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                por Iñaki Bahón, Julio 2002 
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                Es evidente que el cine "de superhéroes" 
              está de moda. 
                "Spider-Man" (al parecer Stan 
              Lee odia que se omita el guión) aún no ha dejado de batir 
              records de taquilla cuando ya se anuncian los inminentes estrenos 
              de nuevas adaptaciones de cómics de superhéroes.  
               Tenemos (casi) encima a Ben Affleck 
              marcando paquete gracias al ajustado uniforme rojo de Daredevil, 
              y a ese Hulk de Ang Lee que, a juzgar por las 
              noticias, no le va a ir a la zaga en cuanto a paquete. A estos proyectos 
              ya consolidados hay que añadir la segunda parte de "X-Men" 
              que se rodará el año próximo, y la inevitable secuela de las aventuras 
              del trepamuros. 
               Pero además de estos títulos (que aunque en algunos 
              casos aún no se han rodado, están totalmente confirmados), existe 
              otro buen número de proyectos más verdes con supertipos de por medio. 
              En distintas etapas de gestación tenemos, entre otros, "The 
              Fantastic Four" con guión de Chris Columbus; "Batman: 
              Year One", que está previsto dirija Darren Aronofsky 
              (¿alguien entiende algo?); la rumoreada adaptación del Dr. Extraño; 
              ese proyecto oficialmente anunciado por la Warner de rodar "Batman 
              contra Superman"  con Wolfgang Petersen al 
              frente y de cuyo reparto nada se sabe, aunque se ha comentado el 
              nombre de Matt Damon (¡Dios mío! ¿En qué papel!), 
              así como las secuelas que generen todos estos títulos. 
               Durante mucho tiempo los amantes de los cómics 
              en general, y de los cómics de superhéroes en particular, hemos 
              esperado ansiosos que nuestros personajes favoritos dieran el salto 
              a la pantalla grande. Durante los últimos 30 años, y salvo unos 
              escasos oasis (Superman, Batman, X-Men, y poco 
              más) esta espera ha sido como una travesía por el desierto. Ahora 
              parece que por fin nuestra paciencia va a ser recompensada con una 
              avalancha de adaptaciones. 
               Precisamente por eso puede resultar interesante 
              reflexionar un poco acerca de las dificultades que pueden presentarse 
              a la hora de adaptar al cine un cómic de superhéroes, aunque sólo 
              sea para prepararnos mentalmente ante lo que podamos encontrarnos 
              en el cine a cambio de nuestros (ya casi) 6€. 
                La verosimilitud 
               La literatura utiliza únicamente las palabras 
              para comunicar. Las descripciones de una novela, por detalladas 
              que resulten, dejan mucha libertad a la imaginación del lector para 
              visualizar escenarios, personajes o incluso acciones.  
               Con el cómic no sucede lo mismo. El estilo de 
              algunos dibujantes es tan minucioso que define detalladamente el 
              aspecto de los personajes, así como el espacio físico en el que 
              se desarrollan sus aventuras. Esto que en un principio parece una 
              gran ventaja a la hora de realizar una adaptación cinematográfica 
              (¿no basta con recrear sin más el cómic?), es a menudo todo un problema. 
              ¿Por qué? Porque, evidentemente, lo que funciona en un cómic a menudo 
              no sirve cuando se traslada a la imagen real. En realidad, cuando 
              leemos un cómic nuestra mente no traduce a imagen real lo que vemos 
              dibujado. Lo aceptamos basándonos en los códigos del propio medio, 
              y por tanto resulta aceptable algo que en imagen real no funcionaría. 
               El ejemplo más evidente de esto son los trajes. 
            
              -  Durante muchos años de los 80 y 90 las mujeres de la 
                Patrulla X llevaban unos uniformes (minifaldas, 
                botines de tacón, cintas en el pelo, mallas ajustadas, guantes 
                hasta medio brazo...) que si bien no quedaban del todo mal en 
                los cómics (al menos si no te fijabas mucho en ellos), en caso 
                de haber sido "traducidos" a imagen real les hubieran hecho parecer 
                unas horteras en el mejor de los casos.  En lugar de la Mansión 
                Xavier aquello parecería la Mansión Play-Boy, o directamente un 
                prostíbulo.
 
              -  ¿Alguien sabe cómo podría funcionar la armadura del Hombre 
                de Hierro en imagen real, una armadura metálica que puede 
                doblarse por las articulaciones? Evidentemente habría que rediseñarla 
                para el cine.
 
