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            The Twilight Zone I, de Robert Serling 
            Editorial Celeste Ediciones, colección Metaluna, 2001 
            Formato rústica 15x22 cm, 312 páginas 
            14.9 Euros 
             
            Venta por Internet: 
            PASADIZO.COM 
             
              
            Iván Olmedo tiene casi 30 años, mejor 
              o peor aprovechados, según se mire. Lee todo lo que puede 
              y, de hecho, conoce a un par de personas que envidian 
              secretamente su biblioteca. Según la definición de 
              su 
              escritor favorito, es un atón. Nació y vive en Asturias. 
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             por Iván Olmedo, Febrero de 2002 
                Uno, dos; uno, dos, probando. Sí, ¡hey!, 
              ¡hey!, probando... Vale, tenemos entre manos nueva colección- 
              eso es bueno, ¿no?- esfuerzo conjunto de Celeste y Áqaba 
              Ediciones. "Colección Metaluna" nos ofrece como 
              primer plato a degustar un libro de relatos, aunque quizás 
              un libro de relatos poco usual. "The Twilight Zone. Los mejores 
              relatos vol. 1" escoge y presenta diez historias sorprendentes 
              - aunque quizás luego veamos que no tan sorprendentes - surgidas 
              de la imaginación del afamado, entre los amantes de lo fantástico 
              y catódico, Rod Serling. "The Twilight Zone", serie 
              mítica de la TV norteamericana, ha trascendido su propio 
              medio, su propio país, y ha llegado como mito-fetiche mucho 
              más allá de su propósito original, siendo conocida 
              y recordada (¡¿?!) por gente que ni siquiera ha visto 
              un solo capítulo del invento televisivo más aplaudido 
              del año 1959. Pero como yo tampoco puedo opinar con criterio 
              sobre eso, centrémonos en la lectura del reciente libro de 
              Celeste/ Áqaba. Se impone un primer repaso rápido 
              por las historias que componen la obra: 
                En "¿Dónde se ha metido todo 
              el mundo?" un hombre joven, confundido, se encuentra de repente 
              transportado a un escenario urbano desierto. Todo parece normal, 
              cotidiano, excepto por un detalle: no hay ni una sola persona ni 
              animal , ni vivo ni muerto, a la vista. Él parece ser el 
              único sobre la faz de la Tierra, si extrapolamos la situación 
              al planeta entero, como parece que el autor quiere darnos a entender. 
              Recordemos la celebrada escena de "Abre los ojos", de 
              Amenábar. Inquietante premisa. Y hasta aquí puedo 
              leer la tarjetita...
                 "A tiro de piedra". Un joven ejecutivo 
              treintañero de éxito se encuentra hastiado de la vida 
              cómoda pero sin alicientes que lleva y un día cualquiera 
              coge su coche y abandona la Gran Manzana en dirección al 
              pueblo de su infancia, buscando rememorar la mejor época 
              de su vida. Y tanto que la va a rememorar, en un relato ensoñador 
              y emotivo bien llevado por Serling.
                "La fiebre". Un hombrecillo parco y 
              estirado y su esposa disfrutan de un fin de semana en Las Vegas, 
              como premio del concurso de una conocida marca de galletas. De la 
              noche a la mañana la existencia del señor Gibbs da 
              un giro radical y descubre que hay otros mundos, aparte del que 
              ha conocido toda su vida, en este cuento de argumento un tanto inocente, 
              aunque escrito con convicción.
                En "Cláusula de rescisión" 
              un personaje hipocondríaco y desagradable, temeroso de la 
              enfermedad y la muerte, hace un pacto con el Diablo a cambio de 
              la vida eterna. Su alma a cambio de la inmortalidad. Un relato muy 
              poco original, por tanto, con una gran dosis de socarronería 
              que lo recorre de la primera a la última palabra. 
                "Dingle, el fuerte". Una discusión 
              de bar a cuenta de un partido de "baseball", un hombrecillo 
              esmirriado y de poco futuro, y un marciano invisible de dos cabezas 
              son los elementos que dispone Serling para tramar este relato de 
              corte humorístico y bastante amable, que puede pasar sin 
              problemas como uno de los más desapercibidos de este volumen.
                En "El solitario", James Corry, que 
              ha cometido homicidio en un ataque de locura, es condenado a una 
              pena de treinta y cinco años de aislamiento en un asteroide 
              desierto. Solo en una caseta prefabricada, con un diario y un coche 
              viejo varado en la arena, recibe un regalo muy especial del piloto 
              que, cada tres meses, le lleva los suministros. Sin duda uno de 
              los mejores relatos del volumen, serio y sentimental, estilo en 
              el que Serling se desenvuelve francamente bien.
                "Una historia de máquinas" está 
              protagonizada por un solterón amargado y pedante que tiene 
              serios problemas de comunicación, tanto con personas como 
              con máquinas, que le van a llevar por el mal camino, hacia 
              un final poco deseable. De argumento escaso y final predecible, 
              la más flojita del conjunto.
                "Un deseo fuerte y grande" es sin duda 
              la mejor historia de las ofrecidas. La más intensa y demoledora, 
              a pesar de cierta tendencia a la lágrima, la más redonda. 
              Un boxeador prácticamente acabado y un pequeño admirador 
              del púgil, de nueve años, protagonizan el cuento. 
