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                      Esta entrevista ha sido 
                    leída
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                      De nuevo estamos 
                    con todos vosotros, después de este "tranquilo" 
                    verano (mentira mentira), y con ello una nueva edición 
                    de "de pata negra". 
                     En mi afán de 
                    traeros entrevistas interesantes para esta sección, 
                    con personas conocidas (y no tanto) por todos, no podía 
                    faltar Luis G. Prado.  
                      Lo 
                    primero, como siempre, agradecer al entrevistado la amabilidad 
                    de soportar a este entrevistador, y la franqueza de sus respuestas 
                    y opiniones.  
                    Desgraciadamente, hay cerca 
                    de media hora de cinta en modo "off-the-record", 
                    vamos, que no os puedo contar nada de lo que ahí se 
                    dice (me quema la lengua), pero aún así creo 
                    que esta entrevista os gustará. 
                     Por cierto, recordadme 
                    que la próxima entrevista no la haga en una cervecería. 
                    Después de dos medias pintas de rubia entender lo que 
                    uno dice en una cinta grabada es una labor un tanto penosa... 
                    |o|  
                     Que ustedes lo disfruten. 
                  David Fernández, Agosto de 2002 
                    
                     CDK: Luis G. Prado: licenciado en Derecho 
                    y Ciencias Políticas, (ex) miembro de la Junta Directiva de 
                    la AEFCF, director de Bibliópolis, 
                    coeditor de Artifex, director de Espora (el newszine de la 
                    AEFCF), director de la revista 2001, colaborador de numerosas 
                    revistas, ¿se me olvida algo? Tu ficha en Términus 
                    Trántor no está nada mal...  
                     Con 27 años, ¿cómo te ha dado tiempo 
                    a hacer tantas cosas? 
                     LGP: Bueno, pues no haciendo muchas 
                    otras [risas]... y sobre todo porque lo disfrutas a fondo. 
                     Pero, ¿cómo te dio la "vena", 
                    como llegaste a esto de la cf? 
                     Tenía 17 años y me gustaban los 
                    fanzines de cómics. Yo dibujaba. Había un montón de fanzines 
                    amateur en España a principios de los 90, y yo recibía y colaboraba 
                    en varios, como el Zoom de los hermanos Gallego, Noveles 
                    de Rafael Martínez... Eran publicaciones muy modestas pero 
                    hechas con mucho entusiasmo. Y con 17 años me planteé hacer 
                    lo mismo, y comencé a publicar un fanzine llamado El Fantasma 
                    cuando estaba en COU. Pero como no había nadie que dibujase, 
                    más que yo, comencé a meter cuentos. Y al cabo de los números 
                    me di cuenta que me gustaban más los cuentos, lo que estaba 
                    descubriendo en la parte de narrativa, que la parte ilustrada. 
                     En el año 1995 conocí a Alfredo 
                    Benítez, un aficionado de Jerez de la Frontera, la ciudad 
                    de donde soy, y él a su vez conocía a Ángel Torres Quesada 
                    y Rafael Marín. El verano en que nos conocimos me llevó a 
                    conocer a estos autores de Cádiz, y a la misma reunión acudieron 
                    un par de chicos que les conocían de la HispaCon del 92; uno 
                    de ellos era Félix J. Palma. De esa manera conocí a algunos 
                    de los mejores escritores fantásticos de este país. Eso se 
                    tradujo directamente en que en El Fantasma empezaron 
                    a aparecer cuentos mucho mejores que hasta ese momento, y 
                    a mí aquello me empezó a gustar. 
                     Además, Alfredo fue una persona 
                    que tuvo mucha influencia sobre mí por su visión severa del 
                    mundo editorial. Él decía que el editor era "el hombre 
                    de las grandes tijeras plateadas", que es una frase que 
                    no sé de donde sacó (siempre estaba citando y nunca decía 
                    de dónde) pero que era muy buena. El hombre que discrimina. 
                   