              -  ¿Cómo demonios podría el Capitán 
                América llevar su escudo sujeto en la espalda 
                y oculto bajo una cazadora en una película?
 
             
               Esto no sólo sucede con los uniformes, sino también 
              con la anatomía, los escenarios, la manifestación de los superpoderes, 
              etc.  
               Y, a un nivel más profundo, con la base de todo 
              el argumento. El mero hecho de que exista un personaje con superpoderes 
              se acepta automáticamente en el cómic, pero en una película, donde 
              se exige un mayor nivel de realismo (que no de realidad), es necesario 
              un esfuerzo mucho mayor por parte de sus responsables para conseguir 
              que el público crea. Sobre todo por que se trata de un público más 
              heterogéneo que el que compra tebeos. 
               Los consumidores de cómics entramos en el cine 
              con los códigos del género perfectamente asumidos. Quienes hemos 
              crecido rodeados de supertipos aceptamos inmediatamente que alguien 
              obtenga superpoderes, se confeccione un traje, se ponga un nombre 
              "de guerra", y se dedique a combatir delincuentes, los cuales también 
              suelen llevar trajes y nombres estrafalarios. Esto no quiere decir 
              que estemos ganados de antemano, por supuesto. Queremos al personaje 
              y exigimos que la película esté a su altura.  
               Pero la situación se complica cuando se trata 
              de espectadores no aficionados a los tebeos. Para alguien no acostumbrado 
              a este tipo de género estas premisas pueden resultar risibles, sobre 
              todo cuando se trasladan al cine. A este público hay que explicarle 
              de la forma más convincente posible las reglas del juego propias 
              del género. 
               Pero tanto para los profanos como para los ya 
              iniciados, la luz de los proyectores cinematográficos resulta muy 
              potente y cruel. En una película es mucho más fácil detectar incoherencias, 
              errores y trucos que en un cómic, y por ello el espectador de cine 
              es mucho menos indulgente. 
               The End 
               Son pocos (por no decir ninguno) los cómics de 
              superhéroes actuales que presentan episodios autoconclusivos, más 
              allá de algún fill-in ocasional o de algún número especial, como 
              un Annual. 
               El negocio se basa en enganchar al lector de 
              un número a otro, dejando la trama en suspenso al final para que 
              necesitemos comprar el siguiente (nada nuevo: un sistema utilizado 
              desde hace siglos por la literatura popular, o por los actuales 
              culebrones televisivos). Esta estrategia no se utiliza únicamente 
              para atar al lector a una colección, si no que también sirve para 
              mover a la clientela de un título a otro, narrando una misma historia 
              a través de varios números de distintas colecciones y forzar así 
              la compra (aunque sea puntual) de una serie que normalmente no frecuentamos 
              (la técnica de los crossovers ha sido utilizada hasta la saciedad, 
              y si bien en algunos casos ha producido obras estupendas, en la 
              mayoría ha evidenciado que su lanzamiento obedecía únicamente a 
              razones comerciales). 
               Este sistema del eterno "Continuará..." conlleva 
              que se diseñen tramas argumentales que se prolongan durante años 
              (el caso de la Patrulla-X de Chris Claremont, 
              con sus múltiples cabos sueltos sin atar durante decenas de episodios 
              resulta un ejemplo perfecto). Esto, en caso de que los autores cuenten 
              con el talento adecuado, puede ser estupendo para el lector. El 
              problema es que el cine, normalmente, requiere de un "Fin" más o 
              menos a las dos horas de comenzar la película. 
               Existen productos "fraudulentos", como "El 
              Señor de los Anillos", la cual se vende (con mucho éxito, 
              por cierto) como tres entregas, cuando en realidad se trata de una 
              sola película (larga, eso sí, pero ¿la unidad de un film viene definida 
              por su duración, o por la historia que cuenta?), dividida en tres 
              partes para así poder cobrarnos tres veces. Pero estos casos, afortunadamente, 
              son excepciones. 
               Por lo general, una película cuenta una historia, 
              y la estructura dramática (así como el espectador) exige a que esta 