              Una historia sobre vida, los sueños rotos, y el poder de 
              la magia... ¿o no?.
                "El fabuloso Casey" es una pequeña 
              fábula deportiva que de nuevo trata sobre hombres y máquinas, 
              sobre sueños de gloria y decepciones. Argumento: el entrenador 
              de un equipo de "baseball" sumido en el fracaso encuentra 
              de repente al jugador que, cree, les llevará a lo más 
              alto. Pero... siempre hay un pero. Un relato discreto, a caballo 
              entre la sorna y argumentaciones más serias.
                "Los monstruos están en Maple Street" 
              se inicia una apacible tarde de sábado, cuando un intenso 
              resplandor cubre el cielo sobre las cabezas de los vecinos de una 
              tranquila calle cualquiera. Todos los aparatos dejan de funcionar 
              al instante, y la paranoia, y más tarde el pánico, 
              se apoderan de las personas. Un buen relato, vuelta de tuerca al 
              tema de las invasiones alienígenas, para cerrar la obra.
                Bien. Diez relatos, diez, para abrir fuego (porque 
              es de suponer que habrá un Vol. 2) y conocer a Rod Serling 
              en su faceta de escriba al servicio de la imaginación. 
                Si bien el nivel cualitativo de todos los relatos 
              es bastante similar, es notable que el talento del autor se despliega 
              con todo su potencial en las historias más serias, en detrimento 
              de las humorísticas, casos de "Cláusula de rescisión" 
              o "Dingle, el fuerte", humoradas fantasiosas que no están 
              a la altura de, por ejemplo, "Los monstruos están en 
              Maple Street", de base argumental parecida a "Dingle...", 
              pero mucho más expeditivo y aterrador. Las cotas más 
              altas las alcanza Serling en sus historias más "serias", 
              en las que los sentimientos de los protagonistas tienen un papel 
              preponderante, casos de "A tiro de piedra", "El solitario" 
              o "Un deseo fuerte y grande". Otros títulos, que 
              se quedan a medio camino de estas dos tendencias, del "Serling 
              seriote" y el "Serling graciosillo" son "Una 
              historia de máquinas" o "El fabuloso Casey", 
              con resultados más discretos en ambos casos. 
                Si puede uno hacerse esta división mental 
              entre los aparentemente diferentes estilos e intenciones del escritor, 
              entrando en el terreno de los protagonistas de las historias, puede 
              verse que existen muy pocos patrones sobre los que este crea sus 
              personajes. Todos los protagonistas serlingianos ( ¿se podría 
              expresar así?) poseen una de estas dos características 
              principales: son seres humanos solitarios y atormentados por esta 
              soledad, u hombrecillos desagradables y maniáticos que se 
              nos hacen prontamente repulsivos. Para no repetirme con otra enumeración 
              de títulos, dejo que el lector descubra por sí mismo 
              qué personalidad se apodera de cada relato.
                También es de importancia destacar el 
              hecho de que los personajes femeninos tienen una presencia minúscula 
              en toda la obra, prácticamente las dos o tres mujeres que 
              asoman la cabeza por aquí lo hacen para recibir los improperios 
              de sus maridos o jefes y nada más, en un defecto que no sé 
              si atribuir al carácter del propio Serling, o al carácter 
              fundamental de la época en que fueron paridos (¡je!, 
              ¿lo pillan?) estos relatos. La Televisión de los años 
              60 dista mucho de la mezcla multicultural y salvaje de los agresivos 
              90 en adelante. En estas historias no hay sexo, ni lo más 
              mínimo; las situaciones violentas son tratadas de forma "diferente" 
              y el autor no se recrea en ellas. Serling es un escritor de mano 
              blanca, cuyos escritos estaban destinados a la TV norteamericana 
              de los 60. Todos los cuentos transcurren en escenarios y utilizan 
              instituciones profundamente yanquis, hasta la médula: los 
              casinos de Las Vegas, el "baseball", el boxeador de color 
              machacado por la vida, la paranoia alienígena de los 50... 
              Para nosotros, después de décadas de ser cebados por 
              la parafernalia del Imperio, es fácil asimilar estas historias 
              a las series y películas "de toda la vida", e inconscientemente 
              visualizamos en nuestro pequeño teatro mental las imágenes 
              que el autor nos ha puesto delante. A esto contribuye también, 
              sin duda, el estilo claro de lo narrado; Serling huye de todo tipo 
              de florituras literarias, sabe lo que quiere contar y lo cuenta 
              directamente, sin andarse por las ramas. Quizás se trata 
              de su mayor cualidad como escritor.
                ¿Por qué decía casi al principio 
              que quizás estos relatos no sean tan sorprendentes como se 
              nos presentan? Experimentos militares, robots con forma humana, 
              pactos con el Diablo, viajes en el tiempo, marcianos cabezones, 
              máquinas asesinas... nada nuevo bajo el sol. Ya entrado en 
              materia y en pleno siglo XXI, cualquier lector mínimamente 
              fogueado reconocerá que estos son temas recurrentes y mil 
              veces explotados. Los relatos de Rod Serling, sin embargo, son amenos, 
              están bien escritos y constituyen una lectura, si no densa, 
              muy apreciable.
                Por lo que puedo llegar a comprender, merecen 
              una oportunidad.
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