos caracteres de
	carne y hueso. Felisin y Heboric en Deadhouse Gates, o Karsa Orlong en
	House of Chains(2) son buenos ejemplos de eso. 
               El elenco es de lo más variado. Tenemos hechiceros capaces de acabar con ejércitos 
	completos con sólo soplar, seres milenarios, demonios, dioses,... Estos últimos se involucran en la vida de los 
	mortales como si de la mismísima Ilíada se tratara, aunque sus motivaciones siempre son oscuras. Los 
	humanos suelen ser marionetas en sus manos y es normal encontrarse a éstos poseídos o controlados por los 
	primeros para conseguir ventajas ante otros ascendentes. 
	
	  |  
	| House of Chains |  
	 
               Con una magia tan poderosa involucrada en la trama las novelas podrían fácilmente 
	derivar hacia un libro tipo juego de rol, con fuegos artificiales lanzados por los distintos magos, y 
	ciertamente puede parecer así al comienzo. Pero en cuanto se vislumbran las implicaciones de su 
	uso y las variaciones que puede adoptar no tienes más remedio que alabar la grandísima imaginación 
	de Erikson. Efectivamente, la magia es algo vivo y va evolucionando. Su funcionamiento es complejo y 
	está muy relacionado con el Panteón de dioses que describe. Lo más básico son los Warrens, una 
	especie de dimensiones alternativas de las cuales los magos sacan la energía para sus hechizos, pero que se 
	pueden usar como mundos sobre los cuales moverse. Y, posiblemente, el más interesante de todos los objetos 
	aparecidos sea la baraja de los dragones (Deck of Dragons), una especie de tarot mágico que representan 
	las imágenes de los dioses y que permite conocer, aunque siempre de forma confusa, cuáles serán los 
	acontecimientos futuros. 
	   Esto es sólo la punta del iceberg, y lo que puede saberse leyendo las primeras páginas de Gardens.
	Lo interesante de los libros de Erikson es que sea el lector el que descubra las conexiones 
	entre los distintos elementos mágicos que utiliza; supone un auténtico desafío comprender todas 
	estas relaciones y la sensación de triunfo que se experimenta cuando se entienden es indescriptible. 
               El ritmo narrativo es muy rápido y directo, algo apropiado para 
	unas novelas como las de Malazan, eminentemente de acción. Esto ocasiona que el estilo se 
	resienta, sobre todo en unos diálogos que son casi siempre sentencias cortas y tajantes. Donde realmente 
	Erikson muestra su habilidad es en la descripción de las escenas de acción. El autor reproduce a la 
	perfección todo el dramatismo y la épica de la situación. Especialmente memorables son, por ejemplo, 
	todo el arco de Coltaine en el segundo libro; el asedio de Caputsan en el tercero; y, claro está, los 
	finales de cada volumen. Demuestra una sobrada capacidad para alcanzar el clímax. Todos comienzan con un 
	ritmo pausado, aunque no necesariamente falto de épica, con dos o tres tramas argumentales principales 
	que, a medida que avanzan, se van desglosando en cantidades a veces mareantes, mezclándole unas con otras, 
	no necesariamente dentro del mismo libro, pero siempre confluyendo de forma lógica hacia la gran traca 
	final. 
	