              historia tenga un final más o menos cerrado. 
               Al realizar una adaptación sobre un superhéroe 
              debe comprimirse una o varias aventuras en dos horas, por lo que 
              hay que resumir argumentos que en muchos casos se han desarrollado 
              a lo largo de numerosos episodios en el cómic. Esto supone eliminar 
              elementos, situaciones, personajes, etc. 
               Y como el protagonista es un superhéroe, el antagonista 
              tiene que ser un supervillano.  
               Y, claro, dado que se ha invertido mucho en el 
              film y se quiere que el malo esté a la altura del bueno para que 
              la confrontación atraiga a mucho público, se elige al enemigo más 
              terrible con el que el personaje se haya enfrentado jamás en los 
              cómics. Por eso Batman se enfrentó en el cine con el Joker, 
              Superman con Lex Luthor, los X-Men con 
              Magneto, y así sucesivamente. Al fin y al cabo ¿nos atraería 
              tanto el "Spider-Man" de Sam Raimi si 
              en lugar de pelear con el Duende Verde se enfrentara, 
              por ejemplo, a la terrible amenaza de El Remendón?  
               Y como es una película y se espera un final feliz, 
              pues el malo normalmente acaba capturado o muerto. Entonces, tal 
              vez porque Jack Nicholson no quiere saber nada de 
              la secuela, o porque Tim Burton (algún día se impondrá 
              la cordura y se elaborará una lista de los directores más sobrevalorados 
              en la que Burton ocupará podium junto a, por ejemplo, Ridley 
              Scott y Stanley Kubrick) cree definitiva su 
              versión del personaje y no quiere que nadie pueda mancillarla después, 
              sucede que el Joker muere en la primera entrega de la actual 
              saga de Batman.  
               Un personaje que ha sido la peor amenaza a la 
              que el Señor de la Noche se ha enfrentado en sus más de 60 años 
              de historia es despachado en dos horas. ¿Esto deja una sensación 
              un poco extraña, verdad? De igual manera, cuando vemos en "Spider-Man" 
              como el Duende Verde muere a la hora y media de haber nacido, 
              no podemos evitar la sensación de que el personaje está poco aprovechado. 
               De todas formas, suponiendo que liquidar a personajes 
              tan importantes sea un error, es un error subsanable. Basta con 
              recurrir a las resucitaciones, tan comunes en los cómics. El abuso 
              de esta solución es el culpable de que la muerte ya carezca de significado. 
              Son tantos los ejemplos de personajes que han vuelto a la vida tras 
              haber muerto (Jean Grey, la tía May de Peter 
              Parker, el Profesor Xavier, Superman, Magneto, 
              el Dr. Muerte....) que el recurso dramático que supone matar 
              a un personaje ha perdido su fuerza y el lector sabe que en los 
              cómics nada es definitivo. 
               Confiemos en que esto no se convierta en norma 
              general también en el cine. 
                La pérdida del Universo 
               Marvel Comics y DC publican un 
              gran número de colecciones cuyos protagonistas son superhéroes. 
              Cada colección tiene como protagonista a un personaje o grupo de 
              personajes distintos, pero éstos no "viven" aislados unos de otros. 
              Las dos editoriales han desarrollado sendos universos ficticios 
              en los que coexisten casi todas sus criaturas.  
               Esta característica supone una gran ventaja a 
              la hora de construir nuevas historias, ya que cada título tiene 
              a su disposición todos los personajes (tanto héroes como villanos) 
              que aparecen en otras colecciones, y resulta especialmente útil 
              a la hora de crear un nuevo personaje: no es necesario describir 
              el entorno en el que se desarrolla la historia ni sus "reglas". 
              El lector de otras colecciones los conoce perfectamente. 
               Esta interrelación entre personajes y tramas, 
              el hecho de que lo que sucede en una colección pueda tener repercusiones 
              en otras, consigue que el lector, de alguna manera, sienta que ese 
              mundo en el cual se desarrollan las aventuras de sus héroes es más 
              "real". 
               Por otro lado, la ubicación que le corresponde 
              dentro de este universo sirve también como elemento para definir 
              al personaje por contraste con los demás. 
            