                     Así que creo que todo viene en parte 
                    por la influencia de Alfredo y en parte porque tenía a mi 
                    alcance a los mejores autores: empecé a preocuparme por la 
                    calidad editorial de lo que sacaba, y eso se tradujo muy pronto 
                    en que, a la altura del número 9 o 10 de El Fantasma 
                    (que en el 15 cambió a Artifex, manteniendo la numeración), 
                    empezaron a aparecer cuentos de valía. 
                     ¿Y a convertirse en una revista literaria? 
                     Sí. Lo era antes: ya desde el número 
                    3 fue una mezcla, con cuentos ilustrados de cierta gracia, 
                    pero que no fueron realmente buenos hasta que no conocí a 
                    gente realmente buena, así de sencillo. Hasta el número 9 
                    se podía parecer bastante a los fanzines de cuentos que se 
                    pueden encontrar hoy en día, especialmente alguno de los electrónicos: 
                    publican a gente muy entusiasta que no vale. Por supuesto, 
                    les das una oportunidad, les permites verse publicados, y 
                    a lo mejor encuentras otras satisfacciones: en mi caso, disfrutaba 
                    mucho trayendo a dibujantes del mundo del cómic a ilustrar 
                    cosas que hacía gente del mundo de la ciencia-ficción. Era 
                    algo muy interesante. Pero no era bueno, era simplemente gracioso. 
                    Por ejemplo, uno de mis ilustradores habituales de esa época 
                    era Sergio Córdoba, que unos años después fue autor revelación 
                    en el Salón del Cómic, con un estilo completamente diferente, 
                    eso sí. 
                     En fin, trabajé entonces con bastantes 
                    ilustradores que hacían cosas interesantes en su momento y 
                    luego ha seguido por muy buen camino, como los hermanos Gallego. 
                     Una de esas preguntas que hago siempre. 
                    Desde tu punto de vista, ¿cuál crees que es la situación actual 
                    de la ciencia-ficción en España? ¿Hay hueco para una colección 
                    como Artifex Segunda Época, toda de autores nacionales? 
                    Todo el mundo con el que hablo se queja de que los autores 
                    españoles no se compran, de que se compran pocos libros, que 
                    no se puede editar, porque se vende poco, y si encima publicas 
                    a escritores españoles... 
                     Artifex es una publicación 
                    no comercial. Eso quiere decir que los autores no cobran y 
                    los editores tampoco. Con estas premisas, Artifex es 
                    un éxito, porque no cuesta dinero. 
                     ¿Cubrís? 
                     Claro, sin ningún problema. Artifex 
                    comenzó en el año 1999, cuando Julián Díez y yo pusimos 50.000 
                    pesetas cada uno. Un número de Artifex cuesta cerca 
                    de 250.000 pesetas. Si se comparan las 100.000 pesetas que 
                    pusimos para empezar con los siete volúmenes que han aparecido, 
                    a esto le llamo yo un éxito: no hemos tenido que volver a 
                    poner dinero. 
                     Primero porque tenemos un centenar 
                    de suscriptores muy fieles, y segundo porque tenemos una distribución 
                    bastante buena. Artifex tiene una tirada de 500 ejemplares 
                    en estos momentos, y a partir del volumen 8, si todo va bien, 
                    subiremos a 600. 
                     Y esto está muy bien para lo que 
                    es un fanzine. Hay que tener en cuenta que El Fantasma 
                    tiró la vez que más 275 ejemplares (el especial que dedicamos 
                    a Orson Scott Card), y durante mucho tiempo no vendió más 
                    de 150. Y eso era mi vida, la revista de mis amores. 
                     Cuando Artifex Segunda Época 
                    empezó a vender en los primeros volúmenes 300 ejemplares, 
                    en los siguientes 400, y así hasta llegar a los 500 actuales, 
                    es un éxito en toda la línea. Por otra parte, un fanzine, 
                    como es en el fondo Artifex, que en el segundo número 
                    ya no necesita que sus editores pongan ni un duro, es algo 
                    absolutamente desconocido en el fandom español. 
                     Así que, a su manera y en su contexto, 
                    en un éxito absoluto. Lo que sucede es que si pretendiésemos 
                    entenderlo como un proyecto comercial, realmente no funcionaría. 
                    Si Julián y yo intentásemos ganar dinero, no sé, sacarle unos 
                    duretes a cada número, o, lo que sería mejor todavía, pagar 
                    a los autores, Artifex no podría sobrevivir. Hice el 
                    cálculo de cuánto costaría pagar a los autores, porque me 
                    lo planteé, por supuesto: Artifex tendría que venderse 
                    al doble de su precio actual para poder pagar algo, ni siquiera 
                    mucho. 
                     Por lo tanto, tiene sentido sólo 
                    como publicación de aficionados, y creo que los autores lo 
                    entienden así, porque grandísimos autores y prácticamente 
                    todos los buenos escritores fantásticos españoles están saliendo 
                    en Artifex, y además con cierto entusiasmo, porque 
                    hemos conseguido situarnos como la revista de referencia en 
                    narrativa. 
                  