	  |  
	| Midnight Tides |  
	 
               Se hace complicado localizar claramente el periodo histórico en el que se 
	sitúan. El Imperio Malazano está claramente influenciado por el Imperio Romano, aunque el regimiento 
	de zapadores y su comportamiento puede resultar extraño para una ambientación pre-Edad 
	Media. Erikson incluso se refiere a los soldados como marines, al menos en el primer libro. 
	Otros seres como los T’lan Imass recuerdan a civilizaciones prehistóricas, y desde luego los Tiste Andii 
	se parecen a los seres élficos de Tolkien, pero más vinculados a la oscuridad que a la luz. Quizás los 
	drows de los juegos de rol sean los más apropiados para referirse a ellos. 
               Y para terminar, me permitiréis una reflexión en cuanto a calidad de la 
	publicación. Todos estos comentarios se refieren, evidentemente, a la versión inglesa. En España el 
	primer volumen será publicado por Timun Mas a finales del 2004 o inicios del 2005. Y, como sucede con 
	muchas otras publicaciones de fantasía, será dividido en dos volúmenes. La excusa, la de siempre. Los 
	libros saldrían muy caros (rondarían los 40 euros) y posiblemente no se venderían. Resulta curioso 
	que la saga Canción de hielo y fuego de George R. R. Martin, publicada por la editorial 
	Gigamesh y sin dividir, sea de la más vendidas en España, apareciendo mes a mes entre los diez más 
	vendidos de las tiendas españolas de género. Y que teniendo más de 900 páginas no alcance los 30 euros. 
	Supongo que hay que mirar muchos factores, como el precio de derechos por ejemplo, pero permitidme 
	que dude que Erikson -hay que reconocerlo, casi desconocido- sea más caro que Martin. ¿Costaría mucho 
	a la editorial publicar sus libros en rústica en lugar de cartoné? (recordemos que lo hace actualmente 
	con La rueda del tiempo, también dividida por cierto). Es una pena, porque con está política 
	de edición también asusta a compradores. No entiendo cómo la editorial no se arriesga con una serie
	que casi seguro tendrá tanta calidad como la de Martin. Después de todo tiene las franquicias (también 
	casi siempre en las listas de los diez más vendidos) para respaldar la inversión tan cara que según 
	ellos supone publicar Malazan 
        Maestro de enigmas, de Patricia McKillip 
	
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	| Maestro de enigmas |  
	 
               En el mundo editorial de la fantasía actual, en el que estamos acostumbrados 
	a tratar con series largas y aparentemente interminables, resulta un alivio encontrarse con una serie 
	a la vieja usanza. Si esta novela se hubiese escrito hace unos años tendría por lo menos 600 páginas, 
	y probablemente ni siquiera seria una trilogía sino que todavía seguiríamos leyendo las aventuras de 
	su protagonista, Morgon, preguntándonos cuándo demonios iba a acabar. Habiéndose escrito en los años 
	70 se convirtió, como muchas otras de esa época, en una trilogía con volúmenes de no más de 400 
	páginas.  
               La saga se compone de los siguiente libros: Maestro de enigmas (1976), 
	Heredero del mar y el fuego (1977) y Arpista en el viento (1979). Las novelas no 
	contienen innumerables arcos argumentales, ni se complican con enrevesadas subtramas políticas y 
	sociales o con distintos puntos de vista. Y las reglas del mundo que describe son claras y tremendamente 
	evocadoras. En el mundo de McKillip se establece un vínculo de unión entre el reino y su gobernante. 
	De esa forma el rey del país es capaz de conocer de forma innata todo lo que ocurre en sus dominios. 
	Cuando muere ese vínculo se transfiere a su heredero. Hay un personaje conocido como "El 
	Supremo" (The High One) que es el causante de ese vínculo.  
               La historia comienza con Morgon, Príncipe de Hed, cuando se dirige hacia An 
	para reclamar su premio tras ganar un juego de enigmas con el fantasma del rey Paven. El premio es 
	la princesa Raedaerle, la segunda mujer más hermosa del reino. En su camino el barco en el que viaja 
	sufrirá un naufragio y pronto descubrirá que extraños seres cambia-formas desean su muerte y que sus 
	motivos están oscuramente relacionados con las tres estrellas que tiene en su frente. Morgon decide 
	visitar al Supremo para preguntarle sobre ese enigma. Toda la historia es un enorme rompecabezas que 
	gravita en torno al misterio de las tres estrellas, y a lo largo de la historia Morgon irá conociendo 
	cada vez más sobre sí mismo y sus orígenes.  
               El estilo de McKillip es muy lírico e intimista, alejado del clásico mundo 
	de estilo Tolkieniano de distintas razas para acercarse más a la concepción del mundo de Terramar de 
	Ursula K. Le Guin. El tema principal es el crecimiento personal de los protagonistas, por lo que los 
	personajes principales están muy bien trazados. Los dos primeros libros son fantásticos, aunque siguen 
	la pauta normal de otros libros de fantasía. Es decir, el protagonista se embarca en una larga búsqueda 
	para encontrar su destino y con ello salvar el mundo. 
               Personalmente la noto un poco envejecida. Algunos diálogos y situaciones no 
	son demasiado brillantes y el ritmo, especialmente en el último libro, decae hasta convertirse en una 
	serie de situaciones repetitivas en las que Morgon viaja de un lado a otro a lo largo y ancho del mundo 
	mientras descubre los misterios de su persona. Asimismo creo que el personaje de la princesa Raedarle 
	está desaprovechado en Arpista en el viento. Es como si McKillip hubiese gastado todos los 
	recursos y tramas en Heredero del mar y el fuego y no supiese qué hacer con él, pues se convierte 
	en una chica florero que sólo acompaña a Morgon en el viaje sin proporcionar un argumento sólido para 
	incluirla en la acción. 
	Trilogía de El Vatídico, de Robin Hobb 
	