              -  La medida del poder de cada personaje suele establecerse 
                por comparación con los demás.
 
              -  Reed Richards es un genio, 
                pero su inteligencia aún queda más resaltada cuando otros personajes 
                brillantes, como Hank Pym o Tony Stark 
                se asombran ante él.
 
              -  Daredevil es un héroe, y su valentía 
                queda aún más patente cuando se enfrenta a criminales que han 
                puesto en apuros a supertipos mucho más poderosos que él.
 
             
               Las adaptaciones cinematográficas suelen centrarse 
              (por el momento) en un sólo supertipo o grupo. Es evidente que muchos 
              personajes complican el guión y aumentan el presupuesto (en los 
              "X-Men" de Bryan Singer se eliminaron 
              algunos de los personajes que aparecían en un tratamiento inicial 
              para reducir el coste de la película), pero esa sensación de globalidad, 
              de gran escenario que las editoriales han ido construyendo a lo 
              largo de los años, y que presta solidez y credibilidad a personajes 
              e historias, se pierde completamente en las películas. 
                Con toda seguridad mucha gente se va 
              a sentir defraudada 
               No se trata únicamente de adaptar una obra que 
              cada uno de sus lectores (millones, si hablamos de un título de 
              éxito) ha recibido de una forma especial dependiendo de su edad, 
              procedencia, etc. En algunos casos, cuando hablamos de una colección 
              con años de historia, es casi seguro que habrá sido desarrollada 
              por distintos guionistas y dibujantes, cuyos tratamientos pueden 
              haber sido muy diferentes. ¿Cuál de estos puntos de vista elegir 
              para basar el guión? 
            
              - Para la mayoría de los lectores contemporáneos de Daredevil, 
                nuestra mayor referencia la constituye la etapa de Frank 
                Miller. Pero ese personaje dramático y atormentado contrasta 
                con el diablillo parlanchín y chistoso de sus primeros años. ¿Cuál 
                de los dos llevar a la pantalla?
 
              - A lo largo de sus muchos años de andadura, Superman 
                ha cambiado de orígenes, de poderes, de uniforme. ¿Con qué quedarnos 
                si hacemos una nueva adaptación?
 
             
               Dado que estas películas persiguen una recaudación 
              importante (en general todas lo hacen, pero con más motivo aquellas 
              que requieren de una fuerte inversión para efectos especiales), 
              normalmente se decide utilizar la "versión" más contemporánea del 
              personaje, para atraer así al público joven que, por mucho que duela, 
              es quien hoy en día acude al cine mayoritariamente. 
               Esto supone que el público de cierta edad, el 
              que conoce al personaje desde hace décadas, corra el riesgo de no 
              encontrar en la pantalla aquello que le cautivó de joven.  
               Por ejemplo, entre la revisión de John Byrne 
              y el "Ultimate Spider-Man", no tengo nada claro si 
              el actual origen oficial de Spidey tiene algo que ver con 
              el que conozco desde los 70. 
               Todo el mundo tiene su época favorita, un/os 
              episodio/s que recuerda con especial cariño o emoción, unos personajes 
              predilectos... Muchos ejemplares, muchas tramas, muchos personajes. 
              Muchos tebeos comprados en la infancia con la paga del domingo. 
             