                     
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                          "[...] el cómic y la ciencia-ficción, que 
                          aquí son cosas de niños, allí (Francia) son productos 
                          de adultos[...]" 
                           
                           
                        
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                     Tu que conoces el mercado europeo: ¿nos 
                    podrías contar las diferencias que has observado entre ellos 
                    y nosotros? ¿España va bien y el extranjero mejor? Siempre 
                    ponemos como ejemplo el caso francés: ¿qué les hace diferentes? 
                     En Francia hay dos cosas. Primero, 
                    más habitantes, y segundo, respeto por la cultura popular, 
                    como en Bélgica. 
                     ¿Respeto por la cultura popular? 
                     Sí. Quiero decir que el cómic y 
                    la ciencia-ficción, que aquí son cosas de niños, allí son 
                    productos de adultos (entre otras cosas porque el cómic es 
                    muy caro, por cierto). 
                     Hace poco estuve en la EuroCon, 
                    en un pueblo de la República Checa. La República Checa tiene 
                    aproximadamente 10 millones de habitantes; lo creas o no, 
                    sus cifras de ventas son las mismas que en España. Es decir, 
                    ¿cuánto vende un autor checo de ciencia-ficción? Pues poquito, 
                    1.000 ejemplares. ¿Cuánto vende un autor español de ciencia-ficción? 
                    Lo mismo. ¿Cuál es la diferencia? Que nosotros tenemos cuatro 
                    veces su población. Hay algo muy raro en España. 
                     Bibliópolis: ¿cómo comenzó? ¿Con qué 
                    intención? 
                     Bibliópolis comenzó hace un par 
                    de años. Durante el periodo en el que estuve en la Junta de 
                    la AEFCF, el equipo al que pertenecí tuvo especial cuidado 
                    en no crear polémicas y no meterse en batallas estériles de 
                    opinión, porque queríamos hacer crecer a la Asociación, queríamos 
                    hacer respetable al movimiento asociativo de aficionados. 
                    Y, de hecho, triplicamos el número de socios. 
                     Pero, por supuesto, existió un coste 
                    personal por no meterse en polémicas durante dos años, y cuando 
                    se acercaba el final de nuestro mandato, encontré que me apetecía 
                    volver a la crítica. Esto coincidió con que dejé de hacer 
                    el Artifex, primera época, que incluía reseñas, en 
                    favor de Artifex Segunda Época, que sólo publica narrativa. 
                    Me apetecía además que fuera una crítica lo más incisiva posible. 
                    Estábamos en el año 1999 y lo que nos pareció evidente es 
                    que esto había que hacerlo en Internet, que no tenía sentido 
                    criticar un libro tres o cuatro meses después de que saliera, 
                    ni tampoco depender de las novedades que llegasen a una revista. 
                   