	  |  
	| Aprendiz de asesino |  
	 
               Robin Hobb es una gran desconocida en España a pesar de que lleve más de 9 
	años publicando libros. Ha sido La Factoría de Ideas en su colección de fantasía la encargada de publicar 
	su "libro debut", Aprendiz de asesino (1995), y, como empieza a ser una costumbre de las 
	editoriales españolas, viene publicado en dos volúmenes. Este problema tan odioso para algunos, resulta 
	mucho más evidente en esta trilogía. Por su concepción se trata de una historia que transcurre 
	lentamente, a veces de forma cansina, y que va construyendo el clímax narrativo muy poco a poco, por 
	lo que la división en dos libros podría llevar a engaño al lector en cuanto a la calidad de la novela. 
	Desde el principio el lector se encontrará con una obra castrada que no le permitirá apreciar toda su 
	valía, especialmente si no se publican los dos partes simultáneamente. Cosa que sí hace otra editorial 
	que acostumbra a partir volúmenes como Timun Mas (que suele publicar ambos al mismo tiempo). 
               El tema principal de las novelas es, al igual que en el caso de McKillip, el 
	crecimiento personal del protagonista. La historia comienza con la educación de Traspié 
	(Fitz)(3) a los 
	seis años de edad, primero como chico de establo a las órdenes de Burrich, para después, una vez que 
	el rey Artimañas (Sherwd) se da cuenta de su existencia, pasar a ser su asesino real, entrenado por el 
	esquivo Chade. La historia está narrada en retrospectiva y en primera persona desde el punto de vista 
	de Traspié, y desde el principio debiera ser evidente que no se trata de un cuento de hadas. En el 
	mismo prólogo ya se nos advierte entre líneas que estamos ante una gran tragedia pues se nos muestra 
	como un personaje hundido, desencantado y adicto a las drogas que palian sus dolores.  
               Hobb utiliza una serie de trucos narrativos muy conseguidos con los que 
	consigue engañar por completo al lector. Dosifica muy bien la información a lo largo de los capítulos, 
	mostrando situaciones imperceptibles que se encuentran ocultas entre el gran detalle y realismo con el 
	que nos relata la vida de Traspié. Pero son estas situaciones precisamente los que proporcionan el 
	carácter épico de la historia, aunque esta vez no a gran escala.  
	