               Es evidente que no podemos pretender ver trasladado 
              nuestro pasado emocional a la pantalla, y tampoco se puede contar 
              todo en una película. El cine, en gran medida es síntesis, y obliga 
              a eliminar mucho material. 
               Por ello, en mayor o menor medida, la decepción 
              es inevitable. 
               Demandas por infidelidad 
               Me gustaría conocer qué porcentaje de espectadores 
              de una adaptación eran ya aficionados al cómic del que ésta procede, 
              y cuántos no conocían al personaje hasta que se estrenó la película. 
              Evidentemente estos porcentajes serán distintos en cada caso, pero 
              sería interesante conocerlos.  
               Por ejemplo, en el caso de "Spider-Man", 
              ¿cuántos de los millones de espectadores que han acudido a verla 
              ya eran aficionados a sus cómics? Seguramente estos espectadores 
              serán incapaces de ser objetivos respecto al film, ya que lo juzgarán 
              en función de lo fiel que es respecto del original.  
               ¿Es esto justo para la película? 
               Hitchcock decía (y supongo que muchos 
              cineastas están de acuerdo), que la mejor forma de adaptar una obra 
              (normalmente literaria) es leerla, quedarse con lo que te interesa, 
              y olvidarse del resto. 
               En general estoy de acuerdo con esa afirmación. 
              No creo que una película tenga la obligación de ser fiel al material 
              en el que se basa. Cuando un autor vende los derechos de su obra 
              tiene que aceptar que la película que se va a rodar es independiente 
              de lo que él ha creado, y que no tiene porqué respetar personajes, 
              argumentos, situaciones, etc. El autor tiene que aceptarlo y el 
              espectador también. 
               Pero el espectador suele aceptarlo sólo a medias. 
              Aunque muchas de las películas que se ruedan están basadas en novelas, 
              relatos, obras de teatro, etc., éstas suelen ser poco conocidas, 
              por lo que casi nadie establece comparaciones entre adaptación y 
              original. 
               Pero cuando se adapta una obra de gran éxito 
              y popularidad, como "El señor de los anillos", lo 
              fans de la obra fuente exigen fidelidad. Quieren ver el material 
              que les cautivó traducido a imágenes punto por punto. Tanto es así 
              que raramente juzgaran la película en sí como obra aislada, si no 
              que su opinión vendrá condicionada por lo mucho o poco que difiera 
              de la fuente en la que se basa. 
               En estos casos estoy con los aficionados. Creo 
              que constituyen una excepción a la regla de Hitchcock. Una 
              película que espera ser un éxito basándose en que existen millones 
              de fans de la obra original deseando verla, y que utiliza esa obra 
              original para promocionarse ¿tiene derecho a no serle fiel? Yo creo 
              que no lo tiene. Creo que esos millones de fans deben ser respetados, 
              y que tienen derecho a quejarse en el caso de que los responsables 
              de la película realicen una adaptación demasiado "personal". 
               Particularmente me sentí muy decepcionado con 
              el "Drácula de Bram Stoker" de Coppola (el 
              ejemplo no tiene relación con los cómics, pero creo que es válido). 
              Como enamorado de la novela esperaba disfrutar por fin la versión 
              definitiva, sobre todo porque se estaba vendiendo como tal, incluyendo 
              el nombre del autor en el título. 
               Decepción al canto. 
               Estoy de acuerdo en que es una película muy hermosa 
              y estéticamente magnífica. Pero no es una película de terror, si 
              no más bien una historia de amor. Desde luego aquello no era el 
              Drácula que yo quería ver. 
               Dejarse llevar por la moda 
               A mi entender algo cambió con el "X-Men" 
              de Bryan Singer, esa adaptación cobarde, traidora y exitosa 
              de las aventuras del célebre grupo de superhéroes mutantes. 
               ¿Por qué traidora? Porque eliminó muchas señas 
              de identidad de los personajes (en los cómics Cíclope no 
              es un jovencito casi imberbe, y Lobezno es un tipo duro, 
              bajito, y con bastantes años; Pícara no tiene nada que ver 
              con la que aparece en el film, y Jean Grey nunca ha sido 
              doctora). Además, la selección de dichos personajes resulta cuestionable; 
              si la de los villanos es escandalosa (Dientes de sable no 
              está en absoluto aprovechado, y el Sapo siempre ha sido un 
              malo de segunda categoría), la de los buenos es corta (la Bestia, 
              por ejemplo, fue finalmente eliminada por cuestiones de presupuesto). 
               ¿Por qué cobarde? Por que no dudó en podar elementos 
              clave para facilitar la verosimilitud, como los uniformes clásicos 
              o algunos superpoderes (Pícara es la más poderosa del grupo 
              y vuela, al igual que Ororo; Jean levita, etc.). 
               Estoy de acuerdo en que es difícil rodar una 
              película con estos protagonistas y que resulte creíble, pero no 
              considero lícito desechar elementos clave para facilitar la tarea. 
              O se afronta la adaptación, o se rechaza el encargo para rodar algo 
              más apegado al mundo real, y, lógicamente, menos difícil de sacar 
              adelante. 
               A pesar de todo, dejando aparte las comparaciones 
              con la fuente en la que se basa, "X-Men" es una buena 
              película que con su excelente recaudación demostró que los cómics 
              de superhéroes pueden resultar material rentable para el cine.  
               Es cierto que el éxito de "Blade" 
              (1998) fue anterior, y también ayudó a fomentar esta idea, pero, 
              a pesar de tratarse de un personaje Marvel, no lo considero 
              un superhéroe en el sentido que estoy manejando aquí. 
               Es cierto también que no fue "X-Men" 
              el primer caso de película de superhéroes exitosa. La saga de "Superman" 
              en los 70-80, y la de "Batman", en los 80-90, fueron 
              sendos bombazos de taquilla. Pero ambos legendarios personajes (con 
              respectivamente cuatro entregas estrenadas hasta la fecha) pertenecen 
              a la misma editorial, la DC. 
               Hasta "X-Men", los personajes de la otra 
              gran editorial, la Marvel, habían corrido una suerte nefasta. 
              Adaptaciones de "todo a cien" como "Capitán América", 
              "Fantastic Four" o "The Punisher" (inéditas 
              en nuestro país o estrenadas directamente en vídeo) obtuvieron el 
              éxito que su calidad y presupuesto merecían.  
               Cero. 
               Todo esto no tenía sentido. ¿Cómo era posible 
              que unos personajes que vendían millones de cómics books en todo 
              el mundo no fueran capaces de dar un salto exitoso a la gran pantalla? 
             