                     La conclusión fue crear una página 
                    web donde criticásemos lo que fuera: tanto libros antiguos 
                    como modernos, y no exclusivamente ciencia-ficción. El medio 
                    nos iba a permitir una libertad para plasmar inmediatamente 
                    opiniones con un coste ridículo. 
                     En aquel momento, por cierto, no 
                    tenía ni puñetera idea de los rudimentos más básicos del HTML: 
                    aprendí para hacer Bibliópolis. 
                     ¿Tú eres el que programa Bibliópolis? 
                     Sí, claro, con Bloc de Notas [risas]. 
                    Lo dice en la parte inferior de la portada: "Hecho con 
                    el Notepad", para que se sepa que está hecho a pelo. 
                    Naturalmente, también he contado con la ayuda de gente que 
                    sabe más que yo. 
                     A lo que íbamos: básicamente, lo 
                    que había detrás de esto, aparte de las ganas de criticar, 
                    era que parecía factible, como todos los proyectos en donde 
                    me he metido, incluso cuando estaba en la Junta. Para decidir 
                    hacer algo en el mundo del fandom, algo diferente de mi proyecto 
                    editorial; cuando hay que dedicar tu tiempo libre a algo que 
                    en principio no te va a dar una compensación material, siempre 
                    lo que me ha movido a hacerlo era, primero, que tuviese algún 
                    interés, y segundo, que fuera evidentemente factible, realizable 
                    fácilmente. 
                     Bueno, también cuentas con una ventaja: 
                    que te has rodeado de gente, pues eso, de peso, de opinión, 
                    gente reconocida en este país... 
                     Esta claro que en eso hay un bagaje 
                    de años en el fandom, y de conocer a la gente. 
                  
                     
                      |  
                          
                          
  
                          "Puedes leer un texto de crítica malo, y 
                          no has perdido mucho tiempo ni mucho esfuerzo, pero 
                          leer un texto de narrativa malo duele." 
                           
                           
                        
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                     ¿Es el camino de todos los fanzines, 
                    acabar en Internet? 
                     No, no creo. En primer lugar, por 
                    ejemplo, nunca se me ha ocurrido hacer narrativa en Internet. 
                    Hubo alguna idea de abrir una sección de narrativa en Bibliópolis... 
                    pero por sus propias características hubiera sido de calidad 
                    inferior a la impresa. Para narrativa, no sé por qué, y lo 
                    siento, hay una sensación de que la letra impresa sirve de 
                    filtro. Imprimir cuesta. Por eso uno se piensa lo que imprime. 
                    Es algo que no pasa en Internet.  
                     Puedes leer un texto de crítica 
                    malo, y no has perdido mucho tiempo ni mucho esfuerzo, pero 
                    leer un texto de narrativa malo duele. No es algo que yo vea 
                    en pantalla. 
                        ¿Hacia dónde va Bibliópolis? 
                     
                     Empezó, como he dicho, como una 
                    página de crítica, con el subrayado en la crítica de libros, 
                    en la que se da preeminencia al libro comentado, no al crítico. 
                    El crítico puede ser cualquiera. La idea es que las críticas 
                    sean más o menos buenas, sensatas (la mayor parte de las veces)... 
                     ¿Cómo Alberto Cairo? [risas] 
                     Ojo, que lo de Alberto no son críticas... 
                     Qué malo es, qué malo es, hasta que 
                    le pillé el puntillo, piqué, piqué... 
                     [risas] Es que, criatura, hiciste 
                    exactamente aquello que se esperaba del lector... [risas] 
                    Estamos hablando de que una cosa es la crítica, que sigue 
                    siendo una parte muy importante de Bibliópolis, 
                    y otra las columnas de opinión. No tienen nada que ver con 
                    la crítica, aunque a veces se hayan confundido. 
                     Las columnas de opinión estaban 
                    diseñadas para ser simplemente un complemento inicial a lo 
                    que debía ser el contenido principal de Bibliópolis, 
                    que eran las reseñas. Pero resultó que encontramos columnistas, 
                    como tu has dicho, de lujo. 
                     Empezando por Alberto Cairo y sus 
                    críticas feroces, que precisamente no eran reseñas, sino opiniones, 
                    y por lo tanto tenía más cancha. 
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