	  |  
	| Robin Hobb |  
	 
               El primer engaño con el que nos topamos se encuentra en el propio planteamiento 
	de la historia. Hobb nos hace creer que se trata de una fantasía épica al uso de lucha entre el bien y 
	el mal, y nada más lejos de la realidad. La lucha con los invasores, figura maligna que utiliza Hobb, 
	no es más que un trasfondo a lo que realmente le interesa contar, que no es más que la vida de Traspié 
	mientras asiste a los manejos de intrigas políticas y engaños por el control de Los Seis Ducados. 
	Otro engaño, auque éste quizás no tan evidente, es el de mostrárnoslo como héroe de la historia. Ni es 
	un héroe ni puede serlo porque, como se nos repite constantemente, es un bastardo y, sobre todo, un 
	asesino que ha jurado lealtad al rey, ajustándose por lo tanto a sus mandatos. No tiene control sobre 
	su vida, es un mero instrumento para conseguir los objetivos. Esto es precisamente lo que nos está 
	tratando de relatar Hobb: el crecimiento del personaje, primero a un nivel físico y después a un nivel 
	espiritual, a medida que comienza a tomar conciencia de su condición. No como héroe, sino como un 
	catalizador a través del cual los auténticos héroes actuarán para realizar las gestas. 
               La prosa de Hobb es muy cuidada, llegando a ser en momentos de una belleza 
	apabullante, y el ritmo es lento, con apenas ningún momento de acción. 
	No obstante consigue impregnar cada capítulo con pequeños detallitos que nos obligan a continuar 
	pasando páginas. La trilogía es una historia que se disfruta más en conjunto, cuando después de haber 
	leído todas sus partes uno puede valorar realmente el magnífico potencial desplegado y darse cuenta de 
	que, a pesar de partir de una premisa bastante trillada, Hobb es capaz de retorcer la historia hasta 
	darle un carácter propio y original. O al menos así es en las dos primeras partes de la trilogía. 
               Aun así, las novelas contienen algunos defectos que se hace necesario 
	comentar. El más molesto es la repetición. Entiendo que las novelas tardan en escribirse y que los 
	lectores se olvidan de los sucesos de una novela a la siguiente, pero resulta bastante molesto que 
	se nos describan los acontecimientos de libros anteriores de forma resumida para situar determinadas 
	acciones. Prefiero las sutilezas. Normalmente un lector se lee los libros en orden, y un simple 
	comentario suele ser suficiente para que se recuerden los hechos, sin que se nos tengan que contar 
	de nuevo escenas completas. También la lentitud es a veces excesiva, como en los pasajes 
	centrados en Molly y Traspié a mitad del segundo libro. Hobb alarga demasiado la historia de amor entre 
	ambos, convirtiéndose en una novela excesivamente romántica 
	