               La poca confianza de las productoras hacía que 
              no arriesgasen a la hora de rodar una de estas películas, destinando 
              a ellas presupuestos bajos y escaso talento. Y el nulo éxito de 
              estos bodrios mermaba aún más la confianza en estos personajes. 
               La típica pescadilla que se muerde la cola.  
               Pero la lógica comercial hacía prever que esta 
              situación tendría que cambiar en algún momento. 
               Durante un tiempo se daba por seguro que quien 
              iba a producir este cambio iba a ser nada más y nada menos que Spider-Man, 
              el personaje más emblemático de la Marvel. Parecía que la 
              adaptación cinematográfica de las aventuras del trepamuros iba a 
              ser el primer proyecto de envergadura que adaptase un cómic de esta 
              archiconocida editorial, dirigido nada más y nada menos que por 
              James Cameron, seguidor del personaje y muy interesado en 
              dirigirla. Aquello sonaba a música celestial para los aficionados 
              a las correrías del trepamuros que además admirábamos a Cameron. 
             
               Pero complejos problemas con los derechos legales 
              hicieron atrasar una y otra vez el inicio de la producción, desanimando 
              finalmente al director de "Titanic", que acabó por 
              abandonar el barco (nunca lo lamentaremos lo suficiente), y, a la 
              postre, retrasando años el proyecto. 
               Y la carrera la ganó "X-Men", quien 
              viniendo desde atrás se convirtió en el primer gran éxito de taquilla 
              basado en superhéroes Marvel, abriendo así la veda de las 
              adaptaciones. Los cientos de millones de dólares que lleva recaudados 
              "Spider-Man" (por fin estrenada), demuestran que la 
              moda está aquí para quedarse. 
               Ahora el peligro está en que, precisamente a 
              causa del éxito que los lectores habíamos deseado tanto, se aceleren 
              los proyectos para aprovechar esta moda, sacrificando la calidad 
              cinematográfica a cambio de la eficacia comercial. Existe el riesgo 
              de que se empiecen a "fabricar" adaptaciones sin alma, convencionales, 
              sin personalidad e intercambiables entre sí. Películas que no respeten 
              a los personajes ni a sus seguidores.  
               Pero no nos pongamos pesimistas antes de tiempo. 
              Lo importante ahora es que después de años de espera (en algunos 
              casos muchos años) tenemos en marcha numerosas adaptaciones aparentemente 
              de calidad para poder disfrutar de nuestros héroes favoritos hechos 
              carne (o pixels, según el caso). 
               A disfrutar de la racha mientras dure.  
               Y esperemos que dure los suficiente como para 
              que podamos disfrutar de unas adaptaciones de "Watchmen" 
              y de "El regreso del Señor de la Noche" que estén 
              a la altura de los cómics. 
               Un saludo 
               Iñaki Bahón 
                 
               Postdata: Evidentemente este es un tema abierto 
              en el que todos los aficionados del cómic tendremos seguramente 
              algo que decir. Por mi parte tan sólo me he limitado a señalar las 
              dificultades que considero más importantes a la hora de realizar 
              una adaptación de este tipo.  
               Desde ahora animo a los lectores a que envíen 
              sus propias opiniones, aquí o, preferentemente, en el foro 
              de Cómics. 
             
               Nota: La mayoría de los ejemplos citados en 
              este artículo están tomados de colecciones de Marvel Comics y, en 
              menor medida, de DC. Al igual que con las adaptaciones cinematográficas, 
              supongo que habrá lectores que echen de menos que hable de otros 
              personajes y otras editoriales. Si he elegido estas dos, a pesar 
              de que existen más compañías que publican colecciones de superhéroes, 
              ha sido principalmente por que, además de ser aquellas con las que 
              estoy más familiarizado, gracias a su larga trayectoria y popularidad, 
              resultan idóneas para ilustrar los comentarios. 
              
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