	  |  
	| Assassin´s Quest |  
	 
               La tercera parte, Assassin’s Quest, supone un cambio radical en la 
	concepción de la historia. Su primera mitad es magnífica y mantiene el espíritu. Pero a partir de la 
	segunda empieza a verse claro hacia donde van a ir dirigidos los esfuerzos de Hobb, y ése es 
	precisamente, según mi opinión, el peor camino que podría haber tomado la trama. La autora nos 
	proporcionara un batiburrillo de los contenidos clásicos de una novela de fantasía épica, esto es: 
	héroe profetizado destinado a salvar el mundo, viaje para encontrar artefacto mágico que ayudará al 
	héroe en su misión, compañeros que se unen al protagonista,... El cambio tan radical que se produce 
	no es exclusivo del argumento. Es como si Hobb se hubiese precipitado para intentar atar todos los 
	cabos sueltos y de esa forma consigue un efecto de falsedad.  
               Así, por ejemplo, una magia utilizada de un modo sobrio, dotada de misterio 
	y cierto misticismo en los dos primeros volúmenes, se desata por completo y las explicaciones no 
	resultan para nada creíbles. A falta de una analogía mejor, leer el uso de la Habilidad en Assassin’s Quest 
	me supuso la misma desilusión que enterarme de la explicación seudo científica de los midiclorianos 
	en la Fuerza. No nos engañemos, me gusta la magia como al que más si se usa según los parámetros 
	establecidos. Pero no se pueden definir unas reglas y usarlas de forma magnífica durante los dos 
	primeros libros y medio y después, de repente, cambiar su estilo porque resultan más convenientes para 
	la trama. Ni siquiera las sutilezas que nos brindaba en Aprendiz de asesino y Asesino real y que usaba de 
	forma tan magnífica para producir asombro en el lector, funcionan aquí de forma correcta. La historia 
	se vuelve demasiado previsible y sólo se consigue alargar la acción con capítulos innecesarios.  
               También molesta muchísimo el uso de las profecías en este libro. Hobb perpetra 
	uno de los mayores fallos que un autor de fantasía podría cometer, y es escribir la profecía justo 
	después de haber asistido a su cumplimiento. Otro problema que encuentro en la última entrega es el 
	tratamiento de los personajes; los nuevos no aparecen bien perfilados y sus motivaciones no son 
	creíbles, pues se intentan explicar demasiado tarde en la trama y son más un parche para mantenerlo 
	todo bien atado al final. Tampoco me pareció correcto el uso que hace Hobb del Bufón (Fool).
	Durante toda la serie lo dota de un aire enigmático y, aquí, lo convierte en 
	una simple marioneta en manos de otros personajes. 
               En definitiva una historia magnífica que quizás se ve disminuida por un 
	final mal resuelto, pero que así y todo merece muchísimo la pena leer. 
	Martin, Erikson y Hobb 
               Resulta difícil y a veces injusto realizar una comparativa de autores. Después 
	de todo muchos discutirán que un escritor debe valorarse por lo que consigue por sus propios meritos. 
	Pero en un género tan tópico como la fantasía épica en el que nos encontramos con tantos personajes y 
	argumentos arquetípicos es lógico establecerla. Además sería muy bonito realizar críticas 
	"objetivas" de las novelas, basadas en atributos medibles de las mismas. Aunque también es cierto que 
	muchas veces un lector se guiará a la hora de escoger una por las comparativas que recibe en 
	relación a otras ya conocidas. A todo el mundo le llama la atención un libro en el que se ensalce al autor 
	comparándole en ambición e imaginación, por ejemplo, con Tolkien, aunque la mayoría de las veces, 
	desgraciadamente, sólo esté inflado por cuestiones de marketing. 
               Por supuesto este análisis se refiere al campo de la fantasía. Es decir, de 
	Martin sólo se tendrá en cuenta su ciclo de Canción de hielo y fuego, de Robin Hobb sólo se 
	comentará la saga de El Vatídico, y en el caso de Erikson únicamente ha escrito Malazan, 
	así que con él es todo más sencillo. Hecha está puntualización. Vayamos al grano. 
	
	  |  
	| Juego de tronos |  
	 
               Cualquiera que haya leído Juego de tronos se dará cuenta de que Martin 
	está escribiendo un inmenso culebrón. Quizás esto sea demasiado simplista, pero principalmente se trata 
	de eso. Echemos si no un vistazo a lo que ha hecho hasta ahora. Nos proporciona una serie de personajes 
	cliché en este tipo de novelas: tenemos a la reina malvada (Cersei), la mocosa caprichosa (Sansa), el 
	débil que palia sus defectos con la inteligencia (Tyrion), el héroe (Jon/Danaerys), la niña malcriada 
	(Arya),... y los coloca a todos en un entorno fantástico muy parecido a la Europa medieval para que 
	interpreten la tragedia. Pero la trama argumental gira principalmente en torno a los personajes y sus 
	dramas.  
               Si uno lo analiza fríamente, la historia de fondo sólo sirve para contarnos 
	las desventuras de los personajes. Incluso Martin consigue los mayores efectos en el lector cuando los 
	hace pasar por las mayores penurias. Esto, por supuesto, no tiene por qué ser malo, pero es precisamente 
	a través de estas penurias como les proporciona "carne". Es más. Por el tipo de historia 
	que nos está narrando es necesario que los personajes sean complejos y bien definidos.  
               Ahora tomemos el caso de Erikson. La mayoría de sus personajes son planos. En 
	todos sus libros, de los veinte o treinta principales que puede haber, sólo aparecen tres o cuatro bien 
	desarrollados. Pero es que tampoco necesita más. La historia no necesita buenos personajes, el propio 
	relato es lo suficientemente atrayente para no necesitarlo. Creo sinceramente que un personaje complejo 
	en el drama de Erikson no nos permitiría ver el bosque, que es de lo que se trata al fin y al cabo.  
               Hobb se parece a Martin. Igual que en Canción, la saga de El Vatídico 
	es un drama de personajes, aunque a mucha menor escala. Martin es capaz de mover a cientos a lo largo de 
	toda la trama sin que tengamos dudas en ningún momento de que sus motivaciones no sean lógicas. Hobb sólo 
	define claramente a Traspié; eso sí, un magnífico personaje, posiblemente mejor que cualquiera de los de 
	Martin. Pero la perspectiva y el punto de vista es más pequeña.  
	
	  |  
	| Memories of Ice |  
	 
               Erikson hace lo mismo, pero no con personajes sino con la trama general de la 
	historia. Malazan está estructurado como un enorme rompecabezas y es frustrante que se nos muestren 
	las innumerables piezas cuando el puzzle todavía no está completo. Por eso el primer libro resulta 
	posiblemente el más débil, pues en ese momento, y al empezar por la mitad de la historia, sólo vemos 
	elementos sueltos, o algunas piezas unidas, pero que no permiten adivinar la imagen que se va formando. 
	Es cuando avanza en los siguientes volúmenes cuando se empieza a ver todo con más claridad. Es 
	por eso por lo que considero que la historia de Erikson está a años luz de la de Martin, por lo misma 
	razón que éste es insuperable en lo que se refiere a construcción de personajes y diálogos. 
               Quiero comentar también el tono de las novelas. En este caso las tres series 
	son casi idénticas: estamos ante tres grandes tragedias. El tono de Canción es 
	desasosegante, igual que el de Erikson o el de Hobb. Martin va construyendo su narración a partir de 
	desgracias, igual que Hobb, y ninguno de los dos da descanso a los personajes. La historia cada vez se 
	vuelve más oscura. En el ciclo de Erikson ocurre algo similar, con la salvedad de que el autor utiliza 
	a algunos personajes –generalmente los soldados– como alivio cómico. No os engañéis, no son bufones 
	que únicamente sirven para relajar la tensión. Son las situaciones en las que Erikson los coloca las 
	que nos permiten respirar, a veces soltar la carcajada, y retomar fuerzas.  
               Sí hay que diferenciar aquí la oscuridad de Martin o Hobb con respecto a la 
	de Erikson. El tono de las novelas de Martin o Hobb, como dije antes se centra en los personajes. Estructuran 
	la historia mediante un drama, y todo avanza y se tuerce hacia la desesperanza atormentándolos. La historia 
	de Erikson es a mucha mayor escala, una fantasía militar. La oscuridad de la historia involucra ejércitos, 
	razas y continentes enteros. A veces parece, por la propia estructura de Malazan, que los 
	acontecimientos suceden por sí solos, y que los personajes se ven inmersos en ellos sin posibilidad 
	de escape, luchando por su supervivencia como todos los demás. 
	
	  |  
	| A Feast for Crows |  
	 
               Analicemos ahora la magia (literal) en las tres historias. Lo interesante es 
	que no son los simples pastiches típicos de una novela de fantasía en la que obligatoriamente deben 
	aparecer magos lanzando hechizos para que se los considere novela de género. El uso que hacen Martin y 
	Hobb de ella es, si se puede usar esta palabra, realista, más sutil. Y aquí es posible que Martin se 
	haya visto influenciado por el trabajo de Hobb, especialmente la relación Warg/Maña.  
               Los Wargs en la mitología de Martin es un tipo de magia que permite una 
	relación entre un animal y un humano. Son una especie de cambia-formas. Un humano vinculado con un 
	animal –por ejemplo Bran con Verano o Jon con Fantasma– puede desplazar su conciencia al cuerpo de éste,
	tomando el control del mismo. En el caso de Hobb, La Maña es una forma de enlace mental con 
	un animal en particular, lo que permite entender los pensamientos y sentimientos por ambas partes. Su magia 
	es mental, e introduce algo adicional como complemento: La Habilidad. Ésta permite un enlace 
	mental entre humanos, permitiendo manipular a los seres más débiles. En ambas series se produce un despertar 
	paulatino del componente mágico pero Martin lo usa con mayor inteligencia que Hobb, pues esta última se 
	precipita demasiado al final de la trilogía, mientas que Martin mantiene la sutileza en su uso. Sabemos 
	que la magia está despertando y que probablemente alcanzará su máximo apogeo con la llegada del 
	invierno, pero lo hace muy poco a poco.  
               Erikson es la otra cara de la moneda. Su magia es poderosa y apabullante, pero 
	al igual que en Martin usa otros medios para dejarla ver lentamente. En este caso es simplemente la 
	desinformación del lector; Erikson nos ofrecerá el resultado antes de enseñarnos la causa. Muchas veces 
	acontecen escenas que no sabemos muy bien cómo suceden pero que siempre tienen un aire mágico o 
	sobrenatural. Más adelante, cuando ya casi nos hemos olvidado de la situación, Erikson nos proporciona un 
	detalle, asistimos a un dialogo entre personajes o incluso nos relata la misma escena desde otro 
	punto de vista y entonces todo encaja. Esto produce situaciones de deus ex machina 
	prácticamente en todos los libros.  
               Dije antes que la magia es esencial en la historia, y en el caso de Erikson la 
	explicación es clara. La temática central es el poder. Todo el mundo Malazano 
	está construido en torno al poder, pero se trata de un poder metafísico, con magos, dragones, dioses y 
	demonios. Toda la trama –desconocida hasta ahora, aunque con ciertos atisbos de lo que puede ser– se revuelve 
	alrededor de este tema central y usa como base la magia. 
	
	  |  
	| Asesino real |  
	 
               El estilo es otra cosa. Antes de nada dejemos claro que ninguno de los autores 
	son unos lumbreras; ninguno tiene la capacidad para construir oraciones cono John Crowley o García Márquez, 
	por ejemplo. Aunque es cierto que entre los tres se puede hacer una valoración. Es Erikson quien sale 
	perdiendo en la liza. Va más a lo práctico, a establecer el curso de acción, y no se detiene en detalladas 
	descripciones. Los personajes son dejados casi por entero a la imaginación del lector, con descripciones 
	muy escuetas de los mismos. De Kalam se sabe que es negro y corpulento; Krupple bajito y rechoncho; 
	Wiskeyjack tiene barba y ojos rasgados;... Pero poco más. Hobb es la que consigue un mejor resultado. Su 
	prosa es muy hermosa, a veces poética, y las descripciones muy vívidas. Por ejemplo resulta magnífica la 
	descripción de un lobo en el cuerpo de un hombre en el primer capítulo de Assassin’s Quest, o la de 
	Traspié como un anciano Artimañas en los primeros capítulos de Asesino real. Y, en general,
	 todas las secuencias de sueños de Habilidad de Traspié. 
               El ritmo narrativo suele estar muy relacionado con el estilo, pero en esta ocasión 
	quiero centrarme en el clímax. Erikson utiliza un sistema que produce efectos muy espectaculares hacia 
	el final de los libros y, al igual que Martin, utiliza múltiples puntos de vista. Pero en vez de 
	estructurarlos por capítulos los va intercalando a lo largo de la acción dentro del mismo capítulo, 
	acelerando el cambio de personajes a medida que nos vamos acercando hacia el final y, al mismo tiempo, 
	haciendo converger varias líneas argumentales en la misma localización, con lo que produce situaciones 
	épicas muy intensas. Otra forma de usar esta característica es mostrarnos el punto de vista de distintos 
	personajes en las mismas escenas, consiguiendo efectos muy cinematográficos. En este sentido creo que el 
	clímax narrativo está más logrado en la obra de Erikson que en la de Martin, pues este último se dedica 
	únicamente a intercalar capítulos entre personajes, muchas veces de arcos argumentales que no se tocan 
	en ningún momento. Casi todos los hilos en Canción son independientes entre sí, salvo en 
	circunstancias muy puntuales, por lo que casi se pueden leer como novelitas sueltas. El único efecto que 
	consigue con esta división son cliffhangers al final de cada capítulo. Además, Martín juega mucho 
	con el factor sorpresa. La mayoría de los clímax se producen por giros argumentales o sorpresas de 
	último momento. El caso de Hobb es completamente distinto, pues utiliza un único punto de vista y, por 
	tanto, el clímax sólo puede conseguirse dentro del marco de acción del protagonista o como lectura 
	retrospectiva mediante descripción de escenas por parte de otros personajes en la historia. 
	A modo de resumen 
               A modo de resumen: Canción es una serie que es, en cierto sentido, fácil 
	de seguir. Las primeras escenas de Juego de tronos con Ned impartiendo justicia o el encuentro de 
	los cachorrillos son claramente definitorias, y desde el principio nos permite identificarnos 
	con los personajes. Malazan en cambio es muy, muy compleja. Al principio te encontraras perdido 
	entre la cantidad de información que se proporciona y lo rápido que suceden los acontecimientos. El autor 
	no lo da todo masticado y comienza a valorarse cuando uno se mete completamente en ella. Puede resultar 
	difícil pero, si se supera el bache inicial, la recompensa es enorme. 
               El Vatídico es también una serie difícil aunque en este caso no lo es por 
	la complejidad argumental, sino por el estilo y el ritmo de la historia. Los lectores que gusten de novelas 
	de acción podrían sentirse defraudados con la trilogía de Robin Hobb pues la historia en ningún momento 
	despunta por estas escenas. Pero precisamente es este carácter sosegado el que hace que cuando las situaciones 
	épicas se producen sean mucho más espectaculares y efectistas. Pero es más a un nivel de sensaciones 
	producidas por el uso de las palabras que por la propia situación en la historia. Es esto lo que, en mi 
	opinión, hace grande a las novelas de El Vatídico y merecedoras de una lectura detenida. 
	Enlaces 
            Ficha de Steven Erikson 
	    en Cyberdark.net 
            Artículo dedicado a 
	    Malazan en espejosdelarueda.org, incluyendo una entrevista a Steven Erikson 
            Malazan Empire: Web dedicada íntegramente 
	    a Malazan, que incluye entrevistas con el autor, galería de personajes, galería de objetos, mapas... 
            Reseña de Gardens of the Moon 
	    en SfSite.com 
            Ficha de Patricia McKillip 
	    en Cyberdark.net 
            Web no oficial de Patricia McKillip 
            Reseña de Maestro de 
	    enigmas en Bibliópolis 
            Ficha de Robin Hobb 
 	    en Cyberdark.net 
            Web oficial de Robin Hobb 
            Reseña de Aprendiz de asesino 
            Ficha de George R. R. 
	    Martin en Cyberdark.net 
            Web oficial de George R. R. Martin 
            Especial dedicado 
	    a George R. R. Martin y Canción de hielo y fuego en Cyberdark.net 
            Reseña de 
	    Choque de reyes en Cyberdark.net 
	
  
	Notas: 
            (1) La entrevista completa puede leerse en
	http://www.sfsite.com/06a/se82.htm (en inglés) 
            (2) Los libros publicados hasta ahora son: Gardens of the Moon (1999),
	Deadhouse Gates (2000), Memories of Ice (2001), House of Chains (2002) y Midnight Tides
	(2004). Están previstos los siguientes (los títulos no son definitivos): The Bonehunter,
	Reaper’s Gale, Toll of Hounds, Dust of Dreams y The Crippled God 
	    (3) La palabra Fitz proviene del francés fils y empezó a usarse por las familias 
	asentadas en Irlanda después de las conquistas normandas. Significa "hijo de" y se anteponía al nombre del 
	padre. Cuando se usaba en Inglaterra solía representar ilegitimidad, especialmente en el caso 
	de los hijos ilegítimos de sangre real. Por ejemplo Fitzroy (del francés Fils de Roi) era el hijo del rey. 
	Robin Hobb lo usa en este marco. Cuando los personajes utilizan el nombre "correcto" del personaje se 
	refieren a él como FitzChivalry reconociendo así su parentesco con el príncipe Chivalry. En castellano 
	ha sido traducido como Traspié y el nombre oficial como Traspié Hidalgo con lo que de está forma se mantiene 
	el significado. 
  
	
  
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